Anthony de Mello, sacerdote jesuita y psicoterapeuta conocido por sus libros y conferencias, en Un minuto para el absurdo, su último y definitivo libro póstumo, nos cuenta:
“Lo que más me deprime es la absoluta vulgaridad de mi existencia. Jamás en la vida he hecho nada tan importante como para merecer la atención del mundo.
— Te equivocas si piensas que es la atención del mundo lo que hace que una acción sea importante —dijo el maestro.
Siguió una larga pausa.
— Bueno, pero es que tampoco he hecho nada que haya influido en alguien, ni para bien ni para mal…
— Te equivocas si piensas que es el influir en los demás lo que hace que una acción sea importante —volvió a decir el maestro.
— Pero, entonces, ¿qué es lo que hace que una acción sea importante?
— El realizarla por sí misma y poniendo en ello todo el propio ser. Entonces resulta ser una acción desinteresada”.
Esta reflexión que Anthony de Mello nos plantea en 1987 me parece muy interesante y que está cada vez más viva en nuestra sociedad. Es un punto de partida para que podamos analizar en nuestra realidad la importancia del hacer y del aparentar.
Las redes sociales se inundan de imágenes de triunfo o actividad frenética; de hecho el término “influencer” va orientado a este fin: que las personas te atiendan por algo que haces o aparentes hacer. Cada vez más personas quieren ser youtuber, instagramer, etc., y me pregunto: ¿conseguir esto es lo que, realmente, nos hace importantes? ¿Que seamos visibles para los demás? Si no somos visibles, ¿no somos importantes?
¿Y a ti? ¿Qué te hace a ti sentirte importante o darte valor?
Directora de Remodelatuvida
Socióloga coach personal y profesional
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