Sándwich, after sun, renting…
Os presento los anglicismos: “empleo de vocablos o giros ingleses en distintos idiomas”, según la RAE.
Algunas de estas palabras están relacionadas con la alimentación, como brunch, de la que vamos a hablar hoy. Seguramente hayas paseado un fin de semana por el centro y lo hayas visto escrito desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde.
¿Cómo puede ser? Veámoslo.
¿Qué es? El origen de la palabra viene de breakfast (desayuno en inglés) y lunch (comida). Así, podemos definirlo como una comida que se hace entre desayuno y almuerzo pero que supone la unión de las dos. De ahí el horario en el que se suele servir.
¿De qué está formado? Es un plato combinado con varios alimentos: pan, huevos/salmón/jamón, vegetales (frutas, hojas verdes, frutos rojos), bebida (con y sin alcohol), lácteos, dulces… Hay tantas variaciones como quieras hacer, pues tienes opción de añadir distintos alimentos para completar el plato.
¿Qué opina la nutricionista? Es un placer ver lo coloridos y atractivos que son los platos que se preparan, pero hay que tener cautela. No debemos olvidarnos de qué está compuesto el plato. Para ayudarte, recuerda siempre hacer estas cuatro preguntas: ¿Cómo están cocinados los alimentos? ¿Hay azúcares y grasas ocultos? ¿Es un plato equilibrado? ¿Qué cantidad necesito?
Si no puedes responder a todas, pide ayuda en el establecimiento y dedícate un tiempo para decidir qué plato o combinaciones elegir.
Mi consejo es que tomes una fruta antes de salir de casa para que no se haga dura la espera hasta el brunch y no sientas excesiva hambre. Utiliza el agua como bebida de acompañamiento para hacer una buena digestión, disfruta del plato siendo consciente y… ¡no olvides darte un buen paseo al acabar!
Por Sarai Alonso Segura