La Navidad es, más que una época, una estación más, por lo que hay cinco. ¿Algún año empezarán en agosto? Quizá todo nos lleve a habitar en esa ciudad llamada Christmas Town que salía en la magnífica Pesadilla antes de Navidad (1993). Conviene repasar cierta literatura y fantasmagoría fílmica que aborda la Navidad mientras nos preguntamos si la concejalía villaverdiana dejará a los vecinos hacer cabalgata o no.
Películas:
De ilusión también se vive (1947) de George Seaton. Una magnífica película con Santa Claus, la ilusión de una niña y unos grandes almacenes. Merece y mucho la pena el visionado de una cinta que es, ante todo, una buena muestra de cine navideño sin recurrir a los tópicos.
Plácido (1961) de Luis García Berlanga. Obra maestra absoluta. Lo curioso es que a lo mejor las nuevas generaciones no reconozcan esa Navidad. Es, quizá, la mejor película española de la historia, con permiso de algún título dirigido por Fernán-Gómez. Esa Navidad berlanguiana en la que resuenan villancicos, angustia, comedia y disección social… ¿cómo sorteó la censura? Genialidades que en ocasiones suceden. No se llevó el Oscar porque Bergman estaba, pero en esta ocasión Bergman no lo ganó merecidamente. Es una película que cada vez que se vuelve a visionar el resultado es mucho mejor. Eterno Berlanga.
Tres padrinos (1948) de John Ford. Es un western que ya rodó. ¿Por qué se hizo un remake a sí mismo? Es una delicia. ¿Son los Reyes Magos? ¿Y por qué no? Véanla y juzguen. Ford nunca decepciona. ¿Cuántos cineastas hay que pasaron de un modo tan natural del mudo al sonoro? ¿Por qué cada película de Ford gana con el tiempo? Otra suya navideña es La taberna del irlandés (1963), para aquellos que no sepan que otra Navidad es posible.
No hay que olvidar el cine de José Luis Garci y cómo la Navidad tiene una relevancia en muchos de sus títulos. Quizá esto obedezca a dos razones: su amor por esa fecha del año o que nunca la ha filmado como él quería. Merece la pena dejarse balancear por ese Madrid navideño de los 80 con la música de Jesús Gluck en las tres partes de El Crack, o en You´re the one (2000) o Tiovivo C. 1950 (2004).
En cuanto a libros, a los ya mencionados el año anterior debería señalarse un pequeño cuento de José María Merino titulado El carbón de los Reyes Magos, que editó en el 2018 de forma magistral Reino de Cordelia. En apenas 46 páginas con las ilustraciones —dignas de camisetas— de Raúl Arias sucede una noche de Reyes sublime. ¿Cómo sería pasar tal acontecimiento? El texto de Merino invita a pensar en una posible adaptación cinematográfica. ¿Por qué no?
Aunque ya se habló del mismo, conviene volver a recomendar La puerta de las estrellas (2022) de Ingvild H. Rishøi. La vida de las hermanas Ronja y Emili es un texto que, también, como sucede con el cine de Ford y de Berlanga, va ganando con el tiempo. Historia cruda y emotiva que se lee de un tirón. Hay algo muy emocionante en ella. Sus diálogos, sus descripciones, su crudeza, su melancolía y la entrega que se dibujan en el mismo consiguen que sea algo muy cercano a una obra maestra.
La Navidad en Pemán está compuesto por una serie de artículos, poemas y cuentos, todos ellos dedicados a la Navidad. Resulta muy original la composición del mismo y no es nada previsible en su propuesta. El humanismo en Navidad, la Navidad en Andalucía, etcétera.
El regalo de O. Henry es un clásico que no puede fallar y que conviene leer sin haberse documentado con anterioridad. Del mismo modo, nunca falla Cuento de Navidad. Cada vez uno es más consciente de todas las historias que parten del texto de Dickens ¿O no, Sr. Tim Burton?
Si antes hemos mencionado a José Luis Garci como director, no hay que olvidarle como creador de cuentos navideños. El mejor, sin duda alguna, se encuentra en Insert Coin. Encuéntrenlo. Y bueno, ya se sabe que aquellas Navidades, sí, aquellas, no volverán, pero vendrán otras.