“En los parques de atracciones, para montar en ciertos juegos se exige a los participantes una cierta edad y altura mínimas. Para controlar esta última condición, suele haber en la entrada de cada juego una especie de puerta que tiene la altura mínima requerida por las normas de seguridad. Si el niño debe agacharse para pasar, significa que da la talla y puede montar en la atracción.
Cuando la cabeza del niño no llega al listón horizontal, no lo dejan entrar, y la mayoría de las veces el niño se enfada. Intenta pasar una y otra vez, pero en vez de más cerca le parece que el listón está cada vez más alto. Ningún argumento sirve: si el guardia hace su trabajo, el niño no es admitido.
Sucede siempre. Unos meses después vuelve al parque de atracciones. El niño ha crecido esos 2 centímetros que le faltaban para que su cabeza tocara el listón. Lo que era un problema insuperable unos meses atrás ahora no lo es en absoluto. ¿Qué ha pasado?
¡Tiempo!
Simplemente ha pasado el tiempo.
Como el niño, el ser humano crece según avanza.
Hoy puedes encontrarte con un límite que te impide seguir, y mañana con otros, pero si te piensas a ti mismo desde la perspectiva de un plano sin fronteras y un crecimiento infinito, deberás asumir con responsabilidad que no hay límites para tu potencial.
Si el deseo de seguir en la senda de la superación personal puede más que la pereza, aprenderemos que ciertamente tenemos nuestras limitaciones y nuestras incapacidades, pero descubriremos que algunas de estas restricciones no necesariamente son para siempre” (Jorge Bucay).
Y yo me pregunto: ¿qué cosas que veías como limitaciones hace tiempo has dejado ya en el camino? ¿Cuáles te quedan por dejar? ¿Cuándo lo harás?