Buenos días, vecinos. Me llamo Ángel, alcohólico y miembro del Grupo Villaverde de Alcohólicos Anónimos. En primer lugar quería agradecer al periódico de Villaverde que nos dé voz a los vecinos. Seguro que para ellos no es fácil tampoco en estos tiempos.
Hace casi un año que llegó esta situación a nuestras vidas. Una situación de miedo, inquietud e incertidumbre para muchos. Puedo imaginar el miedo de muchas personas mayores, solas en residencias o en casa ante una situación que no pueden comprender; a miles de familias que se han quedado sin trabajo o están con miedo a perderlo, sin sustento para vivir. Son tiempos difíciles para todos, también para nosotros los adictos.
En este tiempo en que es más complicado salir, alternar, ha habido gente que pensaba que era un bebedor social, y se han podido dar cuenta de que tenían un problema, que el beber era algo más que un hábito; se han dado cuenta de que les hace sufrir, y al final de que era una adicción. Se han incrementado las llamadas pidiendo ayuda al teléfono de Alcohólicos Anónimos; también hemos visto que los que piden ayuda son más jóvenes. En todo este tiempo hemos estado ahí, tendiendo la mano a todo el que pedía ayuda, ya haya sido de forma presencial en nuestros grupos o a través de aplicaciones online.
Nuestra forma habitual de juntarnos era de forma presencial, donde podemos sentir el calor humano de los compañeros, una sonrisa, un abrazo y la identificación en el dolor que nos causaba el beber, y donde además compartimos la esperanza de la recuperación. Hubo épocas en las que tuvimos que reunirnos por las diferentes plataformas online, otras en las que lo podíamos hacer de forma presencial. Lo hemos hecho como hemos podido, siempre cumpliendo con lo que decía la ley. Hubo épocas en las que estaban confinadas diferentes zonas del Distrito, lo que dificultaba la asistencia al grupo. Aun así nos seguíamos reuniendo: cuando no podíamos hacerlo de forma presencial, lo hacíamos online.
Esta situación en una persona en activo o con poco tiempo en recuperación es muy peligrosa: a los que están en activo les lleva a beber más, y a los que llevan poco sin beber y no están en contacto con otros alcohólicos, les sitúa en peligro de recaídas. Afortunadamente, los que llevamos más tiempo, que hemos cambiado nuestra forma de enfrentarnos a la vida, que seguimos tendiendo la mano a las personas que piden ayuda, tenemos menos peligro de tener una recaída.
Soy una persona que ha bebido como lo hace tanta gente en nuestro país; en un momento de mi vida me convertí en alcohólico, no controlaba mi forma de beber, sabía cuando empezaba pero ignoraba cuando terminaba. Había perdido el control con el alcohol: no soy culpable, pero sí responsable una vez que conozco el origen de mi adicción. El sufrimiento que me causaba el alcohol hizo que mi familia pidiese ayuda, me dejé ayudar por otros que tienen mi misma adicción y esto ha servido para parar mi enfermedad.
Cuando estaba en activo me sentía culpable de no ser capaz de dejar de beber; creía que si no lo hacía era por mi falta de fuerza de voluntad, por mi debilidad. Ignoraba que era víctima de una enfermedad, de la que no podía salir si no me dejaba ayudar. Que nadie se sienta culpable si cree que tiene un problema con el alcohol; que pida ayuda, si no es en Alcohólicos Anónimos que lo haga en otras asociaciones, pero que lo haga. Sin olvidar, naturalmente, a su médico de cabecera o cualquier otro profesional, médico, psiquiatra, psicólogo, etcétera.
El alcoholismo es una enfermedad que la sufre la persona que la padece y todos los que están a su alrededor. Como cualquier otra enfermedad, lo primero es que lo reconozca quien la padece. Si no es así, es complicado que se pida ayuda.
Me explicó un psiquiatra que si una costumbre, beber, la convierto en un hábito, y éste me empieza a causar problemas y no soy capaz de dejarlo, es probable que se haya convertido en una adicción.
La sociedad tolera al que bebe, incluso si no bebes puedes resultar sospechoso: “¿qué le pasará que no bebe?”. Pero suele estigmatizar al alcohólico: “si le causa problemas, ¿por qué no deja de beber?”. Ignoran que los que nos hemos convertidos en alcohólicos hemos perdido la capacidad de beber, que sin ayuda es muy difícil dejar el alcohol. No lo tienen que entender los demás: los que tenemos que entenderlo somos nosotros y pedir ayuda.
Si alguien tiene problemas con el alcohol, quizás podamos ayudarle. Estamos en una sala de la Parroquia Santa Bibiana. Para mejor información de las reuniones, llamad antes al teléfono 91 341 82 82. Ahí un compañero os informará de los días y horarios en que nos juntamos.
Ángel (Grupo Villaverde de Alcohólicos Anónimos)