Un día, recién desperté, supe que había llegado el momento: estábamos en condiciones de poder liberar los sueños, o lo que es lo mismo, las aspiraciones que durante miles de años habían estado presas por el temor, esperando en lo más profundo del corazón de los seres humanos… a que llegara el momento de poder ser liberadas.
Sí, había llegado el momento.
Sucedió que la ampliación de conciencia de unos pocos fue suficiente para lograr una ampliación de la conciencia colectiva… y desde ahí se abrió la puerta a través de la cual los sueños, que durante tanto tiempo estuvieron atrapados por el temor y la desesperanza, podían ser liberados.
Ahora sí… Estábamos preparados.
Y se abrió un umbral a través del cual la conciencia “de cada uno” se conectó con la de otros y así se fue ampliando hasta que hubo comprensión y certeza de que éramos parte de un todo.
Cuando eso sucedió… nada fue igual. Cada uno se conecto con su centro, con su esencia, y el temor desapareció.
En su lugar, en ese vacío enorme que el temor dejó, fijó su morada la fe inconmovible de lo que en realidad somos: constructores de realidades.
Y las personas se ponían de acuerdo, ya nada les separaba, porque eran conscientes de que eran lo mismo, y estaban unidos por un mismo centro… Ahora era cuestión de saber qué realidades se querían construir y… se juntaban por afinidad, liberando sueños… Era mágico: lo que se pensaba se materializaba al instante.
La materia al servicio de la energía de los pensamientos conscientes.
La confianza y alegría de vivir volvieron a estar presentes, y la felicidad era plena porque no necesitábamos nada; todo salía desde otro lado, desde el corazón.
Éramos como niños, pero, conscientes de nuestro poder, la risa y la alegría era lo habitual. Estábamos liberando sueños, viviendo la aventura de construir puentes entre el mundo mental y el mundo externo, y cada sueño que cruzaba ese puente pasaba a formar parte de la realidad… Era divertido, solo había que pensarlo.
En el grupo donde yo estaba participando nos planteábamos qué cantidad de energía y carga afectiva debía tener un pensamiento para que su energía transformadora lo convirtiera en real, y desde ahí plantearnos el construir vida en otros universos.
Eso hasta ahora solo había sido un sueño, pero que al liberarlo estaba convirtiéndose en una nueva realidad.