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Acción desinteresada

Anthony de Mello
Anthony de Mello

Anthony de Mello, sacerdote jesuita y psicoterapeuta conocido por sus libros y conferencias, en Un minuto para el absurdo, su último y definitivo libro póstumo, nos cuenta:

“Lo que más me deprime es la absoluta vulgaridad de mi existencia. Jamás en la vida he hecho nada tan importante como para merecer la atención del mundo.

— Te equivocas si piensas que es la atención del mundo lo que hace que una acción sea importante —dijo el maestro.

Siguió una larga pausa.

— Bueno, pero es que tampoco he hecho nada que haya influido en alguien, ni para bien ni para mal…

— Te equivocas si piensas que es el influir en los demás lo que hace que una acción sea importante —volvió a decir el maestro.

— Pero, entonces, ¿qué es lo que hace que una acción sea importante?

— El realizarla por sí misma y poniendo en ello todo el propio ser. Entonces resulta ser una acción desinteresada”.

Esta reflexión que Anthony de Mello nos plantea en 1987 me parece muy interesante y que está cada vez más viva en nuestra sociedad. Es un punto de partida para que podamos analizar en nuestra realidad la importancia del hacer y del aparentar.

Las redes sociales se inundan de imágenes de triunfo o actividad frenética; de hecho el término “influencer” va orientado a este fin: que las personas te atiendan por algo que haces o aparentes hacer. Cada vez más personas quieren ser youtuber, instagramer, etc., y me pregunto: ¿conseguir esto es lo que, realmente, nos hace importantes? ¿Que seamos visibles para los demás? Si no somos visibles, ¿no somos importantes?

¿Y a ti? ¿Qué te hace a ti sentirte importante o darte valor?

Directora de Remodelatuvida
Socióloga coach personal y profesional
siquieres@remodelatuvida.es
www.remodelatuvida.es

¿Tú también ves kilocalorías por todas partes?

¿Cuántas kilocalorías tiene eso? Déjame ver los ingredientes. Después tendré que quemarlos yendo al gimnasio y cenaré un plato de lechuga…” ¿Cuántas veces has escuchado esto en la última semana? Estoy segura de que más de una vez. ¿O lo has dicho/pensado tú?

Vemos la comida como una fuente de kilocalorías únicamente, que nos va a hacer engordar desde el primer segundo que la introducimos en la boca. Fuente de energía que además creemos que debemos eliminar a base de procesos compensatorios, como podría ser ir más horas al gimnasio o el plato de lechuga para cenar.

Sin embargo, la comida es mucho más que eso, y no solo nos referimos a la esfera nutricional, también a la emocional. ¿Cuántas veces una comida te ha transportado a un recuerdo del pasado, a una persona, a un viaje…? ¿Vas a prohibirte siempre sentir todas esas emociones porque estás pensando en las kilocalorías que tiene el plato?

Pero, ¡atención! En este artículo no queremos defender el comer emocional, inconsciente y desordenado. Defendemos el comer siendo conscientes de que lo hacemos porque queremos y controlamos la situación. Queremos que la persona que está frente a esas situaciones sepa identificar en qué casos su hambre es emocional o fisiológico, y después decida si quiere o no satisfacer esa necesidad. Defendemos la alimentación saludable y equilibrada como la constante de nuestro día a día, y aceptamos que pueda haber alimentos emocionales. Porque, ¿qué es una vida sin emociones?

Sarai AlonsoNutricionista – Dietista
www.saraialonso.com

EXCURSIÓN

Yo odio las excursiones y todo lo relacionado con ellas, los cánticos, las visitas…, pero había dado mi palabra a Esme de que acudiría a alguna con ella.

Todos estábamos en movimiento, saludándonos y haciendo regates con los pies, como para sortear el frío, mientras el autocar bajaba lentamente a nuestro encuentro por el Paseo de Gigantes y Cabezudos. Todavía dudaba, me sentía un poco extraño, aunque conocía a casi todo el mundo, algunos por el nombre, otros de haberles visto por la Parroquia de San Camilo de Lelis, encomendados a alguna tareílla para Dios. Jesús, de quien hablaré más tarde, saludaba y repartía instrucciones por todos los corrillos. Prieto, el “cowboy” de la Parroquia, que da seguridad con sólo oír su voz de “John Wayne”, estrechó mi mano con fuerza, y esa acción tan simple y la compañía de Esme fueron determinantes para subir al autobús sin miedo.

Salimos sobre las ocho y cuarto de la mañana, rezos en tono festivo y cánticos sobrevolaron por el interior del coche y escaparon para perderse pacíficamente entre un tropel de nubes grises. El paisaje de cemento invitaba a abstraerse y sacaba a relucir mis pensamientos más negativos. -¿Qué pinto yo aquí con toda esta gente?-. Por fortuna para mí el paisaje cambió bruscamente, los árboles reflejaban su color otoñal cobrizo sobre las laderas nevadas, extendiéndose como un fuego tranquilo sobre llanuras de tierra y formaciones rocosas. Al otro lado de Somosierra los jirones de nubes habían desaparecido, el cielo estaba compacto como el escudo de un guerrero medieval contra el que chocaban una y otra vez las canciones alegres que escapaban desde el “bus”, canciones que estallaban como puntos luminosos que intentaran resquebrajar el firmamento.

Esme se tapaba con el chaquetón hasta las orejas, sus ojos reposaban felices en el aire sosegado que se respiraba dentro. La pequeña Sara correteaba arriba y abajo del autocar iluminando a todos con su sonrisa y su espíritu indomable. Esta mujer de apariencia frágil, a la que Dios ha dado unos ojos azules, luz inmensa, que parecen sacados de un mar pintado en un desierto, tiene una portentosa fuerza interior que te contagia sin querer y hasta te hace cometer tonterías maravillosas como ponerte a tararear cualquier estribillo popular.

El frío intenso y la débil lluvia anunciaban nuestra llegada a Boceguilla. En la cafetería donde paramos, del familiar de algún miembro del grupo, según me contaron, reconfortamos nuestro cuerpo. Toda clase de bebidas calientes, cafés y algún bollo se plantaban y se recogían del mostrador con silenciosa eficacia.

Alcanzamos Lerma, nuestro punto de destino, pero pasamos de largo, primero íbamos a pasar por Covarrubias para ver su Colegiata. Los árboles encendían con su color el paisaje, el frío se colaba por las rendijas del autobús y gotas de lluvia menudita se clavaban en los cristales como alfileres de plata.

En Covarrubias nos esperaba Don Emiliano. Gracias a los desvelos de Jesús, el Párroco de San Camilo, de quien hablaré más tarde, tuvimos la suerte de disfrutar de la compañía de este hombre, que, gustoso, se prestó a servirnos de guía por la Colegiata. D. Emiliano hablaba sin parar, nos miraba sin mirarnos con sus ojos mansos como la lluvia que sembraba de finas transparencias la entrada del templo, callaba un instante y se arrancaba otra vez revolucionando las palabras con su lenguaje popular, moldeándolas a su antojo y rematando las frases con algún “chascarrillo” que volteaba la historia. Fue bajo esos muros tan acogedores, que, como bien decía él, invitaban al rezo, donde descubrí el arte de contar en su estado más puro. Nunca nos pareció la historia más divertida, ni pudimos aprender más que durante esa corta visita. Nos despidió devolviéndonos al autocar, junto con su amiga de Castrojeriz, Carmen, a Antonia, la última excursionista perdida. De pie, solo, protegido bajo un paraguas negro, que más parecía una boina grande sobre su cabeza, aguardaba nuestra marcha, y así quería yo recordarle, con el río Arlazón a su espalda y los patos buscando refugio en sus orillas. Entre el continuo goteo del carnoso líquido sobre el cristal, mientras él esperaba en silencio, me pareció ver un rictus bromista en su cara seria.

Volvimos a Lerma con el frío multiplicado por dos y mis articulaciones dando los primeros serios avisos de que empezaban a hacer agua. Dentro del autocar sólo se oían murmullos de aprobación por haber podido contar, gracias a la sabia mano de Jesús, del que hablaré más tarde, con tan singular guía en la figura de D. Emiliano, pastor de almas en Covarrubias.

La plaza de Lerma me dio sensación de vacío, porque los pocos comercios que vi estaban escondidos entre los soportales y se encontraban distantes unos de otros. El guía, que ya nos esperaba junto con otros visitantes, nos reprochó nuestra tardanza y, mientras nos hablaba largamente del palacio del Ducado, que estaba en obras, nosotros dábamos la impresión de ser, más que otra cosa, seres desvalidos helándonos con el frío húmedo de noviembre. Me agarré fuertemente a Esme y me puse a contemplar el cielo encapotado. Estaba repleto de nubes con forma de vainas oscuras e inclinadas a punto de descargar sus rayos de agua. Seguí distraídamente al guía, como todos, pero no le escuchaba, me acordaba de D. Emiliano y sonreía como un tonto mientras seguía agarrado a Esme.

Apenas presté atención cuando entramos en el convento de las Clarisas, no sentí ni vi nada especial, eso sí, tampoco esta vez pude evadir la sensación de austera pulcritud y limpieza que siento siempre al visitar estos sitios. Nos sentamos durante unos momentos en los primeros bancos desde donde se divisaba fácilmente el altar y los bancos donde se suponía que oraban monjas y novicias. ¿Y por qué siempre que entro en un lugar santo se llena de osadías mi pensamiento y espero, casi exijo, que ocurra algo distinto, un milagro?. Salí tan vacío como entré, pero no desilusionado. El guía nos llevó hasta el “balcón del frío”, donde, a los que padecemos de los huesos, nos faltó poco para terminar de perecer y, después de atravesar una escalinata, nos enseñó la Colegiata y nos habló de una curiosa santa cuya imagen habita allí y que nunca habíamos oído nombrar, Santa Caliopa de Lerema, que sufrió de lo lindo para llegar a ser mártir. Nos dirigimos otra vez hacia la plaza, pero antes paramos ante la tumba del cura Merino y en ese momento las palabras huecas del guía se evaporaron definitivamente de mi cabeza. El cielo parecía más bajo, casi encima de nosotros, su color ceniciento, que contrastaba con la serena alegría que se respiraba en el grupo, me turbaba. El mediodía ya estaba muy avanzado y mi estómago pensaba en ese cordero del que tanto y tan bien nos habían hablado. Jesús, de quien luego hablaré, nos había recomendado comer en Casa Antón. El grupo se dividió, cada uno buscó la mejor opción para su estómago y su bolsillo. Antonia, Sara, Prieto, Puri, Germana, Velasco, Josefina, Gloria, Carmen, Esme y yo, seguimos a Jesús. Entonces, al entrar en el restaurante, supe que los servicios pueden ser mixtos. Casa Antón era una casa vieja de pueblo reconvertida en un minúsculo restaurante de dos plantas muy cerca de la plaza, con un solo aseo para hombres y mujeres, fogones artesanos y unas escaleras de madera tan antiguas que yo creo que hasta los romanos debieron degustar este cordero y este vino, tan gustosos como la amabilidad de esta gente.

La presencia de Jesús en la comida nos animó, sus palabras, que hasta en el reproche son cálidas, nos ayudaron a descongelar nuestro corazón. Este hombre, cuyo rostro de granito parece que fue esculpido en mil canteras diferentes, refleja fielmente la imagen de las piedras con que construyeron las Iglesias por donde pasó. Los pequeños surcos que ahondan en su cara son como pistas de atletismo que al hablar dejan traslucir las durísimas pruebas que debe haber pasado en su carrera de fe. Atleta de Dios.

El cordero llenó mi estomago y el vino hizo que el frío desapareciera, la sangre corrió de nuevo por mis venas y sentí que volvía de nuevo a la vida, aunque mi alma seguía a la espera.

Como convinimos, hacia las cuatro estábamos todos reunidos alrededor de la puerta principal del convento. Nos sentamos, igual que por la mañana, en los bancos reservados para el público. Las hermanas rezaban en voz alta y, aunque estaban de espaldas a nosotros, pude adivinar por sus voces que la mayoría eran muy jóvenes. La agradable temperatura, cierta pesadez por haber comido en exceso y un levísimo estado de embriaguez por la buena acogida que le dispensara al vino, me habían sumido en una cálida modorra que no conseguía disipar. Apenas cerré los ojos un segundo y, cuando volví a abrirlos, las hermanas ya habían desaparecido de la capillita, también muchos de mis compañeros, incluida Esme, desfilaban hacia la puerta de salida. Los seguí con paso vivo y aquello me despabiló por completo. La verdad es que para no haber visto realmente nada, sentía un cosquilleo en mi corazón, seguramente era el vino correteando alegremente por el torrente sanguíneo. Me adelanté a todos y seguí a Jesús que se dirigía veloz hacia otra puerta lateral, sin duda para hablar o encontrarse con alguien. Me quedé discretamente en el rellano mientras le oía hablar solo. Una voz al otro lado de un torno de madera, donde se depositan los dulces que las hermanas hacen con sus propias manos para venderlos a gente como nosotros, le contestaba. El torno giró y una llave apareció en su plataforma, Jesús la retiró y todos le seguimos escaleras arriba, abrió una puerta y nos condujo por otro pequeño pasillo y otro tramo de escaleras igual de estrecho que el anterior. La pesadez de estómago persistía, pero yo marchaba ligero, como si el vino hubiese hinchado mis venas haciéndome parecer más volátil.

La sala donde entramos no era demasiado grande pero había algo en ella que hacía que te resultara familiar, como de pueblo. Se hallaba dividida por barrotes de madera, supongo que para separar a las moradoras del convento, de las visitas. Sillas de madera rústica distribuidas a lo largo de las paredes y una especie de arcón grande era su mobiliario, todo muy sencillo.

-Podéis hablar con ellas y preguntarles lo que queráis-, nos había dicho Jesús, y, casi inmediatamente, la reja se vio sacudida por un ramillete de manos blancas que acordonaron la zona enrejada. Yo me había mantenido voluntariamente en un segundo plano (también por la imposibilidad física de acercarme a la reja), andaba algo anonadado y mi cara debía reflejar mi incredulidad pues Prieto me preguntó si me pasaba algo. A pesar de la gente, desde donde yo estaba podía ver con claridad las caras de aquel coro de voces cristalinas que había oído rezar antes y casi no podía creerlo. Eran no menos de cincuenta jóvenes monjitas, novicias o postulantas, de las setenta y cuatro que poblaban el convento, todas apretándose unas contra otras por falta de espacio; por encima de sus cabezas, en la pared, resaltaban por su extrema ingenuidad, dos posters dibujados a mano que hablaban de Cristo. Algunos a los que yo conocía, como Carmen y Sara, preguntaron y luego, porque vino al caso, Jesús resumió a las hermanas en pocas palabras sus 25 años de sacerdocio y la celebración homenaje que le habían hecho en la Parroquia con una Eucaristía.

La pesadez de estómago desapareció para dar paso a un embelesador sinsentido, sin embargo, aún desconfiaba de lo que mis ojos me decían sin trampa ni cartón. A la pregunta de alguien, la hermana Sara María comenzó un sincero monólogo sobre cómo sintió la llamada de Cristo. Al principio encontraba enormes dificultades para expresar con palabras sus sentimientos hacia Dios, incluso muchas frases las terminaba a trompicones, pero, según hablaba, como si influencias invisibles la guiaran, todo lo que contaba adquiría una coherencia extraordinaria y su cara se me antojaba con una brillantez deslumbrante, como si de pronto se hubiera hecho un intenso resplandor alrededor suyo. Mientras, yo caminaba de un extremo a otro de la cortina humana y, sin dejar de observarlas, me preguntaba, volviendo una y otra vez sobre el mismo recorrido, si es que allí nadie se “coscaba” de lo que estaba pasando, ¿es que nadie tenía ojos en la cara?. La luz procedente de la lámpara refulgía blanquísima, por momentos sobrenatural, -un “subidón de luz”, quizás debido a la tensión de la corriente eléctrica-, pensé yo, tratando de encontrar una explicación técnica. No dejaba de mirarlos a todos, a uno y otro lado de la reja. Asombrado, les oía hablar sin miedo de sus sentimientos más íntimos, de su amor por Dios y con cada palabra que pronunciaban, más luminosos se volvían sus ojos. Quería pensar que el excelente vino rojo turbio de la comida tenía algo que ver en todo aquello. Según escuchaba aquellas voces tan cálidas, tan lúcidas, que creaban imágenes en mi espíritu, sufrí una especie de alucinación, ¿pues no me parecía a mí que sus palabras brotaban desde sus mismas almas y que éstas revoloteaban por la estancia desgranándose sobre mi memoria?. Por supuesto, la comida copiosa y el buen vino me estaban jugando una mala pasada, me froté los ojos y volví a abrirlos para tratar de forzarlos a la realidad, pero fue incluso mucho peor, pues como si un estúpido velo se hubiera caído de ellos, ahora podía leer en todos mis acompañantes y hasta ver con toda nitidez sus pensamientos. ¡Era tanta la alegría que se respiraba en aquel lugar!, hasta lo más nimio era motivo de alegría para todos, desde el tartamudeo de Sara María, hasta una leve tosecilla. Las aproximadamente dos horas que pasé dentro del convento me parecieron unos minutillos inolvidables. Fuera, debajo de aquel cielo gris envuelto en la noche oscura, me sentía irradiado de cierta euforia, una energía desconocida para mí. No había ni una nube en mi alma, ninguna sensación de malestar. Camino del autocar, ya no trataba de comprender qué gozoso misterio encerraba aquel sitio, ni qué milagrosa comunión de alegría y sentimientos existía entre todas estas personas, de la que yo había sido testigo.

Durante el trayecto de vuelta y mientras Antonino, el marido de Candelas, nos amenizaba con canciones populares y acertijos, no dejaba de pensar que la vida puede ser tan simple, tan rica, como el divino cordero que habíamos degustado, asado sólo con agua y sal, tan sencilla como las disertaciones históricas de D. Emiliano. Al anochecer, dentro de las sábanas crujientes de mi cama, intentaba guardar en mi memoria lo que a la mañana siguiente le diría a Esme: que odio las excursiones y todo lo relacionado con ellas, los cánticos, las visitas…

Felipe Iglesias Serrano

La alergia primaveral

Cuando llega el cambio de estación y principia la primavera, muchos árboles empiezan a florecer, y otros ya han comenzado a soltar los pólenes gracias a los cuales las plantas se pueden reproducir y expandirse. En algunas personas producen reacción alérgica, y eso significa que su organismo, al detectar estas pequeñas partículas, reacciona de un modo muy exagerado, produciendo síntomas de congestión nasal, estornudos, picor de garganta y nariz. También puede originar asma.

El riesgo de desarrollar la alergia al polen está determinado por factores genéticos, y también por la exposición a los pólenes. No en todas las personas se desarrolla la alergia, también conocida como “polinosis” o “fiebre del heno”. Su aparición está influenciada sobre todo en la niñez y adolescencia; se ha estudiado la relación de la aparición de la enfermedad con la elevación persistente de anticuerpos frente a los granos del polen. Entre los síntomas incluye las manifestaciones respiratorias (congestión nasal, tos) por una reacción que puede progresar causando estrechamiento de las vías aéreas (bronquios) y dando lugar a crisis asmáticas. Esto es debido a que nuestro aparato respiratorio se activa con un fuerte componente inflamatorio y puede provocar sibilancias (pitos en la respiración).

También puede dar manifestaciones en la piel, ronchas que causan picor y granitos que se extienden por todo el cuerpo. Hay que tener especial cuidado si las lesiones de la piel se extienden hacia la cara, hacia la boca, o en algún momento aparece dificultad respiratoria importante, para acudir al servicio de urgencias más próximo, ya que en reacciones graves de alergia puede existir un aumento importante del tamaño de la lengua, y se puede cerrar la glotis (el conducto por donde entra el aire hacia la tráquea) causando una reacción muy grave que puede dificultar por completo la respiración. Los síntomas de aumento del tamaño de la lengua o dificultad para hablar y tragar deben ponernos en alerta para acudir al centro de urgencia más cercano.

Habitualmente, el tratamiento de base consiste en unas dosis de medicación corticoide, que controla la reacción alérgica. Cuando hay compromiso respiratorio se recetan unos inhaladores que bajo prescripción resultan muy favorables para controlar los síntomas en los días siguientes. Cuando hay presentación clínica y el médico lo considera oportuno, se puede iniciar el tratamiento desde el inicio. Las pruebas de alergia no siempre son indicadas ni necesarias, ni altera la evolución de la enfermedad ni el tratamiento en la gran mayoría de los casos. En otras ocasiones, cuando no controla los síntomas o hay duda diagnóstica puede precisar una evaluación más específica.

DR.-ANGEL-LUIS-LAGUNA-CARREROMedicina Familiar y Comunitaria.
Máster Medicina de Urgencias y Emergencias.
Experto universitario en Nutrición y Dietética.

DR. ÁNGEL LUIS LAGUNA CARRERO

https://www.facebook.com/angelluis.lagunacarrero

Solo para valientes

Barkley Marathons

El reto, la aventura, la superación y el misterio de lo desconocido son cosas que toda persona ha experimentado en mayor o menor medida, saliendo escaldado de las mismas o enganchándose hasta la médula. Esto es exactamente lo que pasa con la Barkley Marathons, una de las aventuras más extremas que se pueden experimentar hoy en día y con una serie de peculiaridades que la hacen única.

No sería exacto llamarla “carrera”, ya que no existe un ganador y no hay más premio que el orgullo de terminar. En sus más de treinta años de historia tan solo la han acabado un 1% de sus participantes. Si analizamos los datos de la prueba, asustan por sí mismos: son 100 millas a recorrer en 60 horas; hasta ahí no parece nada inaccesible para alguien que se prepare, el problema es que tiene un desnivel acumulado de 30.000 metros repartidos en cinco vueltas de 20 millas cada una, de las cuales dos se dan en sentido horario, dos en sentido antihorario y la última a elección del primero que pase por una valla amarilla que hace las veces de salida y de meta.

No solo se trata de una carrera de resistencia, sino también de orientación, porque no existen balizas indicadoras ni nada por el estilo. Un día antes de la prueba se les entrega a los participantes un mapa por el cual han de guiarse para pasar por determinados puntos de control, que cada año son diferentes. En dichos puntos han de arrancar el número de la hoja de un libro que coincida con su dorsal. Tan solo se puede utilizar una brújula para orientarse, no están permitidos los GPS ni tampoco ningún tipo de asistencia mientras se está en competición.

En cada edición únicamente tienen cabida 40 corredores, que son elegidos con absoluta arbitrariedad por Gary “Laz” Cantrell, también conocido como Lazarus Lake. No existen formularios de inscripción, ni web oficial explicativa de la carrera, ni tampoco fecha de celebración de la misma. Los aspirantes han de buscarse la vida para contactar con Laz, y una vez que lo hacen tienen que enviarle un currículum con las carreras finalizadas y los motivos por los que desean participar. Cuando son aceptados en base a nadie sabe qué, han de llevar una matrícula de algún vehículo de su país de origen y rellenar en unos pocos segundos una instancia que tiene un coste de 1,60 dólares (1 centavo por cada milla). En dicha instancia dice algo así como: “Si soy tan estúpido de participar en la Barkley Marathons, eximo a la organización de toda responsabilidad financiera, física o mental que me pudiera ocasionar dicha participación”. Los agraciados son citados cerca de la penitenciaría de Brushy Mountain State, en las montañas de Tennessee, de donde escapó y estuvo fugado cerca de 60 horas, siendo capaz de recorrer tan solo 14 kilómetros antes de ser apresado, el asesino de Martin Luther King, hecho que inspiró a Laz para crear la Barkley Marathons.

El momento exacto de la salida no lo conoce ninguno de los participantes: doce horas antes se les cita en la valla amarilla y en un momento en concreto se toca una caracola que indica que queda tan solo una hora para el comienzo. El pistoletazo de salida lo da Lazarus Lake encendiéndose un Camel: a partir de ese momento empieza la espartana aventura que en sus primeros 25 años no pudieron completar nada más que diez personas. A lo largo de la carrera hay unos pocos avituallamientos, en los que a los corredores se les da comida basura atiborrada de grasas saturadas que devoran como verdadera ambrosía. Cuando se retira algún participante se toca una corneta para que el resto sepa que ya ha claudicado alguien. Especialmente conmovedora fue una edición en la que uno de los participantes por tan solo seis segundos no pudo completar la prueba, creando una tristeza insondable en todos los que aguardaban en la meta.

DAVID MATEO CANO

Atención a los elevados tipos de interés a la hora de solicitar ‘créditos rápidos’

créditos rápidos

FACUA Madrid insta a los usuarios a informarse previamente de los riesgos en que se puede incurrir en caso de impago y de las condiciones que pueden llegar a  solicitarles

FACUA, ante la proliferación de medios alternativos de financiación como los llamados “créditos rápidos”, alerta a los usuarios sobre los elevados tipos de interés que pueden llegar a solicitar este tipo de empresas, en algunos de los casos hasta de un 30%.

La asociación recuerda que la entidad debe facilitar antes de celebrar el contrato, de manera gratuita, la información fundamental de las condiciones. Entre otras cuestiones, dicha información debe incluir la identificación de la entidad que concede el crédito, el importe total a pagar, la duración, los costes del crédito, el tipo deudor, las consecuencias del impago y la tasa anual equivalente.

En cuanto a la normativa que lo regula, FACUA Madrid recuerda que la cantidad del crédito es un aspecto relevante a tener en cuenta a la hora de solicitar un crédito rápido, en la medida en que determina la regulación aplicable a la contratación en cuestión.

En este sentido, si el importe total del crédito es igual o superior a 200 euros, resulta aplicable la regulación especial contenida en la Ley 16/2011, de 24 de junio, de Contratos de Crédito al Consumo, sin perjuicio de otras normas complementarias que pudieran resultar también aplicables.

En caso de que el importe total del crédito no alcance los 200 euros, resulta de aplicación la regulación general en materia de consumo, contenida en el RDL 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias.

FACUA MADRID

Villaverde en la Prehistoria y la Edad Antigua

villa romana de Villaverde
Trabajos de extracción y limpieza del mosaico de la villa romana de Villaverde. Memoria de Madrid / Museo de los orígenes

Villaverde ha sido una de las zonas de Madrid más ricas en yacimientos prehistóricos. Los homínidos más antiguos poblaron estas tierras hace unos 400.000 años y pertenecían al Homo heidelbergensis. Evolucionó hacia el Homo neanderthalensis, que se extinguió hace unos 30.000 años. Le sustituyó el Homo sapiens, al que pertenece nuestra especie.

Ocuparon el valle del Manzanares, que tenía un cauce que discurría 18 metros por encima del actual y entonces era un lago, de aguas poco profundas y clima subtropical, con vegetación de sabana, más caudaloso que ahora y con frecuentes inundaciones. Nuestros ancestros se dedicaron, desde las terrazas del río, a la explotación del medio natural, a la caza, la pesca y la recolección de frutos naturales, conviviendo con animales como rinocerontes, antílopes, hipopótamos, elefantes, uros, caballos, jabalíes, etc. El río Manzanares se llamó Guadarrama hasta el siglo XVII, cuando por instancias del poderoso duque del Infantado consiguió que el río que pasaba por uno de sus señoríos, El Real de Manzanares, tuviese su nombre. El nombre de Guadarrama pasó al actual, que en la Edad Media se llamaba Calatalifa o Calatalia.

En 1957, el conductor de una máquina excavadora, en los trabajos de ampliación de los terrenos de la empresa Transfesa, junto a la estación de Villaverde Bajo, descubrió varios restos de una especie de ciervo (Megaloceros matritensis), que subsistió hasta hace unos 400.000 – 300.000 años. También del Pleistoceno, varias partes del esqueleto de un elefante (Elephus antiquus), con el cráneo completo y los colmillos, expuesto en el Museo de Ciencias Naturales. Tenía una altura de 4,5 m y 2,5 m de colmillos. Se extinguió hace unos 30.000 años. En el yacimiento de Pista de Motos, en la confluencia del río Manzanares con el arroyo Butarque, en el 2006 se descubrió un colmillo de mamut de 3,80 m.

Muchos restos


Restos óseos animales
y útiles de piedra tallada
del Paleolítico Inferior
hallados en el Distrito.
Pérez de Barradas

La zona de Villaverde que da al río Manzanares fue habitada de manera densa y continua desde las primeras etapas de la humanidad, conservándose muchos restos encontrados antes de la urbanización de toda la zona.

Del Paleolítico Inferior se encontraron materiales líticos principalmente bifaces y lascas de la cultura achelense en los siguientes areneros de la jurisdicción de Villaverde: al suroeste de la estación de Villaverde Bajo se recogieron materiales líticos (piedra tallada); también al lado de la estación, junto a los talleres de Transfesa; en el arenero de Soto, junto a la depuradora de Butarque; en Valdivia este, frente al cruce de la cañada y la carretera de Madrid a San Martín de la Vega; y en el lugar del estanque de las tormentas de Butarque, en los trabajos de su construcción. Todos estos restos con una antigüedad de unos 78.000 años.

Del Paleolítico Inferior y Medio se encontró industria lítica en la desembocadura del arroyo Butarque, al suroeste de la estación de Villaverde Bajo y en los areneros de Los Rosales y de Los Llanos de Butarque.

De la cultura musteriense del Paleolítico Medio y Superior se encontraron restos de piedras trabajadas por el hombre en Valdivia centro y oeste, en el arenero de Los Vascos y en el arenero de Cojo, entre el anterior y el puente de Villaverde Bajo.

De la cultura auriñaciense del Paleolítico Superior, hallaron restos en el arenero de Valdivia centro. También en el de los Prados de los Ganaderos, entre la carretera de Madrid a Perales del Río y la estación de Villaverde Bajo.

Mosaico de la habitación C de la Villa de Villaverde. Memoria de Madrid

Pobladores

Estuvo poblada en el Paleolítico Medio y parte del Superior por el Homo neanderthalensis, que vivía en las terrazas próximas al río, en cuevas o chozas de madera, de las cuales quedaron los hoyos de los postes (fondos de cabañas).

En el Neolítico, el clima se volvió más cálido, la población se hizo sedentaria, levantó las primeras cabañas a orillas del Manzanares, desarrolló las primeras técnicas agrícolas, la domesticación de algunos animales, la alfarería y la industria pulimentada.

Se encontraron restos de cerámica y piedra pulimentada, de sílex y cuarcita, en  los siguientes lugares: Valdivia oeste, Los Vascos, arenero de Euskalduna, El Espinillo y en Pista de Motos, a orillas del río Manzanares, en la confluencia con el arroyo Butarque.

De la Edad de los Metales y de la época del Calcolítico se encontraron fondos de cabañas, industria ósea (punzones, espátulas), industria lítica de sílex y molinos de mano en Pista de Motos y en El Espinillo con cerámica campaniforme, queseras…

Recogieron gran cantidad de industria lítica en El Ventorro, en la carretera a San Martín de la Vega, en Villaverde Bajo lindando con el término de Getafe. Se excavó en los años 1962, 1973, 1977 y 1981. Fue un hábitat formado por unas 30 cabañas semiexcavadas, construidas con cañas, barro y techumbre vegetal. Se calcula que podía albergar a unas 150-200 personas (Adán Pozas, 2012). También se halló cerámica campaniforme, queseras, industria lítica de sílex como cuchillos, hoces, lascas, raederas, percutores, puntas, perforadores, molinos de mano, fragmentos de huesos de animales y de tres personas, diez crisoles y restos de fundición, lo que demuestra una gran actividad metalúrgica.

Tumba de la Edad del Bronce hallada en el yacimiento de Pista de Motos. Memoria de Madrid / Museo de los orígenes

Por los restos óseos encontrados sabemos que la ganadería que había en esa época era de ovejas, cabras, vacas, cerdos, caballos, perros, ciervos, uros, conejos, etc. También se encontraron restos humanos.

Los restos recuperados de la Edad del Bronce fueron fragmentos de cerámica, piezas de sílex talladas, industria lítica pulimentada, industria ósea y molinos de mano en el arenero de Euskalduna, Pista de Motos (restos humanos) y El Espinillo, este último de gran extensión y prolongado en el tiempo. Se empezó a excavar en 1990 y se encontró abundancia de industria lítica tallada, como raspadores, buriles, perforadores, raederas, puntas de flecha, cuchillos y piezas de hoz. Algunos arqueólogos (Urbina) consideran Euskalduna y El Espinillo el mismo yacimiento, ya que están separados por la carretera de Villaverde a Vallecas y hay similitud cronológica en sus restos.

En los tres yacimientos se excavaron “hoyos”, con restos humanos: en el de Euskalduna se localizaron dos cadáveres, que pudieron ser enterrados en tinajas, ya que se encontraron abundantes fragmentos. En El Espinillo se excavaron 98 fondos con materiales del Calcolítico-Bronce y el enterramiento de un adulto. En Pista de Motos, antiguo arenero luego utilizado como vertedero y pista de motocross, habitado desde el Neolítico hasta la Edad Media, se excavaron 16 silos, del tercer milenio, en base a la cerámica campaniforme encontrada, 192 estructuras pertenecientes a la segunda mitad del segundo milenio y 113 fosas con cerámica común. Apareció una sepultura de una persona de 35-45 años, y otra sepultura con tres cadáveres: un niño, una mujer y un hombre (Pérez Villa, 2014).                               

De la Edad del Hierro se descubrieron hoyos de los postes de cabañas, restos metálicos, fragmentos de cerámica en Pista de Motos y en Las Camas, junto al antiguo camino de Villaverde a Perales del Río, en la margen derecha del arroyo Butarque, antes de desembocar en el Manzanares. Destacan en Las Camas, en torno al año 1.000, dos grandes estructuras constructivas rectangulares a base de postes de madera, zócalos de adobe y entramado vegetal. Su gran tamaño es único en la prehistoria española (Urbina, Morín y otros, 2007). También se encontró gran cantidad de material arqueológico, como fragmentos de cerámica, industria lítica, molinos de mano, adobes, restos de objetos de metal, abundantes huesos de fauna y seis hornos para la fabricación de cerámica.

Según los análisis polínicos durante la excavación en 2004, el paisaje estaría formado por prados, campos de cultivo de cebada y trigo, monte bajo de jaras, brezos y pequeños bosques de pinos, encinas, robles, sabinas, enebros y avellanos, en las zonas cercanas al curso fluvial.

Los restos recogidos de las excavaciones se encuentran depositados en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, donde en el 2014 se realizó una exposición sobre este yacimiento de Las Camas.

Desde el siglo VII a. C. la zona estuvo poblada por el pueblo carpetano. De esa fecha es el yacimiento de la necrópolis de incineración del arroyo Butarque, situado a unos cien metros del cauce, de la que se excavaron diez tumbas con ajuares de brazaletes, fíbulas, torques, pulseras y un cuchillo de hierro. Los inicios de la II Edad del Hierro se definen esencialmente por la llegada de las cerámicas a torno. Los primeros documentos escritos se suelen datar hacia el siglo VI a. C., con lo que entramos ya en la historia.

Los romanos

Los romanos empezaron a conquistar Hispania en el 618, y después de las Guerras Celtibéricas (154-133) consiguieron pacificar el territorio de la Carpetania a mediados del siglo II a. C., y se incorporan a la romanización. La Carpetania era un territorio no muy definido, que en general comprendía la mayor parte de la Comunidad de Madrid, gran parte de la provincia de Toledo, algunas zonas de la de Ciudad Real, el extremo occidental de Cuenca y la parte sur occidental de Guadalajara.

Los romanos, después de su pacificación, se asentaron principalmente en valles dispersos en torno a vías y arroyos, buscando tierras fértiles para los cultivos y buenos pastos para el ganado. Las villas romanas eran las unidades básicas de explotación agraria romanas desde el siglo III d. C. Fue en 1927 cuando, en una de las salidas al campo de un profesor del Colegio del Pilar con algunos de sus alumnos, encontraron trozos de cerámica roja con barniz brillante (terrae sigillata). Anunciado el descubrimiento, lo excava Pérez Barrada entre 1927 y 1930.

En el cruce de la M-40 con la avenida de Los Rosales, frente al edificio de Novosur, se encontraba una villa romana, sobre un yacimiento paleolítico, de explotación agropecuaria y compuesta por un área residencial, donde vivía el amo o el encargado de la explotación, y un área de viviendas, aposentos de aparceros y siervos e instalaciones para el ganado, herramientas, pajares, graneros, bodegas, etcétera.

Hubo dos formas o niveles de ocupación: en el inferior, se documentaron restos de muros, tejas, ladrillos, trozos de mosaicos y una cabeza de alabastro del dios Silvano, protector de bosques y campos. Esta villa inferior o primera se construyó en el siglo I d. C. y fue destruida por un incendio a finales del siglo II o comienzos del siglo III. En la villa superior del siglo IV se encontraron dos mosaicos que cubrían el suelo de dos habitaciones, estucos y elementos constructivos. La vivienda principal tenía las paredes revestidas de estuco, suelos de mosaicos con decoración geométrica y donde se vivía rica cerámica de terrae sigillata.

Los restos se conservan en el Museo de San Isidro, donde se expone una maqueta sobre la reconstrucción hipotética de la villa y una reconstrucción de un dormitorio con el mosaico geométrico.

En los yacimientos del polideportivo de El Espinillo se encontraron también varios basureros de época romana, por lo que estaría, por su proximidad, relacionado con la villa romana inferior. También se encontraron restos romanos, según Pérez de Barradas, en el arenero del puente de Villaverde Bajo.

Solían estar bien comunicadas: las de Villaverde estaban cerca de una antigua vía romana, que transcurría desde el puerto de la Fuenfría, pasaba por la Casa de Campo, Villaverde y por Getafe, llegando a Titulcia y a Aranjuez.

Julio Hernández García

Degradación sin solución

Degradación sin solución

Buenos días,

Quisiera poner en su conocimiento el estado en que se encuentra una de las pocas instalaciones deportivas que tenemos en el barrio de Villaverde Bajo.

Desde hace tiempo soy usuario de las instalaciones que el Ayuntamiento puso en el Parque Lineal del Manzanares. En mi caso particular, tengo deficiencia visual, por lo cual la mejor manera de realizar mi deporte (patinaje) es en canchas cerradas y con buen pavimento. Cuando descubrí estas instalaciones, se me abrió la posibilidad de hacer deporte sin tener que pagar por el alquiler de una cancha cerrada y con libertad de horario.

Con el paso del tiempo he podido comprobar que cada vez más personas utilizan estas instalaciones: niños y jóvenes disfrutan de este deporte. Por eso me gustaría denunciar el estado de las mismas y la dejadez por parte del Ayuntamiento en su mantenimiento y conservación.

Yo he sido testigo presencial y sufrido en mis propias carnes las caídas de niños y jóvenes debido al mal estado del pavimento de las pistas. Por tal motivo quisiera hacer públicos estos hechos con el fin de que alguien pueda solucionarlo.

Me parece una pena que las pocas instalaciones que podemos disfrutar se pierdan y se degraden sin que nadie le ponga remedio. Espero que este hecho sea de su interés y lo publiquen para que se haga público. Dándole las gracias anticipadas, quedo a su disposición.

Atentamente,
Francisco Iglesias

‘Intento concentrar toda mi energía en saborear la vida’

Samuel Zamorano: "Que se entere el mundo entero / que nací siendo cetrero". Foto Cedida por el entrevistado

Samuel Zamorano, poeta y vecino de Butarque, acaba de publicar poemario: ‘Romance. Poemas de cetrería’

Samuel Zamorano Cauto, poeta y vecino de Butarque, acaba de publicar nuevo poemario, Romance. Poemas de cetrería, en el que consigue unir dos de sus grandes pasiones. Viejo conocido de nuestra redacción, hemos charlado con él en abril para saber más sobre este último proyecto y otras muchas cosas interesantes relacionadas con él. Lo puedes leer todo en la entrevista que sigue.

Acabas de publicar poemario: Romance. Poemas de cetrería. ¿Qué encontrarán en el los lectores?

Bueno, Romance es un poemario más enfocado en el colectivo cetrero, aunque por supuesto puede leerlo todo amante de la poesía. Se trata de un racimo de poemas que hablan del noble arte de la cetrería, haciendo un recorrido por las distintas aves que usamos en él, como el halcón peregrino, el azor, el gavilán, el águila real, etc. También hay poemas que hablan de los distintos tipos de vuelo que practicamos los cetreros con esas aves en el campo; hay otro poema que habla de Félix Rodríguez de la Fuente, que fue quien resucitó la cetrería en España cuando ya estaba desaparecida y, por consiguiente, es el padre de la cetrería española. Nuestro gurú, digamos. Y más poemas relacionados con la cetrería.  En total son 30 poemas cetreros.

Sinceramente, y con toda la humildad del mundo, creo que se trata de un poemario muy bonito. Cada poema baila al compás de la rima, y creo haber logrado y transmitido en cada verso la hondura y profundidad que encierra la cetrería, un arte bellísimo que se pierde por antiguo en los confines del tiempo. Además, en Romance cobra también mucha importancia el apartado visual, pues a cada poema le acompaña una fotografía. He tenido la inmensa fortuna de contar con la inestimable colaboración de fotógrafos profesionales de naturaleza y vida salvaje, principalmente de Pedro Adalia, que ha hecho un trabajo maravilloso logrando unas fotos realmente espectaculares. Además, creo que se trata de un poemario con una edición muy cuidada, empezando por la portada, pasando por el interior y terminando en la contraportada. Soy un enamorado del arte en todas sus manifestaciones, aparte de una persona muy minuciosa, y siempre me gusta cuidar mucho cada detalle de mis trabajos.

¿Por qué la cetrería? ¿Qué es para ti y cómo ha encajado en tu poesía?

Porque es la gran pasión de mi vida. Uno de los poemas de Romance dice: “Nacimos soñando vuelos / y hemos crecido volando…”. En otro momento confieso: “Que se entere el mundo entero / que nací siendo cetrero…”, y realmente es así. Nací con esta pasión dentro de mí y desde muy niño soñaba con tener un halcón en el puño y verlo volar. Hoy puedo decir que llevo 35 años de mi vida practicando la cetrería y que para mí lo es todo. Decía Federico II de Hohenstaufen que “un día sin cetrería es un día perdido”, y yo trato de no perder un solo día. Amo el ritual de preparar los halcones cada mañana, de salir al campo al amanecer, de verlos volar libres por el cielo y contemplarlos a mi antojo. El vuelo del halcón es parte de mi vida. Solo viendo volar a mis pájaros en el campo, lejos de todo y de todos, llego a sentirme pleno y  libre, y en conexión total con la Tierra.

Me ha resultado muy sencillo encajar la cetrería en mi poesía, y realmente he disfrutado mucho escribiéndolo. Además, es un libro que he escrito en un periodo corto de tiempo. Una etapa fértil de escritura. Lo he disfrutado tanto que ya he comenzado a escribir una segunda parte de Romance.

No hemos sabido de ti desde enero de 2018, cuando te entrevisté con motivo de tu poemario Solo si la vida es salvaje… ¿En qué has estado desde entonces?

Bueno, viviendo, que no es poco. He intentado concentrarme en disfrutar del maravilloso regalo de la vida. En saborear la vida. Intento concentrar toda mi energía en ello. Hace ya mucho tiempo que me di cuenta de que lo más importante para mí y con lo que más disfruto es con las pequeñas cosas, porque en realidad son las más grandes. Para ser feliz, para estar bien, solo necesito a mi familia, a mi mujer, a mis hijas, la escritura y la cetrería. Trato de disfrutar de todo ello al máximo cada día, e intento rodearme de arte y de belleza cada vez más. La familia y el arte son mi refugio vital, ya lo único que me salva de este mundo hostil, insensible y tan deshumanizado en el que vivimos. 

¿Cómo has vivido este año de pandemia?

Bueno, pues he pasado por diferentes fases y estados de ánimo, imagino que como todos. Creo que en general no me he quejado mucho y he intentado tener presente que siempre puede haber algo peor. La salud es lo principal. Por fortuna, en mi entorno más cercano hemos tenido salud, así que nos podemos considerar privilegiados. Si no se puede salir a la calle tanto como quisiéramos o hay que usar mascarilla hasta que pase todo esto, lo considero un mal menor y lo acepto. Llevo peor, en cambio, el componente político de la pandemia: politizarla por el interés de cada uno, que nos usen para conseguir votos o nos manipulen con tretas y malas artes para hacernos creer cosas que no son. Desconfío totalmente de los datos que nos dan unos y otros y de los medios de comunicación. Es una pena, pero creo firmemente que intentan manipularnos a su antojo y por sus intereses.

¿Ha afectado a la promoción de tu nuevo poemario?

Es evidente que sí. De hecho, al final descarté hacer presentación del poemario, pues sinceramente no lo veía. Presentar con mascarilla algo que para mí es sagrado, recitar con mascarilla, con la gente guardando la distancia de seguridad, con límite de aforo… creo que al final lo que tiene que ser un acto bello se convierte en algo que ya no lo es tanto, y se pierde un poco la magia y el encanto que tiene que haber en momentos así.

Me apena mucho que la cultura se haya visto tan perjudicada. Tantos músicos cancelando conciertos, etc. Espero que todo acabe cuanto antes, porque esto ya es lo que le faltaba a la cultura para rematarla. Y un pueblo sin cultura es una verdadera pena.

¿Algún nuevo proyecto que puedas contarnos?

Estoy trabajando en otro poemario. Después de Solo si la vida es salvaje he continuado escribiendo versos y tengo ya un racimo de poemas nuevos que crecen poco a poco. Lo que ocurre es que la poesía es algo que no se fuerza, tiene que llegar. Y desgraciadamente no llega cuando nosotros queremos, sino cuando quiere ella. Pero ahí estamos, trabajando en un nuevo poemario. También, como he dicho, me he embarcado en una segunda parte de Romance, y también estoy dándole forma a otra obra de cetrería: una obra grande y ambiciosa que me va a llevar trabajo y tiempo terminarla pero con la que voy a disfrutar mucho. Espero publicarla de aquí a 2025. Todo eso y, por supuesto, tener salud para seguir disfrutando como hasta ahora de todo aquello que amo.

Para terminar, ¿quieres enviar algún mensaje a nuestros lectores?

Me gustaría mandar un mensaje de ánimo a todos. De positividad. De concentrar nuestra energía en ser positivos y en disfrutar cada día del regalo de la vida. Todo esto pasará, y volveremos a abrazarnos y besarnos. También un mensaje de socorro y de apoyo a la cultura y al arte, porque con la cultura y el arte la vida es mucho mejor, y el mundo un lugar mucho más hermoso en el que vivir.

ROBERTO BLANCO TOMÁS

FACUA Madrid informa a los usuarios sobre las llamadas ‘tarjetas revolving’

La asociación recomienda no recurrir a este tipo de producto salvo que sea estrictamente necesario para evitar situaciones de sobreendeudamiento

FACUA Madrid advierte que en las llamadas “tarjetas revolving” el usuario dispone de un límite de crédito determinado, aunque en la publicidad se indica que se devuelven a plazos a través de una cuota fija mensual pero si se realizan compras o disposiciones de efectivo ésta se renueva mensualmente.

En este sentido, la asociación recomienda valorar la cantidad económica que realmente se necesita a la hora de adquirir este tipo de producto y la cuota que se puede asumir al realizar esta operación, teniendo en cuenta que si se realizan nuevos movimientos la deuda puede no ir disminuyendo, sino que en la mayoría de casos ésta se va incrementando debido también a los elevados tipos de interés.

Estudio amplio

Por ello, FACUA Madrid insta a que por parte de los usuarios se realice un estudio lo más amplio posible de los productos financieros que se ofertan, y que únicamente se recurra a ellos en situaciones en que les resulte estrictamente necesario para evitar posibles sobreendeudamientos.

Asimismo, la asociación informa de los intereses usureros que pueden llegar a aplicar estas tarjetas. En este sentido, FACUA Madrid ha batallado en nombre de sus asociados demandas judiciales, logrando sentencias a su favor en las cuales condenan a la financiera a la devolución del doble del importe abonado.

FACUA MADRID