ANA POZO MOHEDANO.
Otro día más. Monotonía de rutina, peso en su cuerpo, siente al empezar. Pero en esta época del año espera especialmente que el tren de cercanías en el que viaja a diario y transporta a su lugar de trabajo salga del túnel, cruce el rio y poder ver el lienzo dibujado en el cielo que se cuela en su retina, cada día diferente. Un regalo que divisa a través de las grandes ventanas. Pinceladas, ráfagas de paleta de colores típicos de esta estación que le embelesan. Azules en todos sus tonos, grises y naranjas, se entremezclan en degradé como si un pincel imaginario trazase el cielo. Y mañana serán diferentes.
Después de su larga jornada laboral, vuelve a casa en el mismo tren. A esta hora puede divisar otro espectáculo de colores, en un marco diferente. Se hace notar la luz del sol de otoño, de los días más cortos, hojas en el suelo y gotas de lluvia. Otro cuadro que asoma, por las mismas grandes ventanas.
Hasta mañana.