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Carpas de sensibilización COVID 19 en Villaverde Alto

¿QUÉ ES?

Es una estrategia de intervención comunitaria que refuerce el conocimiento de la población sobre la transmisión del COVID-19 y las estrategias de prevención.

En este contexto, las epidemias como la COVID-19 ponen en valor la consideración del barrio como escala para la promoción y prevención, siendo el mismo una herramienta de gestión adecuada para dar respuesta, informando, educando, creando vías de participación, activando las redes comunitarias y organizando los recursos para disminuir la incidencia de la COVID-19 sobre la población.

¿CON QUÉ OBJETIVO?

Prevenir la transmisión de la infección por COVID19 y promover estilos de vida saludables, adaptados a la población vulnerable.

Se dará información, se resolverán dudas relativas a cuestiones sanitarias de transmisión y de prevención y se realizará una escucha activa para conocer también inquietudes y necesidades.

¿A QUÉ POBLACIÓN VA DIRIGIDO?
A toda la población, haciendo especial hincapié en los grupos más vulnerables.
INFORMACIÓN A TRANSMITIR
  •   Uso correcto de la mascarilla, aclaración sobre tipos de mascarillas e hincapié en la necesidad de cambiarla.
  •   Forma correcta del lavado de manos, haciendo demostraciones con el gel hidroalcohólico.
  •   Reuniones sociales se reducen de 10 a 6 personas.
  •   Restricciones de la movilidad.
  •   Se desaconsejan los desplazamientos no imprescindibles
  •   Restringida la entrada y salido salvo motivos médicos, laborales, educativos y cuidado de personas.
  •   Se permite los desplazamientos por la vía pública dentro de estos perímetros de las zonas básicas.
  •   Distancia de seguridad en las relaciones interpersonales de al menos metro y medio o dos metros.
  •   Indicaciones de cómo proceder si te diagnostican positivo en PCR.
  •   Indicaciones de cómo proceder para contactos de PCR positivo.
  •   Importancia de la cuarentena para evitar la transmisión del virus
  •   Informar sobre la campaña de gripe que se inicia el 15 de octubre. Habrá información en la página del Ayuntamiento (Madrid Salud).
  •   Justificante a usar para los desplazamientos: se va a tuitear desde Madrid Salud, para poder facilitárselo digitalmente a las personas.

JUEVES y VIERNES, 1 Y 2 DE OCTUBRE – Calle de las Olas esquina a Calle Potes (Villaverde Alto) desde las 15:30 horas hasta 18:30 horas.

CMSc VILLAVERDE-MADRID SALUD

LA TABLA

Apartaré el edredón hacia ese otro lado que nunca piso al levantarme, e intentaré incorporarme otra vez. La verdad es que sin la ropa de la cama me siento ligero, extrañamente más plano, pero no entiendo por qué no puedo flexionar el cuerpo ni moverme como yo quiero. Me noto aprisionado por los brazos y las piernas, y siento el pecho endurecido. ¡Si mi amigo Terrón me viera! Él, que se mueve sentado en su silla giratoria detrás de su mesa en la agencia de viajes, con su ondulada y flácida “barriguita” a cuestas.

Tengo la voz áspera y noto en la lengua un sabor raro, a jugo de tronco de árbol recién cortado. Además, se me debe haber metido algún tipo de resina en los ojos o alguien ha puesto un velo delante de mí para que no vea. Es molesto y me molesta esta postura. No tengo libertad de movimientos y empiezo a agobiarme. De todas formas, lo he pensado mejor y no me voy a levantar todavía. Le diré a Mercedes que me prepare la corbata de rayas azules con fondo blanco, los mismos tonos que la tabla de planchar, que a mí es la que más me gusta, la más nueva, aún no tiene ni una arruga, ¡está tan lisita!

Hoy es un día importante, tengo una entrevista con el señor Selleck y en XXX son muy estrictos con el horario. El señor Selleck me pregunta que si no me canso de estar siempre tan estirado en mi silla delante de mi ordenador. Dice que tal vez esa postura no sea buena para mis programas informáticos ni para mis análisis de sistemas, que los números se ven más manejables si uno no se mantiene tan rígido y que si uno es positivo, hay momentos en que parece que te sonríen, en especial cuando te cuadran las cuentas. José Miguel y Sergio también me lo han dicho repetidas veces. Quizás tengan razón, debería ser más flexible conmigo mismo, físicamente más adaptable, dejar que mi cuerpo actúe con naturalidad, no envararlo ni tensionarlo estúpidamente por nimiedades o por pequeñas contrariedades.  Pero ya he perdido la elasticidad de cuando era niño y ser portero en el equipo de fútbol de mi antigua empresa no me ayuda nada porque apenas intervengo en el juego y, cuando lo hago, es muchas veces para agacharme a recoger la pelota de dentro de la portería.

Ahora se me ocurre pensar en que nunca había entendido muy bien aquel apodo de “El chino” que me pusieron mis compañeros, hasta que el otro día me encontré con Fernando en el supermercado. Me alegré al verle, hacía bastante tiempo que no hablaba con nadie de los viejos tiempos y lo agradecí. Me aclaró por qué me pusieron el mote, no era por lo que yo pensaba, sino porque yo tenía la costumbre de estirarme los párpados con la visera. También me recordó que tenía verdadera obsesión por alisar los pliegues del pantaloncillo y todo lo que llevaba puesto, dijo que tenía que haberme llamado Perfecto y de apellido Metódico.

¡Puf! ¡Qué sabor a plástico caliente me ha venido a la lengua! Lo reconozco, me molestan las arrugas en el pijama, en las sábanas, en cualquier parte, cogen vicio y no hay manera de quitarlas.

Tal vez me he precipitado y debería esperar a que se me desentumezcan los músculos atrofiados. Me tira bastante la piel cuando me remuevo, es como si una barra de metal templado tintineara dentro de mí. Siento dentro del estómago un timbre oxidado que suena sin parar, alertándome de que algo está cambiando en mi cuerpo.

¡Que tarde es! Me parece que ya sale el Sol, vislumbro la claridad que entra en el cuarto a través de las cortinas. Debería levantarme, Mercedes me va a regañar por el retraso, pero se está tan bien ahora. Toda la noche he sentido frío en los pies y en las piernas y hasta en los muslos y ahora que he encontrado un huequecito caliente bajo las mantas, no me apetece mucho cambiar de postura, aunque sé que tarde o temprano tendré que dejar la cama. El pequeño Elmo no tardará en despertar y Mercedes me llamará para que lleve a Carmen al colegio. Seguro que ya me tiene preparada la corbata junto a la camisa nueva, regalo del Día del Padre. No sé cómo lo consigue, pero me gusta lo que hace mi mujer, la ropa no tiene ni un mal plieguecillo, ni la más mínima arruga. Por Mercedes no pasa el tiempo, es encantadora e incansable, tiene un carácter felizmente incombustible, pero a veces es un poco quisquilla. Anoche sin ir más lejos, cuando me puso los pies sobre los míos, que normalmente están calientes, dio un gran respingo y me abroncó porque pensaba que había metido una plancha de metal bajo las sábanas. Yo estaba soñando angustiado con el partido del día siguiente porque, por más que lo intentaba, no podía mover las piernas. Qué mal trago pasé. Menuda pesadilla.

Si me quedo en la cama un poquito más no creo que me regañe, otras veces he llegado más tarde por llevar a la niña al colegio o a Elmo al médico. El pequeñín no ha dejado de tener problemas con el lacrimal desde que nació. Ayer me asusté porque cuando fui a darle el beso de buenas noches, me miró y se puso a llorar como un energúmeno sin derramar una sola lágrima, a lo mejor barruntaba esta desgana que me invade hoy.

Siento mi cuerpo dentro de otro cuerpo y no echo de menos el mío. Pero qué cosas digo, esto es pasajero, una abulia momentánea, en cuanto me lo proponga, ¡ale hop!, doy un salto, que no lo da ni mi Tarzán favorito en su mejor película. De todas formas, ya que hoy estoy con la neura melancólica, debería aprovechar para corregir el capítulo de los tarzanes mudos que me pidió novelar el editor, además tengo los papeles en la mesita de noche, así que no me cuesta ningún trabajo alcanzarlos, sólo tengo que alargar la mano. Una foto de Elmo Lincoln, el Tarzán mudo con su taparrabos de lunares, quedaría muy bien al final del texto.

Ya oigo a Mercedes por el pasillo, ojalá me traiga la corbata nueva y la camisa. Si no, se me va a hacer tardísimo y no sé ya cómo sacarme de encima este cansancio agotador.

Es curioso, ayer, durante el desayuno de trabajo, jugaba a un juego con los compañeros. Fue mi hija la que trajo la idea del colegio y como me gustó, se la propuse a Sergio y a Miguel, que aceptaron enseguida. El juego consistía en elegir cada uno lo que más le habría gustado ser, y los demás debían acertarlo en tres veces. Yo siempre quise ser como una tabla de planchar, no sé, me gusta su textura lisa, sin una arruga, tocar y oler su superficie caliente después de pasar la plancha. Yo quiero mucho a mi tabla y tengo un recuerdo entrañable de una compañera suya, la tabla de surf. Los veranos los pasaba con mis padres en el apartamento de Almuñécar y yo me iba a surfear a donde fuera con ella. Qué agradecida era, cómo controlaba el movimiento de las olas y cómo se peleaba con el agua para que pudiera mantenerme de pie el mayor tiempo posible. Nos complementábamos tan bien que, a los ojos vigilantes de mis padres, éramos indistinguibles en el agua y llegaban de veras a asustarse. Yo, erguido sobre la tabla, saludaba con la mano y trataba de ordenar mis movimientos, como si estuviera ejecutando un programa informático. Todos esos veranos familiares sentí mucho amor por esa tabla y les estoy muy agradecido a mis progenitores por el regalo tan preciado que me hicieron. Desde que tenemos niños, seguimos veraneando en Almuñécar, pero ya no hago malabarismos sobre el agua, Mercedes tiene miedo de que me pase algo irreparable y los niños son aún demasiado pequeños. De todas formas me llevo la tabla con nosotros al apartamento, la cuido con mimo y la baño con agua de mar en agradecimiento a los buenos ratos que me ha hecho pasar. Aquí la guardo junto a la tabla de planchar porque creo que las dos deben estar juntas. ¡Cómo brillan el hule de cuadritos azules de una y la madera pintada a mano de la otra con la luz de la terraza!

Ya vuelvo a oír los pasos de Mercedes por el pasillo, nunca termina de llegar. Seguro que está enfadada y me va a pedir explicaciones por mi tardanza en levantarme. También oigo cómo corretea a su lado y el timbre de la puerta, será Rita que viene a cuidar de los niños y a ayudarnos en las labores de la casa. El crujir de galletas que viene de la cocina debe de ser Carmen tomándose el desayuno, me da hambre porque es muy tarde y aún no me he levantado.

Debería hacerlo y lo voy a hacer porque si no ¿quién va a llevar a Carmen al colegio?    Hago fuerza para despegar las piernas y no puedo, es como si me las hubieran pegado y planchado por ambos lados. Al intentar revolverme, siento un roce desagradable como de tablas metálicas que me produce escalofríos y chirriar de dientes. No oigo el latido del corazón ni el ruido que me hacen las tripas cuando tengo hambre. No quiero preocuparme, pero si sigo así de raro, le diré a Mercedes que llame al médico. No sé por qué no está ya aquí para gritarme que me levante como otras veces que me hecho el remolón, así podría abrazarla y besarla y tontear un ratito, luego siempre me levanto de mejor humor.

Del pecho hacia abajo no siento nada, no miento. Si no fuera porque es una tontería, pensaría que me he convertido en una tabla, lisa, inarrugable.  Sinceramente, hasta los sirénidos mueven la cola con más agilidad. Y el caso es que tampoco me siento tan mal, si no fuera por ese tintineo metálico tan enojoso para mi oído y por esta tonta abulia que me invade y hasta me impide mover un solo músculo reconocible. ¡Maldita astenia! Qué torpe me siento hoy. ¿Serán los 36 años que estoy a punto de cumplir? El caso es que me toco la cara y no siento nada extraño, no tengo el espejo de la cómoda a mi alcance, pero parece que todo está en su sitio, con sus imperfecciones, hasta esos puntos negros que tanto me molestan, a no ser por los pómulos, más duros y lisos que de costumbre.

Rita está hablando con Mercedes, sus voces son nerviosas, inseguras, declamando las urgencias del momento. Hablan de mí y de Carmen, no creo que deban preocuparse porque llegue un poco más tarde al trabajo, diré que he tenido un problema con las muelas. Enseguida, dentro de un ratitín me levantaré y estaré listo para llevar a Carmen al colegio. No quiero que Mercedes piense que estoy haciendo como cuando iban mis padres a buscarme a casa de mi abuela Lala, yo no quería volver y para que no me encontrasen, me escondía en el cuarto pequeño, detrás de la tabla de planchar, se estaba muy calentito y Lala ni se daba cuenta.

Se oyen gritos, pasos apresurados y ruedas que se deslizan por el pasillo, quizá del triciclo de Elmo, aunque es muy pronto para que esté jugando con él. Ya hablaré yo con Mercedes para que no le dé tanta manga ancha. Hablaré también con Rita para que no le consienta al niño esas cosas, con lo tranquila que es Carmen.

Siento cada vez más cerca de mi habitación los pasos y las ruedas, espero que Mercedes no deje entrar al niño ni a nadie, sabe que aún no me he vestido, sigo esperando que me traiga la corbata y la camisa.

Han abierto la puerta y entra Mercedes, pero no veo que traiga mi ropa nueva recién planchada, para vestirme. La miro y casi no la reconozco, tiene la misma expresión que cuando hubo que operar a Elmo del lacrimal. Quiero preguntarle qué ha pasado, ya no oigo el rin-rin del triciclo, a lo mejor se ha caído el niño, si es así, me levantaré, no sea que le haya pasado algo, haré un esfuerzo para vencer esta apatía y este envaramiento horizontal que, la verdad sea dicha, es como mejor me encuentro. Si se ha hecho daño, le diré a Mercedes que yo le llevo a urgencias, me visto, saco el coche y enseguida estoy.

Intento hablar para decírselo, pero nada, no lo consigo, no sale de mi garganta nada que no sea un hilo de voz astillada que oigo muy lejana, como si me hablara a mí mismo desde otro mundo simétrico. Medio observo mi cuerpo con el rabillo del ojo, ha cambiado de forma, ¡es tan diferente! No me da miedo, tiene un aspecto limpio, pulcro, de reluciente quietud.

¿Pero por qué Rita se lleva llorando a Elmo y a Carmen? Quiero darles un beso antes de que se vayan al colegio y yo a mi trabajo. ¿Y qué hacen esos enfermeros en la puerta con una camilla rodante? No puedo creer que Mercedes les apremie con gestos inequívocos, señalándome. Yo no les conozco, quiero que se vayan de mi dormitorio.

Bueno, al fin y al cabo no es tan mala esta camilla, no huele a ropa conocida, pero se asemeja mucho a la balsa de un náufrago y a mi tabla de planchar y a mi tan querida tabla de surf. A propósito, me llamo Pepe, nací en Madrid. Hoy estoy un poco huérfano de vida pero no me quejo. Vivo y me llevan no sé dónde. ¡Todo pasa tan deprisa por mi lado y yo me encuentro tan paralizado! No, tan paralizado no, no quise decir eso, tan estático. Y es que, por mucho que me sacuden estos hombres, no puedo ni quiero moverme ni levantarme, todavía no. Me gustaría que me dejaran un poquito, hasta más tarde, hasta que se me pase esta molesta inmovilidad, este devaneo absurdo entre la cabeza y el cuerpo. Quiero que se vaya esa gente. Esto es sólo una pausa.

Felipe Iglesias Serrano

Vuelve la Red de Cuidados de Villaverde Bajo

Tras una reorganización para garantizar su sostenibilidad la Red de Cuidados de Villaverde Bajo retoma su actividad

Las familias de nuestro distrito siguen en situaciones de gran vulnerabilidad a la espera de respuestas institucionales. ¿Qué sucede mientras tanto?
Podéis acercaros a donar a cualquiera de los puntos del cartel.
Si estáis interesadas en participar como voluntarias no dudéis en escribir a: redcuidadosvillaverdebajo@gmail.com

¡Coge fuerza!

Volvemos de vacaciones, y esta vuelta es tan, tan diferente a las de otros años en los que se habla de “depresión post-vacacional”… Esta vuelta a la normalidad (o la “nueva normalidad” de la que todo el mundo habla) es un poco más compleja por lo complejo que nos está resultando este año 2020 que ya comenzamos a terminar.

Por eso nos hace falta que ahora cojas más fuerza que nunca y que te armes con todas las herramientas que tengas a tu alrededor para que “la vuelta al cole” te motive y empodere frente a las circunstancias tan inseguras en las que vivimos.

Para ello ármate con todo lo que te da fuerza; aquí te dejo unas propuestas:

— Ten presente tu lista de hobbies o actividades que te motivan y que sabes que te hacen bien, y programa, al menos, una de ellas cada quince días.

— Si no lo tienes como hobby, intenta incorporar las relajaciones: ya sabes que este año está siendo de mucha ansiedad, y frente a la ansiedad y la incertidumbre el cerebro y nuestro cuerpo necesitan encontrar los medios para relajar la tensión. Tienes muchas fuentes, una de ellas YouTube, donde puedes encontrar muchísimos videos que puedes seguir.

— Ten presente tu lista de amigos y queda con ellos todo lo que puedas: reforzar nuestra red social es crucial para nuestra autoestima, motivación y seguridad en momentos de incertidumbre. ¡Refuérzala todo lo que puedas!

— Ante cualquier momento de tensión céntrate en pensar, y creer, que todo pasa y que igual que vino lo malo llegará el momento en el que se irá.

Y, sobre todo, cuídate mucho y cuida a los tuyos, tanto física, como emocionalmente. ¡Nos necesitamos mucho!

Beatriz Troyano Díaz – Directora de la Escuela Europea de Habilidades Sociales & Remodelatuvida, Socióloga Coach Personal y Profesional. siquieres@remodelatuvida.es www.remodelatuvida.es

La enfermedad inflamatoria intestinal

La enfermedad inflamatoria intestinal se basa principalmente en un mecanismo inflamatorio crónico sobre el aparato digestivo, es decir persistente durante los años, que se manifiesta por un conjunto de síntomas digestivos de diarrea y estreñimiento asociados junto con dolor abdominal.

Los síntomas son mantenidos a lo largo del tiempo y se alternan períodos de intensificación de diarrea con períodos de remisión; lo cual significa que en determinadas épocas los síntomas se hacen más intensos, y en estos casos estas personas necesitan un tratamiento de rescate, o en algunos casos más graves precisan la hospitalización.

Por tanto, es una enfermedad que repercute frecuentemente en la vida diaria de la persona, más todavía cuando necesita ingresar para tratamiento intensivo.

La mayor parte de los casos se presentan en la juventud, antes de los 30 años, sin embargo otras personas no son diagnosticadas hasta una vez pasados los 50 años.

Parece existir un mayor riesgo en personas con antecedentes familiares de esta enfermedad, y también influyen otros factores externos: es más probable padecer la enfermedad inflamatoria intestinal en países industrializados, así como también perjudican en su aparición las dietas con alto contenido de grasas y alimentos refinados.

El uso de antiinflamatorios no se recomienda porque empeora los síntomas (ibuprofeno, diclofenaco, naproxeno, etc.), y tampoco se aconseja el tabaco.

El diagnóstico se presenta dificultoso en no pocas ocasiones, puesto que esta enfermedad inicialmente se puede confundir con otros procesos de menor importancia y mayor frecuencia que cursan con síntomas muy parecidos (gastritis, meteorismo intestinal, gastroenteritis, intolerancias alimentarias, cólicos biliares, etc.).

Se distinguen clásicamente las dos variantes: la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Para una mejor aproximación, siempre es útil consultar con su médico cuando los mismos síntomas se repiten en el tiempo continuamente, sobre todo si se alternan con períodos de remisión de síntomas, lo cual puede hacerle sospechar al clínico.

La evolución del transcurso de los síntomas puede facilitar una visión más completa y, si la clínica persiste, valorar en ese caso una evaluación más especializada.

Los síntomas que nos deben alertar son la presencia de sangre en heces o la pérdida rápida de peso, que pueden ser indicativos de alguna complicación o bien de otros procesos subyacentes.

En otras situaciones puede haber deshidratación (por pérdidas de líquidos) cuando las diarreas son muy abundantes, o cuadros oclusivos cuando se alterna con periodos de estreñimiento muy sintomáticos.

El tratamiento va dirigido a disminuir el componente inflamatorio de la enfermedad, y se personaliza en función del tipo de paciente con medicación muy potente en caso de enfermedad resistente, siendo la cirugía una opción alternativa en los casos muy graves.

Dr. Ángel Luis Laguna Carrero – Especialidad Medicina Familiar y Comunitaria, Máster Medicina de Urgencias y Emergencias, Experto Universitario en Nutrición y Dietética

Las competencias digitales, ahora más necesarias

Hace ya unos meses hablamos de la enorme importancia que las competencias digitales tienen para los ciudadanos. Hoy, con el panorama actual, éstas cobran aún mayor medida, puesto que la tecnología se ha convertido en fundamental para poder seguir con nuestras vidas profesionales y personales, así como para poder acceder a puestos de trabajo en los cuales cada vez es más indispensable el dominio de dichas competencias.

Durante el duro confinamiento, todos, de una u otra forma, dependimos de la tecnología en todos sus niveles. Y pudimos comprobar el grado de nuestros conocimientos, los recursos que necesitábamos y la dependencia de terceros para nuestra conectividad.

Ya ha pasado un tiempo de ello, pero muchas cosas han cambiado: las empresas han incorporado el teletrabajo y las reuniones en línea entre sus trabajadores, la teleformación se ha disparado, los centros escolares y universitarios plantean sus clases de forma presencial y virtual… Pero, ¿cuál es el común denominador de todo ello? Los conocimientos digitales. Es decir, que todos debemos tener más competencias digitales para poder acceder a esta nueva realidad laboral y formativa.

Recordemos que con nuestras competencias digitales, en resumen, tendríamos que ser capaces de buscar, filtrar y sintetizar la gran cantidad de información existente. Extrapolar ideas sobre lo que se sabe y lo que se ha aprendido, compartiéndolo y colaborando con otros usuarios. Aplicar esos conocimientos a situaciones nuevas, resolviendo problemas de seguridad o técnicos básicos. Crear nuevos conocimientos e incluso tener capacidad de innovar.

La aplicación real de esas competencias nos llevaría, por ejemplo, a estar mejor preparados contra amenazas de ciberseguridad, ampliar nuestros conocimientos en cualquier área gracias a Internet, colaborar con personas de forma profesional o personal, utilizar nuestros dispositivos, así como la tecnología en general, de forma más eficiente y segura.

También cabe recordar que, para aquellos que están buscando empleo especialmente, existen unos certificados de competencias digitales que, mediante la superación de una prueba, es posible conseguir, aportando un valor añadido a nuestro currículo, favoreciendo una posible contratación. Estas certificaciones las expiden las pertinentes organizaciones en cada comunidad autónoma.

CARLOS GÓMEZ CACHOTecnólogo

www.gestoriatecnologica.es

 Tu nutricionista online (a distancia) 

Durante el confinamiento pudimos observar que el teletrabajo primaba entre las empresas. ¿Sabes que las consultas de nutrición también se pueden llevar a cabo a distancia? La nutrición online permite tener una cita con tu nutricionista desde el sofá de tu casa, desde el hotel, el coche, etc., con un móvil u ordenador. Bien sea desde Madrid, Alemania, Estados Unidos… No se pierde tiempo en desplazamientos, y ¡tu tiempo es muy importante! 

Quizás estás pensando que el trato no es el mismo en una consulta presencial y en una a distancia, pero la experiencia de quienes trabajamos nos confirma que la eficacia es la misma, incluso mayor: que la persona que busca mejorar su alimentación se encuentre en un sitio familiar, conocido, donde se sienta cómoda, permite que el clima sea más participativo y cercano que en una consulta donde el espacio siempre va a ser extraño.

Además, poder mostrar fácilmente por la cámara los alimentos, platos, la nevera o incluso poder hablar también con el resto de los habitantes hace que la realidad del día a día esté presente en la consulta y haga más exitoso el resultado. Hecho que facilita el proceso de aprendizaje y consolidación de nuevos hábitos saludables. 

La nutrición a distancia en estos tiempos de coronavirus ha permitido que podamos seguir cuidándonos, plantearnos objetivos para que nuestra alimentación sea más saludable, y lo más importante: ¡ha permitido que nuestra mente desconectara por algunos minutos de la preocupación actual! Las opciones están a nuestro alcance. 

Sarai Alonso. Dietista-Nutricionista   

Vacuna contra la neumonía

El aumento de casos por coronavirus en el distrito de Villaverde es un tema muy comentado en todos los medios de comunicación y también en las conversaciones de los vecinos, que vuelven a estar preocupados por la situación.

Todavía quedan meses para la vacuna contra la COVID-19, y no se puede precisar para cuándo estará disponible ni cómo será el proceso. Sin embargo, desde los centros de salud llevamos años vacunando contra la neumonía asociada a bacterias.

Esta vacuna no protege frente a virus, pero sí que puede prevenir la enfermedad de neumonía asociada a algunas cepas de bacterias, y por tanto evita la hospitalización y las complicaciones asociadas; que nunca nos han interesado, pero en esta situación actual de pandemia global, interesan mucho menos.

¿Quién puede vacunarse contra la neumonía? Todas las personas de 60 años o más que nunca antes lo hayan sido de vacuna antineumocócica, y personas más jóvenes con alguna patología crónica de base como diabetes, EPOC, angina, etcétera.

Es una vacuna segura con muy pocos efectos adversos. Solo es necesaria una única dosis para la población general. No hace falta revacunaciones todos los años como en el caso de la gripe. En las personas consideradas de alto riesgo (VIH, cirrosis hepática, en tratamiento con inmunosupresores, entre otros), la pauta además añade una vacuna contra la neumonía con otras cepas y un recuerdo a los cinco años.

¿Cuál es tu caso? Pregunta a tu enfermera si estás vacunado contra la neumonía y si te corresponde, anímate. Las vacunas salvan vidas.

MIRIAM PERALES NAVARRO

Diez palabras de origen árabe que usas a diario

“La lengua árabe es sencilla y lógica” fue la primera frase que aprendí en este idioma. A mi profesor egipcio le encantaba usar palabras que se parecían al español pero que no significaban lo mismo. Solo por despistar. Por ejemplo, “lógica” sonaría en árabe parecido a “mantequilla” (منطقية).

A veces abusaba de sus propios chascarrillos, ya que era el único que los entendía. “Llegas tarde. Bueno, no pasa nada. Ven, siéntate en esa kursi”, y se tronchaba de risa en medio de la clase. Luego nos explicaba que “kursi” era silla y que no estaba llamando repipi a la compañera.

Por fortuna, sí que tenemos palabras en español que provienen del árabe y que significan lo mismo, o al menos bastante parecido. ¡Y las usamos a diario! ¿Adivinas cuáles son?

Ojalá. El origen etimológico más extendido es que viene del dialecto árabe andalusí “lawsha’alláh”, que significa “Si Dios quisiera”. La frase original es la expresión de un deseo que por el momento no es real, aunque no se descarta la posibilidad.

Alquiler. Viene del árabe “al-kirā”, que era el nombre de la acción del verbo “kārà”, que significaba “alquilar, arrendar”.

Hasta. Viene de la palabra árabe “hata”, que es una preposición que todo estudiante de árabe conoce y que significa esencialmente lo mismo.

Café. Esta palabra viene del árabe “qahwah”, que significa estimulante. Cuenta la leyenda que el pastor Kaldi, de Abisinia (actual Etiopía), observó el efecto tonificante que unos pequeños frutos rojos habían tenido sobre sus cabras. Decidió preparar una infusión con ellos, pero le resultó tan desagradable que lo tiró al fuego. Sin embargo, sí le agradó el aroma del grano tostado. Fruto de la segunda infusión con esos granos es el café que todos conocemos hoy.

Azúcar. Proviene del árabe clásico “sukkar”, el cual lo tomó del griego “sakjar”, y los griegos a su vez lo tomaron del persa, y éstos del sánscrito. El término sánscrito denomina al polvillo blanco que se concreta en la superficie de la caña de azúcar por exudación.

Sandía. Viene del árabe “sandíyya”, que es el topónimo de Sind, la región de Pakistán desde donde les llegó a los árabes este fruto. Lo curioso es que no era oriundo de Pakistán, sino de África.

Barrio. Su origen proviene del árabe “barrí”, que significa “exterior, campo, selva”. Se denominaba “barri” a lo que estaba fuera de las murallas de la ciudad. Aún se utiliza en árabe coloquial para echar a alguien de algún lugar: “¡Barra, barra!” (“¡Fuera, fuera!”).

Aceite. Del árabe hispano “azzayt”. El DRAE añade que proviene del arameo “zaytā”, la lengua que como sabéis hablaba Jesús y que está a punto de desaparecer.

Alcohol. Esta palabra proviene del árabe “kohol”, que significa “sutil”. Todavía se sigue utilizando esta palabra para describir un cosmético de polvos que usan las mujeres para pintarse los ojos. El “kohol” está elaborado en un proceso de disolución. La palabra fue usada para referirse a cualquier elemento refinado hasta su esencia.

Almohada. Del árabe hispano “muẖádda” y del clásico “miẖaddah”, o donde se apoya la mejilla.

Como decía mi profesor, la lengua árabe es sencilla y lógica. Y también maravillosa.

LAILA MUHARRAM

El tesoro de Garraitz

Hará cuestión de unos seis años salieron de las reservas de oro de Venezuela cinco toneladas del preciado metal con destino a Rusia y a Turquía, para pagar una serie de deudas de difícil catalogación; tanto, que no fue computada dicha merma.

El oro fue trasladado en un jet privado hasta un aeródromo del sur de Francia, donde se hizo el reparto correspondiente, excepción hecha de dos toneladas que fueron sustraídas horas antes por los mensajeros, quienes las cargaron en un camión comercial que atravesó la frontera francesa adentrándose en España, y allí se le perdió la pista.

Al ser oro clandestino, nadie reclamó la pérdida, y el resto de la historia la contó un ciudadano turco en su lecho de muerte, que no fue otro que un lujoso hotel de Dubái. Parece ser que el golpe lo tenían planeado desde el momento en el que el susodicho personaje tuvo constancia de que pilotaría el avión encargado de traer el oro.

Junto a él actuaba otro viajero del avión, más un compinche que les estaba esperando en tierra con un camión. Sabían que disponían de un tiempo limitado, y ese tiempo les dio para llenar dos toneladas y huir el camionero en el camión y los otros dos en un coche particular con placas de matrícula falsas.

Eran conocedores de que debían moverse con rapidez, porque aunque los destinatarios del botín no denunciarían el robo, sí movilizarían a gente armada para recuperarlo. Contaban con la ventaja de que en España sus perseguidores no tenían una gran logística para buscarles, y además ellos iban varios pasos por delante, puesto que ya sabían dónde guardarían el oro robado. El camionero era de origen vasco, de modo que su presencia no despertaría sospechas por la zona, porque era habitual verle por allí con su camión.

Se alojaron en Lequeitio, y con la excusa de que el camión estaba averiado, tuvieron tres noches de frío invierno para trasladar el oro en dos lanchas neumáticas hasta la isla de Garraitz, donde cavaron con frenesí una profunda fosa en la que sepultaron cerca de dos mil kilos de oro, ya que antes ellos se repartieron una generosa cantidad de lingotes a partes iguales, con los cuales poder mantenerse hasta regresar a por el resto del suculento botín, cosa que nunca aconteció, debido a que a los pocos días el camionero apareció tiroteado en una cuneta y otro miembro de la improvisada banda fue apuñalado poco antes de abandonar España, quedando como único superviviente un turco que emigró hasta Emiratos Árabes, quien decidió dejar que la cosa se enfriara antes de regresar a por el resto del botín.

Pero desgraciadamente el destino se puso en su contra al morir precipitadamente de muerte natural y dejando como único legado una bella historia, y quién sabe si un suculento tesoro.

DAVID MATEO CANO