Si hay una época en la que la estacionalidad destaca, para bien o para mal, es el verano. La estacionalidad se relaciona con variaciones de la demanda de manera periódica y predecible. Es el factor por el que las playas ahora empiezan a llenarse y muchos negocios en Madrid se ven casi sin actividad.
Sin embargo, la estacionalidad de cada negocio depende. Por ejemplo, las papelerías y academias tendrán su meses más fuertes a principios de curso, y las tiendas de regalos cuando se acerque la Navidad.
Desde luego, no tener una demanda estable a lo largo del año es un problema, porque normalmente los gastos de la empresa sí son estables. Sin embargo, si algo tiene la estacionalidad de bueno es su carácter predecible. Si podemos anticiparnos, podemos influir en los resultados.
- Podemos aprovechar las épocas de baja actividad para preparar todo aquello que hará aumentar la demanda aún más en los picos. Por ejemplo, es el mejor momento para plantearse las acciones de publicidad y marketing.
- También podemos utilizar esas épocas más tranquilas para implantar cambios en el negocio: desde una reforma del local a cambiar la web o modificar los procesos productivos.
- Finalmente también es posible aumentar la demanda en épocas bajas. ¿Cómo? Ofreciendo productos o servicios alternativos o dirigirnos a público o mercados diferentes. El caso más clásico son los viajes del IMSERSO que se ofertan en temporada baja.
En todo caso, lo más importante es conocer tu negocio y tu mercado. Una vez lo hagas, podrás ampliar tu visión para identificar qué acciones te llevarán a aumentar tus ingresos anuales. ¿Es preferible focalizar todo el esfuerzo en la temporada alta? ¿O sería mejor diversificar para alcanzar una mayor estabilidad?
Mª Cruz Sánchez @MKparaTodos