A pesar de lo que nos han dicho siempre en cuanto al juego y la comida, yo te propongo que lo hagas. Jugar y, además, ¡invitar al resto de la familia a hacerlo contigo!
Como cualquier juego, lo primero que haremos será plantear las normas y directrices. Éstas pueden servir como ejemplo:
- Siempre debe haber un adulto supervisando.
- Todo lo que se fabrique será comestible.
- Cada vez que se juegue hay que introducir un nuevo alimento.
La dinámica del juego puede cambiar tantas veces como se juegue. Un ejemplo de juego divertido es aquel en el que hay que elegir cuatro colores y solo se utilizarán alimentos que coincidan con los colores elegidos. Podemos ir añadiendo dificultad.
¿Cuál es la finalidad de estos juegos? Encontramos múltiples beneficios:
— Momento de compartir en familia realizando una actividad entretenida y lúdica.
— Disfrutar de los alimentos en un ámbito distinto al plato y la mesa.
— Fomentar la imaginación, creatividad y la responsabilidad de los niños. Su papel en el juego es determinante para el producto final: debe saberlo.
— Introducir nuevas texturas, sabores, colores; desde el tacto al manipularlos hasta el sabor al comerlos.
— si los jugadores son adultos, podrán incorporar recetas nuevas a su cocina habitual, además de alimentos y sabores.
— Crear un vínculo sano con los alimentos.
Te animo a que incorpores este tipo de juegos en casa. Experimentar y saber cómo se elaboran los platos desde que somos niños nos despierta la curiosidad de probarlos y darles normalidad. Y lo que es más importante, ¡creamos hábitos saludables de alimentación!
Sarai Alonso Segura. Nutricionista