Sarai Alonso Segura
Horarios, rutina, estrés, prisas, trabajo, actividades programadas… ¡Cuánto movimiento! Ahora realiza el ejercicio de parar, intentar pausar el tiempo y saborear el presente. Piensa en el día que ya ha terminado y observa el tiempo dedicado a cada actividad. ¿Cuánto has invertido en alimentación? Sorprendente, ¿verdad?
Siendo algo que realizamos mínimo cinco veces al día, seguramente haya personas que habrán respondido no saberlo exactamente o gente que no es consciente siquiera de haber comido.
Alimentarse de forma consciente implica todo lo contrario. Conseguirlo es un proceso que puede llegar a ser largo y complicado, pero desde el primer paso se ven buenos resultados. Aquí tienes los más básicos para empezar a trabajarlos:
1. ¿Qué estoy comiendo? Tengo que pensar qué es lo que estoy haciendo, cómo me hace sentir, qué tal se adapta a la actividad que realizaré después, qué cantidad necesita mi cuerpo, cuáles son las propiedades de las que me puedo beneficiar…
2. ¿Cuándo quiero comer? Soy yo quien impongo unos horarios al organismo, soy consciente de lo que tomo y cuándo lo hago. Logro controlar los impulsos que me llegan a deshoras (fuera de los horarios establecidos previamente).
3. ¿Qué necesito? Estoy viendo el escaparate de una pastelería. Un letrero llama mi atención: tres bollos por solo 1,50€. Quiero uno, pero antes miro el reloj. No ha pasado más de una hora desde la comida. No, no lo necesito. Ese letrero no podrá conmigo.
Incorporando estos tres aspectos a nuestro día a día lograremos ser nuestros propios dueños. Porque ésa es la clave: ser yo (mente, razón) quien decide, y no mi cuerpo (impulso).