ROCÍO G. SOLDEVILA
He revivido
diluyéndome hacia dentro.
He vuelto a vivir
deshaciéndome en mi desierto.
Las manos del aire
acariciaban con fuerza
la piel morena
de mi rostro sin cara:
tu sonrisa hizo fusión conmigo
desdibujando mi forma.
Aun así, he revivido.
He vuelto a vivir
pegándome a la arena,
molde perfecto
de mi propio cuerpo,
calentándome por dentro.
Las voces iban, venían,
se quedaban conmigo
y al poco rato marchaban.
Los silencios se cortaban
con el frío de tu tacto:
todavía me contactas
palpándome las manos
con la vibración del tiempo.
Quizá fue solo un momento,
quizá fueron horas en un abrazo;
quizá fuimos solo el aire
envolviéndonos en mi melena.
Con todo, he revivido:
he vuelto a vivir en mí.