En el parque de Plata y Castañar, un grupo de amigas ha conseguido en estos últimos tres años montar un equipo de baloncesto (diseñando equipaciones que, por cierto, están disponibles para los patrocinadores, y aprendiendo de forma autodidacta y colaborativa) que se junta todos los viernes que no llueve para jugar pachangas con otros equipos aficionados de la zona, o entre ellas mismas, las Reinas del Cisne, en honor a una Virgen ecuatoriana.
Hace unos meses, los actos vandálicos dejaron las pistas huérfanas de canastas, pero tras acudir al Ayuntamiento consiguieron que las repusieran. Estos actos sucedieron a pintadas racistas llevadas a cabo por la “fauna autóctona” del barrio. El año que viene, indiferentes a estas situaciones, quieren inscribirse en la Liga Municipal Femenina, si consiguen los 600 euros de la inscripción. En abril hemos celebrado que todo vuelva a la normalidad.
El torneíllo, con once equipos y de carácter lúdico más que competitivo, ha estado organizado por el Servicio de Convivencia del Ayuntamiento (buenos amigos de estos Jóvenes Reporteros) y por las chicas que aquí juegan, Basket Somos Todas. Han participado colectivos diversos de todo el barrio, cada uno con su equipo: las chicas de Servicios Sociales —con las que jugamos nosotros—, la asociación musulmana Onda, el equipo Reinas del Cisne o trabajadores sociales y del propio Servicio de Convivencia. Aprovechamos los descansos para charlar con los diferentes colectivos. Con la Asociación Onda, que lleva a cabo charlas antiislamofobia en institutos y favorece la integración de los musulmanes en todo nuestro país, hablamos de esta creciente ola de islamofobia precisamente, aparte de conocer un poco más sobre esta cultura: se muestran radicalmente en contra de todo tipo de imposición, violenta o no, de su religión a otras culturas o países, y nos comentan con resignación cómo tienen que redoblar sus esfuerzos estos últimos tiempos para hacer comprender el verdadero mensaje pacífico del Islam en sus charlas. Un monitor nos comenta que esa islamofobia es muchas veces consecuencia natural, comprensible, de la forma en que los medios de comunicación tratan la violencia yihadista. Nosotros nos sentimos sorprendidos y divertidos al jugar con chicas con velo al baloncesto, que se quejaban de que éramos demasiado altos y que de aquí a diez años, cuando crezcan, nos auguran una paliza en la cancha, entre miradas risueñas.
Por último, la charla que tuvimos con las amigas de Servicios Sociales, que trabajan en el Centro Eduardo Minguito de San Cristóbal, nos sirve para reforzar la idea que tenemos de cómo van las cosas en el barrio: mal. La salida de la crisis se encuentra en las cifras macroeconómicas, no en las familias del barrio. Ellas nos comentan que tienen más trabajo, más gente a la que atender, pero su plantilla no aumenta. Nos destacan las listas de espera, que “serían un problema mayor si la gente a la que ayudan tuviera menos paciencia y entereza de la que tiene”.
Como conclusión del Torneo de Basket, podemos decir que hemos conocido un poco mejor nuestro barrio, sobre todo a los vecinos ecuatorianos, mayoritarios en el torneo. Quizá ése sea el único “pero”, la escasez de mezcla cultural y étnica que muchas veces inconscientemente sufrimos (porque es una desgracia no conocer a gente tan maravillosa) de forma cotidiana. En eso solo somos responsables nosotros mismos, y nuestros prejuicios o perezas ante lo diferente.
Jóvenes Reporteros