Ayer descubrimos cómo vivían las mujeres en Madrid disfrutando de los lugares más antiguos de la ciudad con la ruta urbana «Madrid medieval e islámico».
(Feed generated with FetchRSS)
Ayer descubrimos cómo vivían las mujeres en Madrid disfrutando de los lugares más antiguos de la ciudad con la ruta urbana «Madrid medieval e islámico».
(Feed generated with FetchRSS)
Cómo calcular mi salario
Más información e inscripciones:
☎ 917109713
📧 caimujercc@madrid.es
#salario #calcularsalario #EspaciosdeIgualdad #Villaverde
(Feed generated with FetchRSS)
Hemos vuelto del verano cargados de fotografías con los recuerdos de unas vacaciones ya lejanas. Ahora deberíamos repasarlas y eliminar aquellas que no pasen el filtro correspondiente, pero todos sabemos que, por regla general, se van a quedar todas. También nos deberíamos plantear la necesidad de preservar copias de esas imágenes que hemos capturado, pero… ¿lo hacemos? Normalmente tendemos a dejar las fotografías en nuestro dispositivo móvil (por si las tenemos que enseñar) y a no ser que nos quedemos sin espacio no hacemos limpieza o las sacamos fuera.
Por ello es necesario hablar de esa tarea, casi siempre, olvidada: la copia de seguridad. En este caso lo hacemos para preservar las fotografías de nuestras vacaciones, pero sirve para cualquier información digital que tengamos en nuestros dispositivos móviles (teléfonos, tabletas…) o en nuestros ordenadores.
La importancia de realizar copias de seguridad radica en la vulnerabilidad inherente a los sistemas digitales. Sin una copia de seguridad, podríamos perder documentos importantes, fotos, vídeos, correos electrónicos y otros datos valiosos, lo que podría tener consecuencias graves tanto a nivel personal como profesional.
Además, la ciberseguridad es otro factor crucial que subraya la importancia de las copias de seguridad. Los ataques de ransomware, por ejemplo, que encriptan los archivos y exigen un rescate para su liberación, se han vuelto cada vez más comunes. Tener copias de seguridad actualizadas permite restaurar los sistemas sin tener que ceder ante las demandas de los atacantes, lo que no solo protege la información, sino también los recursos económicos.
Existen diversas formas y lugares para realizar copias de seguridad. Los métodos más comunes incluyen:
1. Dispositivos de almacenamiento externo: Los discos duros externos, memorias USB y otros dispositivos físicos permiten hacer copias de seguridad de manera local. Son fáciles de usar y proporcionan un control total sobre los datos, aunque son vulnerables a fallos físicos y robos.
2. Copias de seguridad en la nube: Servicios como Google Drive, Dropbox o OneDrive ofrecen almacenamiento en la nube, lo que significa que los datos se almacenan en servidores remotos. Esta opción ofrece una alta disponibilidad y accesibilidad desde cualquier lugar, además de protección contra fallos locales y desastres naturales.
3. Aplicaciones de copias de seguridad: Existen programas especializados que automatizan el proceso de copia de seguridad, asegurando que los datos se respalden regularmente y reduciendo el riesgo de olvidar realizar una copia.
A estas alturas, nadie debería tener ya dudas de que la ludopatía es un problema muy serio y de que la omnipresencia de las casas de apuestas representa una gran amenaza. Por pura probabilidad, si el mundo del juego está en la calle, en la publicidad, en cualquier evento, serán más las personas que terminen cayendo en sus redes. En muchas ocasiones con terribles consecuencias. En España, fuentes oficiales hablaban de unas 670.000 personas con problemas de ludopatía, más del 1% de la población de nuestro país. Y como casi siempre, éste es un problema que no afecta a todos por igual. Así lo narran, por ejemplo, las calles de Madrid.
Dar un paseo por Villaverde es a menudo suficiente para sentir los tentáculos de las casas de apuestas expandiéndose palmo a palmo. Y la sensación de que esto no se da igual en todos los lugares es evidente: los barrios humildes, muchos de ellos en el sur de Madrid, parecen ser la ubicación perfecta para la proliferación de estos locales. Pero no es solo una sensación, los datos lo corroboran como ahora veremos. Probablemente los bajos ingresos, la alta precariedad laboral o el desmesurado precio de los alquileres son el hervidero perfecto para que las casas de apuestas pesquen “clientes” (por no decir víctimas). No soy sociólogo, pero estoy convencido que hay una estrecha relación entre la frustración social y el acercarse al juego para, erróneamente, buscar una salida.
Aunque las cifras difieren algo según la fuente, usando datos recientes del Ayuntamiento podemos decir que en el municipio de Madrid hay unas 410 casas de apuestas. Y su concentración es más que desigual. Nuestro distrito, Villaverde, tiene instaladas 19, una por cada 8.300 habitantes aproximadamente. Bastante peor que la media municipal, que ronda el local de juego por cada 11.400 personas. Pero aún más grave es la situación en otros distritos humildes de la ciudad: en Puente de Vallecas hay 43 en total, una por cada 5.600 habitantes; en Usera 31, que equivalen a una por cada 4.600 ciudadanos; en Tetuán ascienden a 38, por lo que tocarían a una por cada 4.200 residentes. La palma se la lleva Carabanchel con 48 casas de apuestas alojadas en su territorio, casi siete veces más de las que hay en Moncloa-Aravaca.
El ratio local de juego por habitante es demoledor. Los citados barrios trabajadores de Madrid doblan o casi triplican la presencia media “per cápita” de estos establecimientos. Si los comparamos con distritos de más renta como Hortaleza o Fuencarral-el Pardo, el abismo crece hasta multiplicarse por cuatro o cinco. Por cerrar el torrente de datos, casi el 35% de las casas de apuestas madrileñas se concentran en los cuatro distritos con renta más baja de la ciudad (Puente de Vallecas, Villaverde, Usera y Carabanchel). Distritos cuya población tan solo representa el 24% del municipio. Definitivamente, una distribución asimétrica que ha sido enfatizada ya por diversas organizaciones, y en la que el factor económico vuelve a ser clave. Una pescadilla que se muerde la cola a la que es difícil encontrar el final; problemas económicos que se intentan atajar con juegos de azar, y más problemas económicos y personales acarreados por esa fatal decisión. Y detrás, una generación de jóvenes que ven como muchos de los locales nuevos que abren son casas de apuestas, atestando el barrio y llamando la atención de cualquiera que pasa. Normalizando lo que no debería ser tan normal.
Cómo calcular mi salario
Más información e inscripciones:
☎ 917109713
📧 caimujercc@madrid.es
#salario #calcularsalario #EspaciosdeIgualdad #Villaverde
(Feed generated with FetchRSS)
Servicios digitales de la Comunidad de Madrid
Más información e inscripciones:
☎ 917109713
📧 caimujercc@madrid.es
#trámitesonline #ComunidaddeMadrid #EspaciosdeIgualdad #Villaverde
(Feed generated with FetchRSS)
A mi abuela Guadalupe, que siempre me contaba cuentos de Iván el Terrible
Mi abuela me explicó una vez que había cosas que prefería no contar porque no la creerían. Ya le daba igual eso porque tenía una edad, pero en aquel momento le hubiese dado rabia que el vecineo lenguaraz la considerase una mentirosa, asunto que no sentaría bien ni a sus hijos ni a su marido, por lo que guardaba silencio.
Fue en septiembre de 1955, quizá el día 12 o puede que el 13, no logro descifrar bien el número en su caligrafía. Mi abuela había tenido una voz portentosa pero por avatares de la desgracia sus padres habían fallecido y tuvo que quedarse con unos tíos que no le hicieron mucho bien y que ningunearon sus posibilidades de triunfo en el mundo de la canción. De uno de sus viajes a Madrid conoció a doña Cocha Piquer en la radio, y no eran pocas las coincidencias que tenía “La Piquer” con aquella joven extremeña que era mi abuela. Ambas cantaron fuera de micrófono y ella le confirió varios de aquellos secretos que luego descubrí yo en diferentes biografías.
Doña Concha siempre le guardó gran cariño, pero fue en ese 1955 cuando fue a Madrid y quedaron. Mi abuela con demasiados niños pequeños estaba por casualidad o no en Madrid, eso no lo especifica. Puede que fuese uno de aquellos viajes de los que nadie recuerda nada pero que ella no perdió detalle alguno. Allí quedaron en un desconocido Villaverde casi recién inaugurado al que llegaron en un coche con aquel conductor que no preguntaba nada. Doña Concha, trabajadora incansable y exitosa, le quiso ofrecer a mi abuela trabajo en su compañía —algo así como persona de confianza—, pero mi abuela no podía desatender a sus pequeños y no pudo aceptarlo. ¿Por qué recurría a ella tras tantos años? Doña Concha comenzó a llorar, angustiada, y le confesó que volvía sufrir por amor. Mi abuela llevaba mal ser confidente en cuestiones de amoríos, no creía en nada que no fuese la honestidad emocional. No iba por ahí, eso la tranquilizó, ella ya sabía que Doña Concha había perdido a un hijo cuando vivía en Nueva York y ese dolor la acompañaba. Mi abuela también pasaría por esa desgracia. El caso es que la boda de Doña Concha con el “Belmonte Rubio”, Antonio Márquez, tuvo que celebrarse en Uruguay, y por problemas con su ex no podía casarse en España tal y como era su deseo. A “La Piquer” le daba miedo que él se fuese con sus hijos y que ella no pudiese estar con él, sentía pánico de volver a perder. ¿Cómo se solucionaba eso? Había recurrido a mi abuela para pedirle un favor de los que no se olvidan: hacer desaparecer a la esposa cubana del torero. Mi abuela no daba crédito. La había llevado allí para enseñarle el lugar exacto donde poder hacer desaparecer el cuerpo. Villaverde era un barrio en construcción y nadie se dedicaría a remover escombros. Allí estaba ese conductor, que era la persona que lo llevaría y cavaría la zanja cerca de aquellas vías muertas y casi ausentes de vida. Allí le contó Doña Concha que ya había tenido la necesidad de matar a un hombre en Nueva York en defensa propia y que también se deshicieron del cuerpo, pero en el Hudson. La última nota referente a la visita de Doña Concha fue que la dejó en la estación para viajar a Écija.
Sé que mi abuela no cumplió el acuerdo porque esa mujer cubana falleció mucho después. ¿Qué le pasaría a mi abuela por la cabeza? Curiosamente en los setenta se vino a vivir cerca del barrio y siempre cantábamos Tatuaje en su cocina mientras me cocinaba arroz con leche. Fue un día cuando vio que me interesaba el cine que me desveló que ella tenía una historia sobre Conchita Piquer que me podía valer para hacer una película. La historia de una mujer con ocho hijos y con carencias económicas que le ofrecen vivir desahogada si comete un crimen. De pequeño, me llevaba a ver a una mujer que cantaba homenajeando a Concha Piquer en pequeños establecimientos en Villaverde, pero fue en un cumpleaños mío en el que me regaló aquellos cuadernos, diarios, que solo podría leer cuando tuviese más de 48 años y por supuesto no contar nada de lo que ponía, ya encontraría yo la manera. “Por mis hijos lo hubiese podido hacer, pero no fui capaz de dejar a unos hijos sin su madre”. Esa frase me dijo que podría quedar bien. Ayer los abrí y, cómo es natural, no he contado nada de lo que en ellos ponía, simplemente tomo notas para una película que rodaré en ese Villaverde que ya no existe.