MAX RIGEL.
Vi al atardecer una estela atravesar la luna llena de abril. La luna rodar jugando sobre ella y separarse ambas.
Una hacia mi cenit y la otra a complacer los sueños de los inmigrantes del mundo, de los parientes pródigos y de los eternos amantes.
La del cenit anda ya entre las colinas huecas y las serpientes de los cuentos.
La que iba al sur ha descubierto su propio camino, donde todos son iguales y felices. Tiene su coche ceniciento y sus corceles de paja, la guía un buen viento y reposa en Guardalavaca.
Ambas se encontrarán en el golfo de México. Hay que ayudarlas.