La temperatura más alta medida hasta ahora
En el verano de 2015, en julio y agosto, se midieron 40,3 grados en una población alemana, Kitzingen, de la región de Franconia. Es una marca modesta comparada con las de España, pero las de aquélla son a su vez modestas comparadas con las de otras partes del mundo. La temperatura más alta registrada y aceptada oficialmente son los 56,7 grados que el 10 de julio de 1910 marcó un termómetro en Furnace Creek, en medio del Valle de la Muerte. La Organización Meteorológica Mundial validó este dato hace unos años y provocó con ello una larga polémica. Por la misma distinción compite también un lugar libio, El Azizia, donde el 13 de septiembre de 1922 se habrían alcanzado los 58 grados, pero según un control de los datos y hechos de ese sitio se trató de una medida errónea. Hay otros valores muy altos también sin validez: por ejemplo, mediciones por satélite arrojaron 70,7 grados justo sobre la superficie del desierto de Lut, en Irán. No se las tiene en cuenta, sin embargo, porque las temperaturas oficiales se deben medir a una altura de dos metros.
La temperatura más baja medida hasta ahora
Aún mayores son las diferencias entre las temperaturas más bajas medidas en Europa Occidental y en el mundo. En los Alpes, por ejemplo, en el Funtensee, un pequeño lago de la zona de Berchtesgaden, se midieron 45,9 grados bajo cero en la Nochebuena de 2014, pero el servicio meteorológico alemán no reconoció este dato, que procede de un servicio privado, Meteormedia. La razón del rechazo está en el lugar donde se midió: una masa de agua en medio de las montañas en una depresión donde se acumula el aire frío. Pero si se compara con la estación antártica rusa Vostok, hasta una gélida noche en el Funtensee parecerá casi acogedora: el 21 de julio de 1983, momentáneamente, se llegó allí, en medio del casquete de hielo del este de la Antártida, conocido precisamente por los valores extremadamente bajos de temperatura que se dan en él, a 89,2 grados bajo cero, la plusmarca mundial del frío. La “culpa” la tuvo también la gran altitud de la estación, a unos 3.500 metros sobre el nivel del mar: el enrarecimiento del aire contribuye adicionalmente al enfriamiento invernal durante la noche polar.
La mayor oscilación de la temperatura en menos tiempo
Spearfish es solo una población pequeña, nada espectacular, en las inmensidades de las praderas de Dakota del Sur. Desde allí solo hay unos kilómetros hasta el centro geográfico de los Estados Unidos, si se toman en cuenta también Alaska y Hawái. Esa pequeña ciudad se distingue por un récord notable. En ninguna otra parte han medido los meteorólogos, hasta el día de hoy, un ascenso tan rápido de la temperatura como el que ocurrió allí el 22 de enero de 1943: en solo dos minutos, alrededor de las 7:30, la columna de mercurio del termómetro se disparó desde los 20 grados bajo cero a los 8,3 sobre cero. La causa fue un cálido viento que desciende por las laderas, el chinook, semejante al föhn de los Alpes. Lo traicionero del chinook invernal es, sin embargo, lo poco constante que es; en cuanto deja de soplar, las temperaturas se derrumban y vuelven a ser heladoras. Spearfish se alegró aquel día de enero hasta las nueve de la mañana, cuando la temperatura subió de nuevo hasta los doce grados, pero entonces dejó de soplar aquel föhn. En 27 minutos, las masas de aire ártico que habían estado dominando el tiempo volvieron a mandar, y la temperatura cayó entonces 32 grados, hasta alcanzar un mínimo matutino.