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Exigen la eliminación definitiva de las depuradoras de La China y Butarque 

Las asociaciones vecinales afectadas presentan alegaciones a los proyectos de remodelación en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Ya es hora de que la depuradora más antigua de España, la de La China, sea clausurada y desmantelada, como también lo es de que eche el cierre otra de las más molestas y poco eficientes de Madrid, la de Butarque, que se halla a escasos 5 kilómetros de la primera. Los barrios aledaños, desde San Fermín (Usera) hasta Perales del Río (Getafe), llevan demasiado tiempo (¡más de cuatro décadas!) soportando sus molestias, que se identifican con malos olores, ruidos y plagas periódicas de insectos como el mosquito o la mosca negra.

Por eso el 26 de noviembre una representación de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), la Federación de Asociaciones Vecinales de Getafe y las asociaciones vecinales de San Fermín, La Unidad de Villaverde, Los Rosales, Independiente de Butarque, La Viña de Entrevías, La Paz y El Pozo del Tío Raimundo ha presentado una batería de alegaciones a los proyectos informativos de remodelación de las depuradoras de La China, Butarque y Sur, así como a su Estudio de Impacto Medioambiental. Lo han hecho en la sede de la entidad promotora de estos proyectos, la Dirección General del Agua del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). En el exterior del edificio, antes de proceder al registro del documento, han desplegado una pancarta con la inscripción “Depuradoras fuera de los barrios”. Unos días antes, la Asociación Vecinal de San Fermín registró sus propias alegaciones, en la misma línea. 

El Estudio de soluciones del saneamiento y depuración en las aglomeraciones urbanas de La China, Butarque y Sur, en los términos municipales de Madrid y Getafe, que trasladó a información pública el ministerio deja claro que estas instalaciones son antiguas y tecnológicamente obsoletas, y no cumplen los parámetros exigibles de calidad de las aguas tratadas y devueltas al río Manzanares. No en vano, en todo el curso aguas abajo de la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de La China se alcanzan elevados niveles de concentración del ion amonio, especialmente a partir de la EDAR de Butarque. Ante esta situación, el Ministerio plantea 13 posibles soluciones, pero sorprendentemente se decanta por la llamada alternativa 4, que supone mantener las tres depuradoras, introduciendo mejoras como el confinamiento de las líneas de aguas de La China y Butarque. 

Frente a esta opción, las asociaciones vecinales, tras realizar un análisis profundo de los documentos del MITECO, que presentan diversas inconsistencias e incluso errores de cálculo, dejan clara su preferencia por la alternativa 13, que plantea la eliminación de esas dos depuradoras, las más antiguas, molestas y poco eficientes. Su supresión debería acompañarse de otras intervenciones, entre las que destacan el confinamiento de la línea de agua de la EDAR Sur con objeto de reducir las molestias a la población de Getafe, el bombeo de agua depurada desde esta estación a La China para su reinyección en el Manzanares a fin de mantener el régimen de caudales y medidas para eliminar o minimizar el impacto que supone la concentración del tratamiento de los lodos en la Depuradora Sur. “Asimismo, consideramos el añadido de otras actuaciones como el incremento del volumen de aguas depuradas en la EDAR de Viveros, la liberación de más caudal en los embalses de Santillana y/o del Pardo y la eventual construcción de una planta subterránea aguas arriba de La China”, indican los colectivos vecinales en sus alegaciones. 

Para llegar hasta estas conclusiones, además de poner en cuestión algunas variables y criterios y su ponderación usados por el MITECO en su Estudio de Soluciones, las agrupaciones ciudadanas repasan su larga lucha contra los problemas de las depuradoras de La China y Butarque, que han generado “consecuencias sobre la salud física y psíquica de la gente” como “trastornos del sueño, insomnio, estrés, desarreglos intestinales, nauseas, pérdida del apetito, problemas respiratorios, cefaleas, picaduras… Las plagas de mosca negra producen estragos en primavera y verano”, recuerdan. 

Las dos estaciones incumplen además la distancia mínima de dos kilómetros sobre núcleos de población que han de guardar las instalaciones “peligrosas o insalubres”, tal y como establece el Decreto 2414/1961, de 30 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento de actividades molestas, insalubres, nocivas y peligrosas. En la misma línea, estos colectivos entienden que la situación y actividad de La China y Butarque vulneran el artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que hace referencia a la inviolabilidad del domicilio, entendiendo este no solo como espacio físico sino también como el derecho a disfrutarlo sin injerencias externas. También son reseñables sus consecuencias negativas sobre el derecho a la propiedad, “toda vez que suponen una depreciación en el mercado de la vivienda”. 

Por otro lado, las asociaciones vecinales echan de menos en los proyectos del MITECO medidas correctoras para paliar los ruidos y olores de las tres instalaciones, así como la manera en que se van a financiar todas las actuaciones, ya que esto podría suponer un incremento en la tarifa del agua que paga el contribuyente. Pero sobre todo, lamentan la ausencia de un enfoque integral del sistema de depuración de aguas de la Comunidad de Madrid. “En ningún lugar de la documentación sometida a información pública está incorporado el análisis integral del llamado “sistema Manzanares”, mucho menos del sistema de depuración de las ciudades de Madrid y Getafe o de la región. Sin embargo, una intervención del calibre de la aquí considerada no puede permitirse esa “laguna”, sostienen en su escrito. 

FRAVM 

Villaverde apuesta por la innovación y la igualdad como valores de la práctica deportiva

El distrito de Villaverde continúa con su doble compromiso de promover la actividad física saludable y dar visibilidad al deporte femenino.

Por este motivo, pone en marcha el programa ‘Villaverde 50-50’, una iniciativa que fomenta la práctica deportiva en igualdad, en la que se prime la participación al 50 % de deportistas de ambos sexos.

El programa ‘Villaverde 50-50’ se desarrollará del 30 de noviembre al 27 de diciembre con una serie de actividades en las que podrán participar todos los vecinos del distrito, independientemente de su condición física.

La primera de estas actividades se ha celebrado esta mañana en la Nave Villaverde. Se trata de ‘Lucharemos x Integrar’, una conversación entre Zenib Laari Inoune, campeona mundial de Kenpo kárate y vecina de Villaverde, y Jero García, ex boxeador profesional, en la que han tratado la integración y la importancia de desmitificar estereotipos de género a través del deporte.

Plan de entrenamiento CaCo Villaverde 50-50

Durante el acto ambos deportistas han presentado ‘CaCo Villaverde 50-50’, un plan de entrenamiento de cinco kilómetros y cuatro semanas de duración puesto en marcha desde el Departamento de Deporte de la Junta Municipal de Villaverde.

El programa de entrenamiento Caminar y Correr, que durará hasta el 26 de diciembre, está destinado a todas aquellas personas que quieran realizar una actividad física de forma segura y progresiva. Para ello, el deportista tendrá que ajustar su percepción del esfuerzo realizado y del correspondiente descanso a lo planteado, de modo que realice dos sesiones de ejercicio aeróbico, dos de tonificación y dos sesiones de descanso cada semana. Con esta preparación deberá poder superar la distancia de cinco kilómetros cuando finalice las cuatro semanas de entrenamiento.

Además, todas las personas que se apunten a este reto deportivo podrán registrar su progresión individual a través de la aplicación CaCo Villaverde 50-50, que se puede descargar gratuitamente en su versión Android o iOS. Tras activar la opción de geolocalización por GPS en el teléfono móvil, los usuarios podrán compartir su experiencia con otros deportistas mediante la etiqueta #villaverdeescomolaentrenas.

I San Silvestre CaCo 5K Villaverde 50-50

Como colofón a las cuatro semanas de entrenamiento y también a través de la aplicación CaCo Villaverde 50-50, se podrá participar en la I San Silvestre CaCo 5K Villaverde. Debido a las medidas de seguridad como consecuencia de la crisis de la COVID-19, la carrera de cinco kilómetros se desarrollará en formato virtual el próximo 27 de diciembre.

La inscripción a esta carrera, totalmente gratuita, se podrá realizar en la web www.villaverde5050.com

Periódico Distrito Villaverde, nº 290. Diciembre 2020

Villaverde Alto, Villaverde Bajo, Ciudad de los Ángeles, Los Rosales, Butarque y San Cristóbal de los Ángeles

 

25N Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Exigen la eliminación definitiva de las depuradoras de La China y Butarque

Editorial: Esperanza y sueños

Pese a la pandemia de COVID-19, el proceso de transformación de la Colonia Experimental sigue su curso

Villaverde en red

¿Quieres intervenir en colectivo sobre las brechas digitales de tu barrio?

Exigen la recuperación de la moratoria de cortes de servicios esenciales

Entrevista a ISMAEL MARTÍNEZ CASAS, vecino de Villaverde, gerente de IMC Motorsport 2019 SLU, empresa dedicada a la formación en mecánica especializada y de competición, con escudería propia… y varias veces campeona

Y nuestras secciones: Tu vez y tu voz, Cultura, Colaboraciones, Deportes, Secciones.

Juntos con la Red de cuidados de Villaverde Bajo

La Red de cuidados de Villaverde Bajo vuelve a recoger productos para familias del barrio que no cuentan con ningún tipo de ayuda por parte de la Administración. Se necesitan alimentos no perecederos, productos de higiene personal para menores y adultos y productos de limpieza.

1 DICIEMBRE – Centro social “El Ocho” (17:00-19:00) —AVIB (18:00-20:00) A.V. La Unidad de Villaverde Este (18:00-20:00)

2 DICIEMBRE – A.V. La Unidad de Villaverde Este (18:00-20:00)

3 DICIEMBRE – A.V. Los Rosales—A.V. La Unidad de Vill. Este (18:00-20:00)

4 DICIEMBRE – Centro de Reh. psicosocial CRPS (11:00-13:00) — AVIB (18:00-20:00)

Entre todos podemos ayudar a las familias más necesitadas de Villaverde!!

Circular volvió a San Cristóbal

La segunda edición de este festival de intervenciones artísticas en el espacio público creadas a partir de materiales encontrados y reutilizados se celebró entre los días 16 y 28 de noviembre.

Circular es un festival creado por el colectivo especializado en arte en el espacio público Madrid Street Art Project. Durante la segunda edición, se han llevado a cabo varias instalaciones artísticas in situ en el barrio de San Cristóbal, a cargo de Ampparito, artista nacional con proyección internacional.

Estas creaciones están asociadas al arte urbano, pero alejadas del concepto actual del mismo, en el que el muralismo de grandes dimensiones tiene un papel preponderante. Se trata por lo tanto de contribuir a revertir ese proceso que ha llevado a alejar el arte urbano de la escala humana y devolverlo de alguna manera a ese estado. Además, propiciando intervenciones realizadas con materiales encontrados, se lanza el imprescindible debate acerca de la segunda vida de los objetos, el consumo responsable y el aprovechamiento de los recursos, poniendo el foco de atención en la sostenibilidad, el reciclaje y el papel de las personas en la ciudad.

San Cristóbal acogió de nuevo toda la actividad de Circular, este año en una versión más reducida y totalmente adaptado a las actuales medidas sanitarias. Llevando el festival a esta zona del sur de Madrid, se pretende dar a conocer este barrio a través de un evento artístico, apostando por el intercambio entre vecinos y artistas, así como contribuir a la descentralización de la cultura en la ciudad, a la democratización del arte y al acercamiento de éste a todo tipo de públicos.

El artista participante en Circular en esta edición ha sido un artista nacional, Ampparito (Madrid) que cuenta con experiencia y repercusión internacional en trabajos de intervencionismo en el espacio público subvirtiendo objetos, significados y realidades para generar nuevas experiencias y situaciones.

Además, el artista trabajó en estrecha conexión con el contexto del barrio: durante la primera semana del festival, conoció de primera mano el entorno y trabajó en la contextualización de sus obras; en la segunda semana, llevó a cabo sus intervenciones/instalaciones, que fueron completadas por un programa de actividades abiertas a la participación vecinal y guiadas por artistas especializados.

Madrid Street Art Project (www.madridstreetartproject.com) es una entidad independiente dedicada a crear, organizar, producir y comunicar proyectos y actividades relacionados con el arte urbano con el objetivo de propiciar, difundir y apoyar el arte en el espacio público y a sus creadores, ponerlo en valor y acercarlo a todo tipo de públicos.

MADRID STREET ART PROJECT

NOVIOS

Nada más encender las luces del almacén y repartir el trabajo diario, subí, con la sangre dormida, a la oficina para entregar la correspondencia y los periódicos que recojo en el buzón verde chillón, ubicado en el solitario muelle de mercancías, con la llave rota.

Las chicas ya estaban en sus mesas de trabajo, sus caras pálidas como la clara de huevo, por el madrugón. Carmela apenas podía articular un buenos días, lo más que pude oír de ella fue algo parecido al canto del delfín mular. Le resultaba imposible abrir los ojos por el sueño y soñaba con que el balanceo de sus pestañas sobre su adormilada mirada, la despertaría, sin resultado positivo. Esa piel de esfinge de Ana, la turbada quietud de sus ojos de granito le da un toque de misteriosa frialdad a su persona. Cristi es el oasis. Según vas acercándote a su mesa, ya te invade el aroma fresco de los juncos del río. Te sientes vivir, hasta los objetos cobran vida de forma natural a su lado. Es la amiga que todos queremos tener, que sabe “estar” siempre. Sus ojos, son para mis ojos, montañas rebosantes de luz eterna. Rosa, la madre de Irene, la inquebrantable luchadora, siempre a punto de desmoronarse, pero que siempre está ahí, con un velo de vacilante angustia en su voz y una honda en movimiento en su mirada, lanzada contra mis ojos salvadores que me aclaran diariamente el alma. Isa no ha cambiado, sigue siendo la niña que conocí, con una voluntad brutal para impedir que su vida derive, aunque no pueda evitar que sus ojos te miren desde un naufragio. En los ojos negros de Rosi “el cominito”, hay una pizca de olvido, brilla la cálida indulgencia y la disculpa de sus diecisiete años, por eso nunca nos hartamos de sus dar las gracias y pedir perdón a todo el mundo, por estar llegando tarde todos los días. Se la quiere tanto que todas las chicas de oficina me pidieron que le escribiera una carta, para ver si podíamos conseguir que no faltara tanto ni llegara tan tarde al trabajo. Fue inútil, cuatro meses después fue despedida. El testimonio escrito lo guarda Débora en su carpeta personal, llena con un montón de dibujos de noches soñadas. Para Debi, Rosi simbolizaba esa inocencia, el candor fronterizo que ella estaba a punto de dejar atrás para siempre.

Rosi:

Esta carta es la de un desesperado. En cada letra hay uno de mis huesos, en cada palabra un latido, un latido de esa sangre negra que fluye por mi rotulador, que quiere formar una frase emocionante, un conjunto de sentimientos sobre el papel.

         No estoy cuerdo para hablar de ti como yo quisiera. Noto en mi mano la falta de serenidad que necesito para transmitirte ese inmenso afecto que siento por tu personilla.

         Me dicen que te vas de la fábrica porque tienes sueño; o que te obligan a irte, qué más da. Porque de todas maneras, ¿qué haremos nosotros sin ti?

         ¿Dónde buscaré yo mi sosiego?, ese consuelo anti-estrés de verte bostezar inadvertidamente, cómo te tiemblan las manos al hacerlo, como se estremece tu cuerpo de duende.

         Y me dicen que te vas porque duermes divinamente.

         ¿No has visto las caras de Isa, Rosa, Debí, Ana, Carmen, Cristi?. Es tan grande el cariño que sienten por ti, que ya están doliéndoles los ojos antes de llorar tu ausencia. Te quieren tanto y te piden tan poco… un sacrificio así de pequeñín mira: ¡NO LLEGAR TARDE! Nada si lo comparas con la inmensidad del océano. Y en un océano de lágrimas ahogaré yo mis penas si no vuelvo a verte Rosi, te queremos como persona, así que deja de ser un lirón.

         No me pidas imposibles.

         Tú, que has visto cien veces “La bella durmiente”, y que aprendiste de esos personajes a vivir un sueño profundo, no me pidas que te dé el beso del príncipe para despertarte. Tú que haces que todos los ruidos duerman en ti suspendidos de tu propio sueño.

         A mí, que te he visto correr jadeante por el pasillo de la oficina para llegar pronto a tu mesa y repetir continuamente, a la carrera, el estribillo de siempre: ¡ya llego tarde!, ¡ya llego tarde!… No me pidas algo inalcanzable. “cominito”.

         Sin embargo “comino”, soy capaz de hablar con la luna y decirle que baje todas las noches hasta tu ventana a acariciar con su cuerpo redondo tu ombligo de plata para sacarte de tu letargo sobre las seis y treinta de la mañana.

         Rosi, no me abandones, soy tu amigo, un río oscuro que viene de ayer, desplazándose a su cita misteriosa, suprema del día: tu juventud.

La carta finalizaba así, firmada por todos.

¿Y Débora?, pregunte con un torpe temblor al ver su silla vacía

-¿Pero, no te has enterado?, me contesta Isabel. Ayer sufrió dos lipotimias casi seguidas cuando llevaba los papeles al abogado de la empresa. El calor, dijo el médico, pero yo pienso, aunque me equivoque, que fue un ataque de amor.

Me quede como el rebeco, la esfinge calavera, el Pito real, Pardela cenicienta…. Ese día no volví a preguntar ni a saber más de ella. Vagaba como una sombra pensativa por los pasillos del almacén. A las preguntas de las chicas sobre si me pasaba algo, contestaba con evasivas o con un silencio prendido en mis labios. Me sentía como un tallo tierno que se diluye cegadoramente por dentro.

Al día siguiente subí como siempre la correspondencia. Débora estaba aliñando sus ojos, intentaba eliminar restos de lágrimas embalsamadas de quien sabe cuánto tiempo. Ni así afeaban su cara de gacelilla asustada. En sus cuencas todavía se podía apreciar las secuelas de una erupción pasional. Había tanto desorden en su cuerpo, tal desastre en su ropa y una actitud tan de desamparo, de soledad futura en su dulce mirada, que sin dudarlo me acerqué tropezando con todos los cables de computadoras que salían a mi encuentro, sin apartar la vista de ella. Me dijo que no había dormido muy bien, que tenía mala cara. Note un leve azoramiento en su voz y un sutil temblor en el contacto de nuestras mejillas, al darnos dos besos de buenos días. Sus ojos estaban tan encendidos como la luz rojiza de las horas perseguidas de un atardecer. La miré y sin desviar mis ojos de los suyos, le dije, ese día en que me contaste que no habías dormido muy bien, que tenías mala cara, vi tus ojos ardiendo como el orujo, tu piel brillaba igual que el espejismo de una duna inexistente. Eras la arena irreal de un cauce seco. Atrancándome en cada palabra, acerté a decirle- El chico que quieras que te quiera se sentirá bien contigo y al ver tus ojos, arderán los suyos con anhelo. Nunca te dejará sola. Tal vez eso es amor. Y ahora cuéntame que te paso, ¿estás enferma?, le dije atropelladamente, pues yo también me encontraba pelín nervioso, notaba dentro de mí su tembloroso estado. Débora mostró alivio al oírme, contuvo el aliento y susurro para sí, pero también para que yo la oyera, una especie de cántico alado: Nada malo puede sucederme ya, ¿qué más podría sucederme?, me contesto con gesto de persona que sueña. Interprete por su cara que deseaba contármelo todo. No creo que la importará en ese momento quien fuera su interlocutor, necesitaba desesperadamente confiarse a alguien. ¿Qué quimeras crecen en sus ojos? Su mirada me buscaba y me envolvía suavemente.

-Nos vemos en el desayuno, me dijo tras un breve y pesado silencio y con una exaltada complicidad, me cogió del brazo. Asentí con esforzado cansancio y con un tierno rictus di media vuelta llevándome conmigo mi cuerpo anémico.

La vida se empeña en golpear a los más nobles, inocentes e inofensivos seres humanos. Débora, una niña de veintitrés años con cuerpo de mujer, había sido llevada hasta un precipicio y obligada a asomarse a él para que leyera en el borde de sus venerables riscos su propia vida resumida en una palabra esculpida en piedra: soledad. Soledad, sí, pero soledad indómita. El miedo se apoderó de ella y ese pánico infinito a estar sola triplicó su falsa alegría exterior para con los demás. A fuerza de risas encubridoras y a llantos inocentes, más bien gimoteos de niña que no quiere dejar de serlo, aparecía ante sus amigos, como el alma de la reunión, o de la fiesta. Bastaba una palabra distraída de alguien, una mirada ruborizante, cualquier nimiedad que le recordara que existe una cosa llamada amor y se le nublaba la poca chispa que retenían sus ojos, que se fundían con la oscuridad de cualquier rincón que encontraba, hasta parecer ciénagas misteriosas. Luego sacaba fuerzas de flaqueza y volvía a “arrimarse” otra vez a todos, ilusionante, porque en las visiones hay una fuerza capaz de vencer las cosas materiales

El “Rico” estaba atestado de gente, como todas las mañanas a esa hora. Oficinistas, mecánicos, ejecutivos… todos se confundían y mezclaban en la barra y sentados en las pocas mesas diseminadas por  la cafetería. Víctor servía desayunos con inusitada rapidez, sus manos agilizaban los pedidos de los clientes y entre tostadas y cafés, tenía para todos una frase amable producto del conocimiento personal diario.

Débora estaba sentada junto a Isabel, en la última mesa del bar, que daba paso al restaurante. Sus ojos de niña grande, barrían limpiamente la puerta, buscando entre el murmullo de voces un recuerdo, algo vivo que acelerara su sangre, pero su cabeza estaba en otro lado porque ni siquiera me vio llegar hasta que estuve encima. Me detuve un instante en la barra para mirarla, antes de hacerme visible. Débora tenía una pose natural que para quien no la conociera, le parecería estudiada, lanzaba su cabeza hacia atrás y agitaba el pelo a ambos lados, endurecía su mirada de cara al cielo y acorazaba su cuerpo en un intento de ser mayor, sin darse cuenta que en esos torpes movimientos se delataba la niña adulta. Era como si ese choque brutal entre la inocencia y la vida real, aterrizara de golpe en la esencia del alma humana y hubiera palpado el amor y la soledad devastándolo todo con recogimiento. Ella trataba de cauterizar sus heridas con su fría apariencia, pero luego todo se desmoronaba en cuanto creía intuir un atisbo de amistad y en su afán desesperado por no saberse querida, sola, precipitaba todos sus deseos, con esa claridad de niña impetuosa y con el consiguiente miedo del otro. Se esforzaba por mirar con ojo interrogadores, nervios de agua, incluso parecía meditar sobre sus cambiantes estados de ánimo, pero sus ojos permanecían hundidos y tardarían en volver a alzarse. Es tiempo de recordar decía mirándose al espejo y se culpaba de quererle todavía más que a un sueño. Era la imagen viva de un montón de noches soñando.

-¿Hombre, hombre, ya te echaba de menos corazón, creía que no ibas a venir?, me dijo agitando sus cadenas y anillos en otro tiempo felices en su mano y su voz vibró en el silencio sepultado de aquel rincón, aislado de las otras voces. El griterío y las risas se deslizaban abruptamente hacia donde estábamos, pero no penetraba en nosotros.

De repente me sentía muy cansado y más que sentarme me derrumbe en la silla, oía una musiquilla procedente de la calle, una tonada parecida a las que tocan en la entrada de las puertas del cielo. Alguien rasgaba las cuerdas de una guitarra, pero más que cantar, profería un lamento de despedida. A veces el grito de un hola o un adiós, puede hacer temblar nuestros oídos. La canción hablaba de una mujer que vive en un mundo hostil y lo único que desea es poder tener a alguien a su lado y que le diga que todo irá bien, que siente la necesidad de amarla.

Dentro, continuaba la algarabía, platos y tazas chocaban entre si y en el mostrador, milagrosamente sin romperse. Las risas volaban, chistes baratos, todos de contenido sexual, abarataban las palabras. Las palabras salían de mi boca lentamente, dominadas por el sueño. Sonaban como el eco de un recodo sombrío. Los ojos de Débora, otros días risueños, brillantes de deseo, permanecían famélicos, enterrados bajo su mirada exhausta. Isabel a su lado, se agarraba a ella con una fuerza desconocida, sin hablar, en apacible espera.

Que pena tan honda me da, a veces, de ser mujer, comenzó Débora, que seguía con su cara de niña grande y sus palabras, tibias a ráfagas, fluían como bandadas de letras, clamando y declamando el roce vivo con la honorable tierra, -ves estos anillos y estas pulseras, dijo mostrándome uno de sus brazos- fueron unos regalos suyos.

Ahora hace ya un año que paso todo. Y según hablaba, su voz parecía adentrarse en una caverna hueca llena de temores y espectros. Yo la escuchaba atentamente, sin dejar de observarla, mientras su manecita acariciaba con dulzura la taza de café. Isabel nos miraba sin hablar. Al adentrarse más y más en la historia, sus pómulos destellaban con la fuerza y el color intenso de dos gemas auténticas, mostrando a mis ojos, todo su piadoso interior, la bondad del día. Su cuerpo hablaba lo que su voz no se atrevía, delataba viva pasión al hablar de él. Acariciaba su nombre con los ojos, sus gestos eran vibrantes punzadas dolorosas que parecían salirle del alma. No podía estarse quieta, pero la silla se movía como si escuchara también su historia. Tan pronto se reía al recordar, como estaba a punto de echarse a llorar o de fragmentarse en mil pedazos. En su nerviosismo amoroso, controlaba tardamente sus movimientos. Débora suspiro y la cafetería se oscureció con su siguiente latido.

La primera oleada de personas de las diez treinta, poco a poco desaparecían. Se hizo un pesado silencio en la cafetería, solo se escuchaba la voz del viento en la calle, dentro, el aire estaba cargado de humos, tan espesos, que podían tocarse. Débora prosiguió su relato, procuraba no alterarse.

-Le conocí durante unas vacaciones en Cádiz. Nos hicimos amigos enseguida. Y tonteando, pasamos así dos años. Un día nos miramos sin reírnos, nos miramos a los ojos, bueno, la verdad es que yo no veía nada de lo nerviosa que estaba, solo recuerdo que el aire estaba inflamado y el eco invisible de mi voz, de su voz, al hablarnos Este anillo es el de compromiso, todavía lo llevo y ya ha pasado un año, un año repitió, y balanceo su mano ante mis ojos mientras jugaba a sacárselo del dedo. Todo iba muy bien, habíamos fijado la fecha de la boda y ya discutíamos la lista de invitados… No sé qué pasó, por más vueltas que le doy, no encuentro explicación… Débora tenso su voz, vi que se ahogaba y le pase el vaso de agua y entonces me di cuenta de que apenas había probado bocado del desayuno. La tostada comenzaba a arrugarse, aunque aún seguía oliendo a plancha reciente, al café le faltaba un sorbo de pajarillo. Bebió el agua, se puso la mano en el pecho y dijo, ¡ya!, con un oleaje de duda, asaltada por la pasión sumergida del que espera. Las tazas y los vasos se hacían guiños entre ellos, parecían morder su propia sombra sobre la mesa en penumbra, para auparse, en un deseo imposible de acercarse a los labios de su protagonista y escuchar más y mejor.

En ese momento me pareció más serena, como si acabara de pasar un mal rato, el recuerdo de él, le había dejado sin fuerzas, pero el agua la reanimó y continuó su historia.

-Una semana antes se presentó en mi casa y me soltó de sopetón:

-Debí, no puedo casarme contigo. He llegado yo solito al convencimiento de que sería incapaz de hacerte todo lo feliz que mereces ser y como creo que me resultaría imposible conseguirlo, me retiro. No puedo casarme contigo ni ahora ni nunca. Y yo me quedé allí como una idiota, incapaz de articular palabra, mientras él se iba de rositas. Solo yo sé bien el hartazón que me di a llorar, ese día, el siguiente y muchos más. Bebía mucha agua para hacer brotar las lágrimas, porque ya estaba seca por el llanto y ver el líquido resbalando por mi cara, me consolaba. Las noches que pase en vela, nadie lo sabe, preguntándome siempre lo mismo, ¿por qué? Nada puede ser más doloroso que verte impedida de hacer, solucionar algo que ni siquiera puedes entender. Los días eran noches en mis ojos, mi cara, baños salados de lágrimas pegadas al rostro, que variaban mi semblante. El sueño me perseguía, pero enseguida despertaba sobresaltada con la misma frase repetida: “me duele hasta morirme”. A veces pensaba que mi vida transcurría sin mí. Mi sobrina Irene al besarme como saludo, me decía, tía sabes a sal espesa. Pero de puertas para afuera no me descompuse. Los míos trataban de ayudarme a conseguir que mi vida, mi salud, no se resintiera ni sufriera especiales altibajos y aunque comía poco y nada y lloraba mucho, ningún vecino o amigo, podrá decir que me ha visto flaquear. Él en cambio se paseaba ante la puerta de mi casa, con sus amigos, sin esconderse, con las cuencas de sus ojos como el interior de dos cántaros vacíos. Su aspecto huesudo, con barba de varios días, era de un romanticismo desolador. Para todo el mundo yo era la mala, la culpable de la ruptura con un buen muchacho. Era uno de esos momentos en que no sabes bien que hacer de tu  existencia y aprendí a ser más desconfiada y más humilde. El paso del tiempo y la ayuda familiar, sobre todo de mi hermana Rosa, me hizo mucho bien, pero después, cuando ya empezaba a sentir motivos de alegría por pequeñeces y a espabilar mi tristeza interior, animándome yo misma a disfrutar del murmullo familiar en las comidas, como sus amorosas voces tocaban las mías con la mirada, siempre pendientes del vuelo de la luz a mi alrededor. Entonces llegó él, yo no sé si queriendo, o sin quererlo tal vez, y me asestó un mazazo moral que me llevó al ostracismo  y al abandono personal más lastimero. Salía de compras o a pasear, no aceptaba ya que nadie viniera conmigo y soltaba unas llantinas impresionantes. Nada me importaba ya que me vieran llorar.

La cosa fue que traslado su domicilio de Cádiz a ¡dos pasos de mi casa!, de la casa de mis padres. Fue atroz, un revuelto de sentimientos circulaba por mis tripas. Le odiaba y al mismo tiempo no podía olvidarle. Casi todos los santos de los días me cruzaba con él y lo malo es que no podía evitarlo, ya fuera en la cafetería, en el Súper, o charlando en la panadería de MariLuismi. Los dos éramos amigos de ella Un día, no pude más y le llame, le dije que no podía soportar que viviera tan cerca, que me estaba haciendo mucho daño. Quedamos en vernos cerca de su casa, terreno neutral. Luego acordamos que fuera en su casa. Era la época en que moría la primavera y todas las flores, las hojas de los árboles, el mísero césped, hasta el aire estaba quieto, inmóvil, esperando la muerte de la estación. Por el camino lloraba sin sentido, no podía evitarlo se me escapaban las lágrimas a chorreones, las enjugaba con pañuelos de papel. Miles. Con los ojos anegados me presente en su portal. Debía estar horrible, pero no pensaba en ello. No paraba de llorar, siempre había un depósito de reserva en mis ojos mudos. Guarde la compostura como pude, me arregle la ropa, estire la falda en un acto mecánico y aunque mi desorden interior era enorme, fui valiente y me atreví a llamar al timbre de su puerta. Albergar esperanzas puede ser un arma de doble filo, sobre todo cuando te sientes totalmente indefensa. Él me recibió taciturno, el rostro muy apagado, con un aire incomunicativo. Si hubiera estado más oscuro, ni habría sentido su presencia. Mis nervios subían y bajaban por un tobogán pensando que me jugaba a una carta poder acabar con mi soledad para siempre y me descompuse del todo cuando vi enmarcado en el salón el anillo de compromiso. Me pillo tan… ¡así!, que en ese momento ya no supe para donde mirar. Él estaba  postrado, sin hablar y yo no supe reaccionar. El corazón se me aceleraba por momentos, la esperanza respondona, supongo. Nos sentamos en el sofá sin mirarnos, sin hablarnos. Durante un buen rato nada pudo salir de mi boca, silencio y estupor. Los dos vacilamos a la hora de hablar y en ese vacío de palabras, gasas descendidas sellaron las heridas de nuestros mudos labios y ahí acabó todo.

-¿Qué si él fue cobarde?, no lo supe entonces y ahora tampoco. Y yo me comporte como una niña…

Débora entornó los ojos y miró hacia el suelo jugueteando con el vaso de agua. Comprendí que no deseaba seguir hablando, pero me equivoque. En su exacerbado optimismo se obligaba a ser positiva y hasta del dolor más terrible que existe, el de corazón, seguido del alma, extraía cosas buenas. Así era ella, así la conocí yo, la feliz Débora, la que preñaba de alegría todo a su alrededor, con su torpeza, como una cría conmovedora. Y es que verdaderamente había una parte de ella que seguía siendo niña.

El desayuno tocaba a su fin, llevamos los platos y vasos hasta la barra para facilitar el trabajo a Víctor y salimos fuera. La calle estaba plana, ni un seto, ni un arbusto, ni un árbol recto, ni tan siquiera la mancha de un cerro alrededor, solo un hervidero de coches y bloques de casas que desprendían un hálito de tristeza, de vez en cuando nos cruzábamos con alguna ensoñadora figurilla humana. El calor de agua parecía apretar los edificios entre sí a la vez que un Sol pintado por Van Gogh, castigaba nuestras caras y el asfalto sucio. El cielo púrpura goteaba sobre el césped estremecido, entre el clamor del viento y un “sirimiri” nostálgico.

-Pero ya ves, la vida sigue y hay que vivir. No estoy sola, tengo amigos, tengo a mi familia…

-No acabo, se puso a llorar con el atrevimiento de quien no le importa nada ni que la vean, que lo ha perdido todo y que nunca va a poder olvidar. Isabel y yo acompasábamos el ritmo de sus pasos achaparrados, sin hablar.

De trecho en trecho, le sobrevenía un ligero desmayo al pensar en lo turbio que puede llegar a ser el corazón. Cavaba zanjas con el pensamiento. Sus ojos eran tan hondos y oscuros que nunca parecían salir de esa hondonada de melancolía que desprendía su cuerpo.

Felipe Iglesias Serrano 

El 29N, una gran Marea Blanca recorrerá al centro de Madrid en defensa de la sanidad pública

Más de 4.000 personas y 150 entidades se han adherido al manifiesto que da origen a la movilización

La sociedad civil madrileña dice ¡basta! a la caótica y temeraria  gestión sanitaria del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, un proceder que se ha cobrado en estos meses de pandemia de la Covid-19 once ceses y dimisiones de altos cargos y ha generando una oleada de protestas ciudadanas. En este marco, trece organizaciones muy representativas de la región, entre las que se encuentran grandes sindicatos y colectivos de profesionales sanitarios, plataformas en defensa de la sanidad pública y organizaciones vecinales, se han unido para impulsar una movilización que busca que el Ejecutivo autonómico abandone su modelo de “ladrillazo” como solución a la actual crisis y apueste de manera firme por el refuerzo de la Atención Primaria y Hospitalaria con la contratación y consolidación de más personal sanitario.

Esta nueva Marea Blanca tendrá lugar el próximo domingo, 29 de noviembre, a las 12:00, y transcurrirá entre la fuente de Neptuno (plaza de Cánovas del Castillo) y la plaza de Colón de Madrid, después de atravesar parte del Paseo del Prado y el Paseo de Recoletos.

Estos colectivos, que desplegarán el habitual servicio de orden de las grandes movilizaciones, han realizado un llamamiento a que las personas que se sumen a la marcha porten siempre mascarilla y mantengan en todo momento la distancia mínima de seguridad. Para ello, recomiendan acudir con un paraguas.

Las trece organizaciones impulsoras de esta nueva Marea Blanca no llegan solas a la protesta del domingo. Más de 4.000 personas y 150 entidades se han adherido al manifiesto que hicieron público hace una semana y que ha servido de base de la movilización unitaria.

Día: domingo 29 de noviembre de 2020

Hora: 12:00 h

Lugar: Plaza de Cánovas del Castillo, Madrid (fuente de Neptuno)

LA SANIDAD PÚBLICA NECESITA:

Luchar por la derogación de las normas y leyes que permiten la privatización, cese de cualquier intento de privatización del Sistema Sanitario Público Madrileño, que se están aprovechando ante la situación provocada por la pandemia.

Una política democrática, leal y eficaz para la recuperación de la Sanidad 100 % Pública  que garantice la Universalidad y la Calidad.

Cese inmediato de políticas de confrontación  entre Gobierno autonómico y el Gobierno central para lo que están usando la salud de los madrileños como medida de presión del Partido Popular y Ciudadanos con el fin de alcanzar máxima rentabilidad política.

Hacer partícipe a la población y trabajadores de las decisiones sanitarias  recuperando los consejos de participación ciudadana a nivel de las Áreas de Salud y Zonas Básicas. Creación de un sistema de cooperación social y profesional en el diseño de planes sanitarios.

Apertura inmediata de todos los centros sanitarios cerrados como los SUAPS, servicios de urgencias de Atención Primaria y centros de salud; y las 16 camas de UCI del Hospital Infanta Sofía, así como de todas las camas cerradas de los hospitales públicos de la Comunidad de Madrid. Contratación de los profesionales necesarios para garantizar una asistencia regular a pacientes Covid y no Covid.

Puesta en marcha de un plan de contratación inmediata de refuerzos en salud pública primordialmente rastreadores, para garantizar la localización de los contactos de los nuevos casos y el aislamiento de todos ellos poniendo a disposición espacios para aquellos que no puedan hacerlo en sus domicilios.

Ordenar la adopción de medidas drásticas en la gestión de la pandemia, en tanto en cuanto persisten cifras de incidencia muy superiores a las establecidas por los organismos internacionales, así como niveles de ocupación hospitalaria y de camas UCI superiores a los estándares marcados.

Reorientar el sistema sanitario público en base a la Salud Comunitaria, donde la Atención Primaria recupere su papel vertebrador y sus características esenciales centradas en la persona y su entorno, priorizando la salud frente a la economía. Sin salud no hay economía, sin frenar los contagios la economía no se recupera.

Transparencia y veracidad de la información diaria de todos los datos referentes a la pandemia, no admitimos demoras en las notificaciones de los datos para maquillar temporalmente las cifras reales.

Unificación de las medidas que se adopten sobre condiciones laborales para todos los trabajadores sanitarios y no sanitarios. Con políticas de recursos humanos globales que contemplen contratos y condiciones laborales dignas; no a la eventualidad.

Suspensión inmediata del ladrillazo como solución a la crisis que padecemos, modelo Ayuso&Aguado, promotores de construcciones megalómanas innecesarias, con elevados sobrecostes, sin personal para dotarlo  y sin un análisis de las necesidades reales.

Atención sanitaria pública de todas las personas mayores y dependientes que se encuentren en residencias, potenciando una mejor coordinación entre los servicios sanitarios y los sociales. Las personas mayores y dependientes son ciudadanos con plenos derechos a la salud como el resto de la población madrileña. Máxima protección en salud laboral a las trabajadoras de residencias   contra el Covid  actualmente solo cuentan con 1 mascarilla quirúrgica por jornada y 1 ffp2 para toda la semana.

Las listas de espera matan; más de 800.000 personas antes  del covid, exigimos su disminución de forma urgente, INFORMACIÓN REAL de pacientes que están perdiendo su asistencia y agravando su enfermedad;  en algunos casos la vida como efecto colateral de esta pandemia. Contratación inmediata  con aumento de plantillas, exigimos la conversión de todo el personal contratado por Covid (10.000 de todas las categorías) en personal interino, para acabar con las listas de espera y prestar la atención adecuada de patologías no relacionadas con la pandemia.

Unidad de las organizaciones que luchan para salvar la Sanidad Pública, favoreciendo la auto-organización en los barrios para combatir el desmantelamiento de la Atención Primaria, atendiendo así a las problemáticas concretas que se dan en cada Centro de Salud. Buscando la unidad reivindicativa entre las profesionales del Servicio Madrileño de Salud y los usuarios tendentes a CREAR UN FRENTE QUE DE AHORA EN ADELANTE SE MANTENGA ACTIVO Y VIGILANTE EN DEFENSA DE LA SANIDAD PÚBLICA 100%, UNIVERSAL Y DE CALIDAD.

Derecho a una información pública, minuciosa y veraz de todos los gastos realizados a cargo de la asignación económica, dinero covid, que el Gobierno de España asignó a la Comunidad de Madrid para  reforzar la la Sanidad Pública Madrileña debido a la pandemia.

Fuente: MareaBlanca29N

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25N: ¡ni una menos!

Diversos actos conmemoraron en nuestro distrito el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y denunciaron la ominosa persistencia de esta lacra terrible

Lamentablemente, el 25 de noviembre volvió a estar muy presente en nuestro distrito la conmemoración del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Y digo “lamentablemente” porque eso significa que esta terrible lacra ha seguido también en 2020, agravada de hecho por la situación creada por la pandemia de COVID-19, avergonzando a nuestras sociedades, y su erradicación continúa adivinándose lejana, motivo por el cual no hay que cejar en el empeño de concienciar a la sociedad de que esto debe acabar ya. Para ello, un año más, multitud de actos en torno al 25N han tenido lugar a lo largo de la semana en la que ha caído dicha conmemoración.

Así, durante los días previos al 25 de noviembre, la Red 8M de Villaverde estuvo realizando pegadas por el Distrito del cartel que han editado este año denunciando la violencia machista. También en San Cristóbal salieron de pegada de carteles, en este caso promovida por el Espacio de Salud y Género y diversos recursos y entidades. Su asociación vecinal informaba en web y redes sociales de haber pegado más de 60 por los comercios de la zona, a los cuales han querido agradecer su complicidad con este tema.

En la tarde del día 24, convocada por la Asociación Vecinal La Incolora y con la colaboración de recursos del barrio, tuvo lugar un vistoso acto en la Plaza Mayor de Villaverde a partir de las 18:00, con mesa informativa, reparto de imanes y chapas con los lemas enviados por la vecindad y una performance, con lectura de los nombres de las 41 mujeres asesinadas en lo que va de año y del manifiesto, siguiendo escrupulosamente las medidas de seguridad que requiere la pandemia.

Medidas que también siguió a rajatabla el pasacalles organizado en la mañana del día 25 por el Espacio Planta Forma en Género, integrado por profesionales y entidades que trabajan en los distritos de Villaverde y Usera en ámbitos y proyectos sociales e intentan aplicar en el trabajo cotidiano la perspectiva de género. Comenzó con corro y lectura de manifiesto a las 10:30 en la plaza de las Sufragistas, recorriendo las calles de Villaverde Bajo en grupos separados de seis personas, realizando diversas paradas en lugares representativos del barrio para leer diferentes textos en clave de testimonio relacionados con la violencia machista, finalizando la actividad como empezó, con corro y lectura de manifiesto, en la plaza de Chozas de Canales, alrededor de las 13:00. El mismo día 25 se guardó un minuto de silencio en la puerta de la Junta Municipal de Villaverde, colocando en lugar visible una pancarta en reconocimiento a las víctimas y como muestra del rechazo social a este tipo de violencia.

Dos días después, el viernes 27, El Espacio de Igualdad Clara Campoamor organizó un acto artístico para denunciar las violencias machistas, en especial la violencia contra mujeres mayores, en el Centro Sociocultural Santa Petronila, con la presentación del proyecto audiovisual Cuerpos de la vejez, performances del laboratorio teatral

Sinvergüenzas y varias actuaciones musicales, a cargo de La Bego y de Nosotras Conciertos Versos. Al día siguiente, en otro centro cultural de Villaverde, el de Los Rosales, se representó la obra de teatro basada en casos reales Ante el espejo, “una representación con testimonios veraces, llenos de originalidad, pero a la vez duros y desgarradores”. Por su parte, el Espacio de Igualdad Dulce Chacón también ha programado este año numerosas iniciativas en torno al 25N, entre las que ha destacado la realización de un mural participativo, “Cuidándonos frente a la violencia de género en tiempos de COVID-19”, en el que han podido participar todas las mujeres que han acudido al espacio durante el mes de noviembre para nutrirlo de mensajes en forma de relato, palabra, poema, dibujo, etc., en contra de las violencias machistas.

Asimismo, en diferentes recursos de nuestro distrito, como el Hospital 12 de Octubre, centros de salud, centros de mayores, etcétera, se han llevado a cabo diferentes actos simbólicos para conmemorar este día y denunciar esta situación intolerable que debe acabar ya, dejando claro que las personas normales, como usted y como yo, que vivimos, trabajamos o tenemos algún tipo de relación con Villaverde, no queremos ni una víctima más ni una mujer menos.

ROBERTO BLANCO TOMÁS

Villaverde grita alto contra la violencia de género

Acto que realiza la asociación de vecinos La Incolora en la Plaza Mayor de Villaverde, el día 24 de Noviembre de 18.00 a 19.00 horas. Este año debido a las restricciones por el COVID no habrán talleres, pero habrá una mesa informativa y se repartirán imanes con los lemas que habéis mandado a la asociación.

También una exposición titulada «ICEBERG DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO» y el grupo de Teatro de la Incolora hará una performance, manteniendo las distancias de seguridad pertinentes.

Fuente: A.V. La Incolora

DEVOCIÓN

Siempre que discuto contigo, levanto hogueras de palabras en las esquinas de las puertas entreabiertas, noto como me tiembla el cuerpo al oírte trastear en la cocina y siento deseos de abrazarte y de injuriarte, y, al mismo tiempo, me siento confuso, maldigo el aire que levanto en mi caminar violento por el pasillo. Una vuelta, dos vueltas, miro mis manos, arden como zarcillos huérfanos de otras manos, de tus manos, que me alcanzan y descorren el velo airado de mis ojos en la penumbra de este armario mal cerrado, y anidando los dedos, me envías entre ellos, tus ojos castaños que queman los míos con su fuego templado.

Templamos nuestros labios y nos estamos así, abrazados, unos 24 años. Años de disputas, calcos de palabras malsonantes, de silencios ardientes, de labios encendidos con el eco de los besos, besos dilatados por el deseo. Labios furiosos que escapan por el portal hasta la calle para volver siempre al mismo sitio, a nuestra casa, donde pasamos días enteros y la mitad de otros, sin hablarnos. A veces, durante la tempestad, concedemos un instante a la calma y nos besamos furtivamente, queriendo y no queriendo, al cruzarnos en la entrada. Yo voy a buscar libros antiguos, tú vienes de tus reuniones o de tus clases de Informática. Otras veces nos rozamos sin mirarnos al pasar por el salón, tú buscando un libro de lectura, yo camino de la terraza para regar las plantas. Entonces, te robo un leve escarceo, dejamos que nuestros dedos se turben un segundo que dura mil años.

Mil años o más, es el tiempo en que creo sentir tus manos enredadas entre los geranios y los cactus, sosteniendo como una ola alzada el agua con el que riego antes de que caiga, mientras pienso que escuchas la música que he puesto para romper el hielo de ese iceberg de sentimientos que debería derretirse antes de las comidas. Creemos que, con esa actitud de no comer durante una crisis, hacemos daño al otro. Nos mortificamos y cubrimos nuestro estómago de orgullo y misticismo vacío, en contradicción con las tripas, que a esas horas rugen  recordándonos al Humphrey Bogart de “La Reina de África”.

Así suelo llamar yo al sofá de nuestra casa, “Reina de África”, donde a veces corres la aventura de tus “siestillas” de sobremesa, con un documental en el satélite y el periódico a punto de desmoronarse como un barquito, por la alfombra descolorida. Más tarde, eres tú la que te desmoronas sobre la cama, por el multicansancio diario, con un vaso de leche y un poco de fruta haciendo noche en tu estómago.

Y para estómago el mío, que a esa hora segrega ese vacío emocional, ese ahogo misterioso que me produce el verte todas las noches. No has cambiado esa costumbre con los años, aún te desnudas tras la puerta entornada del armario, apoyada en la casa de muñecas. Yo, “pavisoso”, espero a que te duermas para invadir tu lado íntimo, ése donde habitan tus zapatillas descolocadas, tu ropa interior diseminada entre los joyeritos de madera baratos, y un libro de pie en la almohada que parece querer trepar por el espejo de la cómoda. Intento leer en tus ojos cerrados y sólo encuentro tinieblas. Trato de arrebatarte el libro que dormita entre tus manos y en tu inercia, entre gemidos, me opones resistencia, como si dentro de tu sueño, alguien quisiera arrojar fuera a los protagonistas y depositarlos en la mesita, al lado de los otros libros, junto a la lámpara, cuya esfera opaca irradia su habitual luz turbia que ensucia parte de nuestro cuarto.

Hablo solo mientras duermes, susurro esas tonterías que no me atrevo a decirte despierta, se me inunda la voz y un oleaje de saliva me ahoga. Tú, en tu sueño, rumias algo sobre estudios, trabajo y hasta la palabra archivo, se escabulle por tu boca varias veces, sin soltarte de tu vieja almohada, ya plana.

Planas suelen ser las discusiones del fin de semana, el cansancio acumulado en nuestra agenda de huesos, apenas nos deja fuerzas para romper la tranquila ingravidez de la casa vacía. Tú preparas los desayunos, yo grito en la ducha: ¡cabrón, cabrones!. Tiemblas -¡ya estamos…!- dices, sentada en tu silla de tijera. Y cuando empujo la puerta de la cocina con mi rostro desahogado, tu carita airada, a la defensiva, brama con voz hiriente, y tus ojos bajos derriten el suelo sin dejar de hablarme. ¡Estás tan cómicamente pequeña, que no sé por donde empezaría a abrazarte, sin cometer alguna torpeza!. Torpedeo mi propia voz, desangro mi lengua en busca de palabras, de la palabra, y te repito una y mil veces que no grito contra ti, que lo hago contra esos malditos “onceañeros”, que malgastan su dinero en cine para pasarse toda la película hurgando con saña en el lenguaje, con risas prefabricadas y voces altisonantes, volcando cubos de palomitas entre carreras por los pasillos. Grito contra la mala programación de los cines en verano, contra las zanjas y los túneles que han dejado la ciudad hueca, contra las gramíneas de Mayo, que enrojecen nuestros ojos y los hacen llorar sin motivo, contra el lenguaje móvil (¡profanar con un: TQ en el móvil, un : TE QUIERO!), contra el “estrés” diario, contra los diecisiete años de mi hija Fani, que es como era yo, una magnetita emocional que imanta todo lo que se mueve a su alrededor.

Tú terminas tu café sin cambiar tu mohín. Resplandeces, como si alguien hubiera pintado tu cara con un lápiz amarillo. Estás horriblemente atractiva, pero no te lo digo. Doy vueltas en derredor tuyo, derramando palabras acompañadas de gestos. Es tanta mi devoción que tengo miedo.

Pero sin miedo me arrodillo teatralmente, tal vez a la espera de que reclines el palo del cepillo sobre mi hombro y me nombres tu caballero. ¡Qué me importa que me crujan los meniscos y se dispare el dolor en mis rótulas!, por ese mal de huesos que arrastro desde hace años.

Hace años que quiero arrodillarme para decirte lo que desde hace años te niego, “te quiero”, y arrullo las palabras en el aire muerto de nuestra cocina, junto a la ventana, al lado de los envases vacíos que tiraremos después, cuando salgamos a hacer la compra de los sábados, sin darnos la mano, sin disculpas por parte de ninguno. Otra vez con leves roces, no casuales, al andar y algún que otro fuego apasionado en los antebrazos. Y a medio camino del mercado, con ese sol pajizo de junio a nuestra espalda, a la altura de La Hinojosa, donde compramos tantas veces golosinas y frutos secos para acompañar nuestras reconciliaciones, volvemos a mirarnos con los ojos semicerrados por el sueño, o quizá por culpa de las paredes que nos han separado en nuestra casa, los pasillos y puertas entornadas que nos parecen infinitas durante un enfado. A las 9 a.m., en medio de la desfigurada acera por las obras, otra vez nos miramos. Escrutamos nuestros ojos como niños, como novios que fuimos, que somos, como si no nos conociéramos. Te suplico que dejemos de caminar sólo un segundo, -vamos bien de tiempo, todavía no es hora – te digo. Abro el carrito de la compra sin mirar dentro, como si ya estuviera seguro de lo que hay, o de lo que fuera a salir por su boca de lona cuadrada: 24 años de abrazos, cabezas descansando en hombros huesudos, toneladas de discusiones, sucesivos enamoramientos, flechazos sexuales, aderezado todo con el olor de ¡tantas compras…! Y antes de preparar, sin quererlo, el próximo enfado, gritos o desasosiegos, te recuerdo, durante ese segundo, que dura otro millón de años, aquella loca carrera por Hyde Park, tú sola, después de un monumental enfado, durante nuestro viaje de novios, cuando aún creías que los hoteles cerraban sus puertas con la última luz del día, como nuestra casa del pueblo.

-¡Vámonos!, antes de que se haga de noche, ¡por si nos cierran!- decías, con tus diecinueve años.

Felipe Iglesias Serrano