Vivimos en un tiempo sorprendente. Aún hace relativamente poco tiempo se consideraba que el alejar el envejecimiento del organismo humano y prolongar el período activo de la vida era digno de atención solo de la ciencia ficción y de ningún modo de las investigaciones científicas serias.
En los últimos años se ha visto un asombroso avance en la salud general de las personas de edades avanzadas. Hoy en día, existen más personas que nunca que disfrutan de una vejez saludable.
El siglo XXI se caracteriza por la creciente importancia, social, económica, sanitaria y científica, del envejecimiento poblacional. El reto de vivir más parece que es imparable como muestra la pendiente de las curvas de esperanza de vida. no se trata de vivir más sino fundamentalmente de vivir mejor, con la máxima calidad de vida posible.
El peso de los mayores es cada vez más importante en nuestra sociedad.
La tercera edad es la época en que la persona goza de mayor sabiduría, de una experiencia más rica, de percepciones más profundas y de una personalidad más íntegra. Es necesario reflexionar sobre las implicaciones de estos dos hechos: la esperanza de vida en la actualidad es más larga de lo que se piensa. Por lo tanto, se tiene que hacer planes para un período de tiempo considerable. Se debe realizar cambios importantes en la forma de vida para conseguir mayor bienestar. Por consiguiente, se puede modificar la calidad de los años de la tercera edad.
Vida activa
En cuanto a la vida activa, el aumento de la esperanza de vida es uno de los factores que han conducido a que la generación de los nuevos viejos sea más rica que nunca y tenga una movilidad desconocida hasta hoy.
La gerontología moderna permite, además, que se puedan controlar cada vez más dolencias causantes de incapacidades, de modo que, además de tener una salud más robusta, la podemos mantener con pocos altibajos hasta los últimos años de una vida longeva.
Hemos pasado de una consideración de la vejez como decadencia a otra de vitalidad. Se puede hablar, incluso, de una vejez ambiciosa en la medida en que se plantea aspiraciones y proyectos.
La calidad de vida es una tarea y responsabilidad individual, cada persona afronta la etapa longeva de la vida de forma única, según las cinco dimensiones de su identidad personal desde el nacimiento a la muerte: biológica, biográfica, psicológica, espiritual y ética.
Por primera vez en la Historia, los mayores constituyen un colectivo importante con buenas perspectivas de salud e incorporación social.
El aumento reciente de las expectativas de vida hace posible añadir calidad de vida a los años de la tercera edad a través de facilitar la integración social del mayor-sabio, luchando contra estereotipos sociales caducos e inustos.
Se puede estar viejo a cualquier edad cuando se ha perdido el interés en aprender y estar muy vivo cuando eres un mayor psicológicamente sano y creativo. El mayor puede gozar de un nuevo modo de vivir por la realización de algunas tareas en unas condiciones nuevas que hacen posible vivir en el presente.
Nuevas oportunidades
La vejez supone nuevas oportunidades de aprender a gozar de la experiencia de la vida y de mejorar la armonía y el equilibrio psíquico. La vida puede ser una oportunidad continua de aprendizaje y crecimiento interior, una educación vital para el amor y la solidaridad, los valores humanos auténticos. Es el verdadero tesoro que la vejez nos puede revelar y descubrir en vínculos interpersonales de calidad.
En nuestro tiempo y entre nosotros, aparece como absolutamente insoslayable la necesidad de elucidar qué es y qué significa hoy ser mayor.
Hay muchas personas mayores que continuamente sorprenden a la gente por lo bien que están de cabeza, constatan que el paso del tiempo no ha hecho estragos en la cabeza, que se mantienen alerta y al día en los terrenos intelectual, político y cultural, que no dicen cosas pasadas de moda o extravagantes, que sus ideas son estimulantes y provocativas, que su razonamiento es lógico y coherente, en suma, que no son aplicables los estereotipos que tienen la mayoría de las personas sobre la pérdida de facultades mentales en los mayores, tienen igual capacidad de adaptación, actitud de apertura mental, empatía y flexibilidad.
Es indudable que se ha abierto una corriente de interés y preocupación por esta cuestión de hondas raíces sociales y humanas. ¿Se puede permanecer mudo ante el avance de la longevidad? Decididamente no. Hay mucho por hacer.
Andrés Ortega Robles
Gerontólogo social por la Universidad de La Coruña