Os animamos a participar en este tornero benéfico organizado por el IES María Goyri. Inscripciones abiertas hasta el viernes 13 de diciembre.
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La vida con el paso del tiempo en ocasiones te depara gratas sorpresas, y una de éstas me aconteció a mí recientemente, en concreto el reencuentro con alguien a quien yo apreciaba enormemente y al que había perdido la pista hacía muchos años. Esta persona no era otra que Gustav Alberhausen, un alemán nacido en Aschaffenburgo pero que pronto abandonó su Baviera natal para instalarse en España. Yo le conocí en un pueblecito de Extremadura donde viví del orden de unos diez años debido a que mis padres, ambos funcionarios, estuvieron destinados allí durante un tiempo.
A pesar de ser muy pequeño, así como de la diferencia de edad entre nosotros, enseguida me cautivó Gustav, quien era vecino nuestro, tenía un carácter afable, sabía de todo y estudiaba todo cuanto le rodeaba. Ejercía varias profesiones a un tiempo, realizaba encargos de ebanistería en una gran nave que tenía, también trabajaba el metal y hacía traducciones del alemán al español. Me encantaba verle trabajar, me pasaba horas cuando salía de clase contemplándole en su taller: veía embelesado cómo tallaba la madera, cómo encajaba muebles, cómo los reparaba, cómo utilizaba la forja para dar forma a las piezas de metal, e incluso disfrutaba mientras se devanaba la cabeza intentando buscar traducciones lo más precisas posibles. Toda mi contemplación la llevaba siempre en silencio: ni yo le interrumpía ni él me preguntaba nada, simplemente él trabajaba y yo miraba, ambos nos sentíamos cómodos en aquella situación.
La astronomía le apasionaba, y en ocasiones me llevaba por la noche a observar las estrellas anotando todo lo que le llamaba la atención. Con dichas anotaciones elaboraba cuadrantes, así como proyecciones virtuales que le guiaban a determinados sitios. Esto no se lo contó, según me dijo, a nadie más que a mí, puesto que sabía que nadie le creería ni le entendería. Yo sin embargo no dudé jamás de sus arriesgadas teorías, y como premio me otorgó el ser testigo de sus increíbles hallazgos.
Había dos vecinos de la zona que se encontraban desesperados. Ambos eran agricultores y estaban atravesando un mal momento, ya que por aquel entonces vino una sequía muy grande que arruinó sus cosechas durante varios años consecutivos. Llegado esto a oídos de Gustav, quien siempre fue una persona de una bondad infinita, se ofreció a ayudarles: les dijo que él tenía una forma de hallar agua suficiente para sus plantaciones, de modo que puso manos a la obra y yo por supuesto fui con él. Dentro de sus observaciones celestes su debilidad eran las enanas marrones, unos objetos que se encuentran a mitad de camino entre ser estrellas y planetas gigantes. Después de infinitos cálculos referenciados en sus anotaciones, elaboró una proyección en una estrecha franja de tierra que cruzaba la comarca y que bajo ella existía una corriente de agua a diferentes profundidades. Gustav informó a los dos agricultores dónde y a qué profundidad tenían que perforar para hacer sendos pozos. Una vez hecho esto encontraron un cauce de agua ilimitada. A día de hoy sus hijos siguen cultivando aquellos campos, siendo los más fértiles de la provincia.
Cuando me reuní con Gustav, el cual para mi sorpresa a pesar de los años transcurridos no había envejecido mucho, le hice saber que el año anterior me había pasado por el pueblo comprobando que los pozos que halló siguen rindiendo a la perfección y fertilizando las tierras de nuestros antiguos vecinos. Sonrió al escuchar la noticia, luego estuvimos hablando durante un largo periodo de tiempo para posteriormente intercambiarnos los teléfonos y no perder el contacto. Le conté que me había hecho funcionario del Estado, él por el contrario me dijo que ahora vivía en Girona, donde diseñaba planos para un estudio de arquitectura. Carecía del título oficial, pero actuaba como aparejador. Jamás conocí a nadie que estuviera a su altura.
Inés Díaz Arriero es escritora de literatura infantil y juvenil, y acaba de recibir el Premio Ciudad de Málaga de Literatura Infantil por su novela No te pierdas (Anaya, 2024), que está promocionando a la vez que otra que había lanzado dos meses antes, El sábado que no fue sábado (Edebé, 2024). Como podéis comprobar, es una creadora bastante prolífica y, según me cuenta, también metódica. Tienes que serlo si te planteas en serio la escritura, como es el caso de esta vecina de Ciudad de los Ángeles.
Acabas de recibir un premio de literatura infantil…
Sí, justo he ido hace nada a presentarlo con el alcalde de Málaga. Es el Premio Ciudad de Málaga de Literatura Infantil, que organiza el Ayuntamiento de Málaga con Anaya. Lo he ganado con el libro No te pierdas, una novela infantil a partir de 9 años.
¿Qué van a encontrar los lectores en ella?
No te pierdas está ambientada en un pueblo que se llama Se Busca, en el que se están perdiendo cosas todo el tiempo, hasta tal punto que los habitantes están ya acostumbradísimos. Incluso cuando un día se pierde Timoteo, que es un niño, a nadie parece que le importe mucho… Menos a Jana, que es una compañera suya del cole y que además ese mismo día encuentra dos cosas. Y si ya es muy difícil encontrar algo en Se Busca, además son dos cosas muy especiales que dan comienzo a un misterio, a una historia que tiene un poco de folclore escocés/irlandés y mucha amistad. No voy a contar más, que es spoiler.

Preséntanos también la otra novela que estás promocionando.
Con ella quedé finalista en el Premio Edebé el año pasado. Ha salido también este año, se llama El sábado que no fue sábado, y ésta es súper-de-barrio además, porque ocurre en un edificio que está en la calle del Buhonero número 46 en el que todos los sábados ocurre lo mismo a la misma hora, las mismas personas hacen lo mismo… Pero hay un sábado que el perro Thor no llega a su puerta, entonces salen todos los vecinos a buscarlo hasta que viene la policía. Ésta objeta que no pueden buscar a un perro que se ha perdido en un edificio, entonces los niños del mismo dicen que ellos no son policías, así que ellos sí pueden hacer algo. Montan una especie de agencia de detectives, van interrogando a todos los vecinos, y mientras buscan al perrito descubren una realidad que se está dando en su edificio que nadie sabía y a la que también van a poner solución.
Llevas ya tiempo orientada al público infantil, ¿verdad?
Sí, yo empecé a escribir en 2006, hace mucho… Me autopubliqué mis primeras novelas porque estudié un máster de edición, luego pasé una época escribiendo otro tipo de novelas, pero lo que me gusta a mí es el género infantil y juvenil, así que volví a ello. Me empecé a presentar a premios hace dos años: el primer año quedé finalista del premio Edebé y este año he ganado el Ciudad de Málaga.
¿Qué es lo que te atrae de la literatura infantil?
Pues sobre todo es que yo me lo paso muy bien escribiendo infantil, porque puedes escribir realmente de lo que quieras, aunque son superexigentes a la hora de leer y si no les gusta te lo van a decir. Pero puedes dar rienda suelta a la fantasía y al sentido del humor, porque a ellos les encanta y no les va a resultar extraño. Tienen la mente muchísimo más abierta que los adultos. Es un público muy exigente, pero muy agradecido a la vez.
¿Hay alguna clave a la hora de escribir para ese público?
Para mí, lo más importante es respetarlos como lectores, porque son personas bajitas, pero son personas, así que hay que tratarles como tales. Entonces, obviamente hay que hablarles de temas que les interesen, de un modo que lo entiendan y les atraiga, pero sobre todo respetándoles muchísimo.
¿Te dedicas por completo a la escritura?
Bueno, me dedico a la escritura, también creo contenido en redes y colaboro con editoriales… Y de vez en cuando maqueto, corrijo, porque también soy editora… Pero principalmente sí escribo. Llevo muchos años intentando publicar, y ahora que lo he conseguido con más razón me voy a esforzar para poder seguir haciéndolo.
¿Qué te inspira? ¿Cómo te organizas el trabajo?
A mí me inspira cualquier cosa. La cosa más absurda me puede servir para una idea. Tengo una libreta donde voy apuntando todas esas ideas absurdas que no sé si voy a usar alguna vez, pero yo lo apunto todo. También encuentro inspiración leyendo, viendo series… Una vez que decido qué idea voy a desarrollar, planifico muchísimo la novela: la estructura, el resumen de cada capítulo, los personajes y todo, durante muchas semanas. Y luego ya, pues me pongo a escribirla y después a corregirla. Por las mañanas es cuando me pongo a hacerlo. Los días que tengo solo que escribir, que son muy pocos, dedico toda la mañana. El resto, entre las reseñas que tengo que hacer, los vídeos que tengo que grabar y demás, intento repartir el tiempo. Y luego, de cara a todo el año, me organizo para presentarme a los concursos. Tengo las fechas de los que hay y me los marco como fecha de entrega, así también yo me planifico, porque claro, para mí era muy difícil no tardar tres años en escribir un libro al no tener ningún tipo de fecha. Ahora me marco a mí misma esas fechas como límite para tenerlo todo listo.
¿Cómo es tu ritmo de producción?
Antes era muy lenta, pero ahora que me organizo mejor este año yo creo que he terminado tres libros, y ahora voy a empezar otro. Por cierto, se pueden comprar mis libros aquí en el barrio. Es que muchas veces me pregunta la gente: “¿Dónde lo compro?”. Y se pueden comprar en todos los sitios, pero es que aquí en el barrio también… En la Papelería Raquel de la calle Alcocer los tienen.
¿Has escrito siempre? Es decir: ¿vocación temprana o decisión meditada?
He escrito siempre. De hecho, yo no vivía aquí de pequeña, en la Ciudad, pero toda mi familia vivía aquí, y tengo una prima con la que me carteaba desde donde yo vivía, que seguía siendo Madrid, a media hora de aquí. Nos mandábamos cartas que a veces nos devolvía Correos de todo lo que pesaban [risas]. Yo escribía un montón de cartas, diarios, cuentos… En el cole ya gané algún premio con relatos y con cuentos. Y siempre he escrito, hasta que el primer verano universitario escribí mi primera novela. Escribir, de toda la vida; y leer, de toda la vida.
¿Cómo es tu relación con Villaverde?
Aunque no vivía aquí de pequeña, me he criado en Ciudad de los Ángeles, porque mis abuelos vivían aquí, mis tíos viven aquí, mis primos viven aquí… Entonces me he criado aquí, básicamente. Me he pasado aquí todos los fines de semana, y muchos días entre semana, y he crecido aquí. Ahora de mayor, cuando estábamos buscando piso, ya conocía el barrio, es una zona tranquila y aquí me vine a vivir. Y la verdad es que el cambio fue muy bueno, porque es otro rollo que estar en el centro de Madrid. Es barrio.
¿Quieres enviar un mensaje directo a los lectores?
Sobre todo les mando un saludo a los vecinos del distrito de Villaverde, en especial a los peques, y espero que nos encontremos entre las páginas de algún libro.
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Hace ya algún tiempo que la Navidad está presente en este mundo de caos e incoherencias; se ha convertido en una costumbre en la que todos participamos. Y, en ocasiones, nos preguntamos: ¿qué sería de diciembre sin la Navidad?
Hubo una vez, en un tiempo lejano, que la Navidad, cansada de la hipocresía, no apareció en diciembre. Estaba harta de ver cómo la falsedad del ser humano era capaz de fingir una felicidad tan absurda y carente de sentimiento, y decidió desaparecer. Aquel diciembre se pareció a octubre y un poco a noviembre, y la Navidad observó desde un rincón del océano cómo la tristeza de los más pequeños aumentaba por momentos, tanto que a ella misma se le arrugó el corazón. Incluso la nieve, que solía anunciar su llegada, aquel año parecía solitaria.
Pronto comprendió que, con la excusa de su llegada, se alumbraban todas las calles, llenando las ciudades de colores. En las casas se adornaban los abetos y las familias se reunían dichosas, sacando a la mesa las cigalas que, por desgracia, habitualmente no se podían permitir. Brindaban en Año Nuevo y se prometían cambios imposibles entre uvas y villancicos.
A pesar de que la Navidad no estaba equivocada en eso de la hipocresía, la felicidad de muchos dependía de todo lo mencionado anteriormente. Por eso, tras mucho reflexionar, la Navidad llegó a la conclusión de que, sin ella, el mundo lo pasaría un poco peor. Y aunque solo se olvidaran de sus incoherencias en diciembre, valía la pena celebrar la Navidad, fuera cual fuera su pretexto, ya que después de ella llegarían los esperados Reyes Magos con sus camellos cargados de regalos. Así, los más pequeños disfrutarían entre sonrisas llenas de alegría, crecería en sus corazones la ilusión, y, gracias a las largas vacaciones, ese mes se convertiría en el más importante del calendario.
Así que ya sabéis por qué en diciembre necesitamos la excusa de la Navidad; sin ella, algunos dejaríamos de soñar.
Ya estamos en diciembre, el mes más especial del año, que nos trae consigo la soñada Navidad. En Villaverde, volvemos a lanzarnos a la calle para llenar el barrio de alegría con el Mercadillo Navideño en su VIII Feria de Villaverde Bajo.
Tras el éxito del año pasado, repetimos un escenario literario fascinante. Encontraremos una caseta llena de escritores con un amplio catálogo de libros, dispuestos a firmarnos sus ejemplares y a llenar la imaginación de bonitas historias, de la mano de la editorial Bohemia Ediciones, la Asociación Corazón Literario y la Asociación Océanos de Tinta. Esta última llevará a cabo actividades creativas y divertidas para los más pequeños, como cuentacuentos, presentaciones de libros y un recital de poesía el día 21 de diciembre en el Centro Cultural Santa Petronila, gratuito y de entrada libre hasta llenar aforo.
Todo ello, organizado con el incondicional apoyo de la Asociación de Comerciantes de Villaverde Bajo, que tanto aportan a nuestro barrio. El mercadillo comenzó el 25 de noviembre y estará hasta el 4 de enero. Así que ya sabes, date una vuelta por la calle Santa Petronila 1 y conocerás gente diferente. El mejor regalo para estas fechas es un libro dedicado.

William Shakespeare nació el 23 de abril de 1564 en Stratford-upon-Avon (Warwickshire, Inglaterra), fecha que coincide además con la de su muerte a los 52 años en 1616. Fue el tercero de ocho hermanos, el primer hijo varón de John, comerciante, y de Mary Arden, hija a su vez de un terrateniente católico. John llegó a Stratford antes de 1532 como aprendiz y curtidor de cueros. Prosperó y comenzó a negociar con productos agrícolas y lana; comerciaba con guantes, cuero, madera y trigo.
Uno de los familiares de Shakespeare por parte de madre fue arrestado por conspirar contra la reina Isabel I, siendo encarcelado y ejecutado.
Estudió en la escuela de su localidad y, como primogénito varón, estaba destinado a suceder a su padre en los negocios. Aunque tuvo que ponerse a trabajar como aprendiz de carnicero por la difícil situación económica que atravesaba su padre. A pesar de ser una de las más grandes figuras de la literatura mundial, nunca asistió a la universidad.

En 1582 contrajo matrimonio con Anne Hathaway, hija de un granjero, con la que tuvo una hija, Susanna, en 1583, y dos mellizos: un niño, Hamnet, que murió en 1596 a los once años; y una niña, Judith, en 1585. Cuatro años después de su muerte el nombre de su hijo inspiró el del personaje más célebre de toda la literatura isabelina: Hamlet.
Él tenía 18 años y ella 26, y en el momento del enlace estaba embarazada de tres meses. Su primera hija, Susanna, nació seis meses después de la boda. Su única nieta, Elizabeth, hija de Susanna, murió sin hijos en 1670. Shakespeare, por tanto, no tuvo descendientes.
Se cree que llegó a Londres hacia 1588, y cuatro años más adelante ya había logrado un notable éxito como dramaturgo y actor teatral. Shakespeare ganó mucho dinero y llegó a acumular muchas tierras en vida, pero en Londres llevaba una vida de monje.

Entre 1590 y 1613 escribió al menos 37 obras de teatro y colaboró en varias más. Muchas de estas obras tuvieron éxito, tanto en la corte como en los teatros públicos. Sus obras fueron representadas en la corte de la reina Isabel I y del rey Jacobo I.
En 1610 retornó a su pueblo natal. Había cumplido uno de sus muchos propósitos: lograr una fortuna. Durante su vida escribió 37 obras y 154 sonetos, lo que significa un promedio de 1,5 obras al año desde que comenzó a escribir en 1589. Siendo el escritor más importante de todos los tiempos.
Murió en Stratford-upon-Avon, según el calendario gregoriano el 3 de mayo de 1616, según el calendario juliano el 23 de abril de 1616. Por esas fechas murió Cervantes en Madrid; sin duda, ninguno de los dos oyó hablar del otro.
Dramaturgo, poeta y actor, considerado uno de los más grandes escritores de todos los tiempos, sus obras más célebres incluyen las tragedias Hamlet, Macbeth y Romeo y Julieta, así como las comedias El sueño de una noche de verano y El mercader de Venecia. Además, Shakespeare escribió numerosas obras de historia y sonetos.

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