¡Coge fuerza!
Volvemos de vacaciones, y esta vuelta es tan, tan diferente a las de otros años en los que se habla de “depresión post-vacacional”… Esta vuelta a la normalidad (o la “nueva normalidad” de la que todo el mundo habla) es un poco más compleja por lo complejo que nos está resultando este año 2020 que ya comenzamos a terminar.
Por eso nos hace falta que ahora cojas más fuerza que nunca y que te armes con todas las herramientas que tengas a tu alrededor para que “la vuelta al cole” te motive y empodere frente a las circunstancias tan inseguras en las que vivimos.
Para ello ármate con todo lo que te da fuerza; aquí te dejo unas propuestas:
— Ten presente tu lista de hobbies o actividades que te motivan y que sabes que te hacen bien, y programa, al menos, una de ellas cada quince días.
— Si no lo tienes como hobby, intenta incorporar las relajaciones: ya sabes que este año está siendo de mucha ansiedad, y frente a la ansiedad y la incertidumbre el cerebro y nuestro cuerpo necesitan encontrar los medios para relajar la tensión. Tienes muchas fuentes, una de ellas YouTube, donde puedes encontrar muchísimos videos que puedes seguir.
— Ten presente tu lista de amigos y queda con ellos todo lo que puedas: reforzar nuestra red social es crucial para nuestra autoestima, motivación y seguridad en momentos de incertidumbre. ¡Refuérzala todo lo que puedas!
— Ante cualquier momento de tensión céntrate en pensar, y creer, que todo pasa y que igual que vino lo malo llegará el momento en el que se irá.
Y, sobre todo, cuídate mucho y cuida a los tuyos, tanto física, como emocionalmente. ¡Nos necesitamos mucho!
Beatriz Troyano Díaz – Directora de la Escuela Europea de Habilidades Sociales & Remodelatuvida, Socióloga Coach Personal y Profesional. siquieres@remodelatuvida.es www.remodelatuvida.es
La enfermedad inflamatoria intestinal
La enfermedad inflamatoria intestinal se basa principalmente en un mecanismo inflamatorio crónico sobre el aparato digestivo, es decir persistente durante los años, que se manifiesta por un conjunto de síntomas digestivos de diarrea y estreñimiento asociados junto con dolor abdominal.
Los síntomas son mantenidos a lo largo del tiempo y se alternan períodos de intensificación de diarrea con períodos de remisión; lo cual significa que en determinadas épocas los síntomas se hacen más intensos, y en estos casos estas personas necesitan un tratamiento de rescate, o en algunos casos más graves precisan la hospitalización.
Por tanto, es una enfermedad que repercute frecuentemente en la vida diaria de la persona, más todavía cuando necesita ingresar para tratamiento intensivo.
La mayor parte de los casos se presentan en la juventud, antes de los 30 años, sin embargo otras personas no son diagnosticadas hasta una vez pasados los 50 años.
Parece existir un mayor riesgo en personas con antecedentes familiares de esta enfermedad, y también influyen otros factores externos: es más probable padecer la enfermedad inflamatoria intestinal en países industrializados, así como también perjudican en su aparición las dietas con alto contenido de grasas y alimentos refinados.
El uso de antiinflamatorios no se recomienda porque empeora los síntomas (ibuprofeno, diclofenaco, naproxeno, etc.), y tampoco se aconseja el tabaco.
El diagnóstico se presenta dificultoso en no pocas ocasiones, puesto que esta enfermedad inicialmente se puede confundir con otros procesos de menor importancia y mayor frecuencia que cursan con síntomas muy parecidos (gastritis, meteorismo intestinal, gastroenteritis, intolerancias alimentarias, cólicos biliares, etc.).
Se distinguen clásicamente las dos variantes: la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Para una mejor aproximación, siempre es útil consultar con su médico cuando los mismos síntomas se repiten en el tiempo continuamente, sobre todo si se alternan con períodos de remisión de síntomas, lo cual puede hacerle sospechar al clínico.
La evolución del transcurso de los síntomas puede facilitar una visión más completa y, si la clínica persiste, valorar en ese caso una evaluación más especializada.
Los síntomas que nos deben alertar son la presencia de sangre en heces o la pérdida rápida de peso, que pueden ser indicativos de alguna complicación o bien de otros procesos subyacentes.
En otras situaciones puede haber deshidratación (por pérdidas de líquidos) cuando las diarreas son muy abundantes, o cuadros oclusivos cuando se alterna con periodos de estreñimiento muy sintomáticos.
El tratamiento va dirigido a disminuir el componente inflamatorio de la enfermedad, y se personaliza en función del tipo de paciente con medicación muy potente en caso de enfermedad resistente, siendo la cirugía una opción alternativa en los casos muy graves.
Dr. Ángel Luis Laguna Carrero – Especialidad Medicina Familiar y Comunitaria, Máster Medicina de Urgencias y Emergencias, Experto Universitario en Nutrición y Dietética
Las competencias digitales, ahora más necesarias
Hace ya unos meses hablamos de la enorme importancia que las competencias digitales tienen para los ciudadanos. Hoy, con el panorama actual, éstas cobran aún mayor medida, puesto que la tecnología se ha convertido en fundamental para poder seguir con nuestras vidas profesionales y personales, así como para poder acceder a puestos de trabajo en los cuales cada vez es más indispensable el dominio de dichas competencias.
Durante el duro confinamiento, todos, de una u otra forma, dependimos de la tecnología en todos sus niveles. Y pudimos comprobar el grado de nuestros conocimientos, los recursos que necesitábamos y la dependencia de terceros para nuestra conectividad.
Ya ha pasado un tiempo de ello, pero muchas cosas han cambiado: las empresas han incorporado el teletrabajo y las reuniones en línea entre sus trabajadores, la teleformación se ha disparado, los centros escolares y universitarios plantean sus clases de forma presencial y virtual… Pero, ¿cuál es el común denominador de todo ello? Los conocimientos digitales. Es decir, que todos debemos tener más competencias digitales para poder acceder a esta nueva realidad laboral y formativa.
Recordemos que con nuestras competencias digitales, en resumen, tendríamos que ser capaces de buscar, filtrar y sintetizar la gran cantidad de información existente. Extrapolar ideas sobre lo que se sabe y lo que se ha aprendido, compartiéndolo y colaborando con otros usuarios. Aplicar esos conocimientos a situaciones nuevas, resolviendo problemas de seguridad o técnicos básicos. Crear nuevos conocimientos e incluso tener capacidad de innovar.
La aplicación real de esas competencias nos llevaría, por ejemplo, a estar mejor preparados contra amenazas de ciberseguridad, ampliar nuestros conocimientos en cualquier área gracias a Internet, colaborar con personas de forma profesional o personal, utilizar nuestros dispositivos, así como la tecnología en general, de forma más eficiente y segura.
También cabe recordar que, para aquellos que están buscando empleo especialmente, existen unos certificados de competencias digitales que, mediante la superación de una prueba, es posible conseguir, aportando un valor añadido a nuestro currículo, favoreciendo una posible contratación. Estas certificaciones las expiden las pertinentes organizaciones en cada comunidad autónoma.
CARLOS GÓMEZ CACHO – Tecnólogo
Tu nutricionista online (a distancia)
Durante el confinamiento pudimos observar que el teletrabajo primaba entre las empresas. ¿Sabes que las consultas de nutrición también se pueden llevar a cabo a distancia? La nutrición online permite tener una cita con tu nutricionista desde el sofá de tu casa, desde el hotel, el coche, etc., con un móvil u ordenador. Bien sea desde Madrid, Alemania, Estados Unidos… No se pierde tiempo en desplazamientos, y… ¡tu tiempo es muy importante!
Quizás estás pensando que el trato no es el mismo en una consulta presencial y en una a distancia, pero la experiencia de quienes trabajamos nos confirma que la eficacia es la misma, incluso mayor: que la persona que busca mejorar su alimentación se encuentre en un sitio familiar, conocido, donde se sienta cómoda, permite que el clima sea más participativo y cercano que en una consulta donde el espacio siempre va a ser extraño.
Además, poder mostrar fácilmente por la cámara los alimentos, platos, la nevera o incluso poder hablar también con el resto de los habitantes hace que la realidad del día a día esté presente en la consulta y haga más exitoso el resultado. Hecho que facilita el proceso de aprendizaje y consolidación de nuevos hábitos saludables.
La nutrición a distancia en estos tiempos de coronavirus ha permitido que podamos seguir cuidándonos, plantearnos objetivos para que nuestra alimentación sea más saludable, y lo más importante: ¡ha permitido que nuestra mente desconectara por algunos minutos de la preocupación actual! Las opciones están a nuestro alcance.
Sarai Alonso. Dietista-Nutricionista
Vacuna contra la neumonía
El aumento de casos por coronavirus en el distrito de Villaverde es un tema muy comentado en todos los medios de comunicación y también en las conversaciones de los vecinos, que vuelven a estar preocupados por la situación.
Todavía quedan meses para la vacuna contra la COVID-19, y no se puede precisar para cuándo estará disponible ni cómo será el proceso. Sin embargo, desde los centros de salud llevamos años vacunando contra la neumonía asociada a bacterias.
Esta vacuna no protege frente a virus, pero sí que puede prevenir la enfermedad de neumonía asociada a algunas cepas de bacterias, y por tanto evita la hospitalización y las complicaciones asociadas; que nunca nos han interesado, pero en esta situación actual de pandemia global, interesan mucho menos.
¿Quién puede vacunarse contra la neumonía? Todas las personas de 60 años o más que nunca antes lo hayan sido de vacuna antineumocócica, y personas más jóvenes con alguna patología crónica de base como diabetes, EPOC, angina, etcétera.
Es una vacuna segura con muy pocos efectos adversos. Solo es necesaria una única dosis para la población general. No hace falta revacunaciones todos los años como en el caso de la gripe. En las personas consideradas de alto riesgo (VIH, cirrosis hepática, en tratamiento con inmunosupresores, entre otros), la pauta además añade una vacuna contra la neumonía con otras cepas y un recuerdo a los cinco años.
¿Cuál es tu caso? Pregunta a tu enfermera si estás vacunado contra la neumonía y si te corresponde, anímate. Las vacunas salvan vidas.
MIRIAM PERALES NAVARRO
Diez palabras de origen árabe que usas a diario
“La lengua árabe es sencilla y lógica” fue la primera frase que aprendí en este idioma. A mi profesor egipcio le encantaba usar palabras que se parecían al español pero que no significaban lo mismo. Solo por despistar. Por ejemplo, “lógica” sonaría en árabe parecido a “mantequilla” (منطقية).
A veces abusaba de sus propios chascarrillos, ya que era el único que los entendía. “Llegas tarde. Bueno, no pasa nada. Ven, siéntate en esa kursi”, y se tronchaba de risa en medio de la clase. Luego nos explicaba que “kursi” era silla y que no estaba llamando repipi a la compañera.
Por fortuna, sí que tenemos palabras en español que provienen del árabe y que significan lo mismo, o al menos bastante parecido. ¡Y las usamos a diario! ¿Adivinas cuáles son?
Ojalá. El origen etimológico más extendido es que viene del dialecto árabe andalusí “lawsha’alláh”, que significa “Si Dios quisiera”. La frase original es la expresión de un deseo que por el momento no es real, aunque no se descarta la posibilidad.
Alquiler. Viene del árabe “al-kirā”, que era el nombre de la acción del verbo “kārà”, que significaba “alquilar, arrendar”.
Hasta. Viene de la palabra árabe “hata”, que es una preposición que todo estudiante de árabe conoce y que significa esencialmente lo mismo.
Café. Esta palabra viene del árabe “qahwah”, que significa estimulante. Cuenta la leyenda que el pastor Kaldi, de Abisinia (actual Etiopía), observó el efecto tonificante que unos pequeños frutos rojos habían tenido sobre sus cabras. Decidió preparar una infusión con ellos, pero le resultó tan desagradable que lo tiró al fuego. Sin embargo, sí le agradó el aroma del grano tostado. Fruto de la segunda infusión con esos granos es el café que todos conocemos hoy.
Azúcar. Proviene del árabe clásico “sukkar”, el cual lo tomó del griego “sakjar”, y los griegos a su vez lo tomaron del persa, y éstos del sánscrito. El término sánscrito denomina al polvillo blanco que se concreta en la superficie de la caña de azúcar por exudación.
Sandía. Viene del árabe “sandíyya”, que es el topónimo de Sind, la región de Pakistán desde donde les llegó a los árabes este fruto. Lo curioso es que no era oriundo de Pakistán, sino de África.
Barrio. Su origen proviene del árabe “barrí”, que significa “exterior, campo, selva”. Se denominaba “barri” a lo que estaba fuera de las murallas de la ciudad. Aún se utiliza en árabe coloquial para echar a alguien de algún lugar: “¡Barra, barra!” (“¡Fuera, fuera!”).
Aceite. Del árabe hispano “azzayt”. El DRAE añade que proviene del arameo “zaytā”, la lengua que como sabéis hablaba Jesús y que está a punto de desaparecer.
Alcohol. Esta palabra proviene del árabe “kohol”, que significa “sutil”. Todavía se sigue utilizando esta palabra para describir un cosmético de polvos que usan las mujeres para pintarse los ojos. El “kohol” está elaborado en un proceso de disolución. La palabra fue usada para referirse a cualquier elemento refinado hasta su esencia.
Almohada. Del árabe hispano “muẖádda” y del clásico “miẖaddah”, o donde se apoya la mejilla.
Como decía mi profesor, la lengua árabe es sencilla y lógica. Y también maravillosa.
LAILA MUHARRAM
El tesoro de Garraitz
Hará cuestión de unos seis años salieron de las reservas de oro de Venezuela cinco toneladas del preciado metal con destino a Rusia y a Turquía, para pagar una serie de deudas de difícil catalogación; tanto, que no fue computada dicha merma.
El oro fue trasladado en un jet privado hasta un aeródromo del sur de Francia, donde se hizo el reparto correspondiente, excepción hecha de dos toneladas que fueron sustraídas horas antes por los mensajeros, quienes las cargaron en un camión comercial que atravesó la frontera francesa adentrándose en España, y allí se le perdió la pista.
Al ser oro clandestino, nadie reclamó la pérdida, y el resto de la historia la contó un ciudadano turco en su lecho de muerte, que no fue otro que un lujoso hotel de Dubái. Parece ser que el golpe lo tenían planeado desde el momento en el que el susodicho personaje tuvo constancia de que pilotaría el avión encargado de traer el oro.
Junto a él actuaba otro viajero del avión, más un compinche que les estaba esperando en tierra con un camión. Sabían que disponían de un tiempo limitado, y ese tiempo les dio para llenar dos toneladas y huir el camionero en el camión y los otros dos en un coche particular con placas de matrícula falsas.
Eran conocedores de que debían moverse con rapidez, porque aunque los destinatarios del botín no denunciarían el robo, sí movilizarían a gente armada para recuperarlo. Contaban con la ventaja de que en España sus perseguidores no tenían una gran logística para buscarles, y además ellos iban varios pasos por delante, puesto que ya sabían dónde guardarían el oro robado. El camionero era de origen vasco, de modo que su presencia no despertaría sospechas por la zona, porque era habitual verle por allí con su camión.
Se alojaron en Lequeitio, y con la excusa de que el camión estaba averiado, tuvieron tres noches de frío invierno para trasladar el oro en dos lanchas neumáticas hasta la isla de Garraitz, donde cavaron con frenesí una profunda fosa en la que sepultaron cerca de dos mil kilos de oro, ya que antes ellos se repartieron una generosa cantidad de lingotes a partes iguales, con los cuales poder mantenerse hasta regresar a por el resto del suculento botín, cosa que nunca aconteció, debido a que a los pocos días el camionero apareció tiroteado en una cuneta y otro miembro de la improvisada banda fue apuñalado poco antes de abandonar España, quedando como único superviviente un turco que emigró hasta Emiratos Árabes, quien decidió dejar que la cosa se enfriara antes de regresar a por el resto del botín.
Pero desgraciadamente el destino se puso en su contra al morir precipitadamente de muerte natural y dejando como único legado una bella historia, y quién sabe si un suculento tesoro.
DAVID MATEO CANO
La Casa de las Siete Chimeneas
La Casa de las Siete Chimeneas está ubicada en el barrio de Chueca: en la plaza del Rey, esquina a la calle de las Infantas, a pocos pasos de la Gran Vía
Destacan siete chimeneas cilíndricas dispuestas en línea, del mismo color del ladrillo rojo que la fachada. Pero en el siglo XVI era una casa de campo rodeada de huertas y jardines en el límite de la ciudad.
Fue proyectada y construida entre 1574 y 1577 por el arquitecto Antonio Sillero. Se dice que las siete chimeneas representan los siete pecados capitales o que la casa sirvió de reclusión a una hija ilegítima de Felipe II y que todavía habita allí su espíritu.
Este edificio se construyó para servir de morada a la hija de un montero de Felipe II, de quien se dice que fue amante en secreto. La joven se llamaba Elena y poseía una extraordinaria belleza que cautivó al hijo de Carlos I cuando aún era príncipe. El caso es que la joven Elena Osorio, que carecía de nobleza, se casó con un capitán del Ejército del Rey llamado Zapata. Poco después del enlace tuvo que partir a la guerra en Flandes contra las tropas francesas, donde participó en la famosa batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557, el día de la festividad de San Lorenzo. El capitán murió en combate y la joven viuda quedó desolada por la tristeza. Finalmente murió de pena, pero algunos afirmaron que antes del fatal desenlace dio a luz a una niña de la que no se supo nada.
El asunto se complicó cuando los sirvientes afirmaron que en realidad Elena no había muerto de pena, sino asesinada, porque habían descubierto en su cuerpo varias marcas de cuchillos. Por eso empezaron a circular rumores que relacionaban la muerte de la joven con el rey, que había sido su amante y tal vez trataba de ocultar una relación de la que había nacido una supuesta hija por evitar futuros problemas sucesorios. Pero a quien se acusó formalmente del crimen fue al padre de Elena, quien fue interrogado. Poco después, su cuerpo sin vida apareció colgando de una cuerda sujeta a las vigas de la Casa de las Siete Chimeneas.
Las autoridades ordenaron entonces investigar más a fondo la muerte de Elena, pero el cadáver ya había desaparecido. A finales del siglo XIX se realizaron obras para adecuar el edificio para una entidad bancaria y los albañiles encontraron el cadáver perteneciente a una mujer con monedas de la época de Felipe II. Cuando la casa se vende al Ministerio de Cultura y se acometen otras obras, aparece un segundo cadáver, esta vez de un hombre. Cuerpos que según la leyenda corresponderían a los cadáveres de Elena Osorio y su padre.
En el siglo XVIII la casa fue ocupada por el marqués de Esquilache, ministro de Carlos III, contra quien el pueblo madrileño se amotinó en 1766. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1948 y otra vez reformada en 1957 por los arquitectos Fernando Chueca Goitia y José Antonio Domínguez Salazar. Y en 1995 es declarada Bien de Interés Cultural.
NARCISO CASAS
EL SILENCIO DEL MÁRMOL
Jamás encontraremos esa hermosa tierra del “podía haber sido así” …
Ya siempre es de noche cuando salimos a caminar por la mañana temprano. Muere el verano y la luz tarda más en resucitar.
“A menos diez para las siete” estoy clavado en la esquina de la ortopedia, de donde parece que no me haya ido nunca. Veo a James acercarse poco a poco con su particular manera de andar, a cada paso se le quiebra el cuerpo mientras sus anchos pantalones resoplan para tomar aire. Nuestras siluetas grises se mueven en el claroscuro de la madrugada con las manos entreabiertas para sentir el tacto de las cosas. Nos abrimos paso a golpes de palabras. Nos esperamos, él con su Dios, yo con el mío, que, al fin y al cabo, es el mismo. Tenemos un contrato de mutua tristeza e impenetrable oscuridad.
- ¡Mijo! ¿Cómo vamos? ¿Qué tal pasó la noche? ¿Y Esme cómo está? ¿Qué dice María? ¿Y el pequeño Samuel? ¿Y la pequeña Fani? —Me pregunta, antes de nada.
Entonces, cuando lo tengo a la distancia de una mano extendida hacia una estrella, le miro y asiento con un gesto. En sus ojos, turbios de preocupación por no saber su destino, percibo una luz que tiembla. Jorge le ha encargado que haga de maletero, Juan Carlos le ha pedido que sea su testigo en una audiencia en el juzgado y el Sr Obispo sólo le dice que le espera “con cariño”, lo cual puede significar que los malos tiempos están a punto de llamar a su puerta.
- No quiero ser más de lo que soy, ojalá todo pudiera continuar igual que siempre —musita para dentro de sí mismo, y parece que le cueste trabajo la vida.
Durante veinte pasos se evade del mundo, luego regresa con la cara y la ropa impregnadas de polvo de estrellas. Es la risa celestial, de la que hay que desconfiar, porque hasta la sombra sonríe, pero la sombra desaparece cuando es de noche.
Y mientras andamos, manchamos la noche y el cemento con preocupaciones humanas y también divinas. Cultura y cine, siempre cine. Y hablamos del dolor, de ese dolor diario, intenso, como el de un río en continuo movimiento dentro de uno.
Las calles parecen más grandes de noche, el cielo no tiene puertas. Un puñado de nubes blancas, limpias, elevándose por encima de los bloques, zigzaguean medrosas alejándose.
Llevamos ya un cuartillo de camino y no conseguimos desprendernos de esta noche que estruja nuestros miedos. La oscuridad repta inagotable hasta nosotros, encubriendo nuestros cuerpos chinescos. Sólo la pálida luz amarillenta de alguna farola perdida nos delata. Parecemos dos títeres que se arrastran y cuentan cosas entre espasmos. Despachamos frases tan densas como el negro azar que quedan suspendidas sobre las ramas de los árboles, llenas de esperanza.
Seguimos caminando porque no sabemos ni podemos parar. A pesar de que hemos hecho muchas veces el mismo recorrido, James se desvía, su subconsciente le empuja hacia cerros lejanos, inexplorados, sus pies quieren encaminarse hacia el cielo. Ambos sabemos que la casualidad no existe, así que, sin dejar de hablarle de todo el cine del mundo, le señalo “por aquí” para ritualizar los pasos de ambos volviendo a orientar nuestros cuerpos por la senda que marcan las pisadas de días pretéritos. Retomamos de nuevo los fotogramas de nuestra vida, peliculeamos viejas historias y asentimos de vez en vez al recordar una buena escena. Al llegar a la mitad del kilómetro y medio parecemos ridículas marionetas sentimentales de caras borrosas que hubieran cobrado vida durante un trecho y se anticiparan a la eterna sensación de que algo va a quedarse en el tintero de los ojos por escribir.
Caminamos otro trecho en silencio hablando con silencios que son silencios de mármol como el mármol del cementerio. Los cementerios son los lugares donde más se habla, con los padres, con los abuelos, todos nuestros ancestros nos hablan allí e incluso esos seres solitarios unas tumbas más allá, necesitan ser escuchados. Siempre se escapa una oración, también por ellos. El cielo es más puro en esos espacios. El aire que no podemos ver nos mantiene allí irremediablemente en comunión con todos los seres. Y así es como todos permanecemos unidos con lazos invisibles, vivientes y ya muertos. No podemos desprendernos del conjunto, pero sí podemos olvidar que formamos parte de él y de ese modo convertirnos en personas que han perdido la senda.
Ya hemos andado casi mil metros y en las hileras de baldosas agrietadas, mal alineadas en maltrechas aceras, está esperándonos la senda. Un perro encogido, casi gimiendo, cruza la calle oscura. Nadie le espera. Nosotros acortamos nuestro paso sin dejar de avanzar. Atropellamos las palabras y expresamos en voz alta nuestro deseo de seguir hasta la línea del horizonte, como niños, pidiendo algo imposible de conseguir: tiempo. Deseamos soltar el peso que llevamos dentro del corazón, recogido por este mismo camino en mil días diferentes. Y, tal vez, si fuéramos valientes, pasar al otro lado donde nadie nos conoce y visitar lugares distantes, en cuyos cielos duermen de noche las nubes
Casi llegando, las débiles luces de las escasas farolas se debilitan hasta apagarse con la primera claridad del día. Nosotros, con la cabeza gacha y el cuerpo de trapo, unimos nuestras fuerzas y nos ponemos a escarbar nuestras almas en una comunión de silencio. Rumiamos la búsqueda de la esencia que pudiera definir el momento, pero, como no sabemos, solamente rumiamos. Los bloques de casas viejas, nos escoltan todo el trayecto igual que centinelas de noche.
Los últimos días hemos aprendido a desviarnos por una calle ancha que da a la principal, enfrente de San Mateo, atraídos por el fuerte olor a churros. Las irradiaciones del calor de la cocina nos reconfortan. La polaca nos espera con los brazos en jarras ocupando casi todo el mostrador en una demostración de fuerza ―Estos son mis dominios —parece decir. Y no está gorda, no, es que su cuerpo, todo músculo, parece el de una levantadora de pesas. Sin embargo, por sus ojos, brillantes como el aceite limpio, huye la noche. Nada más vernos ríe feliz, nos saluda en su polaco-español y, con asombrosa rapidez, coge dos bolsas de papel para ponernos seis más tres churros con forma de lazo. Nos despide con un gesto muy saludable.
― Me he hecho adicto a los churritos —musita James al despedimos de la polaca sin nombre. Ambos prometemos preguntárselo en otra ocasión.
El camino se acaba y, aun así, qué lejos queda todavía Manizales sabiendo que está aquí a mi lado, un poco más abajo de mi hombro izquierdo. Despedimos las sombras y viramos nuestros cuerpos como mazorcas maduras de maíz al viento, vamos dejando atrás los edificios viejos y sorteamos más viejos edificios y aceras invadidas de coches con ojos de faros aprensivos por nuestra presencia.
La mañana está aclarando, ya se ve a lo lejos el quiosco de prensa como un salpicón de luz en medio del cemento. Mucho antes de llegar, escuchamos los resoplidos de José Luis en su lucha contra los periódicos del día practicando el arte de colocar la prensa y las revistas. Gruñe a los papeles y los papeles le gruñen a él en una pacífica enemistad declarada.
Nos quedan cien metros para finalizar los mil quinientos. A la izquierda volvemos a ver la esquina pintada de amarillo de la Ortopedia. No se ha movido, como tampoco lo ha hecho la luz blanca de la Parroquia de San Camilo de Lelis, a la derecha, con su entrada semejante a la de una mansión colonial española en Cuba, cuya gran cruz en lo alto refuerza la fe del que pasa. Bienaventurados los que no tienen voz…
Una mancha cubre la Colonia de San Nicolás. Detrás de sus casas destartaladas no existe ningún horizonte visible. Los árboles moribundos que nacieron aquí se comban agónicos sobre los cables negros que cruzan de un lado a otro de sus calles, en algún momento de sus vidas vegetales la naturaleza de este olvidado lugar se dejó vencer por el cemento y la contaminación. El abandono de políticos y gobernantes alcanza tal magnitud que la suciedad ya parece connatural paisaje.
Volvemos a pararnos sin dejar de hablar. Medimos el tiempo en gestos como si el tiempo fuera nuestro, sin darnos cuenta de que el tiempo sólo se detiene en el mármol. Nada expresa mejor que el mármol el lenguaje de la voz queda y del susurro, la necesidad de comunicarse de los ausentes. Andamos como dormidos, a pasitos cortos, desasosegados porque ya hemos llegado al final sin conocer el principio de nuestras vidas. Nos separan siete horas entre el hola y el adiós, entre los dos movilizamos todo un océano de mañanas que aún no existen.
Felipe Iglesias Serrano










