El martes 21 de mayo pasé una tarde maravillosa, y fue gracias al grupo de teatro Bambalina Viva, de la Asociación Vecinal La Unidad de Villaverde Este, que nos deleitó en el Centro Sociocultural Santa Petronila con Una casa de ilusiones, versión libre a partir de la obra El balcón de Jean Genet, adaptada y dirigida por Javier de Luis.
La acción se sitúa en una ciudad azotada por una revolución, en la que existe una “casa de ilusiones” a la que acuden personas para llevar a cabo sus fantasías de poder y notoriedad, gente común que ha soñado con verse convertida en obispo, juez, general, presidente del Gobierno, agitador social… y allí puede verlo cumplido, en un lugar que además resulta una burbuja ajena a la trágica realidad que se vive en el exterior, de la que solo tenemos referencia por comentarios de los personajes o por el periódico y escueto “boletín” que nos ofrece una reina que el resto del tiempo hace punto aparentemente ajena a todo.
Excelentes texto e interpretación, divertida a más no poder, de una irreverencia que da gusto, salvaje y alocada por momentos… lo que no impide (de hecho lo potencia) que al mismo tiempo deje una semillita en la mente del espectador que le mueva a meditar el resto de la jornada sobre el poder y el contrapoder, la revolución y la contrarrevolución, la identidad y la ilusión, el teatro y el metateatro… lo que en definitiva resulta como el sabor que nos dejan las onzas de chocolate bien paladeadas, cuyo eco aún deleita nuestra boca cuando ya han sido incluso digeridas.
Por cierto: después de ver la obra he descubierto que yo también necesito sentirme obispo en la intimidad. Buena la ha hecho esta gente de Bambalina Viva: a ver qué hago yo ahora… Lo dicho: una tarde maravillosa. Bravo.