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‘Soy un tipo con suerte’

ROBERTO BLANCO TOMÁS

Danny del Toro, un armonicista cautivado por el blues cuya música ha obtenido reconocimiento internacional

Danny del Toro, nacido en Pan Bendito, lleva veinte años viviendo en Villaverde, y es un vecino muy especial. Armonicista que ha practicado diversos estilos, entre los que destaca el blues, ha paseado su música por el mundo, obteniendo reconocimiento a nivel internacional. Le pido que se presente, y dice simplemente: “Soy Danny del Toro, y soy un tipo con suerte”. Cuando le defino como “bluesman”, matiza: “Bueno, bluesmen ya no hay… Ellos fueron los que empezaron, los que tocaron este estilo a través de una vida infinitamente más dura que la que tengo yo… Lo que sí soy es un músico de armónica que le encanta el blues e intenta hacerlo lo mejor posible desde el respeto al género”.

Danny, ¿por qué el blues?

AMo Ruiz Administrador fincaas

Bueno, yo llegué al blues a través del rock, y es que el rock es uno de los hijos del blues. Empecé tocando la armónica encima de discos de Led Zeppelin, y me acuerdo de que cuando empezaba sudaba y todo, me creía uno más [risas]. Así descubrí que muchas canciones eran versiones de temas de blues, estilo que empecé a investigar y me volvió loco… De hecho, el primer concierto de blues que vi, como con 18 años, era una banda que se llamaba Blues Fever, y recuerdo que me voló la cabeza la armónica, me llamó muchísimo la atención. Fue en las fiestas de Ribadesella, y me dejó loco. Se me metió el veneno en el cuerpo, y hasta hoy.

Danny del Toro
Danny, en acción. Foto: Müller András

Tienes ya una larga carrera profesional…

Sí, a nivel profesional, de dedicarme exclusivamente a la música, llevo veinte años… He hecho muchas cosas que ni me imaginaba, dentro de que esto no es algo que tenga mucha difusión, pero sí que para mí han sido cosas muy importantes y que me ponen muy contento cuando las recuerdo. Es que he tenido mucha suerte… En la vida, aparte de trabajar y de intentar hacerlo lo mejor posible tienes que tener suerte también para estar en el sitio y momento indicados… Bueno, también echarle un par de narices, porque claro, no es fácil decir “me voy a dedicar a la música”. Y de hecho cuando decidí hacerlo tampoco las tenía todas conmigo: fue plantearme qué quería hacer en la vida, si quería tener un trabajo que no me satisficiera o prefería hacer algo un poco más interesante.

Una decisión valiente: hacer música ya tiene su complicación, pero conseguir vivir de ella, y además en un estilo que no es mainstream

Sí, es difícil… Bueno, yo tengo suerte de que trabajo en diferentes proyectos, he hecho giras con artistas internacionales, tengo mis propios proyectos, doy clases… O sea, al final con un poco de aquí y un poco de allí siempre he funcionado. Digamos que, como además soy adicto al trabajo porque me apasiona, no paro de trabajar. Trabajo todos los días, si no son clases son conciertos, y así lo voy empalmando todo.

Entiendo que la receta para conseguirlo es currar, currar y currar…

Claro, yo desde que me levanto hasta que me acuesto no paro… Preparando clases, dando clases, preparando temas… Yo soy mi propio mánager, entonces tengo que hacer toda la labor de oficina, tengo un canal de YouTube con el trabajo de producción y difusión que conlleva, el booking para conseguir conciertos… Hoy en día para ser músico tienes que ser diseñador, community manager, relaciones públicas, administrativo… En plan autodidacta, he tenido que aprender muchos oficios [risas].

Si tuvieras que distinguir algún hito en tu carrera, ¿cuál sería?

Estuve tocando en Chicago, en el Buddy Guy’s Legends, que es la hostia, pero sobre todo estuve en un sitio que ya está cerrado donde se tocaba solo los lunes por tradición, que se llamaba Artist… y eso fue increíble, porque era un garito de blues superauténtico. Estaba la foto del dueño con Michael Jordan, una señora con las zapatillas de andar por casa que cantaba de la hostia y subió al escenario con nosotros, las camareras en cada guitarrazo gritaban “Yeah!!!”… Era un sitio superespecial. Estuve tocando con Billy Branch, uno de los grandes, y además como cantan él, el guitarrista y el batería, hubo unas canciones en las que él se bajó del escenario y me dejó a mí tocando con su banda… y allí estaba Billy Branch delante de mí aplaudiéndome, que fue una cosa que me voló la cabeza.

¿Cómo te afectó la llegada de la pandemia?

Bueno, cuando llegó yo estaba agotado, porque doy más de 160 conciertos al año, y entre eso, mis clases, que tengo una casa y mi hija vive conmigo, pues imagínate el ritmo… Así que cuando llegó el coronavirus me dije “OK, quiero parar un poco”, ya que todos creíamos que iba a durar un ratito: un descanso, mi familia contenta… Y luego cuando ya ves que va en serio, hostia… Así que preparé un método de armónica para que se pudiera descargar, hice una tienda online y estuve trabajando en eso para la gente que quiere ser autodidacta, con 30 vídeos, 100 audios, un manual en PDF… Luego, viendo que la cosa se alargaba, registré una marca, Harmónica Freak, para vender también merchandising… En cuanto a conciertos, ha sido un poco durillo, porque en 2020 di en todo el año 43 conciertos, pero porque del 1 de enero al 12 de marzo di 33, o sea que desde junio, cuando se abrió un poco, hasta final de año solo tuve diez. De hecho, en todo el 2021 di solo 39, menos que en el 2020. Ahora, en este 2022, la cosa va bien: ya tengo 40 fechas cerradas, tres festivales, giras fuera (Portugal, República Checa, Suiza, Inglaterra, Francia…). Se ve el final del túnel, pero también es verdad que si hago la mitad del trabajo que antes de la pandemia, como 80 conciertos, ya me conformo.

Además, justo antes de la pandemia acababas de sacar disco…

Sí, en octubre de 2019: Delta Overflowin’. Fue maravillosa la forma en que salió, porque me acuerdo de que nos llamó la Universal a Marco Cinelli y a mí para hacer canciones para películas; nos las pidieron un martes y había que tenerlas el lunes, todo temas originales y con las raíces de la música americana: un espiritual, un ragtime… Lo hicimos y cogieron todas, y dijimos “joder, qué bueno”… Y lo editamos y fue la hostia: nos dio el premio en Inglaterra Music Republic Magazine como mejor disco en acústico y mejores artistas en acústico, y salió en muchas revistas, como la propia Music Republic Magazine, Blues Matters, Rock’n’Roll Magazine, Blues in Britain… Hicieron un montón de reportajes increíbles, estábamos muy ilusionados porque teníamos unas giras fabulosas, pero vino el coronavirus y se cayó absolutamente todo.

Y ahora mismo, ¿en qué andas?

Ahora los proyectos que tengo son con mi banda (Del Toro Blues Band), con Marco Cinelli nos vamos a Portugal en mayo, esta semana pasada hemos estado tocando en Clamores aquí en Madrid, y hay más cositas por ahí… Luego, con otro guitarrista inglés con el que toco, Julian Burdock, me voy a República Checa y a Suiza… Y con la actriz Silvia Marsó tengo otro proyecto musical que vamos a lanzar en primavera-verano en teatros… Me encanta, porque son cosas superdiferentes unas de otras. Lo más inmediato: el 15 de marzo toco aquí en Madrid, en la sala Galileo Galilei, con mi banda, y va a venir también Silvia Marsó a cantar unos temas. Va a ser un show muy guay, además con la polifacética Silvia, que a los que vengáis os va a llamar mucho la atención, porque la conocéis como actriz pero canta muy bonito, y tiene ese tono de las divas del jazz que mola mucho.

Danny del Toro
En su último concierto en La Trueca, el mes pasado. Foto: D.V.

Aquí en el Distrito has hecho bastantes cosas en La Trueca…

Sí, fui un día, estuve en un cinefórum, hice muy buena amistad con los que iniciaron ese proyecto y les comenté la idea de montar algún concierto, porque hago giras con artistas internacionales y cuando vienen les puedo traer. Probamos, hicimos uno y fue maravilloso, una fiesta… Y bueno, fue como de menos a más. Luego cambiaron de local, me involucré un poco más y llegamos a hacer uno al mes durante mucho tiempo con un artista diferente cada vez. Han venido Little G Weevil, Julian Burdock… nombres muy muy top, con una calidad alucinante, superartistas… Y la respuesta del público ha sido impresionante, lo mejor: de hecho, muchos de los músicos que han pasado por La Trueca me han dicho después que el mejor recuerdo de toda la gira que hemos hecho en España ha sido allí.

También te interesa mucho el tema social…

Sí… Hay una asociación que se llama DARSE, que la lleva Paco Mata, una persona maravillosa, y a través de él he tocado en diferentes proyectos, de manera obviamente altruista, y me encanta. No tiene precio ese ratito que a la gente le alegras, en las cárceles por ejemplo. Y te digo: he tocado en muchos sitios y he tenido experiencias maravillosas, pero nunca jamás he sentido una emoción como la que sentí en un bolo que di en la cárcel de Valdemoro, con aquel aplauso antes de salir, al presentarme: un escalofrío que casi se me sale el corazón… No, nunca he sentido una emoción más grande que ésa, fíjate, lo estoy pensando ahora…

¿Quieres enviar algún mensaje a los lectores?

Sí, que apoyen la música en directo… Además, cada concierto es diferente y siempre ocurren cosas distintas, y más en un concierto de blues, que se basa mucho en la improvisación.

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