La radiografía literaria villaverdera va creciendo y no parece tener techo. La figura de Jesús Navarro es un acontecimiento en Villaverde. Su persona, honesta, entusiasta y sentida, consigue que todo lo que suceda sea mejor, y eso no es fácil. Es el escritor que sabe coquetear con los géneros para ofrecer resultados que puedan enmarcarse en un campo amplísimo: de lo espeluznante a lo nostálgico pasando por la ternura, el desarraigo, el abandono o la muerte. La imprevisibilidad de sus escritos genera la inquietud en un lector que devora con ferocidad sus propuestas.
Recientemente ha publicado Risas, miedos, anhelos y horrores (Platero, 2024), un libro que combina microrrelatos, relatos y retazos de vida: escritura con mayúscula. Radiografía a ese ser humano en búsqueda continua de ese acontecimiento, epifánico o no, pero que le transforme. ¿Cuál es el momento idóneo para el cambio? No importa, únicamente es relevante lo que ha de acontecer para que nada sea igual. Venganza, amor, humor, odio, tristeza, crimen, más amor, más añoranza, más anhelo y muchos horrores hay en unas páginas que jamás se acomodan en lo sencillo. Es capaz de manejar al lector para sacudirle y que deambule con un frenesí plagado de inquietud ante las resoluciones. Los relatos pueden tener seis líneas, tres o cinco páginas, pero nada continúa igual en uno cuando se terminan. Todos comienzan en un momento en el que no es el principio y concluyen cuando no es el final, porque la vida no posee solo eso: ¿cuándo son los principios o finales de lo que nos sucede? —quedan excluidos el nacimiento o la muerte, claro—. Posiblemente todo empezó o terminó antes o después. ¿Acaso nos enamoramos al instante o nos dejan de amar sin una progresión degenerativa? Navarro en sus historias se inserta en ese momento, o no, pero no es la línea que mandan ciertos cánones ya caducos, él apuesta por ese paso más imprescindible en la creación. Al comenzar in media res, el lector no necesita más para navegar en esos instantes de vida descritos, algunos espeluznantes, otros idílicos, pero jamás convencionales, aunque sí reconocibles.
La constancia en Jesús Navarro es la clave de su saber hacer. Sus múltiples premios, menciones, selecciones y demás son cada vez más sonados. El escritor honrado merece siempre el reconocimiento, algo que, desgraciadamente, no suele suceder. La evolución en sus propuestas las transforma en planteamientos sólidos y altamente adictivos pese al dolor que acompaña a ciertos finales. Esto contrasta con otros que podrían ser felices, aunque sean crueles. Navarro consigue que el lector se plantee una duda razonable: ¿soy o no buena persona? ¿Por qué me alegro de esto tan mezquino y despreciable que le sucede a tal personaje? ¿En qué me está transformando Navarro Lahera?
Risas, miedos, anhelos y horrores es un libro que he leído ya en tres ocasiones y ninguna lectura ha sido similar. Es curioso cómo sus relatos van mutando en mi interior: ¿por qué tal relato ahora me parece extraordinario si en la primera lectura no lo destaqué tanto? Porque están vivos. Los libros realmente se leen en las relecturas. Por momentos, en esta última lectura, me ha dado por pensar que es una novela encubierta. En cada relectura constato firmemente que los relatos interdialogan más entre ellos. Hay algunos en los que resulta sencillo apreciarlo, pero otros, puede que de forma soterrada o no, se han manifestado como fragmentos de esas vidas, humildes, tristes, felices o entusiastas, que forman parte de un mismo corpus vital —¿Instantes de una misma persona o de dos en diferentes momentos?—. Su estilo narrativo es altamente visual: consigue imágenes clarísimas en cada línea. ¿Quizá deba aventurarse a un guion? ¿Y para cuándo una novela?
También conviene indicar que Navarro Lahera, toledano y villaverdiano de pro, es un magnífico profesor de escritura creativa. Recomiendo que acudan a sus clases en La Unidad de Villaverde Este para que aprecien al escritor que llevan dentro. Del mismo modo, les sugiero que le vean en su faceta de actor o de ingeniero. Un hombre del Renacimiento en pleno Villaverde.
Risas, miedos, anhelos y horrores es una suerte para todo lector que se aventure por esos recovecos del alma.
