La historia de unos chavales de San Cristóbal que se juntaron hace seis años para reivindicar un lugar donde entrenar y desde entonces no han parado de hacer cosas por su barrio
San Cristóbal, “SanKris” para los amigos, es un barrio que ha sido y sigue siendo estereotipado de forma negativa por los medios de comunicación, en los que prácticamente solo aparece a la hora de la crónica de sucesos. Sin embargo, a lo largo de estos años he podido constatar que a día de hoy en pocos lugares de Madrid encontraremos tanta creatividad, tantas inquietudes y tanta actividad comunitaria, desinteresada y solidaria. No es extraño: cuando no te dan nada y te lo tienes que currar todo tú, los elementos citados florecen como el campo en primavera.
Hoy os traigo un ejemplo excelente de ello en este barrio, protagonizado por la asociación SK Bars. “SK” es “SanKris”, claro; y “Bars” son las barras, un accesorio importante para la actividad que desarrollan: el street workout o “entrenamiento callejero”, deporte basado en entrenar en la calle, normalmente en parques y espacios públicos, a través de ejercicios de peso corporal (dominadas, flexiones, fondos…). Ésta es más o menos la definición, pero sus practicantes lo describen, mucho más que como una modalidad de entrenamiento, como un estilo de vida caracterizado por valores como el respeto, la fuerza y la educación. Algo que me queda muy claro tras pasar un agradable rato de charleta con Kevin Castillo (presidente de la asociación, al que ya hemos entrevistado en estas páginas anteriormente en su faceta de boxeador; todo un crack, por cierto) y Michael Batista (asociado de SK Bars y, según confiesa, auténtico “correcaminos”, pues le toca hacer de todo). Hay que destacar que hablamos en un lugar muy especial para ellos: la instalación que el Ayuntamiento les construyó detrás del IES San Cristóbal de los Ángeles, en la que entrenan habitualmente.
Historia de una reivindicación
SK Bars nace en 2016, nos explica Kevin, cuando se juntaron, “por casualidades de la vida, seis chavales que practicábamos street workout por nuestra cuenta. Lo hacíamos en un árbol, imagínate… Empezamos a coincidir, nos pedimos los números y creamos el grupo de WhatsApp… Luego, el padre de uno de ellos vio que íbamos avanzando y nos puso la barra que está colocada ahí, en la pared de debajo del puente, para que pudiéramos entrenar mejor. Aparte, muchas veces yo madrugaba y me iba al Retiro para hacer mis ejercicios en mejores condiciones, y siempre me preguntaba por qué me tenía que ir hasta allí, si aquí en SanKris hay un parque gigante en el que perfectamente podían instalar unas buenas barras. Y como siempre he estado metido en eventos participativos en el barrio y conocía a los educadores, a los dinamizadores y demás, les pregunté qué había que hacer para que en SanKris nos colocasen una barra. Me contestaron que si iba yo solo no me iban a hacer caso, así que les dije a mis compañeros: ‘chavales, vamos a reivindicar unas barras, y tenemos que hacer ruido’. Entonces pusimos nombre a nuestro grupo y empezamos a hacer muchas quedadas. Decíamos: “Este domingo entrenamos”, y etiquetábamos en las redes al Ayuntamiento. Los mismos dinamizadores vieron que la cosa iba en serio, me empezaron a dar algunos consejos, y comenzamos a reivindicar y reivindicar… Participamos en la convocatoria de Villaverde Experimenta, en la que de cien proyectos seleccionaban solo a diez, y entre esos diez estaba el nuestro. Eso nos dio la posibilidad de que nos conociese el Distrito entero, ya que allí estaban prácticamente todas las asociaciones y colectivos de Villaverde”.
Con el presupuesto de Villaverde Experimenta, estos inquietos jóvenes construyeron sus propias barras. Kevin sonríe al recordar cómo lo hicieron por la noche: “metimos la furgoneta, encendimos las luces y nos pusimos a soldar… Y pasó un señor que no conocíamos de nada y resultó ser albañil y se puso ahí con nosotros a darle al cemento… Después de eso hicimos una competición, a la que vino gente de muchos otros lugares de Madrid: de Vallecas, de Fuenlabrada…”. “A día de hoy, muchos de los que vinieron a esa competi, si miras las fotos, están entre los más grandes que hay ahora en este deporte, y estaban todos de mocosos ahí… Es muy gracioso verlos”, explica Michael con sonrisa tierna.
Tanto reivindicaron, que al final lo consiguieron, aunque no fue lo que esperaban: en 2019, rememora Kevin, “nos pusieron las barras que están en el Parque de los Pinos, pero no era lo que nosotros pedíamos. A ver, es un parque que está muy bien, pero era muy básico y no servía para que los chavales puedan tirar giros; las barras eran muy gordas”. “Ahí hubo faena —continúa Michael—, porque estuvimos desde casi tres o cuatro meses antes enviándoles información… Buscamos el proyecto, las barras que queríamos… Se lo pusimos en bandeja, en plan ‘venga, solo tenéis que venir aquí y colocarlo’, con fotos y todo: solo nos faltó enviarles los tornillos… Y luego nos pusieron ésas y fue una desilusión. Muchos chavales se desmotivaron y dejaron de entrenar”.
Así que volvieron a la carga, insistieron en sus reivindicaciones y consiguieron a finales de 2020 la instalación en la que se realizó esta entrevista… Pero no solo eso: ya en 2021 les habilitaron otra más, con nueva polémica, pues se ubicó en el frontón. Como explica Michael, “vale, está guay, pero es una putada para la gente que juega al frontón, porque se han cargado una pista y media sin preguntarnos siquiera. Y si nos hubieran preguntado antes, les habríamos dicho dónde ponerla: en la plaza”. “Sí, eso cuéntalo, por favor —me pide Kevin—, que no ha sido culpa nuestra: nosotros no habíamos pedido nada de eso”. Continúa Michael: “yo creo que esto tiene que ver con cómo funcionan las Administraciones, que se supone que hacen un trabajo para la población o para los vecinos, pero sin consultarles: se ponen a hacerlo directamente porque tienen un presupuesto y tienen que gastarlo”.
Un espacio
Y llegamos al momento actual, en el que cumplidos los objetivos iniciales de que los chavales del barrio tuvieran un lugar “en condiciones” para realizar su entrenamiento, SK Bars continúa su labor de proponer, organizar y dinamizar actividades que les proporcionen un ocio saludable. “Ahora mismo estamos buscando un espacio para nosotros —me cuenta Michael—, porque por ejemplo si queremos hacer un taller con los chiquillos y de repente te llueve un día o hace frío, no tenemos un sitio bajo techo para llevarlo a cabo. Nuestro sueño sería poder contar con una nave de las que hay por aquí y montar algo guay… Sobre todo que esté cerca, porque sigue siendo nuestro objetivo potenciar el barrio y que la gente venga aquí…. Disponerlo como una casa para los chavales que están en la calle todo el día: que puedan ir allí y sea un lugar cómodo y agradable para estar, y que resulte sostenible”.
Entretanto, SK Bars ha sido noticia en diciembre por el evento solidario que organizaron el día 27 de noviembre en Cinesia y que resultó todo un éxito. “Hemos recogido tres cajas de comida —apunta orgulloso Michael—, las tenemos ahí, y en enero, junto con los juguetes, empezamos a repartirlas a las familias. La idea es que esto no se quede en un acto aislado, sino organizar este tipo de eventos de forma periódica, como tres al año”. Kevin asiente: “Sí, estamos hablando de hacer otro en marzo o abril, y luego en verano… Sería organizar regularmente uno en primavera, otro en verano y otro para las Navidades”.
Desde SK Bars animan al vecindario a practicar deporte y a descubrir esta disciplina: “A nivel físico, el deporte es vida, te mantiene bien, estás más activo… Y a nivel social, una de las características más atractivas del street workout es que practicándolo te relacionas con gente sí o sí”, resume Kevin. Ya casi terminada la entrevista, ambos jóvenes invitan al barrio a seguir las actividades de la asociación a través de sus redes sociales, pues tienen entre manos diversos proyectos para los próximos meses y seguro que van a seguir dando mucho bueno de que hablar. Con vecinos así da gusto, amigos…
Una línea de ropa ‘made in SanKris’
Para colaborar con la asociación y ayudar a cubrir los gastos de su actividad, SK Bars ha creado una línea de ropa deportiva, que además cuenta con el atractivo de llevar al barrio bien visible (como dice el propio Kevin: “nunca me ha gustado vestir de marca, prefiero llevar la marca de mi barrio”). Podéis ver algún ejemplo en dos de las fotos que acompañan a este reportaje, con nuestros entrevistados y algunas otras integrantes de la asociación luciendo orgullosos varias de estas prendas. Molan, ¿verdad?
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