‘No dejen de leer, sea lo que sea’

Claudia Gómez, escritora y vecina de la Ciudad de los Ángeles, acaba de publicar su séptimo libro, la novela ‘Cenizas en el alma’

Claudia Gómez es escritora y vecina de la Ciudad de los Ángeles. Nacida en Orense, vino a los cuatro años y creció aquí; luego ha vivido más de 20 años en Chamberí, regresando al barrio hace seis. Precisamente poco después de su vuelta es cuando arranca su carrera literaria, corta hasta el momento pero sorprendentemente productiva: siete libros en tres años. El último, la novela Cenizas en el alma, acaba de salir al mercado.

Acabas de publicar Cenizas en el alma, tu séptimo libro, que está conectado con el primero…

Sí, Cenizas en el alma es un spin-off de mi primera novela, La flor de Chamberí, ambas históricas, mi género favorito. Los dos primeros capítulos de La flor de Chamberí estuvieron guardados dos décadas en un cajón, pero hace cuatro años se me rompieron los meniscos y no me podía mover, así que los retomé para concluirla. La escribí en dos meses, a 15 horas diarias, porque me venía todo de forma natural e iba lanzada. Entonces se la di a leer a un lector cero, y luego a otro y a otro, y todos me dijeron que tenía que editarla. Yo también estaba contenta con el resultado, así que me dije: “a por ello”. Una vez publicada, gente que la leyó me decía que bastantes personajes y situaciones daban para más. Claro, es una novela de 250 páginas, no quise hacerla demasiado larga. A partir de ahí, empecé a elucubrar Cenizas en el alma, la historia del protagonista masculino de mi primera novela.

La flor de Chamberí había surgido a partir de una mujer que yo conocí en 1981: una señora de unos 60 años que vendía flores en la Gran Vía por la noche. Conservé su nombre, Margarita, y basándome en esa persona real imaginé qué le pudo haber pasado para acabar en tales circunstancias y le armé una vida alrededor. Y ahora Cenizas en el alma es la historia de él, un periodista que tiene que exiliarse a México y allí conoce a otra periodista en un mitin de Cárdenas, personaje histórico central en la novela.

Aunque escribes desde los 12 años, no te has dedicado a ello hasta hace poco… ¿Cómo ha sido?

Es que he hecho un montón de cosas… Tengo 63 años, y en la vida tú quieres dedicarte a una cosa, pero ella te lleva por un montón de caminos. Soy la mayor de seis hermanos, hijos de un emigrante gallego que se fue a Venezuela y cuando volvió se compró un piso en la Ciudad de los Ángeles. Aquí nos hemos criado todos, y una cosa estupenda que hizo mi madre fue llevarnos a un colegio laico, al Luis Vives. Era privado, y tuvo que hacer muchísimos esfuerzos para que tuviéramos una cultura de un nivel medio-alto, pues en el colegio nacional te enseñaban apenas “las cuatro reglas”. Allí coincidí con don Isaac, el director del colegio y mi profesor de literatura y lengua. Y como mi madre decía que teníamos que rellenar bien los cuadernos porque no había dinero para comprar más, rellenabas hasta el final de la página todo lo que podías. Así que yo escribía mis poemitas en esos cuadernos, pues no tenía otros, y cuando él corregía mis ejercicios, los leía y le decía a mi madre: “Esta chica tiene potencial”.

Probablemente debido a esta formación siempre he tirado hacia la rama del arte y la cultura: he trabajado como bailarina, como cantante… Luego me he dedicado 30 años a la docencia de pintura antigua, del Románico al Renacimiento. También en 2012 empecé con el arte abstracto, y llegué a exponer en Nueva York en 2014. Solo me quedaba la escritura, y es ahora a lo que me dedico.

Háblame de tus otros libros…

He publicado siete libros en tres años, incluidas estas dos novelas, que hacen el primero y el séptimo. Mi segunda novela es de crecimiento personal, y se titula Cuando regresé al norte, por aquello de “perder el norte”. Mi siguiente libro vino al hilo de mi canal de YouTube dedicado también al crecimiento personal: hice una especie de reto de 30 días para modificar un poco tu forma de hacer las cosas y que tu vida cambie, y lo transformé en un libro. Es un libro interactivo: tienes que anotar, te plantea ejercicios, es para trabajar en ti mismo. Y ya el año pasado me metí con la novela romántica: novelas pequeñitas de unas 120 páginas que lees en dos trayectos de autobús, acaban bien y te dejan estupendamente. He planteado una serie de siete, cada una con un color del arcoíris, y por ahora llevo tres. Las firmo con el seudónimo Aïna Logan para diferenciar públicos, pues van dirigidas a uno más joven que el de las históricas. La serie se llama Shineville, que es una ciudad que me he inventado. Tratan sobre cosas que pasan allí, y en sus historias interactúan los personajes de las distintas novelas.

La autoedición es un camino duro… ¿Qué tal te ha ido?

Con La flor de Chamberí me fue bastante bien desde el primer momento: se empezó a vender poco a poco desde el principio y se sigue vendiendo a día de hoy. Engancha desde la primera página y ya no puedes parar, según me dicen los lectores. Una me decía: “No sé cómo lo has hecho, pero lo has hecho muy bien”, y yo le contesté que no tenía ni idea, que yo solamente hago lo que me nace del corazón. Y es cierto: no hago nada especial, supongo que es la pasión que siento a la hora de contar algo. Tenía un bisabuelo y una abuela que me contaban historias, he vivido esa tradición y de alguna manera lo reflejas, llevas eso ahí también. Después de La flor de Chamberí pensaba que a lo mejor era algo que había pasado solo con esa primera novela, que “me había tocado la varita mágica” y que ya no tenía más historias que contar, pero no ha sido así. Cuando se hace con el corazón, al final sacas relatos de muchos sitios: de cosas que te cuentan, de algo que ves…

¿Algún proyecto nuevo que puedas contarnos?

Sí, tengo un libro de autoayuda que quiero sacar ahora. Trata sobre “cómo empezar de nuevo en cualquier momento y a cualquier edad”, y es que volver a empezar no es fácil. También estoy escribiendo otra novela que no tiene nada que ver con las anteriores: se llama Los hijos del olvido, sobre los niños que se dejan en las inclusas. Tengo muy poquito, de momento solo unas mil palabras, pero ya la tengo encaminada, con la estructura y los personajes desarrollados.

¿Hay algún otro género literario que te tiente?

Pues mira, estuve durante un tiempo en un curso literario y empecé a escribir relatos cada semana. Hay cosas que no me veo haciendo, como la fantasía, pero escribí un relato futurista, una distopía… y me sentí algo rara al escribirlo, pero al final el resultado me sorprendió a mí misma. Lo he presentado a un concurso de relatos, a ver qué pasa…

¿Quieres enviar algún mensaje a nuestros lectores?

Lo primero: que no dejen de leer, sea lo que sea, porque no solamente aprendes, sino que además estoy convencida de que te hace mejor persona. Y lo segundo: que apoyen a los escritores del barrio, sobre todo a los que se autoeditan, porque es muchísimo trabajo desde que empiezas a escribir hasta que consigues que el libro esté en la calle.

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