ANA POZO MOHEDANO.
A veces la vida te separa de los demás con los ojos, pero no con el corazón.
Esa mañana, se asoma a la ventana mientras espera que llegue la hora. Ve como las nubes pasean a lo lejos sobre un cielo azul diurno y unas extrañas aves vuelan sobre él.
Día de reencuentro se avecina, muy esperado para las tres. En breve se reunirán. Nerviosismo de alegría que produce la emoción. Ojos chispeantes, sonrisa de belleza. Por fin, el esperado abrazo apretado se produce. Pelo rizado, tallas más grandes y alguna lágrima.
Ponerse al día toca, hablar y hablar sin parar. Fotos del presente, del pasado… Pinceladas del futuro también asoman. Mucho que contar.
Risas de recuerdos, de tantos años de amistad, que perdura. Cajitas decoradas con cariño y alegría. Cambios de la vida, poque la vida cambió, pero parecía que todo seguía igual.
Sensaciones, sentimientos tan cercanos, como ese abrazo apretado que rodea sus espaldas donde se posan sus manos abiertas. Lo ordinario en extraordinario se convirtió; con ganas de más. Porque el mucho tiempo que había pasado, por ellas no pasó…
Gracias por hacerlo posible.