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FACUA Madrid recomienda comprobar la relación entre la calidad y el precio de los productos y valorar la necesidad real de compra. Y recuerda que la normativa establece que en la etiqueta tiene que aparecer el precio original y el rebajado o bien el porcentaje de rebaja que se aplique en el producto final. Asimismo, el producto debe tener las mismas calidades que las expuestas durante el resto del año.
La asociación alerta a los consumidores sobre las ofertas engañosas por parte de los establecimientos. Durante este periodo son muchos los que se lanzan a mostrar artículos en liquidación o saldos. El comercio debe indicar como mínimo con 15 días de antelación y de forma clara y visible el periodo de duración de la temporada de rebajas. Al comienzo de éstas, los productos deben estar rebajados por lo menos al 50% del precio original. Además, estos productos deben estar indicados y separados del resto de los artículos de la tienda.
La diferencia entre los productos rebajados y los que están en liquidaciones es que este último ha sufrido una reducción sobre el precio debido a la necesidad de venderlos por parte de la tienda, mientras que los saldos hacen referencia a los artículos que están deteriorados o que tienen algún tipo de tara. Los métodos de pago de los productos no deben variar de los expuestos en el comercio durante los demás meses. Si el establecimiento admite pago con tarjetas, no puede cambiar este procedimiento y tampoco debe incluir ningún tipo de recargo adicional.
Consejos y devoluciones
FACUA Madrid recomienda a los consumidores que no se dejen cegar por los enormes descuentos que supuestamente se aplican en muchos productos y valoren fundamentalmente el precio final. Por otro lado, la asociación recuerda que, si los productos adquiridos durante las rebajas tienen algún defecto de fabricación, sea cual sea su porcentaje de descuento, no dejan de tener tres años de garantía, que tiene que asumir el establecimiento. Asimismo, si se adquieren a través de internet, los consumidores tienen 14 días para devolverlos en caso de que se arrepientan.
Asimismo, la política de devoluciones en el establecimiento tiene que ser la misma que la expuesta durante el resto del año. FACUA Madrid recomienda no aceptar cheques, vales o cambios de productos cuando éstos estén defectuosos. Además, advierte al usuario el derecho de poder exigir el reintegro de lo abonado tanto si ha pagado con tarjeta como en efectivo. Para ello, el consumidor al realizar el pago debe solicitar el ticket de compra o la factura como garantía de poder utilizarlo en el caso de que fuera necesario.
La crisis económica de la primera década de este siglo redujo notablemente los presupuestos de todas las Administraciones públicas. La universidad no fue una excepción. Sin embargo, mientras el resto de los sectores se han recuperado, en 2025, con el país creciendo por encima del 3%, en la comunidad más rica de España, el presupuesto para universidades de Madrid será aún menor que en 2009, 16 años después. Si tenemos en cuenta la inflación, el recorte real en los presupuestos de las universidades públicas es del 35%. De hecho, la partida económica que trasfiere la Comunidad de Madrid a las instituciones de enseñanza superior no alcanza para pagar las nóminas del personal —investigadores, profesores, personal de administración y gestión— y el mantenimiento cotidiano de las instalaciones.
La rebaja de más de un tercio del presupuesto que las universidades tenían hace 16 años coloca a las seis universidades públicas de Madrid, donde se concentran entre el 20 y el 25% de los estudiantes españoles de grado y posgrado, un 21% por debajo de la media de financiación pública del país y con los precios por la matrícula entre los dos más altos del Estado.
La falta de una financiación adecuada y suficiente por parte de la Comunidad de Madrid pone en peligro la investigación, la docencia y la elevada posición de las universidades públicas en las clasificaciones nacionales e internacionales y los valiosos servicios que éstas prestan a la sociedad en todos los ámbitos. Aunque hay miles de argumentos para defender una financiación adecuada para la universidad pública, me centraré en dos.
En primer lugar, los recortes afectan directamente a la calidad de la enseñanza. Menos recursos significan menos profesores, menos oportunidades para los estudiantes. Las universidades se ven obligadas a reducir la oferta de asignaturas o a reducir el número de plazas en grados y posgrados. Elevando con ello la nota de corte para muchas carreras. En muchas ocasiones se exige estar por encima de 12 o 13 puntos (sobre un total de 14). Los estudiantes que no consiguen acceder a lo que desean cursar, si sus familias cuentan con los recursos económicos suficientes, pueden matricularse en los estudios de su elección en las universidades privadas. Sin embargo, los estudiantes con menos recursos se ven excluidos del sistema universitario u obligados a cursar grados que no son su primera elección. La falta de medios, por tanto, fomenta el negocio de algunos, a costa del derecho a la educación de la mayoría.
En segundo lugar, además, los recortes afectan directamente a la investigación, uno de los pilares de la universidad pública. Al contrario que el resto de las comunidades, Madrid no fomenta proyectos propios, ni estimula los grupos de investigación en sus universidades. Estos recortes en investigación limitan la capacidad de las universidades para innovar y contribuir al avance del conocimiento. Solo gracias a los programas nacionales de proyectos de investigación las universidades públicas de Madrid pueden mantener líneas de investigación tan importantes y necesarias como las de luchar contra el cáncer, nuevos usos de la inteligencia artificial generativa, prevenir y detectar el consumo de microplásticos o la evolución y lucha contra los virus, entre otros muchos proyectos concedidos en la última convocatoria del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Por todo ello, es crucial recordar que la inversión en educación no es un gasto, sino una inversión en el futuro. La universidad pública es un motor de progreso y equidad social. Gracias a ella, muchos jóvenes —sin importar nuestro origen socioeconómico— hemos tenido la oportunidad de acceder a una educación de calidad, abrirnos camino en el mundo laboral y contribuir al bienestar de la sociedad. Es responsabilidad de todos defender la universidad pública y asegurar que siga siendo un motor de progreso y equidad para las generaciones futuras.
Son tiempos de máscara. Los espejos han sido relegados a la mera devolución de una imagen que ya no le interesa a nadie. Las pantallas de nuestros móviles se llenan de rostros distorsionados, embellecidos, pulidos. El poder ya no se mira al espejo. Sus tentáculos han aprendido a hacerse un selfie.
Déjennos, pues, si nos permiten, ser orfebres: artesanos de la máscara. Y hacerlo a través de El balcón, una de las obras más irreverentes del francés Jean Genet. Una pieza en la que el dramaturgo retuerce la imagen del poder, haciéndola objeto de deseo: deseable, deseosa, erótica, cruel.
El próximo viernes 10 de enero lo que verán será Una casa de ilusiones, una versión libre a partir de la obra original del escritor galo. La pieza pondrá en la cuerda del “si yo fuera” a ocho intérpretes del distrito de Villaverde: ocho seres humanos subiendo a un escenario para mirarse en el espejo. Ocho personas dispuestas a dejarse el cuerpo por la máscara, por el reflejo, por lo grotesco. Lo que allí se verá, allí se quedará.
Una lámpara de araña ha caído al suelo, un baúl se ha llenado de disfraces y una reina teje en una meditación infinita.
Vengan a vernos: hemos tallado bellos espejos para ustedes, ¿se verán reflejados?