Beatriz Troyano Díaz. Coach personal y profesional
Hace frío, estamos cansados y nos ponemos en modo perezoso; sofá y libro o tele. ¿Pero qué ocurriría si no saliéramos de casa? No te preocupes si por cualquier motivo te toca una rachilla en la que tienes que estar en casa, pero… ¡ten en cuenta esto!
Para comenzar, el sol nos aporta una buena dosis de vitamina D. A través de los alimentos obtenemos muchas vitaminas, pero precisamente la vitamina D es la única que necesitamos obtener directamente del sol, ya que la piel absorbe la vitamina en lo que se conoce como una reacción fotosintética de la exposición al mismo. Si jamás nos diera la luz del sol nos faltaría este importante nutriente, el cual es esencial para la salud de los huesos y también protege contra las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.
Y, tan importante como la obtención de nutrientes, salir de casa te ayuda a mejorar tu estado de ánimo. Los centros del cerebro en los que se basa nuestro bienestar y nuestra autoestima se encuentran directamente comunicados con nuestros sentidos, entre ellos el ojo. Éste manda información regulando la actividad neurológica, inmunológica y hormonal. Una cantidad correcta de luz solar nos hace más positivos, más enérgicos, más fuertes ante agresiones externas y, en definitiva, nos permite enfrentarnos mejor y con mejor actitud a las exigencias de cada día.
Por el contrario, una deficiencia en rayos solares produce irritabilidad, apatía, falta de energía, dificultad en el trato con los demás, negativismo, cefaleas, mareos, cansancio constante, etcétera.
Así que ya sabes: por muchos motivos, sal de casa y recarga tu energía con nuestro gran recurso: ¡el sol!