Pilar Ortega
De Villaverde a Bolivia hay valles, montañas, llanos, lagos, ríos, mares, un gran océano y unos 14.000 km, pero el pasado 10 de junio esa distancia disminuyó, y España y Bolivia se hermanaron y “compadrearon” en nuestro barrio, en una inesperada y poco anunciada aparición de danza y música aderezada de colorido, originalidad y corazón, mucho corazón; orgullo, mucho orgullo patrio; devoción, una inmensa devoción al Señor del Gran Poder, muy venerado en Bolivia, como aquí Santiago Apóstol, en una talla típica de la imaginería sudamericana que, instalada delante de nuestra junta de distrito, participó como anfitriona aceptando las muestras de reconocimiento de bailarines, músicos, organizadores y asistentes.
De la sorpresa se pasó a la admiración de una cultura milenaria, poco conocida aquí hasta ahora. Muchas personas bolivianas viven entre nosotros; con ellas compartimos los mercados y tiendas, los medios de transporte, los paseos por el parque y las esperas en el ambulatorio. Cruzamos con ellos nuestras miradas, tal vez lo lejos que están del altiplano, de los valles o del trópico boliviano y que allá reside el grueso de sus familiares, posiblemente hijos pequeños a cargo de abuelos o hermanos. Deberíamos pararnos a pensar que no están aquí para quitarnos nada ni para ocupar el lugar de nadie: solo buscan mejorar sus condiciones de vida, igual que nosotros, lo mismo que nuestros antepasados y las generaciones venideras.
En realidad nos aportan variedad, cultura, costumbres, y si abrimos los ojos sin prejuicios, los brazos y sobre todo el corazón, seremos capaces de valorar y disfrutar más ese acontecimiento de luz, color y alegría que nos sacó a la calle y que nos estaba haciendo un gran descubrimiento, porque nuestros vecinos “boliviano-villaverdinos” y de los demás países con los que convivimos tienen mucho que decirnos, mucho que enseñarnos con su cultura, con sus raíces; porque no debemos olvidar jamás que hace 525 años, cinco siglos y un cuarto, que españoles y bolivianos se vieron por primera vez allá en Bolivia o el Alto Perú, como se llamó anteriormente ese maravilloso país andino.
Con todo el respeto y agradecimiento nos unimos a nuestros vecinos bolivianos en esa festividad del Señor del Gran Poder, que ojalá nos acompañe muchos años.
