BEATRIZ TROYANO DÍAZ
Muchas personas me preguntan si ansiedad y estrés son lo mismo y, por ende, si se pueden gestionar de la misma manera. Aunque es verdad que muchas veces se consideran lo mismo, realmente no lo son: saberlo y poder identificarlo es muy importante para aprender a gestionar estas emociones tan limitantes.
El primer paso para poder entender mejor sus diferencias es reconocer las causas de ambas. Mientras ante una situación de estrés el estresor o estresores son fácilmente identificables (me estresa el tráfico, tener que ir corriendo a los sitios, la Navidad…), con la ansiedad el origen es más difuso, y el gran problema se ve en el futuro, en el que presuponemos que algo va a salir rematadamente mal y eso nos deja instalados en el miedo; no hay ninguna certeza objetiva, pero nuestro cerebro piensa que un acontecimiento importante saldrá mal y nos deja sin respiración. De hecho se dice que el estrés es un exceso de presente y la ansiedad un exceso de futuro.
El estrés genera una sensación de preocupación, nerviosismo, frustración e incluso rabia, que una vez eliminado el agente estresor se suele solucionar; y, sin embargo, la ansiedad nos deja instalados en el miedo, con la consiguiente parálisis que eso ocasiona y su progresiva bola de nieve que va creciendo de tamaño a través de esa “vocecilla interior” que nos va dando una predicción cada vez más negativa, sin base real ninguna.
Así, mientras para relajarnos frente al estrés nos sirve poder eliminar el estresor, para combatir la ansiedad requerimos de un trabajo personal más profundo y que cambie ese dialogo interno que nos está “leyendo el futuro” de una manera muy negativa y limitante.