BENITO ROMÁN JIMÉNEZ. VECINO DE VILLAVERDE.
Aunque suene duro, es así: el alcohol es una droga, legal, barata y de muy fácil acceso.
Es una adicción que normalmente no suele ir sola, en muchos casos va acompañada de otras, podríamos decir que es la puerta de entrada a otras. También suele ocurrir que cuando salimos de otras ilegales nos enganchamos a ésta: ¡es legal!
En mi caso, soy un adicto al alcohol aunque hace años que no bebo, precisamente por eso, por ser adicto. No debo beber alcohol porque una vez adicto he perdido la capacidad de parar; sé cuando empiezo y no sé ni cuándo ni cómo termino.
Tuve que perder mucho, sufrir y hacer sufrir a los que me querían para reconocer que tenía un problema con el alcohol, siempre me autoengañaba: “Mañana no bebo”. Ese mañana nunca llegaba.
Una vez que me di cuenta de que tenía un problema intenté dejarlo a base de fuerza de voluntad, pero no pude; después de un pequeño tiempo de sequía venía seguido de una inundación alcohólica.
En estos días he tenido ocasión de ver y leer en los distintos medios de comunicación, prensa y TV, noticias sobre el alcohol. En prensa un médico, especialista en adicciones, que decía que en España había un millón de adictos al alcohol sin tratar. Son alcohólicos y no son conscientes de ello o no lo quieren reconocer.
El estigma es muy grande y la sociedad, lo que es más triste, los propios alcohólicos, lo tienen más como un vicio que como una enfermedad. Es una enfermedad, y muy grave: afecta a la mente, al cuerpo y a las emociones.
Según la Organización Mundial de la Salud todos los años mueren en el mundo tres millones de personas como consecuencia de la ingesta de alcohol. El primer año de la COVID fallecieron 2.700.000 personas en el mundo, y hay que ver la alarma que ello creó.
Creo que es bueno que se hable sobre el problema, romper el estigma, que la Administración, los profesionales, hablen del riesgo de consumir alcohol y que se puede desarrollar una adicción. No todo el que bebe se convierte en adicto, pero hay parte de los que lo hacen que sí.
Es una adicción que se puede parar, no curar. Soy adicto al alcohol y no puedo beberlo de forma segura. Así llevo 14 años sin beber una gota de alcohol y he descubierto que no lo necesito para nada: se puede ser feliz, pasárselo bien sin necesidad de consumirlo.
Cualquier vecino que me lea y conozca a alguien que tenga este problema, que le anime a pedir ayuda, médico, psicólogo, psiquiatra, enfermera, trabajadora social, etc. No olvidemos que es una enfermedad, y las enfermedades las tratan los profesionales.
Somos muy afortunados en el Distrito: tenemos el Hospital 12 de Octubre, donde hay un gran equipo de adicciones; CAD, Centro Madrid Salud, Centro de Salud Mental y diversos centros de salud donde pedir ayuda.
También tenemos dos asociaciones en el Distrito, ARVIL y Grupo Villaverde de Alcohólicos Anónimos, donde van a aprender a vivir sin alcohol y a mantener la sobriedad. Son gratuitas y no hay que pedir cita. Ahí no les van a juzgar, les van a entender y querer por su condición.
Muchas gracias a los responsables del periódico por permitirme este espacio.
