Mi querido Gregory (Gregorio Palacios) falleció de modo inesperado y con él una parte excepcional de Villaverde se ha ido para siempre. Le conocí cuando se creó el grupo teatral Bambalina Viba. Lo primero que me llamó la atención era su osadía para todo, parecía no temerle a ningún reto, eso me encantaba. Aquella fue nuestra primera aventura. Posteriormente interpretó a aquel personaje sin complejos en nuestro acercamiento a El castigo sin venganza de Lope de Vega llevado al western. Si algo tenía seguro, era que el envite que le propusiese a Gregory lo aceptaría. En un principio mostraba cautela, pero inmediatamente agarraba el guante y ya no lo soltaba. Su salud, tambaleante en tantas ocasiones, le hacía tener algo de respeto a algunos retos, pero siempre tiraba para adelante y jamás faltaba a nada, no recuerdo su ausencia en ningún ensayo, lectura o reunión. Era muy responsable y siempre compañero sincero. Nuestra relación se fue estrechando y brindábamos mientras me reía con sus ingeniosas respuestas y “maldades” maravillosas y llenas de tino. Poco a poco fueron llegando proyectos y nuestra aventura en el largometraje, concretamente su historia de la Mujer Barbuda fue la que primero articulé para que la película tuviese consistencia. Bordó ese personaje e incluso me regaló uno de sus espléndidos dibujos, que era una versión, muy personal, como todo lo que hacía, de aquel cadavérico Autorretrato de Leon Spilliaert. En mi cuarto lo tengo colgado, por lo que todos los días veo una parte de Gregory.
Hablar de su implicación en el barrio sería hasta una grosería. ¿Acaso alguien no era consciente de ello? Me encantaba pasarme por la aso y preguntarle cosas, a ser posible picantes. Tenía mucha gracia. Añoro nuestras conversaciones a extrañas horas o las preguntas que me hacía de ciertos títulos. Era una persona comprometida y sabías que no te iba a fallar. Me encantaban sus errores en los destinatarios de WhatsApp y que mandase vídeos impropios a grupos serios, eso era tan fascinante como sus análisis sociológicos. Era un humanista muy completo.
Gregory era una persona que, una vez había entrado en la vida de uno, ya no la iba a abandonar. Ahora no está, pero continúa presente y sé que ya aunque falte para siempre, él estará. Cuando íbamos a hacer nuestra segunda película —que no pude dirigir por motivos personales— mantuvimos largas conversaciones sobre su Mujer Barbuda: sí, repetía rol —el único personaje que lo hacía— en esa nueva barrabasada circense. Su ilusión me hizo plantearme que siguiese creciendo aquella Mujer Barbuda. Teníamos otra pequeña historia esbozada, pero no la hicimos y ya no se hará, porque nadie, a excepción de Gregory, podría interpretar ese personaje que él hizo suyo con fervor, amor y mucha entrega.
Otro proyecto que se quedó en el tintero fue aquella aproximación a Ricardo III. Aún contemplo aquel vídeo que hicimos en el que reinaba aquella camiseta verde de rayas que tenía y en la que repetía, contrahecho y con cojera, “Ahora en el invierno de este nuestro descontento” y llegaba el silencio para continuar repitiendo tres veces “diform, diform, diform…”. Maestría absoluta.
En ocasiones era un caballero andante, o un Quijote con conciencia de ser Alonso Quijano. Va a ser ésta una Navidad extraña sin Gregory, sin escuchar sus anhelos, sus enamoramientos, sus nostalgias, sus réplicas mágicas o su sentido del humor.
Podían existir múltiples Gregorys, éste es el mío, con quién compartí ratos, charlas, angustias, risas, cotilleos, cultura. Éste es y será a quien añore, porque simplemente habrá que aceptar que no está, pero no por ello dejará de doler.
Se ha ido un activista, un amigo, un ser entregado, un poeta del desconsuelo y me apena mucho que no vaya a estar, porque él quería vivir y lo hará en cada uno, aunque no le pueda ver más que en aquellos vídeos que aún guardo y que jamás borraré. Buen viaje, amigo. Volveremos a vernos, veremos cuándo.
Recientemente falleció Petronela Lladó, una barcelonesa afincada en París a la que conocí accidentalmente hará cuestión de un par de años y a quien cogí un gran aprecio.
Mi primer encuentro con ella fue en Murcia en una feria de minerales. Yo, como gran aficionado a la mineralogía, acudí con gran interés al evento. Me encontraba disfrutando de la feria a la vez que me recorría con gran detalle todos los stands adquiriendo aquellas piezas que en base a mi presupuesto me parecían mas significativas, cuando para cerrar las adquisiciones decidí comprar un lingote de cobre de 1 kilo y de una pureza de 999,9% con una peculiar inscripción que lo hacía muy atractivo. Estaba ya en mi poder y me disponía a pagar cuando apareció Petronela y le comentó altiva al vendedor que lo había encargado ella con anterioridad. Me quedé confuso, pero le devolví el lingote al vendedor, quien se lo entregó a Petronela. Ella primero se disculpó conmigo y posteriormente me dio las gracias. Yo le quité hierro al asunto, cosa que agradeció indicándome que quería aquella pieza porque tenía una sección de metales fenicios y aquel lingote completaría su estantería.
A partir de ahí comenzamos a hablar y ya no paramos de hacerlo. Me habló de sus colecciones, las cuales visité personalmente meses después en su domicilio de París aprovechando una feria de piedras y metales preciosos que se estaba celebrando en la capital francesa. Todo lo que me explicó anteriormente acerca de sus colecciones se me quedó corto una vez que las vi en persona. Su mansión albergaba una especie de nave en el jardín en la que guardaba parte de sus piezas, las cuales eran espectaculares y podrían dejar en evidencia a cualquier museo especializado en la materia. Petronela disponía de osmio, el mineral más denso de la Tierra y uno de los más escasos en la naturaleza; también tenía piezas deslumbrantes de fulgurita, un mineral muy peculiar que se crea cuando un rayo cae sobre la arena vitrificándola al calentarse. Las piezas que atesoraba de fulgurita eran de gran tamaño, jamás había visto unas iguales ni siquiera en fotografías.
Después de un rato atravesó la nave, flanqueada ésta a ambos lados por minerales de todo tipo, hasta que llegó a una pared donde desplegó una pantalla y me puso una serie de filmaciones que me impactaron. En una de ellas se podía ver pequeñas muestras de astato que tuvo en su poder. Éste es un mineral del que se calcula que solo existen en nuestro planeta unos 25 gramos, lamentablemente al ser muy inestable su vida tiene una duración de entre 8 horas y nanosegundos. Petronela filmó las dos horas que duró hasta que se disipó. Sin salir de mi asombro a posteriori me enseñó otra filmación de berkelio, un material que no existe en la naturaleza y que se crea bombardeando americio con partículas alfa en un ciclotrón y del cual solo se ha creado hasta ahora 1 gramo. No sé cómo ni tampoco me lo explicó, pero el caso es que estuvo presente en el ciclotrón cuando se creó.
Después de visualizar los tremendos documentos gráficos que me enseñó, subimos a su casa, donde cada habitación estaba decorada con gemas, piedras preciosas y minerales. En muchos casos se encontraban expuestos en cuadros exquisitamente presentados, así como también había vitrinas de diferente tamaño que contenían piezas de oro de ley, de oro blanco, de oro rosa, esculturas de platino, murales colocados estratégicamente en los que resaltaban incrustaciones de rubíes, zafiros, esmeraldas, diamantes, muestras de tanzanita, ejemplares de coltán (del cual me regaló una pulsera grabada con mi nombre que guardo como el mayor de mis tesoros) y muchísimos minerales más que me llevaría una eternidad describir.
Nuestra relación fue corta y estrictamente mineralógica, siempre hablábamos de los mismos temas en nuestros encuentros, pero jamás nada me llenó tanto, por eso cuando me enteré de su fallecimiento me apené muchísimo y dedico este artículo a su memoria. Descanse en paz, Petronela Lladó, la mujer más maravillosa que jamás conocí.
Historias increíbles es una sección literaria: los textos publicados en ella son pura ficción, y por lo tanto cualquier posible parecido con la realidad es mera coincidencia.
ViIlaverde consiguió el título de villa en 1712 por merced de Felipe V (retrato por Jean Ranc, c. 1723. Museo del Prado).
En la época de los Reyes Católicos, en la relación con lo aportado por el concejo de la villa de Madrid, con sus arrabales y aldeas, para contribuir a la Guerra de Granada, aparecen como contribuyentes Villaverde y La Algarrada. Así mismo, a finales del siglo XV debía de tener bastantes vecinos, porque en la contribución económica para reconstruir el puente de los Viveros en Madrid era uno de los máximos contribuyentes junto con Getafe, Fuenlabrada y Leganés.
En la época de los Reyes Católicos (a quienes podemos ver en un retrato de boda) aparecen Villaverde y La Algarrada como contribuyentes para la Guerra de Granada.
El concejo de Madrid a veces celebraba sus reuniones en alguna de sus aldeas. En agosto de 1488, la iglesia de Villaverde fue el lugar de encuentro de esas reuniones.
El origen del nombre de Villaverde no está claro: para unos deriva del verdor del paisaje del entorno y para otros de la ermita de Santiago el Verde.
En 1528 (Censo de Pecheros de Carlos I) Villaverde contaba con 179 vecinos, “la mayoría labradores que tienen tierras arrendadas a caballeros, personas ricas y conventos de la villa de Madrid y que en parcelas propias producen vino y crían ganado en poca cantidad”. Se censan 19 viudas, 24 menores, 2 pobres y 14 exentos de pagar impuestos. El pago por impuestos era de 182,55 maravedíes por familia.
Los terrenos de La Algarrada, en la misma fecha, eran de Antonio de Luzón y de Diego de Vargas, paje del emperador Carlos V y corregidor de Valladolid, casado con Elvira Bernardo de Quirós. En esa fecha tenía un solo vecino y se despobló definitivamente en 1551. Poseía el privilegio de ser excluida de pagar impuestos al rey (exclusión de hasta diez vecinos). Se lo concedió en 1467 cuando era de Pedro de Vivero, con facultad para prender a cualquier persona que cazase palomas, perdices, lobos, ciervos u otros animales en el término de Algarrada y encarcelarlos hasta que pagasen una multa de 500 maravedíes. Fue confirmado el privilegio por los Reyes Católicos en Madrid el 21 de marzo de 1477.
El pago del impuesto en 1528 de los “Servicios de su Majestad”, en Villaverde, fue de 182,55, solo superado por lo pagado por Madrid y Getafe. Era un impuesto aprobado por las Cortes que se destinaba a sufragar las necesidades de la corona.
Como hemos ido viendo, algunos poblados hasta el siglo XVI estuvieron poblados o despoblados ocasionalmente.
En el siglo XVI contaba con el soto y abrevadero de La Algarrada, con pastos y prado del concejo de Madrid. Próximos estaban el prado Serrano; más abajo el soto y presa de La Pangía, con pastos comunales de Madrid; lindando con los anteriores, el soto y ejido de Zurita, antiguo poblado como La Algarrada, y las tierras de Hormiguera. Algunos de ellos, como los de La Pangía y el de Hormiguera, fueron pasando a manos privadas.
El soto de Hormiguera perteneció al mayorazgo de los Luzón y Francisco Melchor de Luzón Guzmán se lo arrendó a Ana de Córdoba Enríquez, condesa de Medellín. Los primeros propietarios del soto de La Pangía fueron Urraca Fernández y Martín López de Daganzo, que venden parte de los molinos y casa de Pangía a Alfonso García de Paredes y Catalina González, su mujer en 1418. En 1427 lo era con un molino Luis de Toledo. El último propietario fue Manuel Fermín de Baraybar en 1818 (Diversos-Mesta, 540, nº 1). Entre dichas fechas los propietarios fueron Álvarez de Toledo, Núñez de Toledo, Toledo y Mendoza (marqués de Villamayna) y familia Baraybar y León.
El nombramiento de Madrid como capital por Felipe II hizo aumentar la actividad económica de Villaverde (Retrato por Sofonisba Anguissola, 1565. Museo del Prado).
Según las Relaciones de Felipe II (1556-1598), en 1576 tenía 250 vecinos, era una aldea pobre y de gente necesitada. Las casas eran de tapial y rafas de yeso y piedra. Poseía un prado comunal para el ganado, una iglesia (la de San Andrés) y dos ermitas, la de Santiago y la de la Magdalena. Hacía 25 años que se despoblaron Zurita y La Algarrada, porque hubo “gran mortandad”. Distaba media legua entre ellas y estaban en la ribera del río Manzanares. Sus vecinos pasaron a Villaverde.
La ribera del término con el río abarcaba una legua o legua y media. Había cuatro prados; tres llegaban hasta el río, eran de particulares, y cinco sotos llamados Arganzuela, Hormiguera, Algarrada (lleno de retamas), Pangía (con un molino) y Zurita. Esta última estaba junto al río y era de los vecinos, los demás de particulares de Madrid.
En 1587 (Censo de los Obispos) contaba con 180 vecinos, y en 1591 (Censo de los Millones) tenía 331 vecinos.
En la época de Felipe II era abundante el agua en la aldea porque en invierno pasaban dos arroyos caudalosos y en verano uno, y contaba con muchos pozos. El nombramiento de Madrid como capital, en 1561, por dicho monarca hizo aumentar considerablemente la actividad económica de Villaverde, como principal abastecedor de pan y carne.
Felipe II mandó construir el puente de Segovia en 1578, según proyecto de Juan de Herrera. Para ello, todos los pueblos y aldeas de los alrededores de Madrid tenían que colaborar en los gastos, dependiendo de su población. Villaverde lo hizo con 32.256 maravedíes, el tercer máximo contribuyente, después de Getafe y Leganés.
El siglo XVII fue una época de crisis en España y en Europa. En España se agudizó por epidemias, climatología adversa, malas cosechas, agotamiento económico por las continuas guerras para mantener el imperio ya en decadencia, expulsión de los moriscos y descenso demográfico por la gran mortalidad entre los jóvenes reclutados para el ejército. Villaverde también sufrió la crisis hasta tal punto que si en el año 1591 tenía 331 vecinos; y en 1643, 163; en 1694 había bajado a 86 vecinos. Curiosamente, en estos vecindarios aparece Zurita con 12 vecinos en 1643 y 22 en 1694, aunque se había despoblado varias veces en siglos anteriores.
El Ayuntamiento, en 1634, decidió roturar el prado Caballos que estaba en Tordegrillos, camino de las eras, y arrendar para pastos las eras de los Cenazales y el Verdinal para con el dinero conseguido socorrer a los vecinos (Montero de la Cruz, 1891).
Entre 1629 y 1631, el soto de La Sopeña era de propios del concejo de Madrid, y se arrendó por 588 reales al año, un 0,1 de las tierras de propios de la villa de Madrid (Hernando Ortego, 2003). Junto a los pastos se incluía en el arriendo leñas bajas, la caza (conejos) y la pesca.
En 1644 el concejo de Madrid comunicó a las autoridades de Villaverde que debían pagar 600 reales para la reparación de los puentes de madera que no soportaban las crecidas del río Manzanares. Aludiendo a la bajada de población consiguieron rebajarlo a 521 reales. Por esta época tenía dos pósitos, uno real; tres tiendas, una de venta de tocino, un colmado y una carnicería; también contaban con una taberna, un mesón y una posada (Gea Ortigas, 2002).
En 1648 había en Villaverde una tienda de tocino llevada por Tomás Collado, otra tienda a nombre de Juan Moreno, una taberna y un mesón (Adán Poza. 2015:130).
En 1652 carecían de agua suficiente y la que había era nociva. Por ello el Ayuntamiento acordó vender la tierra del prado Horcajo y hacer con su importe una fuente cerca del arroyo Malvecino, enfrente de la casa de Francisco Luzón. La fuente tenía pilón y dos caños. Las aguas las trajeron del término de Leganés.
En el siglo XVIII, entre 1706 y 1767, se plantaron árboles en el pueblo para el “ornato público” y para “mejorar las condiciones higiénicas”.En 1710 tuvo un campamento el aspirante al trono español, Carlos de Austria, en la Guerra de Sucesión. Por esa fecha se reformó o construyó el edificio del Ayuntamiento.Villaverde consiguió el título de villa en 1712 por merced de Felipe V (1700-1724).
D. Pedro Castellanos y su esposa Dña. Agustina Jiménez fundaron un hospital en 1713, regentado por la cofradía de San Andrés. En 1786 “estaba muy pobre”, y en 1921 ya no existía. Se encontraba en la calle Hospital, hoy Asfalto.
Según el Catastro de Ensenada de 1752, tenía 119 vecinos, seguía siendo de realengo y del partido judicial de Madrid. Junto al río se encontraban tres sotos: el de La Algarrada, el de La Pangía, de Pedro Yermo, regidor de la villa de Madrid, del que se extraía pasto y leña, con una extensión de 250 fanegas. También tenía un molino que molía, cuando estaba activo, 400 fanegas de trigo. En el soto de Luzón del Mayorazgo de Osera había otro molino que molía lo mismo que el anterior.
Según el Censo de Floridablanca de 1787 contaba con 120 vecinos y producía trigo, cebada, garbanzos, algunas hortalizas y tenía hornos de tejas.
En el mapa que delimita las tierras de Madrid y Segovia de 1773 aparecen, en la ribera del Manzanares del término de Villaverde, los sotos de Luzón, cerca del arroyo Pradolongo; La Pangía, cercano al arroyo Butarque; y Hormiguera entremedias de ambos.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, la industria de Villaverde consistía en siete hornos de tejas y ladrillos, una fábrica de jabón y otra de chocolate que tenía un particular en su casa (Nicolás Ferrando, 2018:109).
MADRID CAPITAL En 1559, Felipe II decidió trasladar la sede de la corte y convirtió a Madrid en la primera capital permanente de la monarquía española. Desde entonces, salvo un breve intervalo entre 1601 y 1606, Madrid ha sido la capital de España y sede del Gobierno
de la nación.
El proyecto incluye renovación del pavimento de las aceras, mejora de la red de alumbrado, renovación de mobiliario urbano y adecuación de los servicios generales
El Ayuntamiento de Madrid, a través de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo de Madrid (EMVS Madrid), está ultimando las obras de reurbanización en la zona de San Nicolás-Arechavaleta, en el distrito de Villaverde. El delegado de Políticas de Vivienda y presidente de EMVS Madrid, Álvaro González, acompañado del concejal del Distrito, Orlando Chacón, ha visitado las obras de esta área de regeneración y renovación urbana (ARRU), en la que se están llevando a cabo diferentes actuaciones de rehabilitación para mejorar la vida de los vecinos.
El objetivo de estos trabajos de regeneración urbana, en los que el Consistorio ha invertido más de 4,8 millones de euros, es dotar de mejores accesos al ámbito de actuación, renovando la imagen del barrio. El proyecto incluye mejoras de accesibilidad en las vías públicas y de la red de riego, renovación del pavimento de las aceras, sustitución del alumbrado público, instalación de tres fuentes de agua potable, mejora de las zonas verdes y construcción de una zona biosaludable de calistenia con cinco elementos y un circuito ciclista.
Durante la visita, González ha destacado que “el objetivo de esta actuación de rehabilitación y regeneración urbana en Villaverde es facilitar el día a día de los vecinos, mejorando su calidad de vida y su relación con el entorno a través de la renovación de la zona”.
En el proyecto de reurbanización que EMVS Madrid está realizando en San Nicolás-Arechavaleta se ha dado prioridad a la dotación de recorridos peatonales continuos. En concreto, se han mejorado los recorridos existentes que permitían atravesar el barrio en dirección norte-sur, al tiempo que se han añadido otros nuevos que permiten la conexión transversal de los espacios mediante un eje este-oeste que relaciona distintos espacios clave dentro del ámbito.
Por otra parte, el área no se entiende solo como un lugar de paso, sino también de estancia, por lo que se renovarán dos grandes zonas verdes para que sean estanciales, saludables, de práctica deportiva o de reunión vecinal.
Estado de la actuación
Actualmente, ya se han terminado por completo las obras de las calles de Lezo, Lazcano, Escoriaza y Orio, dentro de la zona de San Nicolás, mientras que en la de Arechavaleta se han concluido los trabajos de las calles de Arama, Totanés y Arechavaleta. Se está trabajando en la pavimentación de la calle de Anoeta y faltaría por actuar en la zona verde situada entre Arechavaleta y Alcocer. En concreto, ya se ha ejecutado el 80% de las obras y se estima que los trabajos finalicen en el primer trimestre de 2025, nueve meses antes de lo previsto inicialmente.
Recordad está tarde veremos en nuestra asociación el cortometraje»Céntrico» de Luso Martínez, junto a el y después charlaremos sobre los problemas de la vivienda FRAVM Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid
Invitamos a niños y niñas de 10 a 14 años a formar parte de esta emocionante experiencia teatral los viernes de 17:30 a 18:30 horas.
Las sesiones se llevarán a cabo en el local de la asociación.
¡Ven a desarrollar tu creatividad, hacer nuevos amigos y divertirte mientras actúas!