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Periódico Distrito Villaverde, nº 293. Marzo 2021

Villaverde Alto, Villaverde Bajo, Ciudad de los Ángeles, Los Rosales, Butarque y San Cristóbal de los Ángeles

 

Editorial: Nuestros pequeños héroes

Nueva concentración contra la plataforma logística el próximo 4 de marzo

En la puerta del hospital, por la sanidad pública

Más de 800 pancartas reclaman en Butarque la construcción de su centro de salud

El Ayuntamiento aprueba las obras de acondicionamiento del anillo verde de Villaverde

Quejas sobre el pintado de pistas en el pabellón del CDM Plata y Castañar

Especial colegios

Entrevista a ROBERTO CANO y CELSO PÉREZ, presidente y secretario de FUTSALA VILLAVERDE, un club deportivo con dos décadas de historia que sigue adelante superando las dificultades con esfuerzo e ilusión

Nos cuesta hablar de emociones con los hijos

Y nuestras secciones: Tu vez y tu voz, Cultura, Colaboraciones, Secciones.

Privatización de la Sanidad: que no te engañen

Contra la privatización, la mejor vacuna: derogación de la ley 15/97 y del artículo 90 de la Ley General de Sanidad.

“Durante décadas, los gobiernos apenas han financiado, ni dotado de personal suficiente y han privatizado los sistemas de salud en todo el mundo. Y estas tendencias han agravado el impacto de la pandemia”1.

Estamos asistiendo a una serie de movilizaciones contra los partidos de derechas que están privatizando la sanidad, pero no te están contando todo.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué pueden privatizar la sanidad?

La privatización es legal en base a dos leyes de ámbito estatal: los artículos 67 y 90 de la Ley General de Sanidad, que permiten derivar a los pacientes a la privada mediante conciertos y convenios singulares; y la Ley 15/97, que permite que un centro público sea gestionado por empresas privadas.

¿Quién aprobó y/o mantiene estas leyes?

Todos los partidos políticos del arco parlamentario aprobaron o defienden mantener dichas leyes.

¿Qué garantías hay de que si cambian los gobiernos no privatizarán?

Ninguna. Cuando las “izquierdas” están en la oposición prometen derogarlas, pero cuando llegan al poder, olvidan sus promesas.

  • En 2009 presentamos 500.000 firmas en el Congreso pidiendo que derogase la ley, cuando el PSOE tenía mayoría para derogarla, y ni siquiera tuvo la decencia de recibirnos.
  • Pero, en el 2012, ya en la oposición, el PSOE presentó una proposición no de ley para derogar la 15/97 -el PP tenía mayoría absoluta y era imposible que saliera adelante-.
  • Unidas Podemos defendía derogarla hasta 2015 cuando estaba en la oposición. Incluso Irene Montero participó con nosotrxs en las movilizaciones en aquella época por la derogación. Hoy guarda silencio.
¿Es posible blindar la sanidad en una sola CCAA?

No. Todas las leyes de ordenación sanitaria autonómicas son subsidiarias de las leyes estatales (Ley General de Sanidad y Ley 15/97), y han introducido también la gestión privada en sus territorios. Sólo la derogación de las estatales permitirá blindar la sanidad en todas las autonomías.

¿Por qué estamos en contra de la sanidad privada?

Los hospitales privados tienen mayor mortalidad. La evidencia demuestra que la mortalidad se incrementa al ser atendido en un hospital con ánimo de lucro: un 9,5 % en recién nacidos, un 2% en adultos2, y un 8 % en crónicos3. Esto es así porque los hospitales privados emplean menos personal y … para repartir beneficios entre sus accionistas (los inversores esperan un 10%-15% de retorno de su inversión).

¿Qué se puede hacer?

Explicar que la privatización es legal, y que detrás de ella se esconde el trasvase de miles de millones de euros todos los años a empresas privadas, lo que ha desmantelado el sistema público.
Convencer a nuestros vecinos de que la única posibilidad es la movilización en la calle contra todos los partidos políticos que defiendan la gestión y el lucro privado de la sanidad.

¿Qué alternativas hay?

Es posible una sanidad pública que atienda a toda la población, independientemente de su situación administrativa, con gestión democrática, centrada no en lo curativo y el hospitalcentrismo, sino que actúe contra los determinantes sociales y económicos de la enfermedad.

Ello implica:
  • Potenciar la atención primaria y la salud pública.
  • Prohibir el ánimo de lucro en el sistema sanitario, derogando las leyes privatizadoras.
  • Acabar con las redes sanitarias paralelas que se nutren del dinero público.
  • Reforzar el sistema sanitario con más plantillas.

Sábado 27 febrero 2021, movilizaciones estatales.

Fuente: www.casestatal.org

La madre

Habrá que volverlo a leer varias veces para poder decir algo digno de encomio…pero la primera leída me deja una sensación de frescura y humor que llega a trascender a la descripción de la escena. Muy logrado. Me parece excelente !!!

Roberto María Zamalloa.

“¡Tekeli-li!, Tekeli-li!” [1] El teléfono sonaba ya por tercera vez. Era temprano, no habían dado las nueve en el reloj del almacén y comenzaba a preparar el trabajo que más tarde distribuiría al resto de los empleados. La voz risueña de Cristi aplacó la línea.

— ¿Girondo?, ¡huy!, en qué estaría yo pensando, en mujeres que vuelan, claro, tú eres… Preguntan por el señor Medrano, tú…

— Pásamela Cristi —le dije rotundo, no sin cierto desasosiego en el paladar.

Sentía una punzada cerca del ombligo que me oprimía el estómago y me provocaba una especie de bilis en la garganta. En realidad era sólo un mal presagio. No había hecho nada malo que yo supiera y nada había de temer.

— ¿Señor Marrano? —y me pareció oír que la voz surgía del otro cielo— ¿Señor Marrano? —insistió la voz, y sonaba a mojoncito dulce y a tan poquita cosa, que, presa de un anonadamiento pasajero, fui incapaz de sacarla de su error al citar mi apellido.

— ¡Síii! —contesté y, al mismo tiempo, noté cómo me entraba por el buche un trozo de nube de polvo cruda y cómo mi voz espigada, desmigaba la carraspera de mi garganta.

— Soy la madre de Susanita y verá, mire usted… —del mojoncito de voz sobresalía una firmeza tan… que instintivamente me llevé la mano a los pantalones, como si el miedo fuera a bajármelos a los tobillos, su sitio natural, lo veía venir desde que empezó esta conversación.

— Voy a ir al grano porque sé que le pillo a usted en horas de trabajo. Yo sólo quiero que mi hija sea feliz, ¿sabe usted?… Aquí delante de mí, tengo una foto suya con ella, es que mi hija, ¿sabe?, es muy descuidada, deja las cosas en cualquier sitio…

Yo sujetaba con una mano los pantalones, que ya ni sentía en mi cuerpo, y me imaginaba a la autoritaria madre después de encontrar las fotos, totalmente inofensivas, registrando exhaustivamente la habitación de su hija y asumiendo con lógica aplastante su papel de madre carcelera.

— Claro señora… Perdone, ¿cómo se llama?, no me gusta hablar con alguien de quien no sé su nombre.

— Isabel.

— Isabel, su hija es un caos humano, es verdad, tiene esos “descuidillos”…

Y según lo decía, no podía apartar de mi cabeza la imagen de una mujer menuda, puro nervio, zarandeando frenéticamente el caos natural en que se convierten las habitaciones de los hijos para obtener cualquier clase de información. En su búsqueda de respuestas, ¿comprenderá mejor?, ¿averiguará algo no deseado?… Inexplicablemente, la madre es el ser humano primordial.

No sentía sudores en mi frente, sólo el pressing telefónico agazapado en mi oído derecho y un tintineo en los huesecillos de mi débil mano izquierda, que sujetaba los pantalones.

— Porque usted señor Marrano, ¿qué edad tiene?

Yo al principio no la vi venir, pero era indudable que había salido de la trinchera y se lanzaba campo a través como los australianos en Gallipoli [2]. “Morir matando por mi hijita” sería el lema. Una boca aspiró esa décima de segundo que duró el silencio impuesto por la pregunta, no sabría decir si fue mi boca seca o la suya.

— Y además trabaja usted en un sex-shop, lo digo por la tienda que se ve al fondo de la foto. Mi hija, aunque ya tiene veintiún años es una cría, ¿sabe usted?, ¿me comprende?, su cabeza pasa todavía por la edad infantil, y con su asma…

Hablaba atropelladamente, como si quisiera decirlo todo de una vez y en el menor tiempo posible, pero su voz mojoncita permanecía firme. Todo sonaba a representación bien ensayada, a que había pensado durante mucho tiempo lo que iba a decir bien armada de valor y de datos extraídos de la habitación vacía de su hija durante las horas de universidad. Se había fijado la tarea de ser madre con mayúsculas y, sin apartarse un ápice del guión, siguió zumbando en mi oído su voz cadenciosa de arroyuelo múltiple.

— ¿Sabe usted que tiene una enfermedad muy grave en las vías respiratorias y que posiblemente no llegue, por estas gracias que tiene la vida, a cumplir los treinta?

El estrépito que armó el teléfono al caer encima de la mesa fue menor comparado con la actividad de espirales circulares que desfilaban por la oscuridad que de pronto vino a anegar mis ojos. Sentí pasar por ellos toda la eternidad y el fuego del infierno bajo mis pantalones. Recogí el auricular con un innecesario tembleque. Ahora la voz de Isabel se oía mucho más lejana…

— Mi hija habla conmigo ¿sabe usted? Me cuenta algunas cosas…

Reaparecí, las espirales desaparecieron de mis ojos y en ese mínimo descanso de la turba mental en que los guerreros toman aire antes de proseguir la lucha, recordé a Susanita revolando alrededor del Metro por Vallecas, cerca de mí, cantándome en ambos oídos, para que lo oyera en estéreo, los broncones con su familia, los derrumbes paternos y afirmando: “Sí, me he cargado a mi familia yo solita, y lo he hecho sin ayuda de nadie. No sé qué más sabré hacer para destruirla…

Isabel no escuchaba ni dejaba hablar, proseguía con su relato.

— Ella fue la que me dijo que le abordó a usted en el Metro, que tiene cuarenta y pico de años y que es separado. Ella es así ¿sabe usted señor Marrano? Y yo sólo quiero que mi hija sea feliz, lo más feliz posible, es lo único que pido. Estas cosillas de usted, sus regalos, lo que me he ido encontrando en esos descuidos de mi niña…

Había tanta calidez en sus palabras, tanta familiaridad en su voz mojoncita, que yo ya me iba acostumbrando a que me llamara por ese nombre tan peculiar, incluso llegué a pensar que bien pudiera ser que alguien de la rama familiar se llamara así.

Ella proseguía imperturbable su monólogo. Me di cuenta de que lo que yo pudiera decirle no le interesaba. Mi pantalón se iba cada vez más abajo o así lo pensaba yo. Lancé un par de miradas furtivas en derredor mío, pero, afortunadamente, la oficina estaba tranquila, todas se habían ido a desayunar a Flores, donde sirven unas pulguitas y un café deliciosos. Ni tan siquiera se me hizo la boca agua al pensar en el desayuno, como otras veces. Tenía la boca tan seca como si alguien hubiera puesto un torrezno salado en mi paladar.

Pude articular alguna frase completa en un hueco de su perorata, cuando se detuvo para tomar aire.

— Señora… Isabel… los dos queremos lo mismo. Yo aprecio a su hija y ella me dice que le vienen terapéuticamente bien nuestras conversaciones. Pero hace ya más de tres meses que no la veo. Yo respeto su silencio y sepa que no hay nada entre ella y yo fuera de hablar y hablar, se lo aseguro Isabel. Y le digo más, la respeto muchísimo, sobre todo por su fragilidad. Pues eso…

Me oía hablar a mí mismo, tan serio, como para convencerme de que no había desgana en mis palabras, sino verdadero y sincero afecto por aquella muchacha de veintiún años con cara de biberón senegalés.

— ¡Dios mío! —me dije.

Ya apenas escuchaba a la madre mientras me contaba de las mil y una formas de respeto, a buen seguro refiriéndose a ella, pisoteadas por la hija a todas horas, mientras el padre, trabajando todo el día en Telefónica, no se enteraba de nada.

Sólo nombrar la palabra respeto me infundía pavor, porque es una palabra hueca si no va acompañada de alguna breve acción que la respalde. Yo, sin darme cuenta, había soltado mis pantalones. Agarraba el auricular fuertemente con la otra mano, no sabía bien si con la intención de estrangular el aire con el cable, por puro miedo, o por no medir en qué lugar de mis piernas se hallaban los susodichos pantaloncitos, esa prenda que en apariencia otorga la mayoría de edad ante los demás. Decoro.

Deposité una mirada salvadora en aquel cuadrito sin valor, cuyo viejo marco se sostenía en un ángulo de mi mesa. Aquel mar de espuma blanca me tranquilizó a medias. Nunca me había fijado en la firma hasta ahora, un garabato largo escrito de una vez: Poe.

La madre seguía hablando, intentaba tranquilizarse ella sola. Al parecer no tenía interés en obtener respuestas de mí, salvo (y ya la había obtenido) lo referente a su máxima prioridad: la carne. A todo esto, yo no conseguía saber por dónde diablos andaban mis pantalones, apenas sentía ya la mano que sostenía el teléfono y la oreja me ardía con saña. Me noté tenso, sin saber dónde poner ya el remolino de manos que me aturullaba. Por qué será que en presencia de una madre se siente uno observado y vigilado como un conejillo de indias. Así me sentía yo en aquellos minutos infinitos, en el papel de calmante tranquilizador, pero hecho trizas, intentando superar lo insuperable, el visto bueno de una madre ¡por teléfono! Miré de nuevo la pintura del cuadrito con escepticismo y me sentí atrapado, sin fuerzas para seguir luchando por causas perdidas. Además, ya no tenía ganas de poner orden en el caos de Susanita. ¡Qué más daba! ¡Que volara sola! Por qué iba a luchar para salvar la amistad de una mujer con mentalidad adolescente. No hay amistad que cien años dure con una madre por medio. Cada una de las palabras de su boca eran disparos de perdigones que me abrasaban parcialmente los párpados y me hacían arder temporalmente las hormonas. Llegado a este punto, la verdad es que me daba igual todo lo que decía, ni siquiera me preocupaba lo que había sido de mis pantalones ni de los nudos enredados del cable telefónico. Puros nervios. Por educación esperé que acabara, aunque estaba deseando colgar, por cansancio y porque habían vuelto mis compañeras de desayunar y tenía la falsa impresión de que sus orejas eran más largas y estaban más cerca de mí de lo habitual. En un trabajo monótono, en el que se hace siempre lo mismo y se trabaja siempre con los mismos artículos, el incidental vuelo de una mosca, por leve que sea, es motivo de arduos comentarios “titanic” que te hunden más y más en la miseria para que la rumorología maledicente pueda durar días.

Volví a la realidad sin temor a haberme perdido nada, después de haber llegado a la conclusión de que no me interesaban ni la hija ni la madre si esa amistad llevaba aparejada a las dos partes. Y pensé que bien podía seguir intentando hacer de su niña una santa, si su niña se dejaba. Buen mozo, buen trabajo… lo de siempre, pero luego, con el paso del tiempo, desesperanza y vacío. En esta triste conclusión estaba cuando oí al mojoncito de voz susurrándome al otro lado del hilo.

— Lo que sí le pido es que esto que estamos hablando no salga de nosotros, se lo ruego por favor, mi hija es…

Y mi hija esto y mi hija lo otro, pensaba yo y ya me temía que se fuera a alargar la conversación otros cuantos minutos que mi oreja no sería capaz de aguantar, pero me equivoqué porque Isabel, más tranquila y con una educación exquisita, creyó oportuno dar por zanjado el asunto y la conversación, o monólogo más bien. Yo, idiota de mí me obcequé inútilmente en estos últimos instantes en seguir tranquilizándola, a pesar de que ella estaba ahora muy sosegada y hasta feliz. La muy perspicaz me había calado, un bobo bonachón y para su hija un perdedor. ¡Noooo! Tuvo que ser ella la que invadiera unos segundos de silencio mío para poner fin a aquello.

— Señor Marrano, le ruego nuevamente que esto quede entre usted y yo.

Desde luego el golpe de efecto, si eso era lo que había pretendido, funcionó, pues yo me desgané de toda lucha, o, tal vez, la hija realmente no lo merecía. Así y todo no quise despedirme sin interesarme cortésmente por ella.

— ¿Y cómo está ella?, lo último que sé es que se había operado de los ojos.

— Pues aquí sigue tan trasto como siempre, andamos detrás de ponerle gafas o lentillas, aunque ella no quiere, dice que le afean, pero no tendrá más remedio que ponérselas… Bueno, no quiero entretenerle más que está usted en horas de trabajo.

— Sí, bueno Isabel, pues cuídese usted mucho y cuide bien de su hija. Adiós.

Colgué tan de sopetón que hasta yo mismo me vi desprevenido. Ni sabía dónde estaban mis pantalones ni los sentía. Un desasosiego tan inmenso como el mar blanco del cuadrito se apoderó de mí. ¿Había perdido una amiga, o había ganado una madre?

“Tekeli-li!, ¡Tekeli-li!”, una nueva llamada apartó los pensamientos visibles de mis ojos mustios.

— ¿Dígame? —dije con débil vocecita— Era mi jefe.

Felipe Iglesias Serrano

[1] Grito ancestral que aparece en la novela de Edgar Allan Poe: Narración de Arthur Gordon Pym.

[2] Soldados australianos masacrados inútilmente en Gallipoli por el ejército turco en 1915, gracias a la desidia de los generales ingleses.

Las bibliotecas municipales convocan la vigésima edición de su concurso de marcapáginas

Este año está dedicado a los ‘Héroes y heroínas de mi ciudad’, en homenaje a todas las personas que han estado en primera línea durante la pandemia

El concurso de marcapáginas que convoca anualmente la Red de Bibliotecas Públicas Municipales celebra este año su vigésimo cumpleaños y lo hace con unos protagonistas muy especiales. ‘Héroes y heroínas de mi ciudad’ es el lema elegido para esta edición, que quiere ser un homenaje a todas las personas anónimas que han estado en primera línea durante la pandemia de la COVID-19: bomberos, policías, personal sanitario, operarios de limpieza y todos aquellos profesionales que ayudan a construir un Madrid mejor.

Desde mañana lunes, 22 de febrero, y hasta el 7 de marzo, cada participante puede presentar un único dibujo inspirado en el tema elegido para este año, original, inédito, libre de derechos de autor y que no haya sido publicado ni premiado en otros concursos.

Pueden participar todos los ciudadanos, ya que se han establecido cinco categorías que abarcan todos los grupos de edad: la primera para los más pequeños, hasta los 5 años; una segunda para los niños de 6 a 8 años; la tercera para el tramo de 9 a 11; la cuarta, de 12 a 14 y la última para los mayores de 15 años.

Hay, además, dos categorías especiales: una para alumnado de centros de educación especial y otra para integrantes de centros ocupacionales, de día o miembros de asociaciones para personas adultas con discapacidad. En estas dos últimas, los participantes han de presentar sus dibujos a través del centro al que acudan.

Bases, premios y jurado

Los trabajos deben medir 10,5 x 29,7 centímetros, pueden ser en color o blanco y negro y el soporte ha de ser papel o cartulina. En la última categoría de edad, a partir de 15 años, se admiten también dibujos realizados en ordenador y collages y en las categorías especiales se admite cualquier tipo de material.

Los marcapáginas deben presentarse en una plantilla creada para este fin, que se puede descargar en este enlace, al igual que las bases del concurso. También se puede recoger presencialmente en cualquiera de las 32 bibliotecas que integran la red municipal. La entrega ha de ser presencial en cualquiera de estos centros.

El jurado, compuesto por cinco miembros de las bibliotecas municipales, valorará la originalidad y la composición, la calidad del diseño y su adecuación al tema propuesto. En cada categoría se elegirá un finalista por cada biblioteca, de entre ellos saldrá el ganador de la categoría. Los finalistas recibirán un diploma acreditativo de su participación y dos libros. Los ganadores recibirán un lote de libros y un DVD. Sus nombres se darán a conocer en el Portal de Bibliotecas Municipales el 22 de marzo. La entrega de premios será presencial y coincidirá con la celebración del Día del Libro, el próximo 23 de abril.

Renovación de las promesas del bautismo

El día que Esme vino a proponerme asistir como acompañante a su renovación de las promesas del Bautismo, le respondí con un rotundo NO, ignorando, la explosiva humanidad que un acto tan simple puede encerrar. Por tres veces más me lo dijo y tres veces más me negué y esa sinrazón temporal mía, estuvo a punto de costarme la extraordinaria visión de un puñado de personas, espíritus vigorosos, para las que cualquier pequeño acontecimiento de este tipo es motivo de gozosa celebración.

Cuando leí el título del guión de la celebración, “Renovación de las promesas del Bautismo”, pensé que debía ser algo así como darse unos baños, o refrescarse la cara en la pila de agua bendita, incluso pensé que podría ser beber de un botijo. Me dije: “¡Otro acto coñazo!”; aunque, en un momento de debilidad, me rondó por la cabeza aceptar el ofrecimiento de mi mujer, sólo por quedar bien con ella.

Encontré la excusa perfecta cuando Esme me pidió que le ayudara con la bandeja de sandwiches, las servilletas y los vasos que tenía que llevar para confraternizar después de la celebración. Al ver sus manos cargadas de carpetas y su cara fatigada por el trabajo y por la falta de sueño, su petición me pareció razonable. Cuando llegué, ya había algunas mujeres en la salita que haría las veces de comedor distribuyendo por las mesas las diferentes viandas que habían traído preparadas de sus casas. Coloqué la bandeja donde me indicaron y observé distraídamente sus caras. Realmente estaban disfrutando con lo que hacían, su risa era tan franca, había tanto cariño en sus manos cuidadosas, en sus ojos, inundados de deseos de dar, de ayudar… Por eso decidí quedarme.

Nunca había estado antes en la capilla pequeña. Dispone de lo esencial, sin alardes ni florituras, Cristo en la cruz, el altar, un atril, algunos bancos y un radiador.

La celebración transcurrió con extrema sencillez, cánticos voluntariosos, lecturas, homilía, todo se iba desarrollando con fluidez y armonía. De pronto, según transcurría el rito de la luz y mientras Prieto, Carmen, Ángela, Emilia, Antonio, Pilar, Santos, Justina, Juan y Esmeralda, desfilaban para recoger cada uno su vela encendida, como si Dios nos hubiera puesto de acuerdo, aquel grupillo de personas y sus acompañantes quedó encendido en mi retina. Seguramente aquella buena gente, tendría en sus casas una maleta cargada de problemas y el armario lleno de dolores, pero sus caras, sus movimientos, reflejaban tanto bienestar y tanto sosiego, la expresión de sus rostros era tan sincera, que una llamarada silenciosa de calor invadió mi cuerpo. Luego, cuando todo terminó, seguí mirando embobado cómo todos se felicitaban, bromeaban y hasta hablaban de haber pasado nervios. Yo miraba de pie desde el último banco y, por algún misterio que no acertaba a comprender, se me revelaban con absoluta claridad, sus almas limpias y sus cuerpos transparentes.

El “piscolabis”, fue una prolongación más del ambiente festivo que hubo en la capilla. Todo el mundo reía y gastaba bromas inofensivas, se ofrecían unos a otros los aperitivos allí expuestos, se pasaban las bandejas y los platos para que todos probaran de todo. Al acabar, el mismo deseo que hubo en todos de ayudar a preparar, lo había para recoger y dejar limpio el lugar.

Desde luego el vino debió subírseme a la cabeza porque me fui de allí pensando que la Iglesia está muy bien para rezar, para cumplir con tus ritos cristianos, pero si alguien quiere encontrarse un ratito con Dios, no tiene más que estar con estas personas. Y como dice Amalia, la monja de San Jaime, siempre que acude a algún acto o celebración en la Parroquia, a todo aquél que me pregunte le diré: “Sí, ha estado muy bien”, y volveré a repetir: “Sí, todo ha sido muy bonito”.

Felipe Iglesias Serrano

La escritura como terapia

La mente es una centrifugadora de ideas que funciona a toda velocidad. Algunas investigaciones han calculado que podemos albergar hasta 60.000 pensamientos diarios, y muchos de ellos se confunden en una amalgama de ideas, sensaciones y emociones que están efervescentes en nuestra cabeza. Ponernos a escribir nos ayuda a tener que organizar toda esa información y sintetizarla, ya que la mano va muchísimo más lenta que la mente; ahí radica la magia de la escritura como terapia.

Y para poder conseguir todos sus dones sí es recomendable seguir éstas normas:

1. No juzgarnos cuando escribamos. Dejar fluir nuestras ideas sin censuras y soltar sobre el papel.

2. Darte permiso. Cualquier tema es interesante, nada es tabú, si algo está llamando a las puertas de tu atención es importante que le des espacio y te explayes.

3. Tener tu método. Lo que hayan escrito otras personas te puede servir como base, pero no te compares, busca tu estilo, es el perfecto para ti. Algunas personas prefieren frases cortas, otros párrafos largos… Tú eres tú, y tú eliges.

4. Si no te fluye ningún tema, parte de alguna pregunta y verás como todo brota. Por ejemplo: ¿qué estoy dejando de hacer por estar ocupado con lo urgente? ¿Cuáles eran mis sueños “de mayor” cuando era pequeño?

5. Escríbete a ti directamente. Es un modelo que hemos visto incluso en algunos anuncios: que hable tu yo de dentro 20, 30 o 40 años con tu yo de hoy. ¿Qué le contaría que ha vivido y conseguido? (por supuesto, que le cuente todos los sueños que ha cumplido, que no se base en contar penas y temas desmotivantes).

Si quieres liberarte y fluir… ¡escribe!

Beatriz Troyano Díaz – Directora de la Escuela Europea de Habilidades Sociales & Remodelatuvida, Socióloga Coach Personal y Profesional.

www.remodelatuvida.es

siquieres@remodelatuvida.es

La Fundación Banco De Alimentos de Madrid cierra 2020 con récord histórico de personas atendidas

La crisis golpea con fuerza a la clase media

Cerramos un año muy duro en el que hemos asistido a una crisis alimentaria sin precedentes que se prolongará durante 2021. Acabamos 2020 inmersos en la peor crisis alimentaria desde el inicio de nuestra actividad hace 25 años. con cifras record de personas atendidas. La situación no ha mejorado desde el mes de marzo de 2020 en el inicio la pandemia, cuando la demanda de ayuda creció más de un 40%. En diciembre de 2019 La Fundación atendía a 130.000 personas, en enero 2021 iniciamos el año con más de 186.000 personas en la Comunidad de Madrid a quienes suministramos alimentos a través de 565 entidades benéficas.

A la bolsa de pobreza estructural existente antes de la actual crisis, se ha sumado un nuevo grupo de personas que nunca necesitó ayuda alimentaria y ahora la reciben: los llamados “nuevos pobres”, de clase media, españoles en su mayoría que han perdido sus empleos o con sueldo insuficiente para llegar a fin de mes. La pobreza se hace crónica y las cifras no mejoran. Un 15% de la población total de la CAM vive en riesgo de pobreza y/o exclusión social (1 de cada 7) según el umbral nacional; el dato a nivel regional, teniendo en cuenta el nivel de renta, eleva esta cifra hasta el 21,9% para este grupo de personas.

Hemos podido hacer frente a este escenario reinventándonos y adaptándonos a la nueva situación con las limitaciones que nos imponen las medidas sanitarias para salvaguardar la seguridad de trabajadores y voluntarios. Adoptamos herramientas tecnológicas colaborativas que nos permiten seguir trabajando conectados, se reorganizó el trabajo en los almacenes, nos adaptamos constantemente a las necesidades de las entidades benéficas y buscamos ayudas en empresas e instituciones, cuando son necesarias, para no vaciar nuestros almacenes ni romper la cadena de suministro. Estamos inmersos además en un proceso de transformación digital que nos hará más eficientes, siempre pensando en ofrecer cada día mayor y mejor atención a entidades benéficas y personas que reciben nuestra ayuda.

La Fundación Banco de Alimentos de Madrid se ha convertido en una organización esencial en la atención de personas en pobreza y/o riesgo de exclusión social y en la gestión de la crisis alimentaria durante esta pandemia. Trabajamos en coordinación con los Servicios Sociales de la Administración para establecer los controles necesarios para evitar duplicidades en las entregas de alimentos, que estos lleguen a quien realmente los necesita y para que, dentro de los límites de nuestra capacidad, nadie que lo necesite se quede sin ayudas. Seguimos en primera línea atentos a la evolución de la situación social y las necesidades para garantizar seguridad alimentaria y seguir evitando el despilfarro de alimentos atendiendo a los compromisos de España 2030 y cumplimiento de ODS.

Banco de Alimentos

El síndrome de Diógenes digital

El síndrome de Diógenes digital ya lleva tiempo entre nosotros siendo un trastorno bastante habitual, en sus diferentes grados. Todos conocemos lo que significa dicho síndrome en la vida real, pero en la vida digital… ¿cuándo podemos hablar del síndrome? Vamos a ver algunos ejemplos que pueden ayudar a empezar a detectarlo:

— Bandeja de entrada del correo electrónico a rebosar.

— Galería de imágenes en el móvil con miles de fotografías.

— Cientos de archivos en nuestra carpeta de documentos o en el escritorio de nuestro ordenador.

— Muchos grupos con grandes cantidades de fotos, vídeos, memes… sin eliminar.

Pero solo con esos ejemplos no podemos decir que padezcamos dicho síndrome, aunque sí nos pueden alertar y convertirse, en algún momento, en un verdadero trastorno. Todo ello va acompañado de una serie de síntomas, como, por ejemplo:

— Ansiedad por estar pendiente de las redes sociales y mensajería instantánea.

— Miedo a perder la información que tengamos en nuestros dispositivos, y realizar compulsivamente copias de seguridad en diferentes soportes.

— Indecisión a la hora de saber lo que eliminar o no.

— Demasiado apego a la información contenida.

— Problemas de organización, concentración…

En general todos, en cierta medida, podríamos padecer este síndrome, pues todos sin darnos cuenta acumulamos gran cantidad de información. Pero se puede convertir en un trastorno cuando afecta a nuestra salud mental y a las relaciones sociales, y modifica nuestra conducta. Por eso tenemos que estar atentos, pues se dice que el 60% de la población ya lo padece.

Algunos consejos para prevenirlo:

— Organizar la información en los dispositivos, casi de la misma forma, y si tenemos ya un protocolo en la vida real, seguirlo también en lo digital (trabajo, personal, fotografías…).

— Cuando hagas fotografías, elimina pronto aquellas que no sirven. Sincronízalas para que se descarguen en el ordenador y clasifícalas (años, eventos…). Dedica, por ejemplo, una vez a la semana para hacerlo.

— Ten una copia de seguridad en la nube, sincronizada, y otra en local, cada cierto tiempo. No es necesario más, pues al final no sabrás lo que tienes en cada una.

— Limpia asiduamente la bandeja de entrada del correo, date de baja de aquellas listas que no acabas leyendo, si no los miras nunca es que no son importantes. Ten en cuenta que muchas cosas ya están en Internet disponibles en cualquier momento.

— Utiliza herramientas en la nube que te ayuden a organizarte y que se sincronicen en todos tus dispositivos, así evitarás tener repartida la información en muchos sitios.

CARLOS GÓMEZ CACHO – Tecnólogo

www.gestoriatecnologica.es

Me duele el pecho… ¿Qué hacer? 

El dolor torácico es uno de los motivos más comunes de consulta médica en todo el mundo. Con cierta frecuencia, el dolor de pecho suele suponer una gran preocupación porque es el lugar donde tenemos localizado el corazón, la bomba que hace distribuir la sangre y poner en funcionamiento todo el sistema circulatorio gracias al que estamos vivos. Aunque hay varias causas que pueden originar algún tipo de dolor en el pecho, no todas son de origen cardiaco. Son factores de riesgo para padecer algún accidente cardiovascular: el tabaquismo, la hipertensión y la diabetes. 

Cuando el dolor aparece después de haber realizado algún ejercicio, tras coger pesos o esfuerzos físicos, no suele tener gran repercusión. Si el dolor aumenta con los movimientos respiratorios, se exacerba con la inspiración al coger aire, aumenta al palpar el pecho y en los cambios de posturas al acostarse en la cama, más bien orienta hacia un dolor de características mecánicas, es decir, musculoesquelético. Suelen ser debidos a osteocondritis (inflamación en las regiones de unión de cartílago con las costillas y esternón), así como por contracturas en los músculos intercostales. 

A veces, el dolor puede extenderse desde la cara anterior del tórax hacia la espalda y hacerse más intenso al respirar profundamente; puede originarse en las crisis asmáticas, bronquitis y neumonías. Se debe consultar por Urgencias si el dolor es tan intenso que dificulta la respiración, si al coger aire la respiración se entrecorta, puede ocurrir un fenómeno llamado neumotórax, cuando entra aire en un espacio llamado pleura que recubre el pulmón. 

El dolor que debe preocuparnos es el que no cede, ni mejora con la postura ni con la respiración, ni se modifica a la palpación. El dolor de origen cardiaco se localiza en el hemitórax izquierdo y/o en el centro del pecho, y se extiende hacia la mandíbula, el hombro izquierdo y llega hasta el antebrazo, puede causar adormecimiento en el brazo, y se acompaña por palpitaciones, palidez, frialdad, mareos y sudoración. En este momento, es importante no perder la calma y si está solo contactar con los servicios de emergencia en el 112, mantenerse sentado aflojar las prendas ajustadas. Para descartar otros motivos de tipo ansioso digestivo, será necesario acudir al centro más cercano de Urgencias.  

Si el dolor aparece en reposo, le despierta del sueño y no cede con un paracetamol, puede ser debido a un infarto. Si el dolor aumenta con los esfuerzos al caminar o subir cuestas y cede con el reposo, se extiende por el hemitórax izquierdo y causa sensación de falta de aire o palpitaciones, puede ser debido a una angina de pecho o una insuficiencia cardiaca, y debe consultar igualmente con un médico.  

Dr. Ángel Luis Laguna Carrero 

Especialidad Medicina Familiar y Comunitaria 

Máster Medicina de Urgencias y Emergencias 

Experto Universitario en Nutrición 

2021, Año Internacional de las Frutas y las Verduras 

La ONU ha declarado el 2021 como Año Internacional de las Frutas y las Verduras. ¿Por qué nos gusta tanto esta idea? Porque queremos aumentar su consumo promoviendo estilos de vida saludables y reducir el impacto medioambiental. 

No hace falta nombrar cifras mundiales o nacionales para saber que el consumo de estos alimentos es bastante menor al que las recomendaciones nutricionales nos indican. Solo hace falta pasar un par de días en la casa de amigos o familiares para confirmar dicha hipótesis, y preguntarse: “¿Cuántos comen fruta en su desayuno? ¿Acompañan sus platos de verduras? ¿Cuántos meriendan comidas procesadas?”. 

La gran variedad que existe de verduras y frutas en nuestros mercados, junto con la gran variedad de formas de cocinarlas y presentarlas en el plato, debería conseguir que la excusa de que “las verduras y frutas son aburridas o que no saben a nada” se quede en el 2020. 

Por otro lado, ¿cuántas veces has escuchado decir que un plátano blando ya no vale y acto seguido se ha tirado a la papelera? ¿Cuántas veces una manzana ha tornado a tonos marrones fruto de la oxidación natural y se ha tirado también a la basura? El desperdicio de estos alimentos supone un gran impacto medioambiental y también en nuestros bolsillos. ¿Cómo lo podríamos haber evitado? Con el plátano podríamos haber hecho un maravilloso batido lleno de energía, y la manzana la podríamos haber cortado en dados, pasado por la sartén y añadido a una ensalada tibia de legumbres. ¿Se te ocurren más formas de aprovecharlas? Seguro que sí, hay muchísimas. 

Sarai AlonsoNutricionista – Dietista   

www.saraialonso.com