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Insufrible situación en el Centro de Salud Los Ángeles

Tal como todos conocemos, la situación de la asistencia sanitaria en el Centro de Salud Los Ángeles es sencillamente insufrible. Debido a ello, llevamos semanas tratando de obtener información solvente que podamos trasladar a los vecinos y tomar decisiones al respecto. Ésta es la información recibida hasta el pasado 24 de mayo, procedente de los profesionales del centro:

1. De un plantel de 25 médicos ejercen 16, y no todos los días.

2. Igualmente sucede con los pediatras: trabajan 2 de los 4 asignados.

3. Consecuentemente, las demoras en atención, tanto telefónica como presencial, son totalmente inadmisibles.

4. La asistencia sanitaria en turnos de tarde es prácticamente inexistente.

5. La escasez de personal administrativo provoca tensión entre trabajadores y pacientes.   

6. En la actualidad hay 13.000 ciudadanos que no tienen médico asignado.

7. La situación puede perpetuarse.

Creemos que la grave situación descrita puede multiplicarse si se materializa la información publicada por el diario El País en su edición del 25 de mayo, según la cual el Gobierno de la Comunidad de Madrid prevé cerrar 41 de los 49 centros de salud de la capital. Creemos que, de producirse, la situación pasaría de grave a dramática.   

Ante la gravedad del asunto, hemos pedido una reunión urgente con el Área 11 de Salud, de la que depende el centro de Los Ángeles, que nos permita conocer la situación real y planes de futuro, si los hay. Informaremos. 

ASOCIACIÓN DE VECINOS DE LA CIUDAD DE LOS ÁNGELES

Emotivo IV Encuentro ‘Mujeres que dejan huella’ en San Cristóbal

Mujeres que dejan huella

El pasado 12 de mayo, en Casa San Cristóbal

El 12 de mayo se celebró en San Cristóbal de los Ángeles el IV Encuentro “Mujeres que dejan huella”, en conmemoración de mujeres que han sido —y son— referentes para el resto de mujeres, por su historia de vida y lucha, en y por San Cristóbal.

El encuentro tuvo lugar en Casa San Cristóbal y fue organizado por el Espacio de Salud y Género del barrio. Desde 2017 venimos dedicando una tarde como ésta a celebrar juntas el habernos encontrado y haber podido conocer y re-conocer a mujeres maravillosas de San Cristóbal cuya labor es a veces invisible, pero fundamental para el barrio.

Amparo, Mari Carmen, Ángela, Cristina, Andrea, Clara, Ana, Naziha, Jeimy, Marce y Juliana fueron presentadas por las homenajeadas en la edición anterior y recibieron obsequios elaborados por el Centro de Rehabilitación Laboral de Villaverde y la Fundación Adsis.

Sus vidas son reflejo de decisión, valor y constancia para cumplir sus proyectos vitales, perseguir sus sueños y hacer de sus entornos de vida y relación, de su familia, barrio y  comunidad un mundo más feliz y más justo… Desde su implicación en las asociaciones y espacios comunitarios, con las personas más vulnerables, los niños y las niñas, las mujeres, las personas mayores… son un ejemplo de compromiso con la mejora de San Cristóbal.

Para terminar, plasmaron su huella sobre el grafiti de un árbol con tronco de mujer y disfrutamos del Coro Corinto. Un acto muy emotivo que afianza los lazos entre las mujeres y con toda la comunidad.

El Espacio de Salud y Género, organizador del evento, está formado por: Asociación Educación, Cultura y Solidaridad, Cáritas, Casa San Cristóbal, Centro de Salud de San Cristóbal, Centro de Día Villaverde de Salud Mental, Centro de Mayores San Cristóbal, Centro Municipal de Salud Comunitaria de Villaverde, Fundación Adsis, Proyecto QuédaT, Servicio de Apoyo a la Intervención Comunitaria de Villaverde, Programa de Intervención Comunitaria de Servicios Sociales, Servicio de Mediación en Salud con población gitana y Unidad Técnica 11 del Área de Salud Pública.

A todas estas mujeres, madres, hermanas, hijas… y vecinas de San Cristóbal hemos querido expresar nuestro reconocimiento y afecto, y darles las gracias por seguir cuidando a su barrio y a su gente con fuerza y alegría. A todas ellas, muchas gracias por tener tanto y dar tanto.

ESPACIO DE SALUD Y GÉNERO DE SAN CRISTÓBAL

Mercadillo de artesanía en Cinesia

Mercadillo de artesanía
En junio vuelve al distrito el mercadillo, también con diversas actividades. Será el día 5, de 12:00 a 20:00, en Cinesia (C/ Godella, 104). Mercadillo de artesanía

En junio vuelve al Distrito el mercadillo de artesanía que tiene como objetivo promover un “consumo responsable, de cercanía y de autor, lejos de las marcas y los productos fabricados en serie, que no respetan el medio ambiente ni los derechos humanos”. En esta ocasión será en Cinesia (C/ Godella 104), el sábado 5 de junio de 12:00 a 20:00, y contará además con las siguientes actividades: a las 16:00, taller de dibujo a cargo de D. Moisés Eyama, asistido por Justo A.P.N. (Royal Black Gallery); a las 17:00, taller de tangram (para conocer este juego milenario); y a las 18:00, taller de danzas africanas con Albury Dabo. No te lo pierdas, pasarás un rato genial.

REDACCIÓN

Torneo Solidario CD Santiago Apóstol

Tendrá lugar los días 4, 5, 6, 12 y 13 de junio, en la Instalación Deportiva David Díaz de la Cruz

El Torneo Santiago Apóstol es un evento solidario, alrededor de un gran torneo de fútbol base, que nace con el objetivo de proporcionar ayuda alimentaria para todas aquellas familias afectadas, en esta época de tanta necesidad, provocada por la crisis sanitaria y económica. Tendrá lugar los días 4,5 y 6 de junio (Prebenjamín, Benjamín y Alevín), y 12 y 13 de junio (Infantil y Cadete), en la Instalación Deportiva David Díaz de la Cruz (avenida de los Rosales, 133), en beneficio de la Red Vecinal Villaverde Alto, Los Ángeles y Marconi y de la Red de Cuidados Villaverde Bajo.

Podrán participar en él clubs federados en las categorías indicadas (inscripción mínima para fútbol 7 de 10 jugadores, y para fútbol 11 de 16 jugadores por equipo). La cuota de participación por jugador y entrenador son 5 kg de alimentos no perecederos (pastas, conservas, legumbres, leche, aceite, productos de higiene, etc.). Habrá trofeos para campeón, subcampeón, máximo goleador y mejor portero de cada categoría; pódium de campeones con cañones de confetis y almuerzo o merienda para todos los participantes.

Las categorías para fútbol 7 son Prebenjamín (nacidos en 2013 y 2014) y Benjamín (nacidos en 2011 y 2012, equipos federados en 1ª), y las de fútbol 11 Alevín (nacidos en 2009 y 2010, equipos federados en 1ª y 2ª), Infantil (nacidos en 2007 y 2008, equipos federados en 1ª y 2ª) y Cadete (nacidos en 2005 y 2006, equipos federados en 1ª y 2º). Se trata de un evento deportivo cuyo objetivo principal es el de promover los valores del deporte: esfuerzo, trabajo en equipo y respeto, destacando la educación y la solidaridad.

La red de ayuda de Villaverde Bajo está compuesta por 50 voluntarios y 4 asociaciones (AVIB, A.V. La Unidad, A.S. La Trueca y C.S. El Ocho). Proporciona ayuda a las familias más afectadas por la crisis sanitaria y económica, y cuenta con el apoyo de comercios y entidades sociales, educativas y sanitarias del barrio. La red de ayuda de Villaverde Alto, Los Ángeles y Marconi está compuesta por las asociaciones vecinales del barrio, y cuenta con más de 60 voluntarios. Proporciona ayuda alimenticia a más de 150 familias que han quedado en situación de vulnerabilidad por la crisis sanitaria y económica que vivimos en España. Colabora con los servicios sociales de la Junta Municipal de Villaverde.

Para garantizar la salud de todos los participantes, el torneo se realizará respetando las medidas de prevención y seguridad vigentes en la Comunidad de Madrid, así como el protocolo de competición de la RFFM. El uso de mascarilla es obligatorio en todo momento, así como el control de temperatura, desinfección de manos y distancia de seguridad mínima (excepto en el tiempo de juego).

TORNEO SOLIDARIO CD SANTIAGO APÓSTOL

Adiós a la participación ciudadana en Villaverde

Participación ciudadana

Fue en noviembre de 2019 cuando la concejala presidenta de la Junta Municipal de Villaverde, Concha Chapa, se reunió por última vez con las asociaciones vecinales abajo citadas. Desde entonces, existe una escasa o nula relación con la máxima representante de nuestra Administración local en Villaverde.

Efectivamente, la relación entre la concejala presidenta de la Junta Municipal con el tejido asociativo organizado de Villaverde ha sido inexistente, delegando por su parte siempre en asesores técnicos y políticos cualquier cuestión planteada. Todo apunta a una decisión deliberada por parte de la concejala, que ha ignorado en reiteradas ocasiones las peticiones formales de las asociaciones, máxime cuando llevamos más de un año en una situación absolutamente excepcional tanto por la pandemia como por otros momentos como la borrasca Filomena, que han tenido a nuestras entidades volcadas en la atención a sus vecinos/as y que hubieran requerido la mayor interlocución posible.

Lejos de multiplicar esfuerzos para conocer por las asociaciones vecinales la realidad de Villaverde y el trabajo desarrollado por el tejido asociativo y voluntario, hemos padecido un mayor distanciamiento. Distanciamiento que jamás, con ningún partido de Gobierno, se ha vivido en Villaverde.

Esta ausencia de relación ha derivado en una clara limitación de los cauces de participación ciudadana para las mejoras cotidianas del Distrito. Las asociaciones vecinales en los últimos tiempos ya no solicitamos reuniones, puesto que la negativa a participar en ellas por parte de la concejala es la tónica general desde hace años. Pero en los últimos tiempos ni siquiera por escrito se ha obtenido respuesta a las demandas planteadas. La presencia de la concejala se limita a actos públicos de inauguración, visitas y encuentros… y la mención al tejido social, anecdótica, se restringe en su uso de las redes sociales.

También hemos padecido la revocación de los acuerdos de colaboración de la legislatura anterior que propiciaban un avance en materia de ocio popular para las vecinas de Villaverde. La última noticia, la licitación de infraestructuras para que las comisiones de fiestas de los barrios puedan hacer actividades en las fiestas patronales, que ha sido conocida por los anuncios del Boletín Oficial del Ayuntamiento de Madrid sin que ni siquiera haya convocado en los últimos años a estas comisiones de fiestas constituidas desde la anterior legislatura. Aunque sin duda una de las decisiones más perjudiciales fue la destrucción del convenio marco que permitía la cabalgata popular de Villaverde Bajo, San Cristóbal, Butarque y Los Rosales… y que nos llevó a las esperpénticas escenas del coche descapotable paseándose por Villaverde, habida cuenta de una factura a la empresa organizadora.

Igualmente asistimos a una merma en la participación con la falta de apoyo a los Foros Locales, la burocratización cada vez mayor en la cesión de espacios, etc. Esta merma en la participación sin duda degenera en una menor calidad democrática al gestionar el Distrito ajena a sus vecinas y reivindicaciones, que muchas de ellas se vuelcan a través de sus asociaciones.

Pero además, la falta de comunicación nos lleva a que no hemos tenido ni tenemos conocimiento directo de los planes específicos de la Junta para nuestros barrios, solo nos encontramos con improvisación y actuaciones en detrimento del estado del Distrito. Las obras que en los últimos tiempos se vienen ejecutando son resultado de proyectos aprobados en anteriores mandatos.

La pandemia de COVID no puede ser excusa para ignorar la situación, y desde las asociaciones vecinales pedimos una rectificación en las políticas de participación ciudadana, ya.

Comunicado de la Coordinadora Vecinal de Villaverde, a la cual pertenecen:
AVIB, AMIFIVI, La Incolora, A.V. Marconi, A.V. La Unidad de Villaverde Este, A.V. Los Rosales, A.V. La Unidad de San Cristóbal, A.V. Los Hogares, A.V. Comercio de Villaverde, A.V. San Nicolás.

Periódico Distrito Villaverde, nº 296. Junio 2021

Villaverde Alto, Villaverde Bajo, Ciudad de los Ángeles, Los Rosales, Butarque y San Cristóbal de los Ángeles

 

El conflicto de la Plataforma Logística de Villaverde llega al Defensor del Pueblo

Resistir en pandemia: la Red de Cuidados de Villaverde Bajo

Adiós a la participación ciudadana en Villaverde

Movilizaciones por la reapertura de los centros de mayores

Insufrible situación en el Centro de Salud Los Ángeles

‘Vivimos sobre un estercolero’

El CEIP Cristóbal Colón consigue un accésit en los Premios NAOS

Entrevista a SILVIA MERO LORENZO, joven escritora de Los Rosales, con doce años de edad acaba de publicar su primera novela, que escribió cuando tenía diez

Y nuestras secciones: Tu vez y tu voz, Cultura, Colaboraciones, Secciones y Deportes.

La Cuesta de Moyano

Casetas de libros en la Cuesta de Moyano, 2008. Losmininos

La Cuesta de Moyano se asienta sobre terrenos que pertenecieron al desaparecido Real Sitio del Buen Retiro, un conjunto de palacios y jardines construidos por orden del conde-duque de Olivares para disfrute del rey Felipe IV. Junto al Jardín Botánico, la glorieta de Carlos V y el parque de El Retiro, se encuentra esta vía peatonal conocida como “Cuesta de Moyano”, famosa por las casetas de venta de libros.

Recibe su nombre del político zamorano Claudio Moyano, que aprobó una de las leyes para la educación más importantes en España, la llamada “ley Moyano”, que tuvo una vigencia de más de cien años. Coronando la cuesta se encuentra la estatua de bronce de un ilustre de las letras españolas, el escritor vasco Pío Baroja, uno de los promotores para la creación de esta feria. Al final de la vía está situada la escultura de Claudio Moyano.

En 1925, cuando se instaló una hilera de casetas de madera de unos 15 metros cuadrados que en su día no tenían luz ni calefacción, se podían adquirir libros por 15 céntimos, motivo por el cual el escritor Ramón Gómez de la Serna la llamaba la “Feria del Boquerón”, haciendo referencia al precio por el que se podía tomar un aperitivo.

La Cuesta de Moyano ha sido y es un lugar muy frecuentado por importantes figuras de la cultura, y aparece en numerosas obras de la literatura española. Pasear por los 200 metros que ocupan sus 29 casetas era un hábito de intelectuales como Ernest Hemingway, José Ortega y Gasset, Pío Baroja, Azorín o Camilo José Cela.

Hoy estas casetas son regentadas por hijos o nietos de los fundadores de la feria. Tienen una oferta muy variada de libros, desde filosofía hasta literatura, arte, ensayo e incluso compraventa de ejemplares. Además, se pueden encontrar verdaderas curiosidades, como volúmenes descatalogados o cómics antiguos.

En 1984 se volvieron a estudiar las condiciones de habitabilidad, y finalmente el Ayuntamiento concedió el permiso para que las casetas tuvieran agua, electricidad y teléfono. Durante las obras de 1986 los libreros volvieron por segunda vez al paseo del Prado. En las obras permitieron mantener el aspecto clásico.

En ese tiempo, fue “la calle más leída de Madrid”, como la definió el escritor y columnista Francisco Umbral. Ha sido testigo de acontecimientos clave en la historia de España, y sus libreros han sabido custodiar un valioso patrimonio cultural.

Para hacer frente a la situación actual, los comerciantes y la Asociación de Amigos de la Feria de Libros de Moyano “Soy de la Cuesta” han diseñado un plan de acción para recuperar la actividad económica y convertir Moyano en el “kilómetro cero de la lectura” y en el punto de partida de una serie de actividades culturales, que atraigan a un público diverso.

Recomiendo la visita, es otro mundo apasionante de la cultura.

COMO LLEGAR: Metro Atocha (línea 1). Autobús: 1, 6, 10, 19, 14, 26, 27, 32, 34, 37, 45. Cercanías: Madrid-Atocha. Horarios: lunes a domingo: 9:30 – 13:30 / 16:30 – 19:00.

NARCISO CASAS

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Acción desinteresada

Anthony de Mello
Anthony de Mello

Anthony de Mello, sacerdote jesuita y psicoterapeuta conocido por sus libros y conferencias, en Un minuto para el absurdo, su último y definitivo libro póstumo, nos cuenta:

“Lo que más me deprime es la absoluta vulgaridad de mi existencia. Jamás en la vida he hecho nada tan importante como para merecer la atención del mundo.

— Te equivocas si piensas que es la atención del mundo lo que hace que una acción sea importante —dijo el maestro.

Siguió una larga pausa.

— Bueno, pero es que tampoco he hecho nada que haya influido en alguien, ni para bien ni para mal…

— Te equivocas si piensas que es el influir en los demás lo que hace que una acción sea importante —volvió a decir el maestro.

— Pero, entonces, ¿qué es lo que hace que una acción sea importante?

— El realizarla por sí misma y poniendo en ello todo el propio ser. Entonces resulta ser una acción desinteresada”.

Esta reflexión que Anthony de Mello nos plantea en 1987 me parece muy interesante y que está cada vez más viva en nuestra sociedad. Es un punto de partida para que podamos analizar en nuestra realidad la importancia del hacer y del aparentar.

Las redes sociales se inundan de imágenes de triunfo o actividad frenética; de hecho el término “influencer” va orientado a este fin: que las personas te atiendan por algo que haces o aparentes hacer. Cada vez más personas quieren ser youtuber, instagramer, etc., y me pregunto: ¿conseguir esto es lo que, realmente, nos hace importantes? ¿Que seamos visibles para los demás? Si no somos visibles, ¿no somos importantes?

¿Y a ti? ¿Qué te hace a ti sentirte importante o darte valor?

Directora de Remodelatuvida
Socióloga coach personal y profesional
siquieres@remodelatuvida.es
www.remodelatuvida.es

¿Tú también ves kilocalorías por todas partes?

¿Cuántas kilocalorías tiene eso? Déjame ver los ingredientes. Después tendré que quemarlos yendo al gimnasio y cenaré un plato de lechuga…” ¿Cuántas veces has escuchado esto en la última semana? Estoy segura de que más de una vez. ¿O lo has dicho/pensado tú?

Vemos la comida como una fuente de kilocalorías únicamente, que nos va a hacer engordar desde el primer segundo que la introducimos en la boca. Fuente de energía que además creemos que debemos eliminar a base de procesos compensatorios, como podría ser ir más horas al gimnasio o el plato de lechuga para cenar.

Sin embargo, la comida es mucho más que eso, y no solo nos referimos a la esfera nutricional, también a la emocional. ¿Cuántas veces una comida te ha transportado a un recuerdo del pasado, a una persona, a un viaje…? ¿Vas a prohibirte siempre sentir todas esas emociones porque estás pensando en las kilocalorías que tiene el plato?

Pero, ¡atención! En este artículo no queremos defender el comer emocional, inconsciente y desordenado. Defendemos el comer siendo conscientes de que lo hacemos porque queremos y controlamos la situación. Queremos que la persona que está frente a esas situaciones sepa identificar en qué casos su hambre es emocional o fisiológico, y después decida si quiere o no satisfacer esa necesidad. Defendemos la alimentación saludable y equilibrada como la constante de nuestro día a día, y aceptamos que pueda haber alimentos emocionales. Porque, ¿qué es una vida sin emociones?

Sarai AlonsoNutricionista – Dietista
www.saraialonso.com

EXCURSIÓN

Yo odio las excursiones y todo lo relacionado con ellas, los cánticos, las visitas…, pero había dado mi palabra a Esme de que acudiría a alguna con ella.

Todos estábamos en movimiento, saludándonos y haciendo regates con los pies, como para sortear el frío, mientras el autocar bajaba lentamente a nuestro encuentro por el Paseo de Gigantes y Cabezudos. Todavía dudaba, me sentía un poco extraño, aunque conocía a casi todo el mundo, algunos por el nombre, otros de haberles visto por la Parroquia de San Camilo de Lelis, encomendados a alguna tareílla para Dios. Jesús, de quien hablaré más tarde, saludaba y repartía instrucciones por todos los corrillos. Prieto, el “cowboy” de la Parroquia, que da seguridad con sólo oír su voz de “John Wayne”, estrechó mi mano con fuerza, y esa acción tan simple y la compañía de Esme fueron determinantes para subir al autobús sin miedo.

Salimos sobre las ocho y cuarto de la mañana, rezos en tono festivo y cánticos sobrevolaron por el interior del coche y escaparon para perderse pacíficamente entre un tropel de nubes grises. El paisaje de cemento invitaba a abstraerse y sacaba a relucir mis pensamientos más negativos. -¿Qué pinto yo aquí con toda esta gente?-. Por fortuna para mí el paisaje cambió bruscamente, los árboles reflejaban su color otoñal cobrizo sobre las laderas nevadas, extendiéndose como un fuego tranquilo sobre llanuras de tierra y formaciones rocosas. Al otro lado de Somosierra los jirones de nubes habían desaparecido, el cielo estaba compacto como el escudo de un guerrero medieval contra el que chocaban una y otra vez las canciones alegres que escapaban desde el “bus”, canciones que estallaban como puntos luminosos que intentaran resquebrajar el firmamento.

Esme se tapaba con el chaquetón hasta las orejas, sus ojos reposaban felices en el aire sosegado que se respiraba dentro. La pequeña Sara correteaba arriba y abajo del autocar iluminando a todos con su sonrisa y su espíritu indomable. Esta mujer de apariencia frágil, a la que Dios ha dado unos ojos azules, luz inmensa, que parecen sacados de un mar pintado en un desierto, tiene una portentosa fuerza interior que te contagia sin querer y hasta te hace cometer tonterías maravillosas como ponerte a tararear cualquier estribillo popular.

El frío intenso y la débil lluvia anunciaban nuestra llegada a Boceguilla. En la cafetería donde paramos, del familiar de algún miembro del grupo, según me contaron, reconfortamos nuestro cuerpo. Toda clase de bebidas calientes, cafés y algún bollo se plantaban y se recogían del mostrador con silenciosa eficacia.

Alcanzamos Lerma, nuestro punto de destino, pero pasamos de largo, primero íbamos a pasar por Covarrubias para ver su Colegiata. Los árboles encendían con su color el paisaje, el frío se colaba por las rendijas del autobús y gotas de lluvia menudita se clavaban en los cristales como alfileres de plata.

En Covarrubias nos esperaba Don Emiliano. Gracias a los desvelos de Jesús, el Párroco de San Camilo, de quien hablaré más tarde, tuvimos la suerte de disfrutar de la compañía de este hombre, que, gustoso, se prestó a servirnos de guía por la Colegiata. D. Emiliano hablaba sin parar, nos miraba sin mirarnos con sus ojos mansos como la lluvia que sembraba de finas transparencias la entrada del templo, callaba un instante y se arrancaba otra vez revolucionando las palabras con su lenguaje popular, moldeándolas a su antojo y rematando las frases con algún “chascarrillo” que volteaba la historia. Fue bajo esos muros tan acogedores, que, como bien decía él, invitaban al rezo, donde descubrí el arte de contar en su estado más puro. Nunca nos pareció la historia más divertida, ni pudimos aprender más que durante esa corta visita. Nos despidió devolviéndonos al autocar, junto con su amiga de Castrojeriz, Carmen, a Antonia, la última excursionista perdida. De pie, solo, protegido bajo un paraguas negro, que más parecía una boina grande sobre su cabeza, aguardaba nuestra marcha, y así quería yo recordarle, con el río Arlazón a su espalda y los patos buscando refugio en sus orillas. Entre el continuo goteo del carnoso líquido sobre el cristal, mientras él esperaba en silencio, me pareció ver un rictus bromista en su cara seria.

Volvimos a Lerma con el frío multiplicado por dos y mis articulaciones dando los primeros serios avisos de que empezaban a hacer agua. Dentro del autocar sólo se oían murmullos de aprobación por haber podido contar, gracias a la sabia mano de Jesús, del que hablaré más tarde, con tan singular guía en la figura de D. Emiliano, pastor de almas en Covarrubias.

La plaza de Lerma me dio sensación de vacío, porque los pocos comercios que vi estaban escondidos entre los soportales y se encontraban distantes unos de otros. El guía, que ya nos esperaba junto con otros visitantes, nos reprochó nuestra tardanza y, mientras nos hablaba largamente del palacio del Ducado, que estaba en obras, nosotros dábamos la impresión de ser, más que otra cosa, seres desvalidos helándonos con el frío húmedo de noviembre. Me agarré fuertemente a Esme y me puse a contemplar el cielo encapotado. Estaba repleto de nubes con forma de vainas oscuras e inclinadas a punto de descargar sus rayos de agua. Seguí distraídamente al guía, como todos, pero no le escuchaba, me acordaba de D. Emiliano y sonreía como un tonto mientras seguía agarrado a Esme.

Apenas presté atención cuando entramos en el convento de las Clarisas, no sentí ni vi nada especial, eso sí, tampoco esta vez pude evadir la sensación de austera pulcritud y limpieza que siento siempre al visitar estos sitios. Nos sentamos durante unos momentos en los primeros bancos desde donde se divisaba fácilmente el altar y los bancos donde se suponía que oraban monjas y novicias. ¿Y por qué siempre que entro en un lugar santo se llena de osadías mi pensamiento y espero, casi exijo, que ocurra algo distinto, un milagro?. Salí tan vacío como entré, pero no desilusionado. El guía nos llevó hasta el “balcón del frío”, donde, a los que padecemos de los huesos, nos faltó poco para terminar de perecer y, después de atravesar una escalinata, nos enseñó la Colegiata y nos habló de una curiosa santa cuya imagen habita allí y que nunca habíamos oído nombrar, Santa Caliopa de Lerema, que sufrió de lo lindo para llegar a ser mártir. Nos dirigimos otra vez hacia la plaza, pero antes paramos ante la tumba del cura Merino y en ese momento las palabras huecas del guía se evaporaron definitivamente de mi cabeza. El cielo parecía más bajo, casi encima de nosotros, su color ceniciento, que contrastaba con la serena alegría que se respiraba en el grupo, me turbaba. El mediodía ya estaba muy avanzado y mi estómago pensaba en ese cordero del que tanto y tan bien nos habían hablado. Jesús, de quien luego hablaré, nos había recomendado comer en Casa Antón. El grupo se dividió, cada uno buscó la mejor opción para su estómago y su bolsillo. Antonia, Sara, Prieto, Puri, Germana, Velasco, Josefina, Gloria, Carmen, Esme y yo, seguimos a Jesús. Entonces, al entrar en el restaurante, supe que los servicios pueden ser mixtos. Casa Antón era una casa vieja de pueblo reconvertida en un minúsculo restaurante de dos plantas muy cerca de la plaza, con un solo aseo para hombres y mujeres, fogones artesanos y unas escaleras de madera tan antiguas que yo creo que hasta los romanos debieron degustar este cordero y este vino, tan gustosos como la amabilidad de esta gente.

La presencia de Jesús en la comida nos animó, sus palabras, que hasta en el reproche son cálidas, nos ayudaron a descongelar nuestro corazón. Este hombre, cuyo rostro de granito parece que fue esculpido en mil canteras diferentes, refleja fielmente la imagen de las piedras con que construyeron las Iglesias por donde pasó. Los pequeños surcos que ahondan en su cara son como pistas de atletismo que al hablar dejan traslucir las durísimas pruebas que debe haber pasado en su carrera de fe. Atleta de Dios.

El cordero llenó mi estomago y el vino hizo que el frío desapareciera, la sangre corrió de nuevo por mis venas y sentí que volvía de nuevo a la vida, aunque mi alma seguía a la espera.

Como convinimos, hacia las cuatro estábamos todos reunidos alrededor de la puerta principal del convento. Nos sentamos, igual que por la mañana, en los bancos reservados para el público. Las hermanas rezaban en voz alta y, aunque estaban de espaldas a nosotros, pude adivinar por sus voces que la mayoría eran muy jóvenes. La agradable temperatura, cierta pesadez por haber comido en exceso y un levísimo estado de embriaguez por la buena acogida que le dispensara al vino, me habían sumido en una cálida modorra que no conseguía disipar. Apenas cerré los ojos un segundo y, cuando volví a abrirlos, las hermanas ya habían desaparecido de la capillita, también muchos de mis compañeros, incluida Esme, desfilaban hacia la puerta de salida. Los seguí con paso vivo y aquello me despabiló por completo. La verdad es que para no haber visto realmente nada, sentía un cosquilleo en mi corazón, seguramente era el vino correteando alegremente por el torrente sanguíneo. Me adelanté a todos y seguí a Jesús que se dirigía veloz hacia otra puerta lateral, sin duda para hablar o encontrarse con alguien. Me quedé discretamente en el rellano mientras le oía hablar solo. Una voz al otro lado de un torno de madera, donde se depositan los dulces que las hermanas hacen con sus propias manos para venderlos a gente como nosotros, le contestaba. El torno giró y una llave apareció en su plataforma, Jesús la retiró y todos le seguimos escaleras arriba, abrió una puerta y nos condujo por otro pequeño pasillo y otro tramo de escaleras igual de estrecho que el anterior. La pesadez de estómago persistía, pero yo marchaba ligero, como si el vino hubiese hinchado mis venas haciéndome parecer más volátil.

La sala donde entramos no era demasiado grande pero había algo en ella que hacía que te resultara familiar, como de pueblo. Se hallaba dividida por barrotes de madera, supongo que para separar a las moradoras del convento, de las visitas. Sillas de madera rústica distribuidas a lo largo de las paredes y una especie de arcón grande era su mobiliario, todo muy sencillo.

-Podéis hablar con ellas y preguntarles lo que queráis-, nos había dicho Jesús, y, casi inmediatamente, la reja se vio sacudida por un ramillete de manos blancas que acordonaron la zona enrejada. Yo me había mantenido voluntariamente en un segundo plano (también por la imposibilidad física de acercarme a la reja), andaba algo anonadado y mi cara debía reflejar mi incredulidad pues Prieto me preguntó si me pasaba algo. A pesar de la gente, desde donde yo estaba podía ver con claridad las caras de aquel coro de voces cristalinas que había oído rezar antes y casi no podía creerlo. Eran no menos de cincuenta jóvenes monjitas, novicias o postulantas, de las setenta y cuatro que poblaban el convento, todas apretándose unas contra otras por falta de espacio; por encima de sus cabezas, en la pared, resaltaban por su extrema ingenuidad, dos posters dibujados a mano que hablaban de Cristo. Algunos a los que yo conocía, como Carmen y Sara, preguntaron y luego, porque vino al caso, Jesús resumió a las hermanas en pocas palabras sus 25 años de sacerdocio y la celebración homenaje que le habían hecho en la Parroquia con una Eucaristía.

La pesadez de estómago desapareció para dar paso a un embelesador sinsentido, sin embargo, aún desconfiaba de lo que mis ojos me decían sin trampa ni cartón. A la pregunta de alguien, la hermana Sara María comenzó un sincero monólogo sobre cómo sintió la llamada de Cristo. Al principio encontraba enormes dificultades para expresar con palabras sus sentimientos hacia Dios, incluso muchas frases las terminaba a trompicones, pero, según hablaba, como si influencias invisibles la guiaran, todo lo que contaba adquiría una coherencia extraordinaria y su cara se me antojaba con una brillantez deslumbrante, como si de pronto se hubiera hecho un intenso resplandor alrededor suyo. Mientras, yo caminaba de un extremo a otro de la cortina humana y, sin dejar de observarlas, me preguntaba, volviendo una y otra vez sobre el mismo recorrido, si es que allí nadie se “coscaba” de lo que estaba pasando, ¿es que nadie tenía ojos en la cara?. La luz procedente de la lámpara refulgía blanquísima, por momentos sobrenatural, -un “subidón de luz”, quizás debido a la tensión de la corriente eléctrica-, pensé yo, tratando de encontrar una explicación técnica. No dejaba de mirarlos a todos, a uno y otro lado de la reja. Asombrado, les oía hablar sin miedo de sus sentimientos más íntimos, de su amor por Dios y con cada palabra que pronunciaban, más luminosos se volvían sus ojos. Quería pensar que el excelente vino rojo turbio de la comida tenía algo que ver en todo aquello. Según escuchaba aquellas voces tan cálidas, tan lúcidas, que creaban imágenes en mi espíritu, sufrí una especie de alucinación, ¿pues no me parecía a mí que sus palabras brotaban desde sus mismas almas y que éstas revoloteaban por la estancia desgranándose sobre mi memoria?. Por supuesto, la comida copiosa y el buen vino me estaban jugando una mala pasada, me froté los ojos y volví a abrirlos para tratar de forzarlos a la realidad, pero fue incluso mucho peor, pues como si un estúpido velo se hubiera caído de ellos, ahora podía leer en todos mis acompañantes y hasta ver con toda nitidez sus pensamientos. ¡Era tanta la alegría que se respiraba en aquel lugar!, hasta lo más nimio era motivo de alegría para todos, desde el tartamudeo de Sara María, hasta una leve tosecilla. Las aproximadamente dos horas que pasé dentro del convento me parecieron unos minutillos inolvidables. Fuera, debajo de aquel cielo gris envuelto en la noche oscura, me sentía irradiado de cierta euforia, una energía desconocida para mí. No había ni una nube en mi alma, ninguna sensación de malestar. Camino del autocar, ya no trataba de comprender qué gozoso misterio encerraba aquel sitio, ni qué milagrosa comunión de alegría y sentimientos existía entre todas estas personas, de la que yo había sido testigo.

Durante el trayecto de vuelta y mientras Antonino, el marido de Candelas, nos amenizaba con canciones populares y acertijos, no dejaba de pensar que la vida puede ser tan simple, tan rica, como el divino cordero que habíamos degustado, asado sólo con agua y sal, tan sencilla como las disertaciones históricas de D. Emiliano. Al anochecer, dentro de las sábanas crujientes de mi cama, intentaba guardar en mi memoria lo que a la mañana siguiente le diría a Esme: que odio las excursiones y todo lo relacionado con ellas, los cánticos, las visitas…

Felipe Iglesias Serrano