El artículo de Narciso Casas sobre Las meninas en este periódico (junio 2018, nº 263, página 13) me recordó la exposición Arte en la calle: Manolo Valdés en Madrid. Esculturas monumentales, que pude ver en el paseo del Prado en 2009, cuando visitaba CaixaForum. Las gigantescas figuras de hierro y bronce representaban a la reina Mariana, esposa de Felipe IV que en Las meninas de Diego Velázquez aparece reflejada en un espejo, al fondo del cuadro; y a la infanta Margarita, figura central y principal del cuadro, con unos cinco años de edad y rodeada de dos meninas: de pie, Isabel de Velasco; y a otro lado, María Agustina Sarmiento, ofreciendo agua en un búcaro. Estas jóvenes de familia noble, que servían a la infanta, reciben el nombre de “meninas”.
También en primer término, a un lado, hay un mastín, personaje del cuadro al que no se le ha dado un nombre y sobre el que se apoya el pie del enano Nicolasito Pertusato. La imagen de un perro, al que no parecía molestarle el pie del enano sobre su lomo, puede ser interpretada como la fidelidad importunada, como así lo vio una persona, que entonces estaba encinta y tuvo el antojo de querer un mastín como el del cuadro, un perro leal, que sirve también de compañía y es afectuoso, especialmente con los niños. En un retrato de Felipe IV como cazador, pintado también por Velázquez, se representa a su lado un mastín.
En un parque de Villaverde conocí a un mastín similar al del cuadro Las meninas. Me llamó la atención el perro, que obedecía raudo al nombre de Panchi. El que parecía ser su dueño me dijo que se lo había regalado a su mujer, después de ver Las meninas en el Museo del Prado, satisfaciendo así el capricho de la embarazada, pues le habían dicho que la criatura podía nacer con manchas en la piel si no se cumplía el antojo de la madre. Poco después nació sin complicaciones una hermosa niña, a la que llamaron Margarita. No he vuelto a ver a Panchi ni al dueño. Pero no olvido la historia, que me contaron en un parque de Villaverde, donde también se hablaba del proyecto El Prado para todos, que con exposiciones itinerantes pretende acercar el Museo del Prado a personas ajenas a la cultura y a presos, invidentes, enfermos, personas de movilidad reducida, colegios, asociaciones de vecinos, etcétera.
CARLOS RODRÍGUEZ EGUÍA