Existen personas que no transcienden en la historia, sin embargo en ocasiones son más importantes que la propia historia en sí, y uno de ellos es Tosco Elorriaga, el cual nació en algún lugar de Guipúzcoa aunque no se sabe con certeza dónde, al igual que también se desconoce el lugar exacto de su fallecimiento.
Elorriaga, a una temprana edad, aparece en Vitoria, donde empieza a hacer negocios que le generan una cierta prosperidad. Dichos negocios oficialmente son la venta de productos siderúrgicos, aunque extraoficialmente su pujanza se asocia al narcotráfico de heroína y cocaína a pequeña escala. Es investigado por este motivo, pero sale indemne del proceso, y aun a pesar de ello abandona Vitoria con presteza apareciendo intermitentemente por diversos lugares de Europa tales como Roma, París, Eslovenia, Rumanía, Gran Bretaña o Rusia. Se ignora a qué se dedica: tan solo se sabe de él que en ocasiones lleva un alto tren de vida y en otras, como es el caso de su estancia en Rumanía o en Rusia, roza la pobreza cayendo incluso durante determinados periodos en la indigencia, la cual abandona una vez que recala en Estados Unidos, donde no solo consigue una gran pujanza económica sino que además empieza a vérsele en compañía de intelectuales y científicos de la época.
Uno de éstos es Oppenheimer, con quien traba una estrecha amistad. De hecho, el físico norteamericano siempre presumió de la amistad de su amigo español, quien según comentaba en sus círculos más allegados le salvó la vida en una ocasión, así como también le presentó a su mujer. Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que les une tan íntimamente, ya que Elorriaga no tenía estudios universitarios, sin embargo sí parece que está muy interesado en los avances científicos del momento.
Sea como fuere, abandona Estados Unidos apareciendo en Japón, donde consigue una cierta celebridad al salvar la vida a unos niños de la prefectura de Kochi. En Japón se afianza un tiempo negociando con diversos minerales, algunos de ellos radiactivos. Se le asocia en la venta de uranio y de plutonio, ya que figura en ciertas transacciones de las cuales ni siquiera es juzgado, ya que Yamashita le cubre. Este general japonés, para quien el honor estaba por encima de todo, siente una gran veneración por Elorriaga, quien por aquel entonces se muestra suntuoso. Parece ser que Yamashita, a pesar de llevar una vida más austera, goza de su compañía, así como comparte con él secretos confidenciales de tipo bélico que le ayudarán posteriormente en la toma de Malasia. Se les ve juntos en gran cantidad de ocasiones y de lugares, hasta que saltan las hostilidades y estalla la Segunda Guerra Mundial, momento en el que Elorriaga regresa a Estados Unidos. Sin embargo, es una de las pocas personas que durante la guerra pasa de un bando a otro con total impunidad.
Se entera de primera mano por medio de su buen amigo Oppenheimer del Proyecto Manhattan, así como de las fechas exactas del lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, transmitiendo dichos datos a Yamashita, quien ya convertido en “el Tigre de Malasia” por sus victorias sobre las colonias británicas, y a pesar de su mala relación con el emperador Hiro-Hito, comienza a acumular ingentes riquezas provenientes de los saqueos de la guerra, y una vez que es consciente de que lo tiene todo perdido, en Filipinas le comenta a Elorriaga el paradero de su enorme expolio. Con la protección del general y con medios a su disposición, el guipuzcoano, después de recorrer Manila, varias islas filipinas, Malasia, Singapur y Birmania, consigue abandonar la zona de conflicto con un descomunal botín que traslada de manera clandestina por medio de medios de transporte privados hasta Eslovenia, que conoce bien debido a su anterior estancia allí y donde permanece hasta que finaliza la guerra.
Pasada ésta exhibe sin reparo alguno una ostentosidad sin par dejando rastro de admiración allá por donde va, motivo por el cual cambia constantemente de países y de residencia, hasta que se le pierde la pista en Suiza. Se deja ver años después en Brasil, donde se le ubica en una lujosa mansión de Río de Janeiro, la cual se rumorea que paga en lingotes de oro. Ya muy envejecido regresa a España para desaparecer poco después por completo de la historia.