JULIO HERNÁNDEZ GARCÍA.
Ganadería
Dentro de la cabaña ganadera, la oveja era la base de la explotación, como en el resto de España, debido a la obtención de carne, leche y lana. Era además el ganado más apropiado para el aprovechamiento de barbechos y rastrojos.
En el fuero de Madrid de 1202 ya aparece la reglamentación de la cabaña ganadera de Madrid y sus sexmos.
En el siglo XV las ovejas que había en Villaverde, por los datos encontrados, eran: en 1427, en Rabudo, 71 ovejas que costaban 15 maravedíes cada una; en 1444, 500 ovejas de Zorita (de octubre a abril); en 1445, 200 ovejas; en 1449, 60; en 1452, 100 (Zorita); y en 1473, 400 ovejas.
Los pastores se solían contratar por un año, y recibían (Puñal Fernández, 1998) las siguientes retribuciones: comida y bebida, entre 40-100 maravedíes o el equivalente en especies (corderos).
A mediados del siglo XVIII había 5 bueyes, 78 machos y mulas, 10 caballos, 23 asnos, todos para labor, 242 cabezas de ganado lanar que costaban 8 reales cada una. El pastor cobraba 4 reales de jornal.
En el siglo XIX, Antonio Regás, en 1835, dice que la ganadería era escasa, pero que había en Villaverde 400 ovejas. Según Madoz, en 1847 había 4 o 5 ganaderos que tenían entre 100 y 200 cabras y ovejas para la venta de leche y carne en Madrid.
En 1911 había 4 vaquerías y 2 ganaderos. Según la Memoria Comercial de 1932, la cabaña ganadera contaba con 3.110 ovejas, 2.196 cerdos, 258 vacas, 254 cabras, 381 mulas, 19 caballos y 112 asnos.
Comercio
La mayor relación comercial de Villaverde era con Madrid, en un intercambio permanente. El comercio estaba centrado en mandar diariamente hortalizas y cereales a los mercados de Madrid para la alimentación de sus habitantes, tejas y ladrillos para la construcción.
Debió de darse un comercio fluido ya durante la Edad Media, porque por Villaverde pasaban los caminos hacia el sur de Madrid, hacia Toledo y hacia Andalucía, y por su proximidad a la villa. A nivel interno Villaverde va a tener escaso comercio en proporción con sus habitantes.
En 1752 había una taberna arrendada por 100 ducados, una carnicería por 2.000 reales, un mesón por 100 ducados, y el comercio de teja y ladrillo, en los 5 que funcionaban, tenían un beneficio de 2.000 reales.
En 1849 (Madoz) exportaba trigo, garbanzos y muchas hortalizas, e importaba carne, vino, aceite y arroz. Según el Anuario del comercio y la industria, en 1881 contaba con 1.028 hab. y los siguientes comercios: dos carnicerías, un café, una panadería y 5 tiendas de ultramarinos.
En 1900 había una droguería y 5 tiendas de ultramarinos. En 1911 contaba con 3 tiendas de comestibles, una de electricidad, una farmacia, una panadería, una tienda de tabacos, 11 tiendas de vino y una droguería.
Montero de la Cruz señala que en 1892 había unas lagunas llamadas “Las Grederas”, cuya agua, según el farmacéutico D. Alejandro Almonacid, eran sulfatadas, cálcicas, con indicios de magnesia, recomendadas como eficaces para las enfermedades cutáneas. Dichas aguas manaban en los manantiales que surgían al buscar la greda para la fabricación de tejas. En ese momento estaban abandonadas.
A comienzos del siglo XX, en su término municipal brotaban aguas medicinales, clasificadas como claruvado-sódicas, biocarbonatadas-litínicas, propiedad de D. Francisco Fructuoso. En la fuente de San Judas Tadeo afloraron aguas mineralizadas por el cloruro sódico que incluso llegó a ser embotellada y comercializada (El País, 26-8-2007).