CLUB DE CINE: LAS NIÑAS
Para toda la población
Lunes 30 de octubre a las 16:45h
📍Cine Embajadores
Información e inscripciones en:
☎ 917109713
📧 caimujercc@madrid.es
#cine #EspaciosdeIgualdad #Villaverde
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CLUB DE CINE: LAS NIÑAS
Para toda la población
Lunes 30 de octubre a las 16:45h
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CHARLEMOS SOBRE DUELO: EL AUTOCUIDADO
Para mujeres
Lunes 23 de octubre de 10:30-12:30h
Información e inscripciones en:
☎ 917109713
📧 caimujercc@madrid.es
#duelo #autocuidado #EspaciosdeIgualdad #Villaverde
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Cada año nos preparamos para ajustar nuestros relojes añadiendo o quitando una hora del día, en lo que se conoce como el cambio de hora. Con esto se pretende optimizar la luz natural, en busca de un ahorro energético, pero también tiene un impacto muy marcado en nuestro día a día y nuestro bienestar.
El cambio de hora se diseñó para poder aprovechar la luz natural durante las horas de mayor actividad, lo que se supone que podría mejorar la productividad, así como crear más oportunidades para hacer otras actividades al aire libre después del colegio o el trabajo. En muchas ocasiones se han cuestionado los beneficios reales, en cuestión de ahorro energético e impacto en la salud.
Por todo esto y con lo cerca que está el próximo cambio de hora es interesante entender cómo nos puede afectar tanto a nivel físico como a nuestras actividades diarias.
¿Cómo afecta a nuestro cuerpo y nuestro reloj biológico?
Nuestro reloj interior, también conocido como ritmo circadiano, está basado en la luz natural. Por lo que el cambio de hora, haciendo que haya más o menos horas de luz, puede desajustar este ritmo, sobre todo en los primeros días tras el cambio. Podemos experimentar problemas para conciliar el sueño, sentirnos más cansados y somnolientos durante el día, fruto de esta situación.
No solo nos puede afectar a nivel físico, sino también en las esferas mental y emocional, notando cambios de humor, irritabilidad o fatiga como resultado de la alteración del ritmo circadiano y el patrón del sueño-descanso.
¿Cómo podemos adaptarnos al cambio de hora?
El cambio de hora puede suponer un tiempo de cambios y reajustes en nuestro día a día, pero haciendo algunos ajustes a nuestra rutina de costumbre y procurando nuestro bienestar podemos reducir el impacto de los efectos negativos y aprovechar los beneficios de una exposición cuidadosa y prolongada a la luz natural.
A medida que nos vamos preparando para el nuevo cambio de hora, daremos prioridad a mimar y cuidar nuestro cuerpo, mente y ritmo de vida diario.
TAMARA JIMÉNEZ CARO
Enfermera escolar y especialista de Pediatría
@tuenfermerainquieta
La automedicación se refiere a la toma de medicamentos por iniciativa propia sin la consulta previa con el médico ni la prescripción o seguimiento de un tratamiento posterior. En algunos casos leves o de problemas habituales, automedicarse puede ser conveniente si los fármacos se utilizan para síntomas menores como el dolor de cabeza leve, algunos dolores articulares, la fiebre, la acidez de estómago o para algunos resfriados. En ese sentido, existen algunos medicamentos que no requieren de la prescripción médica y se pueden adquirir en la farmacia bajo consejo y recomendación del profesional que lo dispensa. En caso de duda, aunque se trate de medicamentos sin receta, además de leer el prospecto, es importante consultar al farmacéutico.
Sin embargo, la toma de medicamentos debe hacerse siempre con precaución, y con una cantidad de tiempo limitada, porque el hecho de que se puedan dispensar sin receta no significa que no puedan entrañar otros riesgos, aunque estén abiertos a ser adquiridos en la farmacia por toda persona que tenga uso de razón. Por otra parte, en el caso de aquellos medicamentos que requieren de receta médica, está siempre sujeta a la prescripción por parte del médico y siempre está desaconsejado tomar ese tipo de fármacos por cuenta propia sin la supervisión de un profesional, por la implicación y repercusiones que puede tener sobre la propia salud de la persona.
Conviene prestar especial cuidado con la automedicación por varios motivos: todo medicamento puede conllevar efectos secundarios, reacciones adversas, alergias; y en algunos casos puede traer consigo intoxicaciones, cuando las dosis empleadas no son las adecuadas o son más elevadas de las recomendadas. En otras ocasiones, la toma de estos medicamentos puede enmascarar procesos clínicos graves y consecuentemente retraso en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, que puede estar tratando con este fármaco pero sin estar tratando la enfermedad de base.
Además, algunos fármacos pueden interaccionar con una medicación de base que está tomando una persona, potenciando o disminuyendo los efectos del medicamento; en otras ocasiones los productos de herbolario o algunas plantas pueden interferir también con otras medicaciones, modificando su absorción o el efecto esperado. Por estos motivos, cuando la persona toma varios fármacos hay que tener mayor precaución en el momento de añadir algún nuevo medicamento y siempre preguntar las dosis y frecuencia. Con respecto al uso de antibióticos, éstos siempre deben tomarse bajo prescripción y tendremos en cuenta que un uso excesivo de ellos puede hacer que los microorganismos desarrollen tipos de resistencia que los hacen ser inservibles para tratar futuras infecciones.
Dr. Ángel Luis Laguna Carrero, Especialidad Medicina Familiar y Comunitaria,
Máster Medicina de Urgencias y Emergencias, Experto Universitario en Nutrición y Dietética

AULA DIGITAL HEDDY LAMARR
Para mujeres
Viernes 20 de octubre de 17-19h
Lunes 30 de octubre de 10:30-12:30h
Información e inscripciones en:
☎ 917109713
📧 caimujercc@madrid.es
#auladigital #EspaciosdeIgualdad #Villaverde
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Recientemente fui protagonista de un hecho heroico del cual me siento orgulloso: siempre que ayudo a alguien necesitado una paz interior invade mi cuerpo, y esta vez fue algo todavía superior, ya que le salvé la vida a una persona, concretamente en unos acantilados del cabo de Gata, donde cayó al mar por accidente y yo sin pensar ni razonar en el peligro me lancé al agua a por él. Conseguí sacarle hacia la orilla, donde le apliqué unos primeros auxilios que le reanimaron.
Alguien que contempló lo sucedido llamó a las asistencias sanitarias, acudiendo con presteza. Antes de meterse en la ambulancia para realizarle pruebas más exhaustivas en el hospital, ya que presentaba claros síntomas de hipotermia, me pidió mi teléfono porque me dijo que quería darme las gracias personalmente. Como no podía ser de otra manera accedí. A los tres días recibí una llamada suya y me cité con él en San José, ya que ambos estábamos alojados allí. De forma efusiva me dio las gracias para acto seguido ofrecerme cualquier ayuda que pudiera prestarme. Básicamente, este ofrecimiento era de tipo oneroso, ya que me ofreció dinero. Me dijo que el dinero no era un problema para él y quería gratificarme. Rehusé tal ofrecimiento: le contesté que ya el solo hecho de salvarle la vida y ver su cara de felicidad era más que suficiente para mí. Sin embargo, no pude negarme a comer con él. Insistió sobremanera, puesto que quería saber más sobre la persona que le había salvado, y sin embargo, paradojas del destino, fui yo quien acabé conociendo más de él.
Debido a que mi vida no había tenido grandes alicientes salvo tal vez el hecho narrado al principio, pasamos a la suya, la cual era sumamente fascinante y rescato aquí un fragmento de ella: el hombre en cuestión, cuyo nombre no mencionaré, es una eminencia en química y geología. No solo eran estas ciencias su forma de ganarse la vida hasta no hace mucho, sino que también eran su vocación, por lo que no escatimaba tiempo ni esfuerzos en ellas. Muy pronto se especializó en tierras raras, que resumiéndolo mucho diré que son unos óxidos (concretamente 17) que se extraen de diferentes minerales y que no solo suelen ser escasos en la Tierra, sino además muy difíciles de extraer, ya que al estar dentro de los minerales, separarlos de éstos es enormemente complicado, pero una vez hecho tienen un valor tremendo, ya que se utilizan para todo tipo de electrónica: baterías de coches eléctricos, catalizadores, pantallas táctiles de móviles, centrales nucleares, láseres para operaciones médicas, potentes imanes para la industria, auriculares, altavoces, sensores, elementos de control en la aviación, materiales flexibles de construcción, estructuras de barcos o sofisticado armamento, entre otras muchas cosas.
Estas tierras raras son fundamentales para la tecnología del siglo XXI: su carencia limitaría mucho el progreso y el mundo a día de hoy no sería como lo conocemos. El gran problema es que la mayoría de los yacimientos están en China, quien tiene prácticamente un monopolio, ya que proporciona en torno al 90% del consumido en todo el planeta. El otro 10% se lo reparten entre EE UU, India, Australia Rusia y Malasia. La persona a la que salvé, después de un par de años haciendo prospecciones había conseguido hallar un yacimiento en la provincia de Teruel que podría alcanzar una producción de 40.000 toneladas al año; es decir, no solo cubriría la demanda española, sino que nos daría para exportar una cantidad considerable. El protagonista de esta historia sabía cómo sintetizarlo para extraer los preciados óxidos, que como dijimos es lo más difícil por lo complejo del proceso, ya que la mayor parte del mineral se disuelve al ser tratado por medios muy agresivos, pero él había conseguido sintetizarlo con una eficiencia nunca vista.
Después de informar de sus avances, varias corporaciones internacionales se pusieron en contacto con él para verificar el exitoso funcionamiento. Comprobado éste, le ofrecieron altas sumas de dinero por hacerse con la patente de su novedoso método. Al final, después de mucho pensarlo, se decantó por una de las ofertas, concretamente la que más alto pujó. Contento con lo conseguido, ya que le resolvió la vida a él y a sus respectivas generaciones, se dedicó durante un par de años a viajar por el mundo. Después de uno de estos viajes volvió por nostalgia y curiosidad a ver cómo iban las extracciones, y su sorpresa fue mayúscula al comprobar que el lugar había sido cubierto por metros y metros de hormigón creando encima de éste una charca artificial a modo de lago. En definitiva, habían hecho inaccesible el lugar para que nadie pudiera extraer las preciadas tierras raras: simplemente le habían comprado la patente, así como su confidencialidad y silencio, para que nadie más pudiese utilizarlo.
El tiempo se condesa de una manera vertiginosa. Paseábamos por un Estocolmo que nos recibió con ese clima seductor que puede acompañar a septiembre, mientras me planteaba cómo le explicaría nuestro siguiente proyecto a Don Juan Carlos. Acababa de tener un encuentro breve, pero emotivo, con un Ingmar Bergman que me recibió en su casa de la isla sin previo aviso, pero con educación. No sabía sueco, pero su inglés me proporcionó ilusión porque le entendía. Miré el interior y me deslumbró que mi película preferida, Infiel (Trolösa, 2000) de Liv Ullmann, se había rodado allí. No era sencillo o no lo sé, pero pensaré que no, que el maestro Bergman elogiase el corto de alguien, en este caso el nuestro, que inesperadamente se había convertido en nuestra carta de presentación para que nos permitiese rodarle un documental con unas instrucciones poco comunes pero que Ingmar aceptó. El problema: que no había fecha cerrada, y eso terminó siendo una cuestión que no se resolvió. Me tranquiliza pensar que esta vez no fui yo, pero la productora se movió con más parsimonia de la que los suecos de la Fundación Bergman tenían en esa época.
En una de las librerías que frecuentamos en Estocolmo —siempre me fascina contemplar libros y que piensen que entiendo el idioma— su escaparate acaparó nuestra atención. ¿Qué era eso? Un libro de Bergman nuevo. Su traducción sería Tres diarios, me contó Mónica, aquella erasmus que salía con un sueco que vestía con la elástica roja del Sevilla Fútbol Club. El sueco sevillista nos tradujo lo que vendría a ser la sinopsis, incluida la nota introductoria de Ingmar. ¡Necesitaba ese libro ya! Pero el sueco, más interesado en las sandalias de Mónica que en Bergman, no parecía muy interesado en traducirme mucho. Le parecía que aquel español, yo, era un tipo raro: ¿por qué mostraba interés por “desfasados” como Bergman y Strindberg? El sueco, que en un principio me cayó bien por la elástica sevillista, ya me hacía cuestionarme si tenía entidad para portar camiseta tan extraordinaria.
Volví a España con la convicción de que algún sello editorial traduciría el libro. Empleé una agenda de contactos, que básicamente robé a un profesor de la facultad y que, posteriormente pude constatar, estaba integrada por números que se encontraban en internet y no personales. Probablemente dejó que se la quitase por apariencia. Me dio mucha pena y escribí un relato sobre él que, cuando se publicó, se dedicó a desmentir en diferentes claustros. Llamé a esos números por si alguna de esas editoriales centradas en asuntos nórdicos se aventuraría a la publicación. Nada, ni el más mínimo interés. Compré una edición en italiano, pero la mujer que me había amado y que hablaba italiano ya no estaba en mí o yo en ella.
Pasaron muchos años, y gracias a mi querida amiga y profesora, Nuria Pérez Matesanz, comenzó mi sueño a cobrar realidad. Tras el fallecimiento del editor que dio el sí y que es el más comprometido que haya conocido, mi admirado Fernando Olaya Pérez, nos habíamos quedado en punto muerto para que se pudiese publicar el manuscrito. Nacho Cagiga, un maravilloso “mametiano” de pro, con su grandiosa editorial, Providence Ediciones, nos dio cobijo para que tamaño libro pudiese ver la luz.
Tres diarios es mi libro preferido de Bergman. En él está todo lo que fue el maestro, sin trucos, sin nada más que la vida o la continua ausencia de ella. ¿Cuántas veces he podido leerlo? Tantas que lo mismo lo adapte. Así, de ese modo, habré destinado un proyecto más para el cajón. No importa, pero han de leer este libro y ya nada será igual. ¿Verdad, Nuria?

por Iván Cerdán Bermúdez
@ivancerdanbermudez