¿Qué tienen en común los arándanos, las moras, las frambuesas, las grosellas…? ¿El otoño? A todos los llamamos “frutos del bosque” porque inicialmente solo se podían encontrar en esos lugares, donde la humedad es elevada y las temperaturas no muy altas. Hoy en día es fácil conseguirlos en el mercado y en cualquier temporada.
Pero no es lo único que las une: ¡tienen antioxidantes!
Son sus pigmentos naturales los responsables del poder antioxidante: antocianos y carotenoides. Ayudan a las células de nuestro organismo a deshacerse de esas sustancias perjudiciales (radiales libres) que poco a poco les van quitando “vida celular”, logrando retrasan su envejecimiento y degradación.
Beneficios terapéuticos:
— Arándanos: su variedad roja acidifica notablemente la orina, previniendo e incluso curando la cistitis (infección de orina).
— Moras: gran concentración de vitamina C (antioxidante), que interviene, entre otros procesos, en la formación de colágeno y glóbulos rojos.
— Frambuesas: poseen gran cantidad de fibra, lo que ayuda, además de a prevenir el estreñimiento, a eliminar sustancias nocivas “envueltas” en esa fibra que expulsamos tras ser ingerida.
— Grosella: muy rica en potasio, mineral imprescindible en la contracción del corazón.
¡Si puedes, recógelos en el campo, justificando así un buen paseo y siempre cuidando y respetando el medio natural!