ANA POZO MOHEDANO.
… Y de repente era de noche, y yo estaba allí esperando después de un año.
— ¿Cómo pueden los demás?
— ¿Cómo tú has podido y volverás a poder?
Se cumplió. Ellas son tan sabias.
…Y de repente me gusta la noche, el frio, el tacto de mi bufanda mullida, que me protege del recién invierno descubierto. Mi abrigo nuevo gris, mas grande, pero que me refugia del gélido frio invernal, de las heladas matutinas. Ya no me acordaba. Mi bolsa, del mismo color, llena de todo lo que necesito.
Poco a poco la bruma que me aturdía va desapareciendo, a veces también le tiendo la mano, y gracias a ello le va ganando la confianza, la ilusión, la alegría, la motivación… mi amor conmigo.
…Y de repente el cielo plomizo jaspeado, la alfombra de hojas amarillentas en las aceras, el puente, el agua y su sonido, los pájaros, el olor, conseguían mi mirada de admiración, de principiante, de curiosidad, de belleza. El camino hacia allí se había convertido en un agradable paseo disfrutado.
… Y de repente la fachada de aquel edificio, iluminada de color magenta, me daba los buenos días, hoy también la neblina. Algún otro día, el sol quería hacerse notar, pasar entre las rayas blancas de cielo. Hoy me saluda la cigüeña, he descubierto el color gris, he descubierto el invierno… pero no de repente.