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El yoísmo

El yoísmo es una corriente actual de ponerse cada persona en el centro del universo, de sí mismo y a ser posible de los demás, si se dejan. Hasta hace poco se denominaba egocentrismo, que básicamente es sinónimo de “mirarse el ombligo” a todas horas.

Todos conocemos personas yoístas. Los niños lo son bastante porque no tienen construida una visión formada de sí mismos, socialmente, y su autoestima está incompleta. De ahí que sea tan importante que socialicen y se relacionen con otros niños en la escuela, convivencias, campamentos, actividades… pero a la par hay que ir fomentando en ellos valores como el respeto, la educación, la honradez, la lealtad. Decirles, por ejemplo, que a las personas mayores hay que tenerlas una consideración especial, por su edad, experiencia y fragilidad. Y como ya he dicho hasta la saciedad, estos valores se inculcan en casita, con la salvedad que los padres no los tengan o no sepan inculcarlos. Entonces vamos apañados.

AMo Ruiz Administrador fincaas

Y como ya saben que me encanta ilustrar con ejemplos, imagínense un barrio selecto de Madrid, una universidad privada guay, salida de estudiantes. Algunos ocupan las aceras, sin consideración a los viandantes, ni siquiera si pintan canas. En el cruce de enfrente de dicha universidad pasan haciendo corrillos, bromeando y empujándose, y la pareja de ancianos o se aparta con dificultad o incluso son empujados.

Me pregunto cómo tratarán a sus propios abuelos, qué profesionales de lo que sea saldrán de gente tan egocéntrica, prepotente y encantada de haberse conocido. Ni la cultura, ni el dinero, ni la belleza, nada, justifica la falta de respeto y consideración. De lo expresado sobre los niños, deduzco que estos universitarios aún no han crecido. Confieso que cuando me encuentro con uno educado y amable se me saltan las lágrimas de la emoción.

Tengo una amiga que me cuenta estar alucinada de lo que ponen en el WhatsApp de los padres de la clase de sus hijos. Ha llegado una nueva profesora este curso y ya tiene sus correspondientes etiquetas negativas, motes insultantes, y no ha pasado ni un trimestre desde que empezó. Los niños, que son muy espabilados, lo oyen y ya se pueden imaginar qué autoridad puede tener esa profesora en el aula. Su hija, muy tranquila y respetuosa, está ya en el punto de mira de sus compañeros porque no insulta y no participa de esta falta de educación, y la madre tampoco. En consecuencia, ambas empiezan a sufrir rechazo en sus ámbitos respectivos porque son la excepción. ¡Qué triste ser en una clase (unos 25 alumnos) la única madre razonable y madura que entiende un respeto imprescindible a una profesora que va a estar con sus hijos todo un curso y a la que se debe dar una oportunidad porque acaba de aterrizar y no recibir una sentencia tan rápido! Ponerse en el lugar de esta profesional sería una buena forma de enfocarlo; empatía, que está muy de moda solo en teoría.

En algunos colectivos los yoísmos se van fusionando, de manera que se forman paredes y muros en los que si no te adjuntas eres mal visto, estás en contra, eres raro… Ya hace bastante tiempo, pero aún recuerdo de la escuela de Primaria las reuniones de padres. Yo quería llevar a los alumnos a museos, de los que Madrid tiene abundancia. Los padres preferían que se les llevase a parques de atracciones, que están fenomenal para llenar el ocio e ir en familia. Como formativo y educativo, propio de la escuela, me resultaban más adecuados los museos y exposiciones. Y como siempre hay quien toma el rábano por las hojas, algunos padres me preguntaban capciosamente si no había dicho yo que debían socializar los chavales, y con mucha paciencia les trataba de explicar que en un museo, con guía y todo, se aprende, se socializa y se tienen actividades distintas e interesantes.

A un yoísta no le preocupa mucho el bien común, porque no se siente sociedad. Si destroza mobiliario urbano, derrocha alimentos o recursos, ensucia sin remordimientos… es un yoísta de libro. Pero si pasa de todo, no se implica en nada, no colabora con su pequeño granito de arena, también.

Necesitamos que mejore el nivel académico. Somos uno de los países europeos donde más abandono hay de alumnos en los institutos y más “ninis”, chicos que ni estudian, ni trabajan, ni nada. La culpa hay que repartirla equitativamente. Dejo a su criterio el porcentaje que puede corresponder a cada sector del ámbito escolar: profesores, padres, alumnos, sociedad. Por mi parte, lo tengo claro. Pero también necesitamos que se relajen los egoísmos y miremos un poco por el prójimo, sentirnos sociales. En la escuela, en las comunidades de vecinos, en los grupos de ocio… Vamos, en todos aquellos colectivos en los que estemos inmersos.

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