¿Sabes que tenemos en el estómago las mismas neuronas que el cerebro de un gato? Pues sí, y eso hace que la serotonina, la hormona considerada “de la felicidad”, se fabrique principalmente en el aparato digestivo. Nos da un bajón y asaltamos la cocina para aliviarnos. El cuerpo nos pide un postre procesado o una bolsa de picoteo. Parece que en esos momentos es lo que más necesitamos, pero estamos muy equivocados: realmente a lo que tenemos que hacer caso es a la emoción que nos dirige a ese impulso. La serotonina es una de las responsables de regular la tristeza, la apatía, nuestras dudas o, incluso, nuestras obsesiones. Alrededor del 10% de esta sustancia se procesa en el cerebro, pero el 90% restante se fabrica en el estómago.
Para prevenir problemas digestivos que acaben dando estos quebraderos de cabeza lo más importante es regular nuestros hábitos diarios. Matveikova, experta en endocrinología, recomienda como primera medida descansar de vez en cuando del trigo, el azúcar, los lácteos y el alcohol.
También es recomendable nutrir a nuestros dos cerebros con alimentos como el aguacate, los plátanos, las nueces, las semillas de calabaza, la cúrcuma, los huevos o el pollo (preferiblemente de corral o ecológico). Los beneficios mentales de moverse más y comer productos frescos, evitando los envasados, los precocinados y los dulces industriales, son increíbles, así como incorporar técnicas de relajación diarias. Y si tenemos que tomar antibióticos, conviene no olvidar acompañarlos con probióticos para restaurar la flora intestinal. Cuidar nuestro estómago para estar más felices.
Beatriz Troyano Díaz. Coach personal y profesional. Directora de Remodelatuvida