Hoy ha vuelto a bailar. Hacía mucho tiempo ya, no de esta manera. Que no sentía la mágica sensación de su cuerpo, al danzar sobre las notas musicales que flotan en el aire, en el viento, con los ojos cerrados, libre. Si no hubiese ido, no lo hubiese vivido. Oportunidades que hay que coger, que hay que vivir. Se encontró delante de la fragancia de la música, ante su olor, ante su aroma, y desde una mullida silla, se despejó su cuerpo y con el susurro de esa voz, fue saludando cada parte, de él.
No sabía que se podía bailar con la cabeza, los hombros, los brazos, el pecho, el abdomen… Y seguía bailando con la respiración, las piernas, los pies. Con el aire, fuego, agua. Con dolor, con rigidez, con soltura también.
Y se pudo levantar de la mullida silla, desde esa silla, desde sus pies.
De pie. La música vuela y se envuelve en ella.
Hoy he vuelto a bailar.



