Cada año, cuando llega el frío, en casi todas las casas empieza el mismo ciclo aburrido de cada invierno: mocos, tos, fiebre, bronquiolitis, gripe… Y da la sensación de que no salimos de una cuando ya estamos con la siguiente. Pero no es “una mala racha”, ni que el cuerpo “tenga las defensas bajas”: es ciencia, y desde aquí vamos a averiguar “por qué”.
Lo primero que debemos saber es que el frío por sí mismo no causa resfriados, pero sí crea el ambiente perfecto para que todos esos bichitos circulen mejor. Con el frío, pasamos más tiempo en casa, colegios, transporte o centros comerciales con las ventanas cerradas, y eso hace que el aire se llene de los virus que todos exhalamos al hablar, toser o respirar. Cuantas más personas y menos ventilación, más contagios y propagación.
Además, las mucosas de la nariz se resecan por el aire frío en la calle y por la calefacción en casa. Cuando la nariz está seca, se defiende peor, y lo tienen más fácil para entrar. A esto se suma que en esta época tan gélida tomamos menos el sol, y por tanto fabricamos menos vitamina D, que ayuda a nuestras defensas a funcionar como un reloj.
Los niños lo notan aún más: clases llenas, contacto continuo, juegos, besos, manos por todas partes… y un sistema inmune todavía por acabar de madurar. Por eso pueden encadenar varios virus seguidos durante semanas sin que eso signifique que estén “malitos siempre”. Es normal y forma parte de su desarrollo.
La buena noticia es que sí hay cosas que funcionan de verdad para reducir contagios:
- Ventilar tu casa un par de veces al día, aunque haga frío. Con 5 minutos vale.
- Lavarte las manos y usar pañuelos de papel que tirarás a la papelera.
- Mantener la calefacción a 20–21 ºC para evitar que el ambiente y la nariz se resequen demasiado.
- Hidratarte bien y ofrecer agua con frecuencia a los peques, así evitamos las mucosas secas.
- Si hay tos o estornudos, mejor al codo, no a la mano.
- Priorizar sueño y rutinas: el descanso es fundamental para nuestras defensas.
- Y no olvides la vacunación: gripe, COVID y VRS en bebés según las recomendaciones sanitarias.
Recuerda: mocos no siempre significa gravedad. Es habitual que duren semanas. Acude a tu centro médico si hay dificultad para respirar, fiebre que no baja, decaimiento fuerte o si el bebé es menor de 3 meses.
El invierno seguirá trayendo virus cada año, esto es incuestionable, pero ahora ya sabes por qué y qué hacer para controlar y mejorar la situación.



