Hay un sol que se despide y languidece sin pena, y hay una larga cadena de trinos y de ladridos. Unos hombres conversando, una pared que tan tibia, da gusto el reclinarse. Hay una brisa muy fresca de la montaña llovida, y unas flores escondidas en unos lindos jardines. Hay un anciano observando, reposando lo vivido, y una garrota apoyando los años que con sentido pasaron en duro trabajo. El pueblo está dormido y está dormida la luna, que aún no salió en la tarde, aunque el sol ya se retira, y la cigüeña se encoge. En el pueblo no hay prisa, pero sí personas… nobles.



