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RELATOS. La ciudad soñada

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SONIA ROSADO.

La mujer duerme del tirón, hasta que el sol alumbra el dormitorio y la despierta. Desde la cama ve el cielo límpido, muy azul, y un cerezo blanco, enorme, donde cantan los ruiseñores. Las niñas van solas y alegres a la escuela, y los niños también. Van a pie o en bicicleta por el sendero de arena, flanqueado de castaños y adelfas, paralelo a la ribera del Manzanares.

En la mesilla del dormitorio de la mujer hay un artefacto electrónico que habla: “Hoy es viernes 23 de abril, el Día del Libro. Son las nueve de la mañana, la temperatura exterior es de 18 grados y el nivel de contaminación está en mínimos históricos. Hay una alerta de participación ciudadana”. La mujer se incorpora en la cama y coge el artefacto. Lee el aviso: la población de Villaverde Bajo ya puede elegir el diseño de su futura biblioteca. La mujer vota según sus preferencias y después se viste para ir al médico.

Sale sin prisa de su apartamento, ubicado en el tercer piso de la residencia pública para mayores. Por el jardín de las palmeras accede a la piscina climatizada, donde algunos residentes se mueven como pez en el agua. “Hoy no hago gimnasia”, responde la mujer al cuidador, que con gesto desabrido le ha preguntado por el bañador. “He venido a deciros que anoche terminé de coser los disfraces de la fiesta”. Los vítores y aplausos de los bañistas sonrojan a la mujer, que se marcha diciendo adiós con la mano.

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La mujer enfila la avenida de los Rosales en dirección al centro de salud de la calle Diamante, y enseguida cambia de opinión. Irá mejor al de Butarque, y así, de vuelta a casa, pasará por el huerto del paseo fluvial para coger espárragos, alcachofas, zanahorias, las fresas que tanto le gustan y esos tomates que saben a tomate, no a plástico como los de los supermercados y grandes superficies de antes. La mujer anda sin prisa por zonas peatonales y verdes. Quien no camina, como ella, se desplaza en vehículo especial, en bicicleta, en piragua por el río o en autobús de alta velocidad, porque los coches particulares circulan por vías periféricas. La mujer ve un grupo de gente haciendo yoga en el parque y se une a él. No le sale la grulla, abandona y se arrima a los contadores de historias. Pero hoy sus anécdotas son aburridas y se fija en las estatuas humanas. Mientras trata de percibir en ellas algún movimiento, una bailarina de ballet le pregunta la hora y una joven dónde amamantar a su bebé. La mujer dice “las 11” mientras señala un banco de lactancia junto a los tilos. La mujer llega por fin al centro médico, coge un número y se sienta a esperar su turno. Hay poca gente y enseguida la atienden. La mujer pregunta en recepción si hay alguna psicóloga disponible. Le contestan que sí, que puede verla ahora. Y mientras los pacientes que continúan esperando se entretienen fuera jugando descalzos en la hierba, ella le cuenta a la doctora sus tristezas; a nadie más le habla de ellas. La mujer quiere iniciar cuanto antes la terapia: dejar escritas sus memorias. Y debe empezar cuanto antes, el tiempo no está de su parte. Como no quiere escribir en solitario coge el autobús rápido hasta el coworking de la Villa Verde, un sitio magnífico, con mucha luz, muchas plantas, muy buenas vistas y una gran cocina en la que puedes hacerte la comida con las verduras recién recolectadas en el huerto urbano. Además allí teletrabaja su hijo. “¿Qué haces aquí, mamá?”, le pregunta. Ella no contesta, pero su hijo le acerca una silla, le enciende el ordenador y se sienta a su lado. Pasan algunos minutos trabajando y después caminan hasta el edificio contiguo: un cole con placas solares. Recogen a la niña y comen los tres juntos. Y así harán hasta el último día de la mujer, que dejará escrito para su nieta lo que no tiene tiempo de explicarle en vida. Por la tarde, de vuelta al hogar en vehículo especial, la mujer se detiene para observar a los jóvenes en el polideportivo de la Ciudad de los Ángeles. En un par de horas las pistas deportivas se convertirán en cine de primavera-verano. De repente la mujer se acuerda de la pastelería saludable, adonde llega caminando. Pide una tarta de mango y chocolate y se acomoda en una mesa de la planta superior. Desde allí saborea el silencio y el color púrpura del atardecer. Ahora está en paz consigo misma. Ésta es su ciudad soñada, la que construyó, en sus años dedicados a la política, para su hijo y sus futuros nietos. Muerde un trozo de tarta, que está sorprendentemente amarga. Y entonces…

Da un respingo. La silla se tambalea y cae de rodillas. El suelo es blando porque es en realidad el colchón de la cama del hospital donde está ingresada. La mujer abre los ojos, grises como la nube de contaminación que corona Madrid. La mujer oye el ruido del tráfico, un grito de “¡arriba España!” y la alarma del móvil marcando las nueve de la mañana. No hay propuestas que votar. No hay pájaros en los árboles, solo alcorques vacíos, y los niños van a la escuela en coche. No hay artistas callejeros, ni citas rápidas con el médico, no hay psicólogos ni pediatras. No existe la Villa Verde, ni el Centro de Salud de Butarque, ni el polideportivo de Ciudad de los Ángeles. Si la mujer tuviera una nieta pequeña no la dejaría andar sola ni por las aceras. Pero mientras hay vida hay esperanza. La mujer recoge los libros tirados a los pies de la cama: La revolución de la proximidad, Ciudades en movimiento, La ciudad comestible, La ciudad de los 15 minutos. La mujer se duerme de nuevo, aferrada a ellos.

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‘Los mamarrachos’, de Iván Cerdán, en DAMA

cortometraje Los mamarrachos
REDACCIÓN.

Este miércoles, 12 de abril, a las 18:00, tendrá lugar en la sede de DAMA (Derechos de Autor de Medios Audiovisuales; C/ Gran Vía de San Francisco, 8) la proyección del cortometraje Los mamarrachos, “una pequeña película de Iván Cerdán Bermúdez y la Asociación Vecinal La Unidad de Villaverde Este”.

Con la pregunta “¿De qué se habla en un bar de Villaverde a las 13:30?” como idea de partida, seguramente este corto, descrito por su autor como una “experiencia marciana en blanco y negro”, te sorprenderá, y mucho y gratamente. No te lo pierdas.

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ESCUELA SUPERIOR DE CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE BIENES CULTURALES.

¿Quieres ser conservador-restaurador de obras de arte? ¿No sabes lo que es? No te preocupes: ven a visitarnos el 13 de abril a las 11:00. Solo tienes que inscribirte en el correo electrónico ivanjoselopez@escrbc.com

Si nos conoces y quieres estudiar con nosotros el próximo curso, es importante que sepas que del 11 al 23 de abril tienes que inscribirte para hacer la prueba de acceso, que se realizará en la segunda quincena de junio en nuestra escuela.

Toda la información, en nuestra web: www.escrbc.com

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Certamen Literario Maribel Redondo y Día del Libro en Villaverde Bajo

Certamen Literario
A.V. LA UNIDAD DE VILLAVERDE ESTE / REDACCIÓN

El próximo 21 de abril, Villaverde Bajo festejará el Día del Libro en un acto que se llevará a cabo en el Centro Municipal de Mayores Eduardo Minguito (C/ Leonor Góngora, 62). Dicho acto girará alrededor del III Certamen Literario Maribel Redondo (en honor a la antigua propietaria de la Librería Maribel, tristemente fallecida), y en él se leerán los textos premiados y se hará entrega de premios en su honor.

Para amenizar dicho acto contaremos con dos poetas jóvenes que desde nuestro punto de vista atesoran una gran calidad.

 

En primer lugar, Iván Keating, nacido en Toledo y que estudió Educación Social en la Universidad de Castilla – La Mancha, viene a presentarnos su último poemario, Poesía suburbial. Su anterior publicación, Intimidad pública, tuvo una gran aceptación entre el público y la crítica especializada. También es uno de los fundadores de la banda de rock Acontraverso.

Junto a Iván Keating estará Rocío G. Soldevilla, poeta de nuestro barrio, que nos presentará su trabajo Erotízame, adentrada en la actualidad en la escritura de otro poemario. Rocío es graduada en Filosofía Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, profesora de lengua castellana y literatura. Según la propia escritora, “los versos que encontráis en Erotízame se han escrito solos, adentrándose en los recovecos de este corazón”.

 

 

Acompañando a Iván y Rocío, también nos acompañaran dos músicas niñas, alumnas del Centro Integrado de Música de Él Escorial: Alba Martínez, contrabajista, y Elia Minguillón, pianista. Como incorporación de última hora contaremos con Luca Minguillón, hermano de Elia, que también nos deleitará con alguna pieza al piano.

Por último habrá “libros de segunda oportunidad” para disfrute del público y alguna sorpresa más.

III Certamen Maribel Redondo

El tema de este año para el Certamen Maribel Redondo de relato corto es “Villaverde en 2050”. La extensión de los relatos habrá de tener un mínimo de 600 palabras y un máximo de 1.200, y se establecen dos categorías: Infantil y Juvenil (de 8 a 15 años) y Adultos (a partir de 16 años). Los trabajos se entregarán presencialmente en el local de la Asociación Vecinal La Unidad de Villaverde Este (C/ Diamante, 22) entre el 10 y el 13 de abril, de 18:00 a 20:00.

El premio es de 150 euros en metálico. Consultar bases completas en las redes sociales de la asociación.

Certamen Literario

Adaptaciones individuales

Adaptaciones individuales
Mª ANTONIA PÉREZ GARCÍA.

Hablando con un familiar que se dedica a trabajar con personas discapacitadas y su integración social, en una charla muy interesante, deduje que también dentro de las personas vulnerables existen categorías. Los grados de discapacidad condicionan lógicamente el desenvolvimiento de esa persona en su entorno y en su proyección laboral. Este familiar me contó que, desafortunadamente, en los congresos que celebran para implementar medidas en la interacción profesional con los discapacitados siempre tiene que dar un toque de atención para que se tenga en cuenta a ese 15% que representan los casos severos. Y reflexionando me planteé que nosotros necesitamos resultados en todo lo que hacemos. En los grandes discapacitados, los avances son mínimos, a veces casi imperceptibles, y hay que estar mentalizado para para ello o ser un gran profesional.

Cuando he aplicado el Programa de Compensatoria, con los alumnos que presentaban un nivel académico muy bajo, por problemas de aprendizaje, incorporación tardía a la enseñanza… tenía frecuentes discusiones laborales: lo que yo exponía como un avance significativo en un alumno, algunos compañeros profesores consideraban que no era representativo o no le daban importancia, porque se ceñían al baremo académico, que no contempla individualidades, sino una tipología estándar que uniforma a todos. Y yo abogaba que, dadas las características del alumno en concreto, un mínimo aprendizaje es muy positivo y exige su reconocimiento. A las personas con limitaciones motoras, cognitivas, sensoriales, además de defenderlas del mundo, a veces hay que salvaguardarlas además de los criterios de algún profesional que, en su celo profesional, intenta forzar un aprendizaje, necesitado de su proceso y su tiempo individual.

Además, nuestro sistema educativo, tendente a unificar a toda costa, no contempla lo necesario, los problemas individuales y las características de unos alumnos que precisan una atención personalizada. Sí, hay Orientadores, PT, y Programa de Compensatoria, pero es insuficiente, sobre todo en según qué entornos.

Esto lo saben bien los padres: cada hijo es distinto y tiene sus necesidades particulares. ¡Y qué padres no intentarán dar, en medida adaptada, lo que cada uno precisa! Menos mal que siempre hay quien lo tiene claro, como mi familiar, que da un toque de atención para que no se excluya a nadie y no se cometan injusticias ni abandonos, en un régimen democrático, en un país civilizado y avanzado, con aquellos individuos que, además, no se pueden defender. La atención a la diversidad, los programas de ayuda al dependiente, las medidas sociales inclusivas, se topan con dos potentes retos: una  organización eficaz y unos presupuestos adecuados.

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César López Llera

César López Llera

El IES El Espinillo es una maravillosa caja de sorpresas. Si uno se adentra en sus instalaciones es fácil que se tope con una exposición acerca del Quijote, con trabajos de los alumnos de Plástica o con César López Llera. Que la figura dramatúrgica más destacada que haya dado España en los últimos veinte años imparta clases en el instituto es una coincidencia tan enriquecedora para el barrio como deliciosa para el alumnado.

Centrándonos en su obra, es incomprensible que no haya sido representada con una asiduidad mayor. Los teatros nacionales parecen guarecerse de dramaturgos que aporten elementos diferenciales. Simplemente con contemplar la escena actual, puede apreciarse cómo el resultado de los montajes dista mucho de la esperada excelencia. Los textos de César López Llera vienen avalados por premios destacados: Últimos días de una puta libertaria (Premio Tirso de Molina 2006), Bagdad, ciudad del miedo (Premio Lope de Vega 2009) —el motivo por el que no se ha montado esa obra merecería un libro. Pocas veces ha existido algo tan incomprensible—, La chica de ayer (Premio Internacional de Teatro de Autor, Domingo Pérez Minik, 2006). Estas obras, junto a las magníficas El roble de la memoria o El vespino de Don Quijote, le sitúan como una de las voces más potentes del panorama actual teatral, con una variedad temática deslumbrante, en la que priman unas portentosas acotaciones, muy en la línea de Valle, pero generando aspectos de una actualidad reconocible.

En un no tan alejado 2004 irrumpió con fuerza con Un Chivo en la Corte del botellón (Premio de Teatro Serantes). Aquella primera acotación era magnífica: “Amanecida primaveral en la plaza de Lavapiés de la Corte de los Milagros. La resaca sabatina se pega al paladar y a la pituitaria rebotando con sabores y olores mezclados: alcohol, tabaco, miasmas residuales de orgía: sudor, semen, flujos vaginales, orines, vomitadas y hasta chispazos de sangre mondonguera con los que escandalizar a los madrugadores de los churros y del periódico dominical”. O aquellos personajes que pueblan el texto, como esa pareja de veinteañeros fornicarios: Chivo, Gran Cabrón, Matamujer… ¿Qué maravilla era ésta? Su poética es diferencial, en un panorama altamente angustioso, en el que nada o muy poco se desarrolla en la línea que debería ir. López Llera es una isla cultural, una figura brillante que debe seguir creando. ¿Escribirá sus portentosos textos sobre Quevedo? Escucharle hablar de los Siglos de Oro, de teatro, de escritura, de Cervantes, de Madrid… es uno de los mayores placeres que existe. Hace poco tuvimos la suerte de que nos acompañase en un seminario que imparto sobre Cultura en el siglo XXI y fue la mejor experiencia de todo el curso. Nos ofreció una lección magistral sobre Quevedo que aún colea en nuestros adentros.

Hombre de conversación, de taberna, de paseo… Para mí ha sido un privilegio entrar en su vida. Mientras llegan la biografía de Quevedo o su obra otoñal sobre la gran figura de Don Francisco, sería magnífico poder disfrutar de sus artículos. Conviene mencionar que ha sido galardonado con los premios Eulogio Florentino Sanz de Periodismo Literario con un exquisito texto, El desentierro de Francisco de Quevedo, y el Premio Ciudad de Alcalá de Periodismo “Manuel Azaña”. Un genio en este siglo XXI, un hombre completo, un maestro. Mi admirado maestro.

De la vida de las marionetas

por Iván Cerdán Bermúdez
@ivancerdanbermudez

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El gran capacitor

Capacitores
DAVID MATEO CANO.

Puedes estar toda una vida con una persona y no llegar a conocerla nunca, y yo puedo dar fe de tal cosa. Una de mis mayores aficiones es el toreo, desde hace ya muchos años poseo un asiento en un palco de la plaza de Las Ventas, he de decir que es uno de los mejores y su ubicación es perfecta para seguir las corridas de toros; si alguna vez desde que tengo este abono me he perdido alguna, ha sido por causa de fuerza mayor. Con el paso del tiempo, al coincidir con las mismas personas, aunque sean tan solo unos días al año, se entabla un fuerte vínculo con ellas, pero si además de una pasión en común tienes dos, pues entonces se puede decir que se convierten en amigos íntimos, como es el caso de Miguel, mi compañero de butaca, con quien aparte del toreo comparto un especial deleite por los puros.

Durante la Feria de San Isidro siempre tenemos la sana costumbre de, a cada corrida que vamos, llevar cada uno dos puros: uno para disfrute puro y otro para nuestro compañero. De tal modo que el rato que pasamos en la plaza se convierte en algo absolutamente delicioso, celestial me atrevería decir, y para completar el ritual y rematar la faena, una vez terminada la corrida nos vamos a cenar a un restaurante cercano especializado en rabo de toro. Dicha reserva la hacemos con mucha antelación para evitar que alguien se nos adelante y nos sustraiga ese momento de felicidad. Pues bien, en la última Feria de San Isidro, una vez que estuvimos sentados a la mesa de este prestigioso restaurante, después de comentar la jugada de la corrida del día en cuestión, le pregunté a Miguel a qué se dedicaba, ya que a pesar de más de 15 años conociéndole lo desconocía por completo.

Él, por el contrario, sí sabía mi profesión, porque en una ocasión lo mencioné en una de nuestras conversaciones, aunque sin profundizar en el tema. Realmente la forma en la que nos ganábamos la vida cada uno, así como si estábamos casados o teníamos hijos, eran banalidades que carecían de interés en nuestras reuniones. Sin embargo aquella noche, después de deleitarnos con el rabo de toro que habíamos ingerido y a mitad de nuestra primera copa de Macallan, quise saber cuál era su profesión. Miguel, con una gran espontaneidad, me lo explicó con gran lujo de detalles. Era ingeniero electrónico, y trabajaba de freelance para diferentes empresas realizando proyectos por encargo. Me dijo también que llevaba más de un año sin atender ningún proyecto, puesto que se había centrado en realizar un reto personal, que no era otra cosa que la construcción de un condensador.

Dentro de mi ignorancia, le pregunté qué podía tener de especial un condensador para que le dedicase tanto tiempo. Entonces me confesó que la dedicación era absolutamente obsesiva, ya que le dedicaba al tema de diez a doce horas diarias y en ocasiones hasta más. Se hacía evidente que la pausa en su actividad laboral no se debía a un tema lúdico, sino más bien a un reto personal. Entonces me relató el proceso al completo: había sido capaz de crear un condensador con una capacidad de carga cercana al terafaradio, o lo que es lo mismo, de 10¹² faradios, es decir: 1.000.000.000.000 de faradios.

Al principio no le di la importancia que se merecía a esta cifra, pero investigando a posteriori descubrí que el faradio es una unidad tan grande que para los capacitores de uso cotidiano se utilizan sus submúltiplos, principalmente el milifaradio y el microfaradio, que tienen una equivalencia de 0,001 y 0,000001 faradios respectivamente. Esgrimiendo una gran flema, mi amigo me explicó que con esta capacidad de carga tenía para suministrar energía prácticamente a todo el planeta, y esta ingente carga se hallaba contenida y comprimida en tan solo un depósito de mil litros que tiene instalado en su finca de Pastrana. Para lograr esta energía utilizó como dieléctrico el vacío absoluto, cosa que hasta la fecha nadie excepto él ha conseguido.

Como los detalles técnicos me resultaba imposible comprenderlos, quise saber cuándo haría público su descubrimiento, entonces me quedé atónito al contestarme que semejante obra no la daría a conocer y que quedaría únicamente para su provecho y regocijo: si hacía público su invento los depredadores se le echarían encima haciendo mal uso de su portentoso invento. Al día siguiente de nuestra reunión me invitó a su casa para saborear un Cohíba Siglo VI, y de paso me enseñó su proyecto. Como recuerdo me regaló un pequeño condensador del tamaño de una uña, con el cual desde entonces recargo día tras día mi vehículo eléctrico sin necesidad de más suministradores. Me hizo saber Miguel que ese pequeño condensador tenía capacidad para cubrir la necesidad energética de todas las viviendas de un edificio de diez plantas durante 150 años.

Historias increíbles es una sección literaria: los textos publicados en ella son pura ficción, y por lo tanto cualquier posible parecido con la realidad es mera coincidencia.

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La economía en Villaverde (1): agricultura

economía en Villaverde
JULIO HERNÁNDEZ GARCÍA

En la Edad Media, el término de Villaverde eran tierras de cereales, pastos, algunas huertas y frutales, regados con agua de norias, cerca de los arroyos Butarque y Malvecino y en la ribera del Manzanares.

Los vecinos tenían escasas propiedades y pequeñas, porque la mayoría estaban en manos de señores de Madrid. La medida de explotación era el arrendamiento. Los principales cultivos eran: trigo, cebada, centeno, algarrobas, guisantes, avena, garbanzos, vides, olivos, árboles frutales y hortalizas. La base de la alimentación era el pan, que representaba el 70% de la alimentación de las personas. Las clases bajas comían pan de centeno, cebada y avena. La harina de trigo la consumían, sobre todo, las clases altas.

economía en Villaverde

La estructura socio-ocupacional de Villaverde en 1750 era de 125 personas dedicadas a la agricultura y a la ganadería, un 81%; al artesanado, 11 personas, un 7,1%; y a los servicios, 18 personas, un 11,6% (Nieto Sánchez, 2006: 389).

En 1752 (Ensenada) había 83 fanegas de huertos para hortalizas, que seguían regándose con norias; vides, 4.500 fanegas de sembradura; un cercado de olivos de 2 fanegas y dos prados del concejo, dehesa grande y el prado Horcajo. Según el censo de Floridablanca (1787), producía 3.000 fanegas de trigo, 4.000 de cebada y 1.000 de algarrobas. Por el Diccionario de Madoz (1847) sabemos que el terreno era de buena calidad y producía trigo, cebada, garbanzos, hortalizas y melones. Se cosechaba cada año 80.000 fanegas de cebada, 10.000 de trigo y 7.000 de las otras especies. En 1889 (Montero de la Cruz, 1892) destinaban 5.900 fanegas al trigo, centeno, cebada, algarrobas, avena, garbanzos, guisantes, habas, melones y sandías. A las hortalizas dedicaban 120 fanegas. En la segunda mitad del siglo XIX, los cultivos, la superficie cultivada en hectáreas y el tanto por ciento eran: cultivos de labor: 2.370, que representaba un 86% de las tierras; de erial había 35 ha, que representaba un 1,3%; los viñedos ocupaban 18 ha, un 0,66%; los huertos, unas 55 ha, un 2,01; y los prados, 263 ha, un 9,60%.

 

 

La mayor parte de los agricultores eran arrendatarios o jornaleros, debido a que gran parte de las tierras pertenecían a terratenientes o nobles, que arrendaban a los agricultores del pueblo. Los siguientes 11 propietarios de la tierra de Villaverde poseían el 52,46% del total de la superficie, y eran: Martínez Oviol, con 365 parcelas; Martínez Seco, con 227; Matasanz, con 176; Fernando Gargallo, con 74; Laborga Gallego, con 72; duque de Híjar, con 11; Orcasitas, con 70; Condesa de Teba, 65; marqués de Valmediano, 43; conde de S. Rafael, 36; y Familia del Pino, 34 parcelas. El cereal de los mayores propietarios ocupaba las tres cuartas partes de la superficie cultivada. Las familias Martínez Oviol y del Pino dejarían su impronta en el barrio de Villaverde Bajo, perpetuando sus nombres en algunas calles en los años 50 del siglo XX como propietarios del terreno por donde se trazó la calle: Martínez Oviol,  Mª Martínez Oviol, Encarnación Oviol, Francisco del Pino y José del Pino. A finales del siglo XIX, el 90% de la superficie del término seguía dedicándose al cultivo del cereal, verduras, hortalizas y vid.

A principios del siglo XX el paisaje de Villaverde continuaba siendo de campos de cereales, con huertos y prados en un terreno seco y sin árboles. El trigo seguía siendo el principal producto agrícola, dedicado a la alimentación humana. Según la Memoria Comercial de 1932, mantenía una buena producción agrícola: 27.000 kilos de trigo, 250.000 de cebada, 70.000 de avena, 4.000 de centeno, 20.000 de algarrobas, 3.000 de habas, 250.000 de patatas, 70.000 litros de vino, 696 litros de leche y 2.070 kilos de queso.

 

El vino

Las primeras noticias que tenemos sobre el vino de Madrid provienen del siglo XII (Puñal Fernández, 1994), aunque sabemos que formaba parte de la dieta de los romanos. En el fuero de Madrid, de 1202, podemos encontrar bastantes alusiones a las vides de Madrid y sus sexmos. En varias épocas el viñedo fue el cultivo más importante, después de los cereales.

En el siglo XV, la superficie de viñedos en Villaverde era de 136.370 m2, por detrás de Getafe con 272.000 y la villa de Madrid, con 233.420 m2. Predominaba la uva de tipo “albilla”, que daba un vino blanco de buena calidad y una graduación de unos 11 grados. Martín Fernández, vecino de Villaverde, y su mujer Juana García, venden en 1435 dos majuelos a Alfonso González en las viñas de Pumares, de aranzada y media, y otra de “albillo” con 250 vides, por 1.400 mrs. Juan Ortega, vecino de Getafe, vende en el mismo año un majuelo, en El Casar, de una aranzada y media, por 1.200 mrs. (AVM-S 3-189-3). En 1437, la iglesia de Rabudo tenía 10 fanegas de viñas, y los clérigos 2 fanegas y media.

 

 

La cantidad de vino vendido en Madrid y sus propietarios fueron: en 1487, Fernando del Pulgar vendió 600 cántaros de vino blanco. En 1495 Lope Zapata vende 400 cántaros de vino tinto. Juan Ortiz, en 1513, 50 arrobas de vino tinto; y Francisco Sánchez, en 1515, 200 arrobas de vino blanco. Por entonces había en la villa de Madrid 13 tabernas. Aparte de los grandes señores, también había vecinos que tenían pequeñas y medianas parcelas con viñedos.

Fernando del Pulgar fue un gran humanista e historiador. Enrique IV le nombró secretario real, cargo que siguió ocupando con Isabel la Católica, que además le nombró secretario de Estado. Fue embajador en Roma (1473) y en París (1475). En 1479 se retiró de la política a la finca con viñedos que tenía en Villaverde. En 1481 fue nombrado por los Reyes Católicos cronista real hasta su muerte, en 1492.

El precio del azumbre (dos litros), entre 1492 y 1514, osciló entre 6 y 8 maravedíes. Según el Censo de Pecheros de Carlos I, en 1528 se producía vino pero sin especificar cuánto. Con el nombramiento de Madrid como capital, en 1661, aumentó considerablemente la extensión de los viñedos en Madrid y alrededores, en detrimento de las huertas. Las vides de Madrid sufrieron la primera epidemia de la filoxera en el siglo XVI, que acabó con algunas variedades de uvas.

Entre 1539 y 1625 había una viña frente a la dehesa de la villa, otra en el camino y el río Manzanares, otra en el camino de Hormiguera, otra en el camino de Villaverde, y otra en el Prado Luengo (Pradolongo). Todas ellas, junto a unas tierras y casas, fueron vendidas por Diego Francos de Garnica a Juan Caballero, según manuscrito de compraventa en la biblioteca digital Memoria de Madrid, legajo 8 – nº10.

El marqués de la Ensenada, en 1751, nos dice que había 150 aranzadas de viñas. Cada aranzada equivalía en Castilla a 4.472 metros cuadrados,  y producía 30 arrobas de uva y 10 de vino.

El declive de los viñedos de Madrid comenzó en 1804, con un año de mala cosecha. Miñano, en 1828, apunta que se producía “algún vino”. En 1847 Madoz no menciona la producción de vino porque en la Guerra de la Independencia acamparon en muchos de sus viñedos los soldados, y las plantas que quedaron sanas tuvieron que quitarlas por los daños sufridos en la construcción de las carreteras que atravesaban el término. Por esa época se estaban poniendo nuevos plantíos.

A finales de siglo (1889), Montero de la Cruz nos dice que había en el término 92.000 cepas, que producían 40.000 kilogramos de uvas, de las que sacaban 19.400 litros de vino de “regular calidad”. En 1932 sacaron 70.000 litros de vino.

economía villaverde

En 1863 llegó la plaga de la filoxera a Europa, procedente de Estados Unidos. A España llegó hacia 1878, y a Madrid en la segunda década del siglo XX. Con esta plaga y con la implantación de la industria, se terminó con las vides en Villaverde.

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Educando las emociones: ¡un camino a la felicidad!

en familia

Las emociones forman parte de las personas, son inherentes a los seres humanos: somos seres emocionales. Nuestras emociones vienen determinadas por nuestro pensamiento y van a dirigir nuestra conducta. Hoy te hablamos de educar las emociones y los sentimientos, educar para la vida.

Es importante prestar atención a la educación emocional de los niños y niñas y dotarles de una alta inteligencia emocional que se traduzca en una sana autoestima, seguridad, confianza, habilidades sociales, capacidad de superarse y de tolerar la tristeza, etc. Educar las emociones en los primeros años les va a permitir ser capaces de identificarlas, expresarlas y manejarlas. No se trata de reprimirlas o suprimirlas, sino de ser capaces de gestionarlas de manera inteligente logrando ser ellos los que controlen sus emociones y no las emociones las que les controlen.

Empezamos con un tema que a veces no acabamos de entender: qué es la tristeza y cómo gestionarla. Una emoción igual de válida que todas, pero que nos hace la vida algo complicada en ocasiones. Es una de las emociones básicas, y la experimentamos desde la infancia. Es válida como cualquier otra, lo que muchas veces es silenciada y tapada porque la vivimos de forma incómoda. Además, no solo tenemos miedo a expresarla: cuando son otras personas las que sienten tristeza, también tememos sostenerla.

Como todas, la tristeza y aprender a gestionarla tiene un sentido: es la expresión del dolor. Puede ser por una pérdida, por un fracaso, por sentir soledad, sentirse perdido, dolor físico… La tristeza es la forma de poder canalizar y sentir ese dolor.

Su función es muy adaptativa: si la expresamos conseguimos el apoyo y consuelo del otro. Somos seres sociales y necesitamos a nuestro entorno cerca. Cuando dejamos ver nuestro malestar las personas están programadas para empatizar y mostrar consuelo. Porque, aunque tengamos las mejores intenciones, no siempre ayudamos de la mejor manera.

Nadie nos enseña a gestionar las emociones, ni de forma teórica ni con el ejemplo. Podemos pensar que un niño no tiene motivos para estar triste, pero sí que los tiene y son muy válidos (que se le rompa un juguete, otro niño le haga daño o se separe de la madre, por ejemplo). Sin embargo, le llenamos de mensajes como “no llores”, “ya pasó”, “venga, eso no es nada”, “no tienes motivos para estar triste”, e intentamos distraerle para que la tristeza pase rápido. Con esto les enseñamos algo nocivo para su gestión emocional: que sus motivos para estar triste no son válidos y que la tristeza es algo de lo que hay que huir cuanto antes, hay que evitarla.

Pero si la tristeza no se transita correctamente aparecen la vergüenza, la culpa, la rabia… Al no saber manejar la tristeza, utilizamos otra emoción que sea más fácil de afrontar o esté más aceptada dependiendo de la persona y sus creencias. Pensamos que la tristeza es debilidad y nos expone, pero es natural que aparezca.

A veces no podemos sostener la tristeza de la otra persona y nos hacemos responsables de su malestar. Tratamos de parar algo que no podemos sostener. Esto pasa porque nos resuena con nuestro propio malestar, que posiblemente tampoco sepamos sostener. Cuando trabajas en terapia y aprendes a sostenerte y a gestionar tu propio malestar aprendes también a sostener el de los demás. Esto no significa que tengas que solucionar los problemas ajenos, sino simplemente estar, acompañar, hasta que la emoción se diluya.

El problema está cuando quieres controlar las emociones. Las emociones pasan. Lo que podemos gestionar es qué hacemos con ellas una vez aparecen. El primer gran error es querer controlar algo, porque cuanto más quieres controlarlo más se amplifica la emoción.

Entonces, ¿qué hago si estoy triste? Anota los siguientes pasos clave: 1. Identifica la tristeza; 2. Habla de tu emoción; 3. No intentes escapar. Poner en práctica estos consejos te servirá de utilidad para que tu día y el de tu familia sea un poquito más feliz.

GABRIELA ARAUJO
CENTRO DE TERAPIA FAMILIAR SENTIR-PENSAR-ACTUAR

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Limitaciones

Limitaciones
GABRIEL.

La vida es un cambio continuo. Las deformaciones corporales vienen agravadas por las enfermedades, y en cuántas ocasiones nos brinda la salud que nos llega sin avisar. Contra todo pronóstico, por cada vez que se asiste a pruebas y consultas médicas, es el deseo alarmante de querer vivir y no anhelar lo contrario. Creemos que no nos llegan los deterioros físicos, y cuando se ven a larga distancia o pasar al lado del paciente, no es pensable que me pueda ocurrir en parecidas o idénticas circunstancias; aferrados y sin pensar en ser afortunado por no padecer algún deterioro que pueda restar la rapidez por realizar tareas agradables de ejecutar.

En el campo de las limitaciones, son infinitas las que se ven a diario. Barreras a sostener y superación; tener la mente, el querer es poder, no encontrar excusas de “no puedo” y la fuerza mayor es recurrente a la dependencia. En el exterior de coger aire, respiración y concentración a los movimientos con el mejor propósito de hacerlos en perfectas condiciones.

El bastón, la muleta, el andador y el manejo de la silla de ruedas entran en el apartado de la movilidad reducida. Usando con frecuencia el transporte público, últimamente quedo admirado en ceder el asiento hacia mi persona y aciertan la buena intencionalidad por encontrar un remanso de paz en mi sufrido organismo.

El respeto humano es una lección de aprender asiduamente en grupos, reuniones, conferencias y los buenos proyectos con las correspondientes decisiones favorables a decidir. Los aparcamientos señalizados y pintados de blanco y azul en el asfalto de las calles, con las placas de aviso de prohibición, me hacen sentirme más seguro por cada vez que deseo aparcar mi vehículo y, con mi movilidad reducida, el cuerpo humano no se desgasta; el cansancio ocupa uno de los puestos de mayor consideración, ahora con la nueva normativa del Ayuntamiento, aparcar en espacios de movilidad reducida, el conductor ajeno en dejar el vehículo estacionado por unos minutos y no le corresponde ocupar una plaza conecta los intermitentes de posición del vehículo.

Infringir en estas zonas de aparcar destinadas al grupo de la discapacidad, debe ser visible en la parte delantera del vehículo con su correspondiente autorización acreditada. Con lo referido y no extender mis líneas de expresión, comentado el problema tremendo de aparcar en vías urbanas con personas que me atañen en el círculo de mayor amistad, añado qué suerte la mía de poder aparcar con facilidad; el cual, mi respuesta templada de no cambiar la edad pero sí la salud del que no necesita solicitar favores y la preferencia de pasar a estar implicado en buscar aparcar de encontrarme en perfectas condiciones saludables por las articulaciones.

Mis mayores deseos de prosperidad para toda la ciudadanía a los que padecemos a diario por encontrarnos en situaciones lamentables de salud.

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