La automedicación se refiere a la toma de medicamentos por iniciativa propia sin la consulta previa con el médico ni la prescripción o seguimiento de un tratamiento posterior. En algunos casos leves o de problemas habituales, automedicarse puede ser conveniente si los fármacos se utilizan para síntomas menores como el dolor de cabeza leve, algunos dolores articulares, la fiebre, la acidez de estómago o para algunos resfriados. En ese sentido, existen algunos medicamentos que no requieren de la prescripción médica y se pueden adquirir en la farmacia bajo consejo y recomendación del profesional que lo dispensa. En caso de duda, aunque se trate de medicamentos sin receta, además de leer el prospecto, es importante consultar al farmacéutico.
Sin embargo, la toma de medicamentos debe hacerse siempre con precaución, y con una cantidad de tiempo limitada, porque el hecho de que se puedan dispensar sin receta no significa que no puedan entrañar otros riesgos, aunque estén abiertos a ser adquiridos en la farmacia por toda persona que tenga uso de razón. Por otra parte, en el caso de aquellos medicamentos que requieren de receta médica, está siempre sujeta a la prescripción por parte del médico y siempre está desaconsejado tomar ese tipo de fármacos por cuenta propia sin la supervisión de un profesional, por la implicación y repercusiones que puede tener sobre la propia salud de la persona.
Conviene prestar especial cuidado con la automedicación por varios motivos: todo medicamento puede conllevar efectos secundarios, reacciones adversas, alergias; y en algunos casos puede traer consigo intoxicaciones, cuando las dosis empleadas no son las adecuadas o son más elevadas de las recomendadas. En otras ocasiones, la toma de estos medicamentos puede enmascarar procesos clínicos graves y consecuentemente retraso en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, que puede estar tratando con este fármaco pero sin estar tratando la enfermedad de base.
Además, algunos fármacos pueden interaccionar con una medicación de base que está tomando una persona, potenciando o disminuyendo los efectos del medicamento; en otras ocasiones los productos de herbolario o algunas plantas pueden interferir también con otras medicaciones, modificando su absorción o el efecto esperado. Por estos motivos, cuando la persona toma varios fármacos hay que tener mayor precaución en el momento de añadir algún nuevo medicamento y siempre preguntar las dosis y frecuencia. Con respecto al uso de antibióticos, éstos siempre deben tomarse bajo prescripción y tendremos en cuenta que un uso excesivo de ellos puede hacer que los microorganismos desarrollen tipos de resistencia que los hacen ser inservibles para tratar futuras infecciones.
Dr. Ángel Luis Laguna Carrero, Especialidad Medicina Familiar y Comunitaria,
Máster Medicina de Urgencias y Emergencias, Experto Universitario en Nutrición y Dietética