Vivimos en una época en la que la información está al alcance de todos, grandes y pequeños, con tan solo un clic. Sin embargo, esta accesibilidad no siempre es positiva, sobre todo cuando se trata de temas sensibles como la salud.
Hablemos pues de la infoxicación en salud como un exceso de información y consejos contradictorios que pueden llevar a la confusión y decisiones erróneas. Se presenta cuando nos vemos rodeados de información sobre síntomas, enfermedades, tratamientos y consejos de salud, provenientes de diversas fuentes, muchas veces sin ningún respaldo científico o de personal especializado en la materia.
Esta sobreinformación, lejos de aclarar dudas, puede generar más confusión. Podemos sentirnos abrumados, desconfiados de la información y dudar de la veracidad de los consejos médicos, incluso de los proporcionados por profesionales de la salud.
Podemos llegar a las consultas con información incorrecta, malinterpretada o basada en mitos y falsedades, dificultando la comunicación y el establecimiento de un plan de tratamiento y cuidados adecuado.
Ante una duda en salud, lo primero es la cautela.
• Verifica las fuentes: asegúrate de que la información provenga de webs de instituciones de salud reconocidas, hospitales o profesionales médicos.
• Consulta con profesionales: ante cualquier síntoma o preocupación sobre la salud, es recomendable consultar con el profesional de la salud. Hoy en día las redes están repletas de “health coaches”. Evítalos y acude a un profesional sanitario.
• Sé crítico: evalúa y analiza la información de manera crítica, revisa las referencias y asegúrate de que la información esté respaldada. No es necesario buscar información sobre cada síntoma o enfermedad menor. En lugar de eso, confía en la orientación de los profesionales de la salud.
¿Cómo detectar si el sitio es confiable o no?
1. Autoridad y credibilidad: la página debe estar respaldada por una organización o entidad de salud reconocida. Busca sitios web de instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS), los Centros para el Control y la prevención de enfermedades (CDC), hospitales y universidades con programas de salud reconocidos.
2. Actualización de la información: la información en salud cambia constantemente, así que debe indicar la fecha de publicación o la última fecha de revisión.
3. Referencias y fuentes: citan sus fuentes y proporcionan referencias de estudios, investigaciones o datos estadísticos que respalden la información presentada.
4. Transparencia: debe ser transparente en cuanto a su propósito, objetivos y financiación. Si está respaldado por la industria farmacéutica o tiene intereses comerciales, es importante ser consciente de ello al evaluar la información.
5. No promesas milagrosas: desconfía de los que ofrecen soluciones rápidas o tratamientos “milagrosos”. La salud es un campo complejo, y las soluciones a menudo requieren un enfoque médico profesional y tiempo.
Existen sellos de calidad que pueden respaldar estos sitios y darlos mayor peso e importancia, pero es cardinal tener en cuenta que no garantizan al 100% su fiabilidad.
Aunque el acceso a la información puede ser una herramienta potente para la toma de decisiones sobre la salud, es vital aprender a filtrar y evaluar la información de manera adecuada.