RAÚL GONZÁLEZ MARTÍN.
Podría volar por el cielo
con este cuerpo humano
y con esta alma alienígena.
Llegaría a ese recoveco
donde mi yo perdiera
toda su responsabilidad.
Desde allí y sin enemigos
obtendría esa licencia
que reprime los miedos.
Descansaría de la vida
y jugaría con el destino
sin público y sin aplausos.
Ese lugar sería la puerta
a un mundo plácido
huido del sufrimiento.
Cuánta ilusión la mía,
si para volar necesito
unas alas de ruiseñor.